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Un trekking desafiante en el norte: Pinte a San Félix, dos días por los valles de la cordillera de Atacama
La Sierra de Tatul, en plena cordillera de Atacama, une el valle de los Naturales con el valle de los Españoles a través de un trekking que es posible hacer en 2 días y que permite comprender la historia de sus crianceros cuyo oficio pervive a pesar del avasallador paso de los aluviones y de la megasequía. Este artículo es de la Guía Chiletur Trekking 2023, elaborada por Ladera Sur.
El espectáculo comienza en vehículo, al ascender por la quebrada de Pinte, una estrecha cuenca entre parronales que trepan laderas empinadas, las cuales aprovechan al máximo el terreno aledaño al curso del río Tránsito. En este punto ya queda en evidencia la huella del paso de los aluviones, evento de la naturaleza que ha marcado el pulso de los huascoaltinos en la última década. Quebradas horadadas, canalones gigantescos, senderos troperos cortados por la intempestiva bajada de ríos de lluvia y barro, particularmente desde los aluviones que han acontecido desde el año 2015.
Conocido también como valle de los Naturales –por su pasado prehispánico asociado a la cultura Las Ánima y la cultura Diaguita– la huella del “tramo de los valles” comienza en Pinte. Se trata de una ruta que forma parte de la iniciativa Sendero de Chile y que une el valle del Tránsito con el valle del Carmen, específicamente, las localidades de Pinte y San Félix.
La caminata comienza por un camino vehicular de ripio bastante plano para luego de 15 minutos tomar la derecha para internarse en la quebrada del Ají, una cuenca de gredas blancas y tierra desagregada. La radiación del sol obliga a buscar chañares y algarrobos para resguardarse bajo su sombra, hidratarse y recuperar fuerzas. En esa misma ladera desértica aparece de pronto un inusitado oasis con un bosquete de cítricos y una enorme palmera en su centro. Es el rancho de un antiguo criancero que aún vive en soledad en la quebrada del Ají y que, hasta hace poco, ayudaba a los caminantes con mulares a transitar esta ruta. En el pasado, él mismo la circuló con sus tropas de animales, trasladando víveres y cargando la nieve desde las altas cordilleras, esta última utilizada para “cortar” los famosos helados de nieve en la festividad de la virgen del Tránsito, cada 15 de agosto.
Pero ahora, sin nieve, el calor y la inmovilidad del aire se acentúan. La luz del atardecer, filtrada por la muralla de los Andes atacameños, hace que el crepúsculo se prolongue por horas dado lo encajonado del valle. La marcha sigue en ascenso por un terreno inestable, dado que los aluviones han horadado la quebrada. Los rodados cortaron la senda en diversos puntos, y en varias oportunidades debemos cambiar de ladera, vadear las canaletas, o adivinar por dónde seguir. Muchos de estos puntos sirven para rellenar las botellas de agua.
Tras unas 2 horas de ascenso salimos de la cuenca, y girando a la izquierda, encontramos antiguos piques mineros artesanales, discretos agujeros con restos de carbón de profundidades desconocidas. Muy cerca de estos, aparecen ranchos de cabreros. Este sector se conoce como El Podón.
Continuando en dirección al oeste, encontramos un nuevo sector que llama la atención por la inesperada aparición del verde. Es un bofedal, una pequeña vega donde el agua aflora y se estanca, provocando la aparición de vida. Camuflados en el paisaje están los corrales de animales y un asentamiento, también abandonado. Llama la atención su cubierta de capa vegetal. La misma llareta sube desde el suelo para cubrir el techo, operando como una guarida de humedad. Son las majadas de los crianceros del desierto, puestos de descanso. A medida que avanzamos, es posible percibir que se trata de un verdadero asentamiento de ranchos cabreros situado justo en el límite de los bofedales, con corrales y zonas para el ganado. Entre medio está la pequeña área vegetal, libre, dando cuenta de una profunda conexión de los crianceros con el medio ambiente, respetando la escasa disponibilidad de agua y vegetación. Este sector se conoce como Vega Redonda, y es aquí donde se sugiere acampar.
