Los hongos están presentes en todos los ecosistemas: en el agua, en el suelo, en el aire y en los bosques. Podemos encontrarlos de todas formas, colores y tamaños, creciendo en altura sobre las ramas de los árboles, ocultos bajo la tierra o entremedio de la hojarasca.

Mycena cyanocephala - Saprobionte. Créditos: ©Christian Valdés
Mycena cyanocephala – Saprobionte. Créditos: ©Christian Valdés

Dentro de sus funciones más importantes encontramos que, junto con las bacterias, los hongos son los grandes recicladores de la naturaleza, función vital al momento de mantener activos el ciclo de nutrientes en todos los ecosistemas terrestres y acuáticos de la Tierra. 

Además, los hongos contribuyen a la formación de los suelos, previenen la erosión y benefician a otros organismos a través de diferentes tipos de asociaciones simbióticas. Vale decir que aproximadamente el 93% de las plantas terrestres establecen relaciones simbióticas con hongos, lo que demuestra la importancia de estos microorganismos en la vida de las plantas. 

Trametes versicolor-Saprobionte. Créditos: ©Christian Valdés
Trametes versicolor-Saprobionte. Créditos: ©Christian Valdés

Tales características hacen que los hongos tengan un rol fundamental en los ecosistemas: son los encargados de proveer vida al bosque. Sin embargo, se estima que solo se conoce un 5% de los hongos a nivel mundial. 

Muchas especies de hongos forman una red o micelio que permanece oculta dentro de un sustrato la mayor parte del año, y surgen como callampas y otras formas, solamente en la fase de reproducción sexual del organismo. Por ello es que generalmente interactuamos con ellos solamente durante esos momentos, donde podemos apreciarlos en su máximo esplendor, estudiarlos y beneficiarnos directamente de ellos. 

Micelio. Créditos: ©María José Dibán
Micelio. Créditos: ©María José Dibán

No obstante, el hecho de que no podamos verlos durante todo el año no significa que no estén presentes, sino que permanecen ocultos al interior de una amplia gama de sustratos, incluyendo materia orgánica muerta, suelos, plantas y animales. Vale decir que los hongos son organismos extremadamente diversos, con más de 120.000 especies descritas en la actualidad y se estima que existen entre 1,5 y 5 millones de especies en total

“Los hongos son un grupo sumamente diverso, es el segundo grupo más diverso, digamos, del árbol de la vida. Entonces hay muchísimas especies y muchísimas estrategias de vida, es decir, pueden crecer en muchos tipos de sustratos. Hay hongos terrestres, hongos acuáticos, hongos liquenizados que se asocian simbióticamente a algas, etcétera. Ahora si hablamos específicamente de los hongos del bosque, estos pueden vivir también en diferentes tipos de sustratos. Ahí hallamos, por ejemplo, descomponedores que crecen sobre madera o que crecen sobre materia orgánica, hay hongos micorrízicos, que son los hongos que forman asociaciones benéficas con las plantas y que les ayudan a absorber nutrientes, entre muchos otros, entonces hay muchísimos tipos”, agrega la Dra. Adriana Corrales, ecologa forestal y jefa de Estrategia y Planificación de Expediciones de Society for the Protection of Underground Networks (SPUN). 

Tetrapyrgos alba. Créditos: ©María José Dibán
Tetrapyrgos alba. Créditos: ©María José Dibán

Esta gran diversidad de hongos se refleja en la variedad de sustratos en los que pueden encontrarse, donde cada tipo de sustrato ofrece un conjunto único de condiciones físicas, químicas y biológicas que influyen en la composición y la diversidad fúngica. Por lo tanto, la diversidad de sustratos en un bosque está directamente relacionada con la diversidad de hongos. 

