Científicos buscan restaurar bosques de Chile central con guanacos
Nuevas investigaciones dan cuenta del vínculo positivo que tiene el herbívoro más grande de Chile, con el crecimiento del espino, especie nativa del bosque esclerófilo. Científicas y científicos, proponen desarrollar restauración socioecológica de este ecosistema, mediante la reintroducción de guanacos, desafío que debiera involucrar a diferentes actores y comunidades locales. En este artículo escrito por Carolina Todorovic del Instituto de Ecología y Biodiversidad de Chile, te contamos todos los detalles.
El guanaco no sólo es el herbívoro más grande de Chile y un antiguo habitante del territorio sudamericano, cuyo nombre se originó del quechua: wanacu. Este gran mamífero de huesos finos y pariente de los camellos, es considerado un verdadero jardinero natural, por su capacidad para ayudar a la regeneración del bosque esclerófilo, ecosistema de la zona central altamente degradado por la acción humana y la megasequía.
Tras la colonización en América, este animal comenzó a desaparecer de muchas zonas -como Chile central- y actualmente, sus poblaciones se encuentran fragmentadas a lo largo del país. Ahora, un reciente experimento demostró el importante vínculo de Lama guanicoe con el bosque mediterráneo chileno, particularmente con el espino, ecosistema en el que el guanaco ha habitado desde hace millones de años.
Matías Guerrero, investigador del Instituto de Ecología y Biodiversidad y del Centro de Ciencia del Clima y la Resiliencia, junto a Meredith Root-Bernstein, investigadora adscrita del IEB y parte del Museo de Historia Natural de París, lideraron una investigación en la que evaluaron cómo crecen los espinos -especie nativa del bosque esclerófilo-, cuando hay guanacos presentes. Dicho trabajo fue publicado en la revista científica Journal of Arid Environments.
Para ello, reintrodujeron cinco ejemplares del mamífero al interior de una hectárea en la zona de Altos de Cantillana, Región Metropolitana. Luego de dos años de estudio y diversas mediciones, los resultados mostraron que en aquellos sitios con presencia de guanacos, los árboles de Vachellia caven crecieron más que en la zona sin presencia de estos animales.
“En este experimento medimos el largo de la rama, la cantidad de subramas y el ángulo de las mismas. Y a partir de eso monitoreamos mes a mes todos los árboles marcados, cerca de 100. De esta forma nos dimos cuenta que los espinos dentro del cerco con guanacos, crecieron más que la zona control, que no tenía guanacos, pero sí animales de ganado”, explica Matías Guerrero.
Para el investigador doctoral del IEB, estos resultados indican que el guanaco puede tener “una relación evolutiva con el espino, desde hace millones de años” y que hasta el día de hoy ambas especies “se benefician mutuamente” con esta interacción. Asimismo, señala que el espino mostró una capacidad de adaptación a la herbivoría que no se conocía, lo que abre muchas ventanas para seguir explorando. “Se sabe que el guanaco es herbívoro, pero se discrepa mucho de que haya sido un animal que era parte del ecosistema del bosque esclerófilo. Con estos resultados, desafiamos esa mirada y creemos que el guanaco tiene una relación íntima con este ecosistema”, argumenta el investigador. Pero ¿cómo se da este vínculo tan positivo?
Jardinero natural
El guanaco es un animal que realiza ramoneo, es decir, que se alimenta de hojas, brotes, frutos y plantas, como los arbustos. Por otro lado, se estima que su alimentación contribuye a la dispersión de semillas, las que pasan a través de su sistema digestivo y luego a sus fecas, permitiendo el enriquecimiento del suelo. De hecho, Guerrero señala que encontraron una plántula de espino germinando en uno de los defecaderos de este animal.
“Otro elemento que destaca al guanaco como un gran jardinero natural, es que al comer el espino, tiende a hacerlo de abajo hacia arriba, haciendo cortes secos, como si fueran hechos con una tijera. Al cortar una rama de esta forma, salen subramas y esto hace que el espino crezca más, tenga más hojas y se genere una cascada de efectos positivos”, menciona el científico del IEB.
