Laguna roja ©Evelyn Pfeiffer
Las lagunas de Amuyo, ubicadas a 3700 de altura, se encuentran junto al río Caritaya, en la Región de Tarapacá. Son tres lagunas: roja, amarilla y verde. Sus colores se deben a los minerales que poseen y a las tierras arcillosas del lugar. El pequeño río Caritaya recibe como afluente estas aguas cargadas con altas concentraciones de arsénico y boro. ©Evelyn Pfeiffer

Parece irreal ir avanzando por una infinita extensión de lomas áridas y tonalidades café, para encontrarse de improviso con una estrecha franja verde al fondo de una quebrada. Ahí se escucha el débil sonido de un río y la aridez absoluta de estas tierras se rompe en forma dramática con un tupido manto de árboles frutales y todo tipo de sembrados. Las quebradas del Norte Grande parecen -y aparecen- como un milagro.

Humedal Lluta ©Evelyn Pfeiffer
El Santuario de la Naturaleza Humedal Desembocadura del Río Lluta es un valioso ecosistema con una superficie cercana a las 300 hectáreas. Aquí se pueden apreciar más de 140 especies de aves que eligen la desembocadura, el estuario y los alrededores del río Lluta, como hábitat de paso o residencia. ©Evelyn Pfeiffer

Las regiones de Arica Parinacota, Tarapacá y Antofagasta son un territorio dominado por el clima desértico, con una línea costera donde las lluvias son casi inexistentes (0,5 mm al año), y donde solo existen dos ríos que desembocan en el mar: el Lluta y el Loa.

Río Loa ©Mateo Barrenengoa
Con una longitud de 440 kilómetros, es el río más largo de Chile, atravesando gran parte del Desierto de Atacama. La foto fue tomada en el Sector Subestación eléctrica Crucero, Ruta 24 desde Calama a Tocopilla, donde el río parece una mera cicatriz entre el sinfín de torres de alta tensión. ©Mateo Barrenengoa

No obstante, sobre los 3.000 metros de altura, ocurren las precipitaciones estivales, conocidas popularmente como “invierno boliviano”, que alimentan pequeños cursos de agua. La mayoría de ellos no logran desembocar en el mar (fuentes endorreicas), pero sí son capaces de irrigar bofedales, alimentar aguas subterráneas y, por supuesto, permitir la vida humana y una increíble biodiversidad. Así, la flora, la fauna y los habitantes de la zona han podido adaptarse a las duras condiciones de su entorno desde tiempos ancestrales.

Isluga y bofedales ©Evelyn Pfeiffer
Río Isluga y bofedaless | El cambio climático está causando irregularidades en la distribución de las precipitaciones, lo que arriesga la existencia de estos ecosistemas, pues estos dependen de precipitaciones frecuentes para mantener su frágil equilibrio hídrico. ©Evelyn Pfeiffer

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©Mateo Barrenengoa
Los Bofedales son humedales alto andinos, que se pueden encontrar en Chile, Perú, Bolivia y Argentina, entre los 3200 msnm y 5000 msnm. La presencia de agua genera hábitats para una multitud de insectos, mamíferos, aves, plantas vasculares y también musgos y líquenes. Además, son ecosistemas de gran importancia para las comunidades humanas del altiplano, porque proveen agua y alimentación al ganado. ©Mateo Barrenengoa

Sin embargo, a pesar de la importancia innegable de los ríos y pequeños cursos de agua del Norte Grande, ninguno se encuentra protegido y están sujetos a la constante presión antrópica. Solo a modo de ejemplo, la industria del litio extrae cada año más de 63 mil millones de litros de agua salada de las capas más profundas del desierto, es decir, casi 2 mil litros por segundo. Escasean los estudios de cómo está afectando a los ecosistemas, pero sí abundan los testimonios de pobladores que han visto desaparecer pequeñas lagunas o que reciben cada vez menos agua para regadío.

Surire, borax ©Evelyn Pfeiffer
La zona del altiplano de la Región de Arica y Parinacota fue declarada como Reserva de la Biósfera por Unesco en 1984. Pese a esto, la zona se encuentra dividida en tres áreas con distinto estatus de protección: el Parque Nacional Lauca, la Reserva Nacional Las Vicuñas y el Monumento Natural Salar de Surire. En este último se puede realizar actividades extractivas, como la planta de Bórax ubicada en pleno salar. © Evelyn Pfeiffer

Solo la desembocadura del río Lluta tiene algún grado de protección, ya que es considerada Santuario de la Naturaleza. En Chile tenemos algunos mecanismos de protección de ríos como la Reserva de Caudales o Santuarios de la Naturaleza, pero no son suficientes, porque ninguno protege de manera integral un río y no se prohíbe el desarrollo de ningún tipo de actividad en ellos.

