Buceando con cámara en mano: el impresionante mundo submarino de José Luis Kappes
José Luis Kappes es un biólogo marino y fotógrafo submarino chileno cuya pasión por el océano lo ha llevado a explorar y capturar la increíble biodiversidad marina de Chile. A través de su trabajo, busca acercar al público un mundo oculto y fascinante, sensibilizando al mismo tiempo sobre la conservación de los ecosistemas marinos. Su talento y compromiso le han valido reconocimientos nacionales e internacionales, como el primer lugar en el Concurso Anual de Fotografía de Ladera Sur y el Congreso Fotonaturaleza 2023. Con cada inmersión, Kappes sigue descubriendo los secretos del mar, invitando a todos a conocer la vida invisible que se encuentra bajo la superficie del agua.
Cada vez que José Luis Kappes se adentra en el océano, está igual de emocionado y maravillado que la primera vez, explorando un mundo en el que el silencio se adueña del espacio y la gravedad desaparece. Con cada inmersión, el biólogo marino y fotógrafo submarino chileno se sumerge en un mundo oculto, donde la naturaleza revela secretos que muy pocos han tenido el privilegio de conocer. Para él, la fotografía no es solo una pasión, sino una forma de transmitir el asombro que experimenta bajo el agua, capturando la vida marina de Chile, país cuya biodiversidad a menudo pasa inadvertida.
Desde su primer contacto con el mar a los 14 años, en un viaje a México, José Luis ha dedicado más de dos décadas a la biología marina y fotografía submarina. Su amor por el océano lo llevó a estudiar biología marina en Valdivia y a viajar por el mundo, practicando el buceo en lugares como Australia, Cuba e Indonesia. Sin embargo, fue en su tierra natal donde encontró una de sus más grandes pasiones: capturar la vida submarina chilena.
A lo largo de su carrera, José Luis ha logrado convertir su pasión en un medio de comunicación. A través de sus imágenes, ha democratizado el acceso al conocimiento científico, haciendo que la gente pueda aprender sobre el océano sin tener que sumergirse en él. Su incursión en la fotografía comenzó en la universidad, donde utilizaba la cámara para documentar el comportamiento de especies marinas. Sin embargo, fue en 2017, cuando fundó el centro de buceo Kono Sur Diving (actualmente cerrado) junto a su esposa, que dio el salto hacia la fotografía profesional.
La popularidad de sus fotos creció rápidamente, y en 2021 ganó el Premio del Público en el certamen Ojo de Pez con su captura “Esponja estrellada”. Este reconocimiento fue solo el comienzo de una serie de logros, incluyendo el primer lugar en el Congreso Fotonaturaleza en 2023 y varios premios en Ladera Sur, como el primer lugar general en el concurso de fotografía anual con “Cazador Nocturno”. Sin embargo, su éxito no se mide solo por los premios, sino que también por el impacto que sus imágenes tienen en las personas, al mostrarles un océano desconocido y lleno de vida.
José Luis no solo captura imágenes, sino que también se ha convertido en un defensor del mar. A través de su trabajo con organizaciones como Rewilding Chile, ha sido testigo de la importancia de conservar los ecosistemas marinos. Sus inmersiones en lugares remotos como el Estrecho de Magallanes, donde registró corales rojos, le han mostrado que el mar chileno, aunque desafiante, es un lugar único que necesita ser protegido.
—Tengo entendido que desde niño soñabas con ser astronauta, pero el océano te ofreció una experiencia similar. ¿Qué fue lo que más te fascinó de sumergirte en ese “espacio” submarino?
—Efectivamente, me gustaba mucho la idea, pero hay que ser un poco más realista. Desde Chile, la verdad, ser astronauta no es algo fácil. Entonces, ya solamente la sensación de colocarse el equipo y estar respirando en un ambiente totalmente diferente, que te sumerges de una vez, te acostumbras a bucear, porque hay un proceso de acostumbramiento al principio, ya no te sientes pesado y se da esta situación de ingravidez. Estás flotando en la columna de agua y es un ambiente totalmente distinto. Te puedes desplazar en las tres dimensiones, no solamente hacia adelante y atrás, derecha e izquierda, sino que también hacia arriba y abajo. Entras en un mundo completamente diferente. La vida es diferente. Las especies son diferentes. Son cosas que, por lo general, uno no las logra ver en tierra.
En tierra uno sabe que un animal se mueve, normalmente, con cuatro patas o dos. Entonces, al final, toda la vida es media extraterrestre y eso llama mucho la atención, especialmente cuando uno no conoce. Yo partí desde muy chico sin conocer mucho del océano y eso me atrajo profundamente, o sea, querer descubrir todas estas especies nuevas, es lo que me atrajo mucho y me enamoró.
—¿Cómo se transformó esta fascinación en pasión por la fotografía?
