Los cerros del Gran Concepción, como el Cerro Caracol, Manquimávida y Los Lirios, son refugio de fauna nativa como la güiña (Leopardus guigna), el pudú (Pudu puda), el zorro culpeo (Lycalopex culpaeus) y el quique (Galictis cuja). Estas especies, de hábitos crípticos y mayoritariamente nocturnos, cumplen roles fundamentales en los ecosistemas. Sin embargo, su proximidad a áreas urbanas también las expone a amenazas como perros asilvestrados y la expansión urbana.

Desde 2019, cámaras trampa instaladas por niños, niñas, docentes y científicos han permitido registrar la presencia de estas especies, mostrando que la güiña, por ejemplo, no solo habita áreas protegidas como el Parque Nacional Nonguén, sino también zonas periurbanas. Estas cámaras han capturado momentos fascinantes que ahora están disponibles en videos como los siguientes:

IEB Chile
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Estos registros no solo son valiosos para la investigación, sino que emocionan y motivan a las comunidades a proteger su entorno.

El Monitoreo Pedagógico Ciudadano ha sido posible gracias al trabajo colaborativo de diversos actores comprometidos con la educación ambiental y la conservación. Entre ellos destaca Juan González Escobar, de la agrupación «Pewma, Educación con la Naturaleza», quien ha liderado esfuerzos por una educación ambiental integral en Nonguén y la Región del Biobío. Además, Darío Moreira y Cristóbal Pizarro, investigadores del Instituto de Ecología y Biodiversidad (IEB) y del Laboratorio de Estudios del Antropoceno de la Universidad de Concepción (UdeC), han aportado desde el ámbito científico. La iniciativa también cuenta con el apoyo de CONAF, y la reciente incorporación de académicos como Gonzalo Sáez Núñez, de la Facultad de Educación de la UdeC, y Felipe Saravia Cortés, de Trabajo Social de la Universidad del Bío-Bío, quienes han integrado enfoques pedagógicos y sociales. Asimismo, han participado profesores y estudiantes tesistas de diversas carreras, junto a docentes y comunidades escolares de la Escuela Manquimávida en Chiguayante, la Escuela Agroecológica La Calle en Hualqui, y las Escuelas Lautaro y Leopoldo Lucero en Nonguén, fomentando un enfoque interdisciplinario y comunitario.

Educación temprana: protagonistas del monitoreo

En el corazón de este proyecto están las escuelas locales. Niñas y niños de instituciones como la Escuela Manquimávida en Chiguayante y la Escuela Agroecológica La Calle en Hualqui han participado activamente en el monitoreo, aprendiendo a instalar cámaras, identificar especies y reflexionar sobre su impacto en la naturaleza. Esta pedagogía situada lleva el aprendizaje más allá de las aulas, conectando a los estudiantes con su territorio.

Catalina Soto, docente de la Escuela Lautaro, destaca cómo estas actividades fortalecen la creatividad, el trabajo colaborativo y el aprecio por la naturaleza. Por su parte, estudiantes como Alex Benítez expresan su entusiasmo al descubrir animales como el pudú y explorar los cerros cercanos. Estas experiencias no solo enriquecen su educación, sino que fomentan un sentido de pertenencia y responsabilidad hacia el medio ambiente.

Ciencia ciudadana en acción

El Monitoreo Pedagógico Ciudadano es también un ejemplo de colaboración interdisciplinaria. Investigadores del Instituto de Ecología y Biodiversidad, como Cristóbal Pizarro y Darío Moreira, junto a organizaciones como Pewma Educación, han unido esfuerzos con comunidades locales para recopilar datos sobre la fauna nativa. Estas iniciativas han llevado a publicaciones en revistas científicas, revelando hallazgos clave, como la adaptabilidad de la güiña en entornos periurbanos.

Los registros muestran que esta especie, el felino más pequeño de América, es más activa de noche en áreas urbanas, mientras que en espacios protegidos mantiene hábitos más diurnos. Además, su comportamiento estratégico para evitar depredadores y humanos resalta su capacidad de supervivencia en hábitats fragmentados. Estos descubrimientos subrayan la importancia de crear corredores ecológicos y fomentar la tenencia responsable de mascotas, como estrategias para proteger a la fauna silvestre.

«Ser conscientes de que coexistimos con ellos, poder hablar de su existencia y verlas a través de dispositivos, es un incentivo para la educación y un recordatorio de que somos una especie más dentro de este socioecosistema«, comenta Dario Moreira, investigador del Instituto de Ecología y Biodiversidad y del Laboratorio de Estudios del Antropoceno de la Universidad de Concepción.

El Monitoreo Pedagógico Ciudadano no solo documenta la biodiversidad local, sino que impulsa un cambio en la percepción de nuestras comunidades hacia la naturaleza. La educación temprana, en conexión con la ciencia ciudadana, se perfila como una herramienta clave para inspirar a las nuevas generaciones a valorar y proteger su entorno.

«El monitoreo y la educación ambiental integral en Nonguén y otros territorios, no solo buscan registrar la fauna local, sino también generar una reflexión crítica en las  comunidades escolares sobre la relación con sus  entornos naturales. La pedagogía situada, que lleva a los niños fuera de las aulas en forma permanente para aprender directamente de la naturaleza y con la naturaleza, está demostrando ser una herramienta poderosa para despertar la curiosidad , el compromiso con la conservación, el cariño y amor por el lugar en el que con-vivimos y co-habitamos junto a tantas especies humanas y no-humanas», destaca Juan González.

En un mundo donde la urbanización crece sin cesar, iniciativas como esta nos recuerdan que la coexistencia con la biodiversidad es posible y esencial. Desde las aulas hasta los cerros, el llamado es claro: cuidemos juntos este patrimonio natural que enriquece nuestras vidas.

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