La riesgosa interacción entre perros y zorros en Chile, revelada por cámaras trampa
La tenencia irresponsable ha erigido a los perros como una amenaza para los animales silvestres de Chile. Así ocurre con los zorros chilla y culpeo, los cuales pueden ser atacados o contraer enfermedades de los canes domésticos, como el distemper que ha provocado muertes en el Parque Nacional Fray Jorge, Pan de Azúcar, entre otros lugares. Por ello, un grupo de investigadores utilizó cámaras trampa en la zona costera de la Región de Coquimbo, para identificar los sitios donde ocurren más interacciones entre estos animales. De ese modo constataron que las áreas pobladas revisten el mayor riesgo, y que el zorro chilla es la especie más expuesta al contacto con perros.
Los miles de años de convivencia con el humano lo han catapultado como “el mejor amigo del hombre”, pero no así de los animales silvestres. Los perros ocupan, sin duda, un escaño de gran relevancia en numerosas sociedades, siendo propagados e introducidos por el Homo sapiens en diversos lugares y ecosistemas ajenos.
Así ha pasado en Chile y el mundo, donde la irresponsabilidad de nuestra especie ha permitido que los canes interactúen con animales silvestres, comportándose como depredadores, competidores y reservorios de patógenos, ya sean virus, bacterias o parásitos. Aunque existe una vasta evidencia sobre estos impactos, los patrones detallados de estas interacciones y sus implicancias en la transmisión de enfermedades suelen ser desconocidos en territorio nacional.
Por este motivo, un grupo de investigadores realizó un estudio con cámaras trampa, como el primer esfuerzo de este tipo en Chile para monitorear las interacciones entre perros y los zorros chilla (Lycalopex griseus) y culpeo (Lycalopex culpaeus) en la zona costera de la Región de Coquimbo. El trabajo, que fue publicado en Frontiers in Veterinary Science, muestra los lugares donde están ocurriendo en mayor medida algunas interacciones, con el fin de contribuir a estrategias efectivas para el control de enfermedades en la fauna nativa.
“Nos dimos cuenta de que, definitivamente, existe la posibilidad de que los perros y zorros estén interactuando de manera indirecta, que es lo que detectamos con cámaras trampa. Están utilizando espacios comunes, y ese co-uso del espacio ocurre con mucha mayor frecuencia en las cercanías a asentamientos humanos, pero particularmente en centros urbanos como Tongoy y Guanaqueros. En esas áreas es donde encontramos mayor frecuencia de interacciones indirectas entre ambos grupos. Y es interesante darse cuenta que el zorro chilla es la especie con mayor probabilidad de encontrarse con perros”, explica Felipe Hernández, autor principal del estudio e investigador postdoctoral de la Facultad de Ciencias Veterinarias de la Universidad Austral.
En efecto, la zona de estudio constituye un mosaico de vegetación nativa (como matorrales) y espacios de uso humano, donde yacen pueblos costeros, comunidades rurales, y sectores para la agricultura y ganadería. Allí, los investigadores instalaron cámaras en áreas periurbanas como Tongoy y Guanaqueros, para posteriormente llegar a sectores con menor intervención antrópica, como el Parque Nacional Bosque Fray Jorge.
Tal como lo revelaron las imágenes, las interacciones entre canes y zorros aumentaron en las áreas más pobladas por el humano, siendo el zorro chilla la especie más expuesta al contacto con los perros. Esto se explicaría, en parte, por su conducta más plástica.
El investigador precisa que “a pesar de que ambas especies de zorros son muy generalistas de hábitat, el culpeo es más común en lugares con mayores altitudes, dominando en lugares como Fray Jorge. Sin embargo, se ha sugerido que el chilla sería más ‘capaz’ de lidiar con lugares más intervenidos por el ser humano. Se describe que pueden estar acercándose a las ciudades, por ejemplo, a buscar alimento en vertederos. Eso se ha descrito en base a observaciones, pero es interesante confirmarlo con estas metodologías, ya que no se había hecho antes con cámaras trampa en Chile”.
De esa manera, las poblaciones de perros y zorros que cohabitan en cercanía a centros urbanos presentan mayores oportunidades de contacto indirecto, promoviendo así un mayor riesgo de exposición a agentes infecciosos.
El profesor asociado de la Universidad Austral, Gerardo Acosta, detalla que estas metodologías “se usan en otras partes del mundo, y es una forma de investigar posibles lugares donde animales domésticos puedan estar contagiando a animales silvestres, y también al revés. Además, hay indicios de distemper canino en poblaciones de zorros en otras partes de Chile y el mundo, entonces la pregunta es de dónde viene”.
Para dimensionar el riesgo, siempre es necesario recordar que los perros y gatos son carnívoros introducidos en Chile, es decir, no forman parte de los ecosistemas nativos, por lo que las especies originarias de este territorio evolucionaron por cientos y miles de años en su ausencia, lo que las vuelve muy vulnerables a sus distintos impactos.
Esto incluye a los patógenos que acarrean las especies exóticas, y que pueden ser tan novedosos como catastróficos para los animales silvestres que nunca lidiaron con estos.
El peligro de las interacciones indirectas
Los ataques de perros a zorros se conocen ampliamente por los registros y casos que llegan a centros de rehabilitación de fauna silvestre. Aún así, en las cámaras empleadas para este estudio se registraron interacciones indirectas, es decir, el uso de espacio comunes en horarios distintos. Se detectó incluso el paso de las distintas especies con un mínimo de dos o tres horas de diferencia.
