Mayor apego de perros con sus dueños ayuda a reducir daño a fauna
Una investigación realizada en Isla Navarino consideró el monitoreo a 41 perros, encuestas a sus dueños y experimento de apego, determinando que, a mayor vínculo afectivo entre ambos, los movimientos de los animales ocurrían más cerca de sus casas. El estudio, liderado por Lorena Saavedra, ingeniera en recursos naturales, y Elke Schüttler, investigadora del Instituto de Ecología y Biodiversidad y U. de Magallanes, busca fomentar la tenencia responsable de mascotas, factor clave para la protección de la naturaleza.
Fortalecer vínculo afectivo entre perros y sus dueños, es un factor importante para la tenencia responsable de animales, que además puede ayudar a la conservación de biodiversidad en diversos ecosistemas. ¿Cómo sucede esto?
En muchos lugares de Chile, incluyendo aquellos alejados de las grandes ciudades, es común que perros domésticos deambulen libremente y se alejen de sus casas, internándose en espacios naturales como bosques o montañas. Y si bien esta aparente libertad puede parecer atractiva para los animales y sus dueños, lo cierto es que ocasiona daños en estos hábitats y las especies que allí habitan.
Tal es el caso de Isla Navarino -en la Región de Magallanes-, territorio al extremo sur de Chile, que fue foco de una reciente investigación publicada en la revista especializada Applied Animal Behavior Science. El trabajo, realizado en la Reserva de la Biósfera Cabo de Hornos, analizó de qué manera los lazos entre perros y humanos influían en el tipo de desplazamiento y comportamiento de estos animales en la naturaleza.
La investigación estuvo liderada por Lorena Saavedra, ingeniera en recursos naturales y Magíster en Ciencias de la Universidad de Magallanes, y Elke Schüttler, Doctora en Ciencias Naturales e investigadora del Instituto de Ecología y Biodiversidad, y del Programa de Conservación Biocultural Sub-Antártica de la Universidad de Magallanes.
Seguimiento de perros en Navarino
La idea de explorar este tema se originó luego de que las propias investigadoras, que residen en Puerto Williams, se percataran de que, si bien muchos perros tenían las mismas oportunidades de transitar libremente por la isla, algunos se quedaban más cerca de sus casas, mientras que otros realizaban visitas más frecuentes y problemáticas a los entornos naturales, donde, entre otros lugares muy sensibles, existen sitios de nidificación de aves.
Para analizar este escenario, las científicas realizaron seguimiento a 41 perros del lugar, a los que instalaron GPS para monitorearlos durante un período de tres semanas. También interactuaron con sus dueños a través de encuestas para conocer el vínculo afectivo que tenían con sus mascotas.
“Empezamos con encuestas y luego monitoreo con GPS, lo que nos permitió rastrear los movimientos cada diez minutos. Gracias a eso, vimos que algunos perros salían muy lejos, hasta 28 km, mientras que otros se quedaban muy cerca de sus dueños. En la literatura había muchos estudios sobre perros libres y factores que podían explicar su comportamiento, pero no se había explorado o mencionado la relación entre los movimientos que hacía el perro fuera de casa y el vínculo con su dueño. Nuestra hipótesis era que aquellos animales que tenían más apego, no iban tan lejos”, explica Elke Schüttler.
La investigación también consideró un experimento para observar movimientos y comportamientos desde la “perspectiva del perro”. Al interior de una habitación, durante 10 minutos, vieron cómo el animal interactuaba con su dueño y luego con otra persona extraña que ingresaba. En el lugar también había una segunda pieza que sirvió para observar si el perro la exploraba o no. “Todo eso se basa en la teoría del apego madre e hijo según la cual el hijo busca la cercanía de la madre en una situación incómoda. Y la persona extraña ocuparía el lugar de la situación que causa estrés”, explica la científica del IEB.
Efectivamente, la hipótesis del apego fue reforzada a lo largo del estudio, pero también encontraron muchos aspectos discordantes y novedosos que llamaron la atención de las científicas. “Vimos que el apego era menor en perros que salían lejos de sus casas, así interpretamos el hecho que dichos perros exploraban la segunda pieza sin necesitar sus dueños en su cercanía. Pero también pudimos observar que los perros que más lejos iban con sus GPS y más días se alejaban de su hogar, eran los que saludaban más eufóricamente a sus dueños una vez que volvían. Creemos que eso tiene que ver con el contexto evolutivo, y que esa forma de reencuentro con los miembros es importante para reestablecer sus vínculos”, comenta la investigadora del IEB.
“Los perros se sienten más libres y confiados para explorar cuando están solos, tema que nos alerta, sobre todo en una isla como Navarino, donde la vida silvestre está a la mano de todos, y puede ser gravemente dañada. Además, en este lugar no hay depredadores carnívoros nativos, lo que implica que el impacto de los perros sobre la fauna nativa puede llegar a ser muy significativo”, explica Lorena Saavedra.
En ese contexto, la ingeniera destaca un ejemplo que la sorprendió: un perro que se internó mar adentro por el Canal Beagle, a una temperatura muy baja, y nadando más de una hora hasta cazar un ave nativa, según observaciones corroboradas por su dueño. Por todo ello, asegura que es importante considerar estas variables y comportamientos en un escenario como Puerto Williams, donde en pocos minutos los animales pueden ingresar al bosque, a una turbera u otros espacios aún prístinos.
“Vimos que algunos de los componentes de este vínculo llamado apego, están menos presentes en perros que se movilizan más, y que perros con un fuerte vínculo con su dueño explorarían menos, o si lo hacen, sería preferiblemente en compañía con su dueño”, explica Lorena Saavedra.
Tenencia responsable
En ese contexto, las investigadoras señalan que el perro como mascota es un asunto muy asociado a la cultura local, y que extrapolar el concepto de tenencia responsable, tal como sucede en otras latitudes, es un asunto complejo. No obstante, ambas destacan el gran interés que mostró la comunidad de participar en el estudio y generar un mayor apego con los animales. Incluso, algunas personas expresaron que el trabajo les dio la oportunidad de prestar mayor atención a los perros, detenerse a observar sus emociones, y pasar más tiempo junto a ellos, algo que valoran como positivo.
“Creemos que es necesario que las personas vean a sus perros como un ser que tiene necesidades tanto fisiológicas como emocionales, que son capaces de formar lazos permanentes y profundos con el ser humano, y que responden a los estímulos positivos y negativos. Por lo que, si nos esforzamos en mantener buenas relaciones con ellos, al igual que con un amigo o nuestra familia, los beneficios que obtendremos serán mutuos, y beneficiarán a la vida silvestre”, puntualiza Lorena Saavedra.