Atropellos de fauna silvestre: la grave y subestimada amenaza que un grupo de ciudadanos busca erradicar
Los caminos y carreteras conectan a comunidades, pero tienen un alto costo ambiental, pues no solo fragmentan hábitats, sino que derivan en la violenta muerte de animales silvestres que son atropellados. En Chile son constantes los reportes de colisiones de mamíferos, aves, reptiles, anfibios y artrópodos, pero la falta de estudios sistemáticos hace de ésta una amenaza subestimada. Para avanzar en soluciones, el proyecto “Fauna Impactada” busca sensibilizar y levantar información, para lo cual inició una nueva fase con más de 30 voluntarios. Mientras se espera que el Estado de Chile tome cartas en el asunto, las y los ciudadanos pueden contribuir con registros, conduciendo de forma responsable y frenando por la fauna nativa para una buena coexistencia.
Cuando una zona de bosque o matorral es atravesada por una carretera, no solo se fragmentan hábitats, sino que se generan situaciones de alto riesgo que ponen abrupto término a la vida de animales silvestres que se desplazan para alimentarse, migrar, refugiarse o reproducirse. Así ocurre con el tránsito de vehículos cerca de áreas naturales que culmina con el atropello de numerosas especies, incluyendo a aquellas con problemas de conservación, como el huemul, la güiña o el sapo de Atacama; o a felinos como el puma y gato colocolo, roedores como el coipo y criaturas de pequeña talla como la tarántula. Las alas tampoco salvan del peligro, pues numerosas aves rapaces como tucúqueres y lechuzas han tenido un violento final por el flujo vial.
Sin embargo, este problema está subestimado en Chile, ya que no existen estudios sistemáticos y de largo aliento sobre el impacto directo o indirecto que tienen las carreteras en la muerte de la fauna silvestre local. Aun así, existe evidencia internacional que arroja luces al respecto, como el hecho de que los caminos han sido incluidos en algunos catastros entre las 11 principales amenazas a la biodiversidad.
“Los atropellos de fauna, tanto de vertebrados como invertebrados nativos son una grave amenaza a la conservación de la biodiversidad a escala global. El fenómeno se da tanto en caminos asfaltados como en caminos rurales no asfaltados. También dentro de ciudades como en carreteras intercomunales. Chile en estas materias no es la excepción. Todos los grupos de vertebrados terrestres en Chile son afectados, entiéndase por esto anfibios, reptiles, mamíferos y aves. Dentro de los invertebrados varios grupos de insectos y arácnidos son afectados. Sabemos de estos últimos en función de las evidencias que dejan especies de mayor tamaño como tarántulas para el caso de los arácnidos. En relación a los invertebrados afectados es dónde tenemos mayores vacíos de información”, explica César Piñones, director en la Red de Observadores de Aves y Vida Silvestre de Chile (ROC).
Para levantar información y avanzar en soluciones, la ROC y la Universidad de La Serena crearon en 2016 el proyecto Fauna Impactada en los Caminos y Carreteras de Chile, con el fin de recopilar los primeros antecedentes a gran escala sobre la muerte de animales silvestres en las rutas de Chile. Además, buscan promover acciones a través de la articulación de la ciencia ciudadana, escolar y académica. Por este motivo, en junio recién pasado comenzó una nueva etapa para expandir esta iniciativa, de la mano de 30 voluntarios que aportarán en esta misión desde diferentes puntos del país.
Actualmente, las cifras disponibles son alarmantes, aunque solo rasgan la superficie de un problema mayúsculo.
Para tener una idea, desde los inicios de Fauna Impactada en la provincia de Choapa, en la Región de Coquimbo, el monitoreo en áreas de alto interés ecológico – como la Reserva Nacional Las Chinchillas y el Parque Hacienda el Durazno – encontró en un tramo de 80 km más de 200 atropellos de animales vertebrados, incluyendo a culebras de cola larga e iguanas chilenas, ambos reptiles endémicos (exclusivos) del país.