—Hasta no tener el equipo fotográfico, parecía un loco transmitiendo sobre cosas hermosas e increíbles que yo había visto, pero que no tenía nada que mostrar. Si no tienes la capacidad de mostrarle a la gente es difícil que logren imaginárselo, porque nunca han visto algo parecido. Por ejemplo, yo te hablo de un nudibranquio, que son preciosos, coloridos, y con diferentes formas, pero si te comento que su nombre normal o traducido es una babosa marina, te vas a imaginar una babosa del patio de la casa, fea. Las personas no tienen esa capacidad de poder imaginárselo, hasta que uno le muestra imágenes y dicen “¿Esto es Chile?”, y cuando yo les digo que sí, se sorprenden. Eso es lo que me atrajo tanto, poder llevar a la gente lo que no eran capaces de ver.
—Tus imágenes, como “Cazador nocturno”, tienen una carga visual muy fuerte. ¿Qué mensajes o sentimientos buscas transmitir a través de tus fotos?
—Esa foto la verdad es que fue un acierto fotográfico absoluto, o sea, yo no estaba buscando esa foto específica. No es algo que fui a buscar, sino que fue un regalo que me entregó el momento, la situación. Creo que gran parte de lo que quería transmitir a través de esa foto, y la razón también por la que la escogí para mostrarla y concursar, era dejar al descubierto el mar impresionante que tenemos. Es fantástico, en el sentido de que están ocurriendo este tipo de situaciones aquí, en nuestra misma costa. Tenemos la capacidad de asombrarnos y maravillarnos con actos como estos. No hay que ver simplemente Nat Geo por la televisión para poder presenciarlo, lo tenemos aquí en casa. Nosotros tenemos el Nat Geo aquí, solo tenemos que salir a buscarlo. Entonces, lo que yo buscaba era impactar con esto.
Ver un pequeño calamar, atrapando a un camarón, en la mitad de la columna de agua en la noche, en la zona de Aysén, logra hacer que las personas se den cuenta de que estas cosas en verdad están ocurriendo aquí.
—¿Hay alguna historia o experiencia especial bajo el agua que te haya marcado profundamente y que se refleje en tu trabajo?
—A medida que he ido buceando y conociendo más, tengo más ganas de seguir y explorar. Las ganas no se me quitan. No es como que haya un hito que cumplir, sino que el hambre por más me ha llevado siempre a buscar. Para mí eso sí, hubo un momento de inflexión, que ocurrió gracias a una oportunidad impresionante, que fue cuando fui a la Antártica por primera vez, a tomar unas muestras por una expedición científica. Tuve que pasar un mes completo arriba de un barco, monitoreando diferentes lugares, buceando en la Antártica, aventurándome en diferentes puntos de buceo, conociendo ambientes distintos y todo eso. La verdad es que esa experiencia despertó esta hambre de exploración.
En cuanto a vivencias, una puntual, una de las últimas emociones grandes y fuertes que experimenté buceando, fue cuando estábamos en la última expedición que participé, con Rewilding en Chile. Estábamos en el fiordo Comau, habíamos terminado de tomar nuestras muestras y las imágenes que necesitábamos, pero nos quedaba un poco de aire en la botella todavía y había un grupo de lobos por ahí revoloteando. Llevaban harto tiempo nadando por ahí, como jugando. Nos tiramos para ver qué pasaba y, al saltar al agua, había un cardumen gigante de sardinas, que estaban siendo rodeadas por los lobos por todos lados, y se creó este frenesí alimenticio, donde los lobos compactaban el cardumen y se tiraban por el medio.
Estar bajo ese cardumen, ver a los lobos como pasaban por en medio del cardumen, todo eso fue algo realmente impresionante. No quería salir nunca más de ahí, y ese tipo de imágenes son las que quiero llevar también a la gente.
—Al igual que el espacio, el océano es un mundo desconocido para muchos. ¿Qué crees que nos falta entender o explorar aún del mar y cómo tu trabajo ayuda a descubrir sus secretos?
—Yo creo que aún existe en la gran mayoría de las personas como un velo, en el cual no se sienten todavía conectadas con el mar. No sienten esa conexión con el mar, más que nada porque no conocen o no han tenido la cercanía al mar, no han tenido nunca la posibilidad de ver o imaginarse lo que hay bajo esa superficie. Está todo escondido bajo la superficie, bajo este espejo de agua, que no nos permite ver hacia abajo. La gente no lo ve como algo cercano. Está como algo escondido, como en las sombras por decirlo así.
Entonces, es muy bueno cuando empiezan a estar en boga estos temas medioambientales, como lo son los bosques de algas, los que están tomando importancia, aunque en realidad siempre han sido importantes, lo que pasa es que hoy en día son mediáticamente relevantes, y eso va ayudando a visibilizar. El mar realmente nos ayuda a nosotros a mantener lo que tenemos. Por lo menos el 30% del aire que estamos respirando, del oxígeno, se produce a través de la fotosíntesis de las algas. Nos ayudan a fijar carbono, están combatiendo el calentamiento global por nosotros. Eso quiero llevarlo a las personas, mostrarles la vida que conllevan las algas, por ejemplo, lo que ayuda a proteger. Eso es lo que me gusta de la fotografía, este acercamiento, el lograr hacer que las personas no se sientan ajenas al mar.
—Has participado en importantes concursos y obtenido premios por tu trabajo. ¿Cómo seleccionas los momentos o criaturas que decides capturar? ¿Hay alguna emoción o historia detrás de cada imagen que ves en tu mente antes de disparar?