Este mayor crecimiento convierte al espino en una especie “nodriza”, ya que la sombra que genera permite mayor humedad bajo el árbol o arbusto, lo que a su vez facilita la germinación de herbáceas y otras especies. Por esta razón, es que las y los científicos plantean que esta relación entre animal y planta, podría ayudar a la restauración del bosque esclerófilo, a través del “reasilvestramiento” con guanacos.
En ese contexto, el científico también destaca la afición del guanaco por revolcarse en el suelo, en los llamados “baños de polvo”, que facilitan la llegada de nuevas plantas en lugares antes ocupados por hierbas de rápido crecimiento, que monopolizan el suelo. Pero además, este animal es capaz de establecer sus propios caminos o senderos, permitiendo que el resto del bosque o matorral se siga regenerando, sin perturbarlo mayormente.
Otro punto a favor de la restauración, según Matías Guerrero, es que el guanaco es un animal muy rústico, que se adapta a muchos ecosistemas y condiciones diferentes, más allá de las zonas altiplánicas o lugares como la Patagonia, donde es más común encontrarlo.
Respecto al estado de conservación del guanaco, desde la Región de Arica y Parinacota hasta Los Lagos, la especie se encuentra en categoría de “vulnerable”. Solamente en la Región de Aysén y Magallanes, su clasificación es de “preocupación menor”. Sus principales amenazas son la presencia de perros de libre deambular y en algunos sectores, la actividad industrial.
La inspiración de Juan Armesto
El estudio publicado en la revista científica Journal of Arid Environments, no sólo es fruto de este experimento de dos años, sino también, de otras investigaciones y el trabajo continuo realizado por Guerrero y Root-Bernstein, que ha considerado la liberación de otros guanacos en un sector del Cajón del Maipo, y la creación de la ONG Kintu.
Asimismo, existen personas claves que han aportado al desarrollo de conocimiento a lo largo del tiempo, como el cofundador del IEB, Juan Armesto, cuyo rol fue fundamental en este trabajo, apareciendo incluso como coautor del estudio. Matías Guerrero, se refiere a ello:
“Sin Juan Armesto, no habría sido posible entender el rol ecológico del guanaco. Él era botánico de formación, pero tenía esa visión clave sobre la interacción entre los distintos componentes de los ecosistemas, y la relación entre plantas y animales. Abordar esas dinámicas, seguramente, era un goce para Juan, y por algo nos empezó a apoyar desde un inicio, con su vasta experiencia. Nos aportó con inspiración en torno a las ideas, como entender la naturaleza del conocimiento sobre estos bosques para luego ver si el guanaco es un eslabón para este ecosistema altamente degradado. Su aporte también fue en términos metodológicos. Cada investigación pasaba por la mirada general de Juan”, recuerda el investigador, quien además es Presidente de la Sociedad Chilena de Socioecología y Etnoecología, SOSOET.
Restauración socioecológica
Con estos antecedentes, las y los autores del estudio, proponen llevar a cabo un piloto de reintroducción de guanacos en el Cajón del Maipo, donde actualmente hay tres santuarios de la naturaleza y un área protegida del Estado. “Para continuar esta tarea es fundamental no pensar solo en clave ecológica, sino socio-ecológica, lo que implica construir alianzas con áreas protegidas privadas, agencias de turismo locales, ganaderos, arrieros y comunidades locales, y que esto también sea ventajoso para ellos”, explica Matías Guerrero.
Dicha visión es respaldada con otro artículo publicado recientemente en la revista especializada Frontiers in Conservation Sciences, que propone construir alianzas y consensos en torno a la restauración socio-ecológica en Chile central. “Nuestra estrategia es inspirar a los actores claves asociados a la conservación para compartir nuestra visión e implementarla, en colaboración con la ONG que hemos formado para apoyar nuestros proyectos”, se describe en el trabajo. La iniciativa también considera abordar algunas barreras como la falta de datos o el financiamiento, para contribuir de forma colectiva a la restauración y conservación de nuestra amenazada biodiversidad de Chile central, zona que además concentra la mayor cantidad de población humana del país. En ese mismo contexto, Matías Guerrero señala que también han planteado la posibilidad promover la restauración con llamas, animales con características muy similares al guanaco, pero que han sido domesticados y presentan una mayor capacidad de adaptación a territorios con comunidades humanas.