Precisamente, fue en la carretera de la zona costera del centro-norte de Chile donde se hallaron 86 cadáveres de aves rapaces entre abril de 2016 y junio de 2017, con las lechuzas, tiuques y tucúqueres con las especies que encabezaron el listado de víctimas. Asimismo, en la publicación que recoge estos resultados detectaron ocho “zonas calientes” de atropellos, donde entrarían en juego una serie de variables, incluyendo la cercanía a quebradas, tramos de carreteras sin curvas o la doble vía. A esto se suman factores como la disponibilidad de presas en los bordes de la carretera (por ejemplo, sectores con basura que atraen a roedores que son presas de estos carnívoros nativos), lo que daría ciertas luces de por qué las rapaces se ven tan afectadas por las colisiones.
En ese sentido, el mayor número de reportes viene de la zona central del país, lo que se explicaría en parte por la mayor cantidad de personas involucradas que suben sus registros de atropellos a través de iNaturalist. De ese modo, han recopilado a la fecha alrededor de 455 observaciones, correspondientes a 109 especies afectadas.
Aun así, hay algunas estimaciones de todo el país que abarcan a otros grupos de especies. Hasta el año 2019 se reportaron en el marco de este proyecto más de 1.500 atropellos de animales nativos desde Arica a Punta Arenas, siendo las víctimas más frecuentes las lechuzas, zorros chilla y culpeo, tucúqueres y güiñas.
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Pese a lo anterior, Piñones precisa que “todas estas cifras son conservadoras y sin duda esconden una realidad de mayor magnitud, dado que el proyecto depende de esfuerzos de voluntarios civiles, no equitativamente distribuidos en el territorio, considerando los miles de kilómetros de la red vial del país. Diariamente estas cifras van creciendo, dado el mayor número de personas que están usando o las redes sociales del proyecto o la plataforma iNaturalist para sistematizar sus aportes. El horizonte de crecimiento de los reportes no es alentador”.
Paralelo a ello, también existen obstáculos significativos a la hora de actuar una vez que ocurren las colisiones. En muchas ocasiones los animales son dejados en las vías, sin ayuda alguna, en especial aquellos “menos carismáticos” como reptiles, anfibios o invertebrados.
Por si fuera poco, hay numerosas localidades y regiones en Chile que no poseen establecimientos especializados para auxiliar y atender a animales nativos atropellados. Según el registro de la Red de Centros de Rehabilitación de Fauna Silvestre de Chile, existen 19 centros de rescate y rehabilitación de este tipo en el país, distribuidos en las regiones de Coquimbo, Valparaíso, Metropolitana, O’Higgins, Maule, Ñuble, Biobío, La Araucanía, Los Ríos, Los Lagos y Magallanes. Como puede verse, zonas como el norte de Chile carecen de recintos que permitan responder ante estos accidentes.
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Al respecto, Piñones reconoce que “la ausencia de centros de rescate en cada región es una limitante más para abordar la problemática. Lo anterior demuestra que el bienestar de la fauna silvestre en Chile, fuera de los límites administrativos de un parque o reserva nacional, no ha sido prioridad para la política pública en medio ambiente”.
En busca de soluciones
Han surgido varias ideas y estrategias alrededor del mundo para disminuir la mortalidad de la fauna silvestre por atropellos, así como el impacto de las carreteras en la fragmentación de hábitat en general. Ese es el caso de los pasos de fauna, ecoductos o “puentes verdes” que se construyen sobre obras lineales como autopistas para facilitar el desplazamiento de animales silvestres, dándoles así más chances de alimentarse, migrar, reproducirse y, en definitiva, de sobrevivir.
Por ejemplo, los primeros cruces para la fauna silvestre se habrían construido durante la década de 1950 en Francia. Más al norte, se han instalado más de 600 túneles en los Países Bajos para ayudar al amenazado tejón europeo (y de paso a otras criaturas). Justamente, en ese mismo país se encuentra el Natuurbrug Zanderij Crailoo, el ecoducto más largo del mundo que – en sus 800 metros de extensión – atraviesa una carretera, ferrocarril y campo de golf, en beneficio de los animales locales.
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En el caso de Chile, el director de la Red de Observadores indica que “pasos de fauna en el norte de Chile se han construido para guanacos y otros vertebrados. Los resultados de dichas obras de mitigación a mediano y largo plazo son desconocidos para nuestro equipo y para la opinión pública. En este sentido, resulta clave que exista la voluntad de trabajo colaborativo por parte de otros actores claves dentro de este conflicto socio-ambiental, tales como las concesionarias de carreteras, el Ministerio de Obras Públicas y de Medio Ambiente”.
