La desaparición del demonio de Tasmania (Sarcophilus harrisii) de Australia continental, responde a múltiples factores, como cambios en el clima, aumento de depredadores, presiones en su hábitat y el aumento de la población humana en la gran isla.  Tres mil años han pasado de aquello y ahora volverán a habitar estos territorios de la mano de un plan de reintroducción organizado por la ONG Aussie Ark, #DevilComeBack, que pretende crear una subpoblación australiana de este marsupial, que hasta ahora era endémico de Tasmania, para combatir especies invasoras y sacarlo de la lista de los animales en peligro de extinción según la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN).

graabstein/Pixabay
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Es que para este famoso mamífero -muy conocido de nombre por el personaje animado Taz, de Looney Tunes – los últimos años no han sido fáciles. En los años noventa la especie se vio afectada por un cáncer de boca contagioso y mortal en casi el 100% de los casos. Esto redujo su población de 750.000 a 250.000 en menos de treinta años. Esta iniciativa pretende crear una población nueva exenta de esta enfermedad.

Este raro cáncer contagioso se transmite a través de la mordedura cuando se aparean o combaten entre ellos. Se manifiesta con un tumor en la boca que les impide comer, la mayoría muere de inanición después de un tiempo. Esta etapa, como explica el presidente de Aussie Ark, Tim Faulkner, es la primera de un gran plan de conservación, para crear una población preservada y evitar la extinción de esta especie.

©pen_ash/ Pixabay
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Los demonios de Tasmania son los marsupiales carnívoros más grandes que existen en la actualidad, no pesan más de ocho kilos y su tamaño es, aproximadamente, como el de un perro pequeño. Son carroñeros y pueden reducir grandes cadáveres en cosa de minutos, a veces también cazan otros mamíferos. Su importancia para los ecosistemas es justamente desde allí, pues son depredadores para especies invasoras como el zorro o el gato, cuyo mal manejo ha sido una gran amenaza para la conservación en el territorio australiano.

En total, serán liberados 26 ejemplares criados en cautiverio en el Refugio de Fauna de Barrington, al norte del parque nacional Cumbres Barrington, ubicado al noreste de Sydney. Este proceso comenzó en marzo de este año, cuando fueron liberados 15 ejemplares con collares de rastreo para seguir y controlar su adaptación al nuevo hábitat. Ahora en septiembre fueron liberados 11 más, completando este proceso. En adelante se espera que los demonios hagan lo suyo para poder sobrevivir cada vez con menos vigilancia.

©pen_ash/Pixabay
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Devolver  a los ecosistemas las piezas que quitamos

Este ambicioso proyecto se enmarca en una práctica de la que ya hemos hablado antes: el «rewilding» o «reasilvestramiento» que, en palabras simples, consiste en devolver a los ecosistemas sus «piezas» originales que por  miles de años les han permitido funcionar en equilibrio, pero que fueron arrebatadas por la voraz mano humana, por ejemplo, al degradar totalmente un suelo y provocar la extinción de una especie.

Todas las especies, desde los grandes animales hasta microorganismos como las bacterias, forman parte de este complejo engranaje que sostiene la vida. El demonio de Tasmania también cumple un rol, ya que como depredador y carroñero se espera pueda controlar y disuadir las poblaciones de gatos asilvestrados, que amenazan a otros mamíferos del territorio, sobre todo los de hábitos nocturnos, que podrán merodear tranquilos mientras el demonio sale por las noches pues los gatos no querrán topárselo.

© Peter Robinson/ Pixabay
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Este pequeño cambio significa devolver la pieza faltante al ecosistema, lo cual permite estabilizarlo contra especies invasoras. Sin embargo esta práctica no está exenta de riesgos ni críticas pues la forma como reaccionará la naturaleza a esta nueva intervención es una verdadera incógnita para los científicos a cargo de este proyecto, por eso esta reintroducción se hace en un territorio amplio pero controlado.

«Los demonios son una de las únicas soluciones naturales para controlar poblaciones de zorros y gatos, responsables de la gran mayoría de las 40 extinciones de especies de mamíferos en Australia. Lo que está en juego es más que el demonio de Tasmania», señaló Faulkner. Si todo funciona bien, Aussie Ark liberará otras especies en la misma zona,  en un proceso similar como ya lo han hecho con otros marsupiales autóctonos amenazados como ualabies, canguros y bandicuts.

©LoneWombatMedia/ Pixabay
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Este pequeño marsupial – que debe su nombre a su estruendoso grito, a la manera rápida y voraz que se alimenta, y a su poderosa mandíbula – tiene muy poco de «demonio» y «peligroso», pues rara vez ataca. Al igual que otros animales, solo responderá si se siente amenazado.

En definitiva, el demonio de Tasmania podría ayudar en gran medida a la recuperación para estos dañados ecosistemas, pues también dispersa semillas y reduce la intensidad de los incendios forestales al escarbar en los suelos.

Por eso, y muchas razones más, esperamos que el demonio haya llegado para quedarse.

 

 

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