—La gran mayoría de las fotos que he realizado, siempre han sido fotos que no vienen prepensadas para hacer. Rara vez bajo y digo «hoy día voy a ir a fotografiar un camarón», por ejemplo. La mayoría son encuentros fortuitos y que se presenta la oportunidad. Pasa mucho de que están en una posición armoniosa, que uno ve y le gusta, porque yo no voy a manipular al animal para poder tomar una foto. Como él está, es como yo le voy a tomar la foto.
Entonces, empiezo a buscar cuál es la mejor posición y hago una prueba. La verdad es que me gusta que la foto, una vez que la tome, algo te transmita. Por ejemplo, cuando gané la del Ojo de Pez del año pasado, claro, esa foto, del ojo de una raya, te está transmitiendo algo. Es un ojo que tiene una expresión. A esa raya yo me la encontré de suerte cuando bajé a buscar un ancla, muy profunda. Estaba bien turbia el agua y, de la nada, la raya apareció frente a mí.
La foto de Ladera Sur también se logró así. Si bien estábamos generando y buscando que aparecieran especies, cuando yo la capturé estaba esperando un ángulo en el que se viera bien y se pudiera representar el calamar, pero claro, tomar la foto justo cuando estaba atrapando un camarón fue algo espectacular y de casualidad. Entonces, no es que viaje con una idea específica de lo que tengo qué hacer, más bien, me adapto en el momento. Soy poco estructurado para eso, me dejo llevar más por las sensaciones que experimento en ese minuto.
—Tu trabajo con Rewilding Chile en Cabo Froward debió haber sido una experiencia transformadora. ¿Cómo cambió esa inmersión tu perspectiva sobre la conservación marina y el papel de la fotografía en la sensibilización ambiental?
—Bueno, para mí cuando me llamaron de Rewilding Chile fue una emoción gigante. La verdad es que era lo que siempre estuve buscando. Para mí, poder trabajar con una fundación como Rewilding como científico y fotógrafo, para poder hacer difusión, compartir y ayudar aportando con un granito de arena a la conservación de estos lugares, para mí era ya mi Monte Everest dentro de lo que yo quería hacer en ese minuto.
Creo que todos tratamos, o los que amamos el mar, de protegerlo, cuidarlo de alguna manera, pero somos pequeños, somos pocos. Entonces, nuestros aportes son generalmente a través de redes sociales. Con todo eso uno va creando conciencia y todo, pero con esto de acá me sentía aportando ya realmente dentro de la base de una conservación específica, dentro de una fundación que tiene una espalda muy grande, que ya se hizo un nombre y que tiene una credibilidad importantísima. Me sentía que ahí realmente podía hacer un cambio, desde adentro, y tener una un impacto mayor.
—¿Hay alguna imagen o captura que consideres tu favorita, ya sea por la dificultad técnica o la historia que cuenta? ¿Qué hace que esa foto sea especial para ti?
—Para mí efectivamente la foto ganadora del concurso de Ladera Sur me hizo sentir un poco más consolidado, por decirlo así. Me hizo darme cuenta de que sí soy un fotógrafo de verdad, ya que hasta ese momento me consideraba muy amateur, muy autodidacta. He recibido una ayuda impresionante de muchos otros grandes buzos, que nos han acompañado a distintas expediciones. He compartido con Tomás Yakasovic, que fue campeón mundial; también con Bernardo Toro, que es un tremendo biólogo marino y fotógrafo submarino; y con Eduardo Sorensen, que para mí también es una eminencia. Me sentía un poco pequeño, pero después de esa foto eso cambió. Me empecé a creer un poco más el cuento.
—Mirando hacia el futuro, ¿cuál es tu próximo gran reto como fotógrafo submarino? ¿Qué metas o sueños te impulsan a seguir explorando este mundo en constante cambio?
—En este minuto estoy junto con mi partner, mi dupla, Sebastián Durán. Estamos compitiendo en el Circuito Nacional de Fotografía Submarina, cuya gracia es que si llegamos a juntar los puntos y ganamos dentro de este campeonato, podremos ir a representar a Chile en el Campeonato Mundial de Fotografía Submarina, que es el próximo año en España. Ese es nuestro próximo gran reto, que nos gustaría poder llegar juntos. Nos gustaría poder demostrar también que en Chile tenemos grandes fotógrafos. Todavía queda un largo camino, no tenemos nada asegurado en este minuto, pero vamos bien encaminados. Queremos dar a conocer Chile, como un sitio donde se está haciendo fotografía submarina, que es un nicho muy pequeño. Ya el buceo es considerado caro, la fotografía aún más, por lo que no es accesible para todos. Somos pocos los que hacemos esto, aun teniendo una costa tan grande, pero el acceso todavía no está tan disponible para todos.
Sin embargo, creo que todos se pueden hacer grandes fotógrafos, no se necesitan equipos de última generación, ni nada de eso. Mi equipo es una cámara compacta, por ejemplo, no es una cámara reflex o mirror, solo hay que sacarle el juego para obtener estas imágenes.