Esto se debería, por un lado, a que los perros suelen ser diurnos, estando activos durante el día, mientras que ambas especies de zorros son de hábitos más bien crepusculares y nocturnos. Además, cabe inferir que los animales nativos evitan encontrarse con los canes, a los cuales sienten a través de sentidos como el olfato.
El meollo del asunto está en que las interacciones indirectas revisten igualmente un riesgo, pues los perros pueden dejar patógenos en el ambiente, por ejemplo, al defecar u orinar en estos sitios. Así, se puede provocar la transmisión de enfermedades a las especies silvestres, o éstas podrían contagiar también a los animales de compañía.
De hecho, en el pasado han ocurrido brotes infecciosos en la zona. Acosta, quien fue de los primeros investigadores que estudió las consecuencias de dichos brotes en Chile, señala que “hay un montón de enfermedades que transmiten los perros domésticos, con o sin dueño, y cuando no hay tenencia responsable y deambulan libremente, pueden transmitirles patógenos a las especies silvestres. En Chile han ocurrido epidemias de distemper en Fray Jorge y Pan de Azúcar. El parvovirus canino también se transmite de los perros a animales silvestres, y hay otras que son menos estudiadas. Hay varios patógenos”, señala.
En efecto, corría el año 2003 cuando se desataron brotes de distemper de alta mortalidad, que afectaron a zorros culpeo y chilla en el Parque Nacional Bosque de Fray Jorge y alrededores, en la misma Región de Coquimbo. En ese entonces se observaron diversos animales con signología similar al distemper, incluyendo individuos con sintomatología nerviosa y convulsiones durante los días previos a su muerte.
Tiempo después, los análisis serológicos reportaron la presencia de anticuerpos contra el virus en zorros, revelando que, efectivamente, estuvieron expuestos al distemper.
“Es similar al tema del COVID. Si una especie no ha tenido contacto comúnmente con un patógeno, como el distemper, está totalmente expuesta y no tiene respuesta inmune ni inmunidad de masa. Entonces, llega un evento o un caso que se infecta, y se puede dar un efecto en cadena, afectando a toda una población”, advierte Acosta.
Pero eso no es todo.
Hace unos meses les contamos sobre otra investigación que mostró un aumento en los reportes de animales nativos con pérdida anormal de pelo por probable sarna, siendo los zorros, guanacos y vicuñas las principales víctimas.
En cuanto al origen de la sarna, el académico de la Universidad Austral puntualiza que “hay algunos estudios, pero no tan concluyentes. En la Reserva Nacional Río Clarillo se han descrito casos en zorros, que probablemente estarían originados en perros, pero nada concluyente. Sin embargo, todos los modelos epidemiológicos describen que los perros serían el reservorio principal”.
Lo anterior se desprende del gran tamaño y densidad poblacional de los perros, tanto en Chile como en el mundo, lo que los convierte en un reservorio importante de enfermedades infecciosas, ya sea en áreas urbanas o rurales.
Por si fuera poco, hay otros reportes relacionados con otros cánidos autóctonos del país, como el zorro de Darwin, animal endémico (exclusivo) de Chile, que se encuentra en peligro de extinción. En este animal silvestre se han hallado algunos parásitos y una especie de piojo que son frecuentes en canes domésticos, aunque no hay un monitoreo constante de sus poblaciones para saber si hay nuevas amenazas.
Por lo anterior no es exagerado elucubrar que podría bastar solo un brote de alguna enfermedad, para que las deprimidas poblaciones del zorro de Darwin sean hundidas hasta su desaparición.
La siempre apremiante tenencia responsable
Aunque no fue el foco del estudio, los investigadores relatan que la realidad de los perros es variable en la zona costera de la Región de Coquimbo.
Como bien describe Hernández, “hay una mezcla de situaciones, dado que en el sector periurbano, cerca de Tongoy y Guanaqueros, registramos perros que probablemente tienen dueño porque están con collar y porque incluso en algunas fotografías aparecen las personas con ellos. En varias ocasiones se ven con indicio de cacería, probablemente cazadores ilegales que se meten a estos predios, a veces con galgos, pero estoy especulando. También se ven perros con camperos, usados para la ganadería. Y otros sin personas asociadas, como jaurías o que probablemente fueron abandonados”.
Para ambos investigadores, la educación ambiental en la ciudadanía es fundamental, considerando la menor preocupación que suele existir cuando se trata de animales nativos, y también normativas cuestionadas como la Ley de Tenencia Responsable.
Además, es clave que tanto perros como gatos permanezcan confinados en sus casas, y que salgan a pasear con correa. Esto incluye, por supuesto, no llevar a perros o gatos a áreas silvestres donde se refugia la fauna nativa.
“No se puede normalizar que los perros sean como parte ‘natural’ del paisaje en Chile. Eso está mal, desde todo punto de vista, incluso considerando la salud de los mismos perros. La tenencia responsable de un perro es adentro de la casa. Lo que ocurre en las ciudades tiene efectos en la fauna silvestre, aunque algunos crean que es como el ‘patio trasero’”, asegura Acosta.
A lo anterior se suma el manejo sanitario de los perros domésticos, para que su buen estado de salud disminuya los riesgos, como la transmisión de enfermedades. La vacunación y desparasitación periódica no solo protegerán al denominado “mejor amigo del hombre”, sino que también a los demás habitantes del territorio.
Al fin y al cabo, tanto los canes como gatos domésticos podrán ser fácilmente atendidos por médicos veterinarios, no así la fauna nativa de Chile que ya enfrenta un amplio cóctel de amenazas.