Valle Lluta ©Evelyn Pfeiffer
Lleva las aguas del río del mismo nombre desde la cordillera hasta el mar durante todo el año, lo que permite grandes extensiones de cultivos. Principalmente se cultiva maíz choclero, alfalfa y algunas hortalizas, la mayoría de ellas destinadas al autoconsumo. ©Evelyn Pfeiffer
©Mateo Barrenengoa
El Santuario de la Naturaleza Humedal Desembocadura del Río Lluta es un valioso ecosistema con una superficie cercana a las 300 hectáreas. Aquí se pueden apreciar más de 140 especies de aves que eligen la desembocadura, el estuario y los alrededores del río Lluta, como hábitat de paso o residencia. ©Mateo Barrenengoa

Además, ninguna de las figuras de protección actuales contempla la posibilidad de restaurar un río. Un ejemplo es lo que sucedió con la ranita del Loa, donde los pocos ejemplares que se conocían en la zona tuvieron que ser rescatados y relocalizados en un zoológico para asegurar su sobrevivencia. Pero ¿Qué pasa con su hábitat? ¿Se puede restaurar? ¿Existen los mecanismos para promover esa restauración?

Lee también: La ranita del Loa sigue sin hogar: restauración de su hábitat aún no avanza a un año y medio de su rescate

Geute Conservación Sur, está impulsando junto a Terram, Ecosistemas e International Rivers, un proyecto de Ley de Ríos Salvajes que favorezca la protección o restauración de ríos o tramos de ríos que tengan alto valor escénico, recreativo, geológico, histórico, cultural, o ecológico. De esta forma, en los ríos declarados como Protegidos se prohibirían actividades como la minería, instalación de hidroeléctricas o la extracción de áridos, entre otros, y se favorecerían aquellas actividades compatibles con los valores que se pretenden proteger.

Humedal Lluta ©Evelyn Pfeiffer (2)
El Santuario de la Naturaleza Humedal Desembocadura del Río Lluta es un valioso ecosistema con una superficie cercana a las 300 hectáreas. Aquí se pueden apreciar más de 140 especies de aves que eligen la desembocadura, el estuario y los alrededores del río Lluta, como hábitat de paso o residencia. ©Evelyn Pfeiffer
Laguna Roja ©Mateo Barrenengoa
Las lagunas de Amuyo, ubicadas a 3700 de altura, se encuentran junto al río Caritaya, en la Región de Tarapacá. Son tres lagunas: roja, amarilla y verde. Sus colores se deben a los minerales que poseen y a las tierras arcillosas del lugar. El pequeño río Caritaya recibe como afluente estas aguas cargadas con altas concentraciones de arsénico y boro. ©Mateo Barrenengoa
Puritama ©Evelyn Pfeiffer
El río Puritama descarga sus aguas en el río Vilama, el cual desemboca en la cuenca endorreica del Salar de Atacama. Junto al río San Pedro cumplen un rol clave para el abastecimiento de agua de toda esta área. ©Evelyn Pfeiffer
Vilama Evelyn Pfeiffer
El río Puritama descarga sus aguas en el río Vilama, el cual desemboca en la cuenca endorreica del Salar de Atacama. Junto al río San Pedro cumplen un rol clave para el abastecimiento de agua de toda esta área. ©Evelyn Pfeiffer
Canalización Evelyn Pfeiffer
Por toda la zona norte se encuentran canalizaciones, como si fueran pequeñas venas entre el desierto. Las comunidades se organizan para recibir una cierta cantidad de agua cada 7 o 10 días, lo que permite la agricultura a pequeña escala. ©Evelyn Pfeiffer
Garza azul ©Mateo Barrenengoa
El Santuario de la Naturaleza Humedal Desembocadura del Río Lluta es un valioso ecosistema con una superficie cercana a las 300 hectáreas. Aquí se pueden apreciar más de 140 especies de aves que eligen la desembocadura, el estuario y los alrededores del río Lluta, como hábitat de paso o residencia. ©Mateo Barrenengoa
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