Otras opciones vienen de la mano de la instalación de señaléticas que buscan poner en alerta y reducir la velocidad de los conductores, ya sea de forma permanente o estacional (por ejemplo, en periodos de migración de ciertos organismos). Vale destacar que las señaléticas convencionales suelen enfocarse en evitar accidentes humanos, no así de los demás habitantes del territorio.
Consultado por su uso en el país, Piñones añade que “los avances son demasiado modestos en función de la magnitud del problema y se remiten en su mayoría a instalar señalética vertical (letreros camineros) que indican la presencia de fauna nativa en la zona, principalmente dentro o en las inmediaciones de áreas silvestres protegidas. A esto se suma una educación vial que se centra en el ser humano, por obvias razones, pero que deja de lado la coexistencia responsable del conductor con otras formas de vida dentro del paisaje intervenido por la carretera”.
Frena por la fauna
Para prevenir y mitigar este problema, la educación y acción ciudadana son fundamentales. “Esperamos obtener dentro del corto plazo (2021-2023), a partir de los veterinarios que se han sumado al equipo, sugerencias de material educativo y protocolos de acción”, señala Piñones, destacando ejemplos como la participación de escolares de la comuna de Salamanca en Fauna Impactada, quienes han propuesto el desarrollo de señalética pertinente a la realidad de cada localidad, para así poner en valor a las especies nativas del sector, con énfasis en cánidos silvestres (zorros) y felinos nativos.
Esta iniciativa escolar, que se basó en trabajos de colaboradores del proyecto y de la ROC, fue premiado en 2019 con el primer lugar en la Feria Nacional Juvenil del Museo Nacional de Historia Natural.
“Si un grupo de jóvenes puedo lograr claridad en una propuesta, es de absoluta urgencia que como adultos podamos dar sentido y proyección a esta tarea que nos dejan niños preocupados por su entorno. Fauna impactada es un proyecto que articula ciencia ciudadana, escolar y académica”, remarca Piñones, aludiendo al rol de profesores y estudiantes para generar un aporte sustantivo a “una realidad incómoda”.
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Otro aspecto fundamental es la empatía y buena coexistencia. Aunque atiborremos de carteles e infraestructura, el meollo del asunto está en que los humanos entendamos que no vivimos solos en este territorio.
“Sin duda una persona que tienen un contacto positivo con un animal podrá dimensionar de mejor forma el impacto que puede producir en dicha especie una conducción irresponsable. El problema es que no estamos teniendo como sociedad dicho contacto habitual con seres vivos como anfibios, reptiles y otros mamíferos. En este sentido, requerimos de más voluntarios a lo largo y ancho del país registrando atropellos en plataformas como iNaturalist. De ello dependerá que dimensiones de mejor forma que está pasando en las carreteras de Chile”, sostiene.
Pero si se quieren lograr avances sustanciales, desde el proyecto aseguran que el rol del Estado de Chile es fundamental. Para Piñones, la fauna chilena se encuentra “en abandono” fuera de los límites de un área protegida, y la política ambiental debe ir más allá de lo existente actualmente.
“Depende de una voluntad del Estado de Chile y sus ministerios de Medio Ambiente y de Obras públicas y de un marco jurídico que establezca normativas hacia la construcción de nuevas carreteras y actualización de los tramos ya establecidos. Existe abundante información científica alrededor de todo el mundo sobre las acciones a implementar en carreteras para mitigar los atropellos. La evidencia científica es clara, concluyente y aplicable. No existen razones que justifique que en nuestro país no existan pasos de fauna y otras técnicas siguiendo estándares internacionales y con las respectivas adecuaciones a la realidad ecológica y geográfica de Chile”.
Mientras se esperan voluntades y acciones políticas, son diversos los ciudadanos e instituciones no gubernamentales que buscan aportar en esta senda. Entre ellos se encuentran los nuevos voluntarios de Fauna Impactada reclutados hace unas semanas, así como todo aquel que envíe sus reportes de animales atropellados a través de iNaturalist o redes sociales del proyecto.
De esa forma se podrá generar conocimiento, visibilizar un problema subestimado y, en definitiva, avanzar en soluciones, para que así la fauna impactada sea cosa del pasado.