Las noches no son iguales. El fotógrafo Cristóbal Olivares recuerda lo que Valentina, una niña mapuche que vive en Temucucui, en la Región de la Araucanía, le decía. Lo mismo repetían más niños, como Weliwen. Ellos no encuentran seguridad cuando van a dormir porque sienten que, en cualquier minuto, puede haber un allanamiento. Así, es como si tuvieran que esperar una eternidad a que sea el día siguiente; el mañana.

Eso es lo que inspiró al fotógrafo para nombrar como «La Eternidad del Mañana» al proyecto audiovisual que desarrolló durante 2019 y que lo llevó a ganar el segundo lugar de la categoría Narración Digital Corta -o digital storytelling, short-, del reconocido concurso internacional de fotoperiodismo World Press Photo.

“Este trabajo se enfoca principalmente en la violencia sufrida por jóvenes y niños mapuche por parte de la policía y el Estado, en el contexto de la lucha mapuche y la reivindicación territorial y cultural”, cuenta Olivares a Ladera Sur.

Historias desde la voz de los niños

Weliwen, de 9 años, dibuja en la mesa de su casa. A través de trazados y colores cuenta una historia de la misma forma que otros niños de la comunidad. Son estos dibujos, animados y acompañados de la voz de Weliwen, los que van armando una línea narrativa. Es su percepción, cómo ellos viven el conflicto. Y para Olivares, fue clave para contar esta historia.

“Yo empecé enfocado en la fotografía y luego busqué ciertas posibilidades que el mismo tema iba entregando. En este cruce de narrativa entre video y audio entra este ámbito que era el de los dibujos que son de varios niños. Me parecía que resumían todo y, al final, lo mejor fue armar una pieza multimedia que abarque los dibujos y eventualmente los terminamos animando. Desde ese punto de vista, era mejor que la voz que narrara fuera de uno de los protagonistas que los había dibujado”, explica Olivares, quien agrega que Weliwen también tenía su propia historia.

©Cristóbal Olivares
©Cristóbal Olivares

Él es hijo del lonko Alberto Curamil, activista ambiental y defensor del territorio, quien ganó el premio Goldman – conocido como el Nobel verde – en 2019. Él también, fue detenido y luego declarado inocente después de más de un año, por lo que su hija Belén recibió su premio en Estados Unidos y expuso su caso ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) en Washington.

Es que, dice Olivares, el sufrimiento de los niños no es “solo físico, sino que también hay un ambiente sicológico que hay que ponerle atención. Esto están viviendo las nuevas generaciones mapuches por defender el territorio y el medio ambiente. Este es el caso de donde vive Weliwen en Curacautín”.

Dando a conocer una historia invisibilizada

Para Cristóbal, todo partió en búsqueda de proyecto fotográfico que cumpliera con identificar historias que le parecieran interesantes para documentar y de las que no se sepa mucho. Fue así como decidió ir a terreno y ver lo que estaba pasando en el sur, documentándolo. “Me parece que a pesar de que estamos llenos de información, aún así es un tema súper viciado (…) La historia en general no tiene mucha cabida en la prensa o mucha salida a otras audiencias, por lo que me parece que entregar un punto de vista más personal a ciertas temáticas es súper importante”, dice.

©Cristóbal Olivares
©Cristóbal Olivares

Es por esto mismo que considera que el haber quedado nominado y luego ganado el segundo lugar en una categoría del World Press Photo Contest, es una oportunidad para darle mayor visibilidad a la situación: “Es tan difícil poner este tema en medios tradicionales de Chile, para mí es más fácil publicar el tema en el extranjero. Entonces este premio es una tremenda oportunidad de poder amplificar la historia, el proyecto, el conflicto, la lucha y todo lo que está pasando en el sur y las comunidades. Me prestó atención alguien importante y eso es un alivio, una ventana bien grande porque hay muchos ojos puestos en los resultados del concurso en general”.

Un logro soñado

Sonó el celular y un número extranjero aparecía en la pantalla. Olivares no contestó, pero lo volvieron a llamar y ahí, un poco desconfiado, saludó. Desde el otro lado de la línea, le decían que había quedado nominado. Y con la emoción, eso fue lo único que entendió. Luego vino el anuncio oficial de nominación y ahí entendió que estaba entre los ganadores.

En efecto, había quedado finalista de una de las categorías del concurso de fotoperiodismo más prestigioso a nivel mundial. Se trata del World Press Photo, organizado por una organización sin fines de lucro del mismo nombre. Y así, asistió virtualmente a una ceremonia que usualmente se hace en Ámsterdam, pero que, por motivos sanitarios, en un contexto de pandemia, se hizo digitalmente.

“Gané el segundo lugar y para mí significó mucho. Yo crecí yendo a la exposición, mirándola y siempre participé e hice el ejercicio. Entonces, obvio que siempre quedan seleccionadas presas gigantes y en términos de mi currículum es un empujón gigante. Por lo general la gente que gana lo hace con cosas de interés mundial, como guerras. Este año estaba la competencia con el covid. Entonces ganar con un tema que no está en el ojo de la prensa mundial me tiene súper contento. Jamás lo hice por premios sino por interés”, dice.

Según expresa, es crecer mirando un premio y de repente te dicen: Oye, ganaste.

Así, su próximo proyecto será seguir con el que estaba desarrollando en el sur, bajo el apoyo de la Fundación Magnum, pero con un enfoque fotográfico. Mientras tanto, agradece su premio y está esperando que pueda volver a la zona, una vez que las medidas sanitarias lo permitan.

©Cristóbal Olivares
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