Al día siguiente avanzamos acercándonos hacia un cerro con forma piramidal color morado, y bajo él, nos sorprendemos con un yacimiento de fósiles marinos. Millones de años atrás, esta quebrada estaba sumergida bajo fondo marino. Por eso, esta zona cuenta con una inmensa riqueza paleontológica del mesozoico, la cual está protegida por el Consejo de Monumentos Nacionales y por ende está prohibido llevarse como souvenir cualquiera de estos fósiles.
Desde la Vega Redonda, la ruta sube para empalmar con la cuenca de más al norte, la del valle del Carmen, que nos llevará hasta San Félix. En el punto más alto de la sierra de Tatul, conocido como La Hoyada, a casi 3000 msnm, encontramos otra majada abandonada junto a un ojo de agua. Destaca su particular arquitectura vernácula, como las amarras de cuero de llamo que cierran las puertas, las vigas de algarrobo, las costaneras de brea y los recubrimientos de llareta y pingo-pingo.
Comienza el descenso por el valle de los Naturales. Una hora de marcha y se alcanza un inmenso corral de piedras, conocido como Corral de Leones, zona que también sirve de campamento. Después de unas 3 horas, encontramos el primer registro de presencia humana. Otro rancho cabrero, esta vez ocupado por una mujer de edad y algunas crías de cabra. Junto a este, hay un particular artefacto de piedra que antiguamente sirvió para moler el mineral, llamado maray. Alrededor abundan hierbas aromáticas y medicinales, especiales para el frío de las noches del desierto, como el bailahuén.
Las últimas horas de caminata transcurren por un pronunciado farellón que cae abruptamente al río del Carmen. Entremedio, un descanso entre los sauces y un arroyo con agua cristalina, ideal para almorzar. De pronto, a la distancia, surge otra vez el verde. Es el mirador de San Félix, con una impresionante vista hacia esta localidad de la cordillera de Atacama, con sus laderas de verde encajonadas, parece un verdadero oasis en la quebrada del desierto. Desde aquí solo queda un descenso por un camino cada vez más ancho y marcado, hasta alcanzar el cementerio de San Félix y finalmente el pueblo mismo, donde termina esta travesía de 35 km.
Planifica tu visita
La travesía comienza en Pinte y termina en San Félix, en el valle vecino. Se debe considerar la logística de traslado para llegar a Pinte y ser recogido en San Félix. Para ello, se sugiere alojar la noche anterior al trekking en Alto del Carmen o El Tránsito. La huella del sendero no está bien demarcada, es una huella tropera que a ratos se pierde. Por todas estas razones es más adecuado realizar este trekking con guía local, o al menos con GPS. Considerar cargar al menos 4 litros de agua por persona, ya que la disponibilidad de esta en arroyos puede ser variable en tiempos de sequía. No existe cobertura de celular en todo el tramo. Dificultad: desafiante.
¿Cómo llegar?
Desde Vallenar, tomar la ruta C-485 hacia la cordillera hasta Alto del Carmen. Continuar por la ruta C-495, pasar la localidad de El Tránsito (último lugar para comprar agua y víveres), y seguir por la quebrada de Pinte hasta el final del camino. Considerar 1 hora desde Alto del Carmen hasta Pinte. Existe locomoción pública solo hasta la entrada de la quebrada de Pinte (aproximadamente a 5 km del pueblo).
Época adecuada: de Octubre a Abril.
Recomendaciones: Vale la pena hacer un recorrido a pie por Pinte, donde se encuentran su precioso museo arqueológico, que guarda yacimientos fosilíferos y muestras de la cultura molle, y las construcciones de adobe, herencia de la tradición diaguita de la zona. También hay una preciosa iglesia colonial junto a una plaza con naranjos centenarios, que contrasta con los cerros coloridos y formaciones geológicas que circundan el paisaje. Al finalizar la caminata, en San Félix, se recomienda probar sus helados de nieve y canela, tradicionales del sector.
Operador Turístico: Indian Valley Explorers