Los límites del océano fueron definidos hace muchos años por la cartografía, los países ribereños tienen por extensión acceso al mar, a sus recursos naturales y hoy por hoy, cada vez más, muchos se han comprometido por la protección de espacios naturales que requieren conservación.

©Greenpeace
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Pero, ¿Qué ocurre con ese espacio del océano que no tiene “dueño”?, la llamada altamar. Precisamente en estos momentos, los países que forman parte de las Naciones Unidas se encuentran en la fase final de negociación de un nuevo acuerdo internacional que regulará la conservación y el uso sostenible de la biodiversidad marina más allá de la jurisdicción nacional de los Estados (denominado BBNJ) y que comprende el área que se conoce habitualmente como la altamar que cubre más de 70% de nuestro Planeta.

Más de 15 años de complejas negociaciones han tardado para generar la arquitectura de este nuevo tratado internacional que permitirá cerrar las brechas existentes entre las distintas fragmentaciones de actividades que se desarrollan en un área de interés común para la comunidad internacional y en donde ningún Estado puede ejercer soberanía. Sin lugar a duda, la altamar es un verdadero patrimonio mundial.

Océano ©Maximiliano Bello
Océano ©Maximiliano Bello

La importancia del océano radica es distintos planos, entre los que destacan, uno económico social, siendo un importante sustento para una economía global de varios billones de dólares, proporcionando seguridad alimentaria y trabajo a miles de millones de personas y un aspecto medioambiental debido a los numerosos ecosistemas marinos claves para la regulación del clima, la generación de oxígeno y otros factores esenciales para la vida en el planeta.

Es en este contexto y teniendo en consideración las crecientes amenazas que repercuten en el océano a diario y la crisis climática que enfrentamos como Planeta, es que es clave que los Estados Partes de Naciones Unidas avancen en lograr un tratado internacional que sea robusto durante la cuarta y última Conferencia Intergubernamental de la negociación que se llevará a cabo el 2022, con el propósito de generar el marco legal para regular materias esenciales tales como: la creación de áreas marinas protegidas en altamar y evaluar ambientalmente las actividades y proyectos que se quieran desarrollar en aguas internacionales.

Océano ©Maximiliano Bello
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Por tal razón, muchos actores internacionales, entre ellos gobiernos y ONGs, incluido Chile –por cierto- se han unido en apoyar diferentes iniciativas con el llamado a proteger total y plenamente al menos el 30 % del océano mundial para 2030 y garantizar que se gestione efectivamente en un 100 % de manera sostenible, teniendo en consideración que actualmente solo el 1% de la alta mar está plena y completamente protegida y en tal sentido, el hecho de alcanzar el objetivo del 30 % solo podría materializarse a través de este nuevo tratado internacional de la alta mar que justamente sentará las bases y normas para desarrollar estos objetivos globales.

Océano ©Maximiliano Bello
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Este es uno de los procesos más relevantes en la agenda internacional oceánica, el cual no debe verse de manera aislada y separada de los demás procesos internacionales que actualmente se están llevando a cabo en la agenda medioambiental, sino que debe verse este proceso como uno de los pilares claves para proteger el océano y así, desde esa área, contribuir a solventar la importancia del océano en otras negociaciones internacionales.

Desde otro punto de vista, pensamos que la protección oceánica es una de las llaves para resolver el problema climático. Por ello, pensamos también que los procesos que actualmente se ventilan en Naciones Unidas, como cambio climático, biodiversidad y alta mar, están estrechamente interrelacionados y que hay que acabar con la idea de los compartimentos estancos que actualmente prevalece en estas negociaciones.

©Greenpeace
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En suma, Chile ha mantenido a lo largo de este proceso, un rol activo de participación en todas las fases de negociación y seguiremos manteniendo ese mismo espíritu constructivo y positivo con la finalidad de seguir aportando al debate internacional manteniendo nuestra idea de vocación oceánica y tradición de país que se encuentra mirando al Pacífico.

Tenemos que establecer un compromiso en el largo plazo, que nos permita asegurar para las próximas generaciones un océano saludable, sostenible y que asegure el equilibrio del clima en nuestro planeta.

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