Como señala Gabriel Orrego, ingeniero forestal, cofundador de Symbiotica y Director del Festival Reino Fungi: “Los hongos crecen en una gran cantidad de sustratos y mientras más diversidad de sustrato tengamos en un bosque, más diversidad de hongos vamos a encontrar. Si tuviéramos un sustrato completamente homogéneo, todo el mismo mismo sustrato, tendríamos probablemente una especie de hongo o dos especies hongos, pero si tenemos diversidad de un sustrato, vamos a tener mayor diversidad de hongos, lo que significa mayor resiliencia ecosistémica, mejor autocontrol y una mejor adaptación al cambio climático”.

Cortinarius nahuelbutensis- Micorriza endémica. Créditos: ©María José Dibán
Cortinarius nahuelbutensis- Micorriza endémica. Créditos: ©María José Dibán

En ese sentido, la conservación y manejo adecuado de los bosques es fundamental para mantener y mejorar la diversidad y funcionalidad de los hongos. De hecho, diversos estudios señalan que algunas prácticas de manejo forestal, como la tala selectiva y la conservación de árboles muertos y en descomposición, pueden promover la diversidad de sustratos y, por lo tanto, la diversidad de hongos.

“Muchas veces cuando hablamos de los hongos nos quedamos con la callampa, con el cuerpo fructífero, y nos asombramos por ellos, pero no tenemos noción de que el cuerpo del hongo es el micelio y que vive dentro de los sustratos. Entonces ¿cómo podemos conservar a esos lindos hongos que nos encantan y que nos inspiran? Tenemos que cuidar el sustrato, la casa del hongo”, agrega Orrego. 

Mycena chusqueophila -Saprobionte endémica. Créditos: ©Christian Valdés
Mycena chusqueophila -Saprobionte endémica. Créditos: ©Christian Valdés

Asimismo, la conservación de la diversidad de especies de árboles también es importante, ya que diferentes especies de árboles proporcionan diferentes tipos de sustratos y condiciones para los hongos. Por ejemplo, un estudio realizado en los bosques mediterráneos de Europa encontró que la diversidad de hongos en la madera muerta era mayor en bosques mixtos de coníferas y caducifolios que en bosques de coníferas puras.

Además, la conservación de áreas boscosas de diferentes edades y etapas sucesionales también puede promover la diversidad de hongos, ya que diferentes hongos están adaptados a diferentes condiciones ambientales y a diferentes tipos de nutrientes.

Favolaschia - Saprobionte. Créditos: ©María José Dibán
Favolaschia – Saprobionte. Créditos: ©María José Dibán

“Hay que entender que el suelo del bosque es un ecosistema propio. Cuando cae la hojarasca y esta se empieza descomponer es un proceso sumamente complejo en donde intervienen muchísimas especies de hongos, bacterias, invertebrados, e incluso algunos vertebrados, que ayudan a trituras esa materia orgánica y que esta se vaya incorporando poco a poco al suelo. Esos procesos de incorporación son sumamente largos, que pueden tomar incluso miles de años dependiendo del clima y muchos otros factores, entonces si quitamos esa materia orgánica, pues obviamente la cantidad de carbono que se va a incorporar en los suelos va a ser mucho menor y muchas especies que viven dentro de ese sustrato, que nosotros le llamamos las cadenas tróficas del suelo, se verían afectadas”, puntualiza Adriana Corrales.

En ese sentido, la conservación y el manejo adecuado de los bosques, incluida la conservación de la diversidad de especies de árboles y la promoción de la diversidad de sustratos, son fundamentales para mantener y mejorar la riqueza y la funcionalidad de la biota fúngica en los bosques. Al proteger y gestionar adecuadamente estos hábitats, podemos asegurar la continuidad de los procesos ecológicos clave que los hongos desempeñan en los ecosistemas terrestres.

Gyromytra antarctica. Créditos: ©María José Dibán
Gyromytra antarctica. Créditos: ©María José Dibán

“La única manera de conservar la diversidad de los hongos es conservar la integridad impecable del ecosistema, observar su sustrato, conservarlo y si es que están en mal estado, podemos apuntar a la complejidad de un bosque antiguo e integrar más sustratos. Los hongos son tan importantes para el ecosistema que tenemos que de alguna forma fomentar su casita, y su casita es el sustrato”, finaliza Gabriel Orrego. 

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