De los cerros al cielo
A lo largo de la historia, los cerros de Santiago han cumplido con distintas funciones. Una de las más importantes es ser un lugar clave para observatorios astronómicos. Nuestra colaboradora Fernanda Ruiz nos cuenta más sobre esto.
La contaminación lumínica y atmosférica de la ciudad de Santiago han hecho que hoy, observar el cielo desde acá, sea una tarea imposible. Sin embargo, dada su particular geografía, alguna vez fue escogida por científicos extranjeros como el lugar para la observación astronómica en el hemisferio sur. Primero en el cerro Santa Lucía, luego en el cerro San Cristóbal y posteriormente en el cerro Calán se instalaron importantes centros astronómicos donde se llevaron a cabo observaciones que aportaron considerablemente a la compresión del universo. Hoy en día estos Observatorios se encuentran prácticamente en desuso, pero siguen representando el comienzo de la historia de la astrofísica de Chile.
Vamos a la historia. En 1842, Bernardo O`Higgins le escribe al Presidente Manuel Bulnes con el propósito de que el gobierno compensara las donaciones que él había hecho al ejército chileno, a través de la construcción de un observatorio que fomentara los estudios científicos en el país. Sus peticiones nunca se llevaron a cabo hasta que, siete años después llegara a nuestro país la expedición Gillis del Observatorio Naval de Washington, en busca de un lugar para observar los astros desde el hemisferio sur. Finalmente un cerro que contaba con dos fuertes españoles en desuso, y que servirían como base para la construcción del observatorio fue el escogido. Se trataba del cerro Santa Lucía, ubicado en ese entonces, en el costado oriente de la ciudad. De este modo el sueño de Bernardo O´Higgins de instalar un observatorio astronómico en la cima de un cerro en Santiago, se cumplía.
La expedición, que tenía como objetivo principal estudiar los cuerpos de Venus y Marte (con el fin de calcular la distancia de la tierra al sol), finalizó su trabajo en 1852, fecha en que el presidente Manuel Montt compró las instalaciones del cerro a la comisión extranjera con el fin de crear el primer Observatorio Astronómico Nacional (OAN). Posteriormente, éste fue donado a la Universidad de Chile y tiempo después, trasladado desde el cerro Santa Lucía hasta la Quinta Normal, luego a Lo Espejo y finalmente, en 1955, a la cima del cerro Calán, a 860 metros sobre el nivel del mar, alejado de la congestión de la ciudad. Por su parte, el cerro San Cristóbal también contó con un observatorio en una de sus cimas. Una segunda expedición estadounidense, proveniente del Observatorio Lick de la Universidad de California, llegó a Chile en 1903 con el objeto de registrar fotográficamente los espectros de estrellas australes y catalogar sus velocidades radiales. Esta vez el lugar escogido fue el cerro San Cristóbal, ubicado en ese entonces a las afueras de la ciudad de Santiago, a 840 metros sobre el nivel del mar. Pese a que contó con un telescopio que, por sus dimensiones, era el décimo más grande del mundo, todos pensaron que esta última expedición duraría sólo un par de años. Sin embargo la importancia de los resultados obtenidos lograron echar por tierra esta profecía y extender los trabajos hasta 1928, año en que el diputado Manuel Foster Recabarren adquirió el observatorio y lo donó a la Universidad Católica de Chile (razón por la cual hoy, dicho observatorio, lleva su nombre). La operatividad de este observatorio duró hasta la década del noventa, aunque con el inicio de la construcción del Parque Metropolitano en los años veinte, el crecimiento de la ciudad y la instalación de antenas a su alrededor, terminara por considerarse al cerro como un sitio inadecuado para la observación de los cielos.
Los Observatorios Astronómicos fueron pioneros en la colonización de los cerros de Santiago. En busca de buena visibilidad, los cerros isla se presentaron como un lugar idóneo para la observación. El Observatorio de la expedición Gillis se instala en el cerro Santa Lucía, varios años antes que se desarrollara el proyecto de Benjamín Vicuña Mackenna para la transformación del cerro en una plaza aérea. En el caso del cerro San Cristóbal y el cerro Calán, los observatorios fueron el primer equipamiento que se instaló en ellos, cuando aún se encontraban en la periferia de la ciudad. Hoy en día el manto construido rodea estos cerros, las condiciones lumínicas y atmosféricas ya no son las ideales para la observación astronómica y los avances en la ciencia son tales, que los mismos instrumentos han quedado obsoletos. Entonces parece pertinente que nos preguntemos ¿Qué fue de estos lugares de ciencia que ocuparon los cerros de Santiago?
En el caso del cerro Santa Lucía, quedan muy pocos vestigios que den cuenta de que ahí hubo un Observatorio Astronómico. Sin embargo el Observatorio Foster en el cerro San Cristóbal permanece casi intacto. De todos modos es lamentable que, pese a la existencia de un proyecto que permitía crear un convenio con el Parque Metropolitano y lograr, de este modo, que el Observatorio abriera sus puertas al público en general como atracción cultural, este nunca se haya llevado a cabo y las visitas actualmente sean prácticamente inexistentes. Hoy, gracias a que el año 2010 fue declarado Monumento Histórico Nacional y quedara bajo esta nueva nominación, es posible pensar en un cambio en su destino que le permita recuperar la condición de sitio patrimonial y dar cuenta de lo importante que fue Santiago para la astronomía. El OAN por su parte ha corrido una mejor suerte. A cargo de la Universidad de Chile, aún permanece activo y se preocupa de difundir la astronomía y ciencia en la población a través de visitas nocturnas guiadas, en las cuales podemos observar los objetos astronómicos y recorrer sus instalaciones.
A lo largo del tiempo, grandes universidades y centros de investigación fijaron sus ojos en nuestros cielos, lo que fue sumamente relevante para Chile, ya que hoy cuenta con los más grandes observatorios del mundo y nuestro territorio es uno de los más cotizados para hacer astronomía. Existen más de doce centros Astronómicos a lo largo de Chile, entre ellos ALMA, el más avanzado y poderoso del planeta. Es importante recordar los inicios de la Astronomía en Chile y poner en valor aquellos lugares que dan cuenta del desarrollo científico en nuestro país. Pero también es importante poner atención al paisaje de cerros isla, cuyas cimas cumplieron los requerimientos precisos para el posicionamiento de los observatorios astronómicos. Los cerro isla de Santiago han cumplido distintas funciones a lo largo de la historia y una de ellas, muy importante, ha sido otorgarnos la posibilidad de subirlos y llegar, no solo a su cima, sino también al cielo.