El Premio Ambiental Goldman es el mayor reconocimiento a nivel mundial  que honra a los activistas ambientales comunitarios. Se conoce como el “Nobel ambiental” y este 2019 el ganador de la región de América Central y del Sur fue Alberto Curamil, lonko mapuche, quien lideró la oposición a la construcción de dos centrales hidroeléctricas en el río Cautín –sagrado para el pueblo mapuche–, en La Araucanía.

Pero Curamil no pudo asistir a la entrega del galardón en San Francisco. Esto porque desde 2018 se encuentra encarcelado en Temuco por su presunta participación en el asalto a una Caja de Compensación Los Heroes en la localidad de Galvarino. Los cargos en su contra incluyen robo con violencia, homicidio frustrado de un carabinero y posesión ilícita de armas. Sin embargo, tal como aseguran Curamil y sus abogados, la acusación sería falsa y respondería netamente a motivos políticos. Hasta el momento, destacan, no existen ni pruebas sólidas para inculparlo ni coincidencias con el perfil genético de Alberto.

©Goldman Prize Awards
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Una creencia que comparten desde la institución que entrega los premios Goldman, que durante la ceremonia dijo: “Desafortunadamente Alberto no puede estar hoy con nosotros para recibir el premio. Fue arrestado en agosto y ha estado encarcelado los últimos nueve meses bajo cargos que creemos son falsos y basados en su activismo ambiental. Alberto forma parte de una docena de ganadores del premio Goldman que han sido arrestados, encarcelados y perseguidos por sus gobiernos por su activismo. Esperamos que esto lo ayude a obtener justicia pronto como lo ha hecho para otros en el pasado”.

Su hija de 18 años, Belén Curamil, fue quien recibió el premio en su nombre. Durante el evento dijo un breve pero emotivo discurso: “Para el pueblo mapuche como para todos los pueblos indígenas, la tierra y sus elementos –ríos, montañas, agua y aire y bosques, aves y animales– hablan, sienten, respiran, se alimentan y conviven para ser una comunidad donde el ser humano o ‘che’ es uno más en ese vivir. Ese conocimiento ancestral que defiende los derechos de nuestra madre tierra es el que los poderes de la modernidad pretenden destruir, y la razón del encarcelamiento de mi padre que dignamente resiste y que envía a todos ustedes un mensaje de esperanza y continuidad de la lucha por preservar el equilibrio de la vida. La lucha mapuche es una lucha ecológica, es una lucha por la vida y su continuidad. Mapu es la tierra y todo lo que existe, Che somos nosotros o personas que la habitamos, entonces somos gente de la tierra cuyo mandato principal es proteger todo aquello que hace posible la existencia, basado en una espiritualidad conectada con los elementos naturales. No puedo despedirme de ustedes sin antes reconocer el enorme esfuerzo y sacrificio de resistencia de mi pueblo en los últimos 100 años de sometimiento y dominación por parte de los poderes chilenos. Nos ha costado miseria económica, genocidio, usurpación de territorio, robo del agua y ganado, ejecuciones extrajudiciales, megaproyectos e invasión del monocultivo forestal, pero seguimos vivos. Por último desde la cárcel mi padre valora y reconoce la importancia de este premio, el cual es un aliciente para seguir creyendo que otro mundo es posible, pero con unidad y compromiso colectivo, y no desde el individualismo que hoy gobierna al mundo. Libertad al lonko Alberto Curamil, libertad a todos los presos políticos mapuche. Muchas gracias”.

Enfrentando la amenaza de las hidroeléctricas

©Goldman Prize Awards
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Cuando Alberto Curamil, portavoz de la Alianza Territorial Mapuche (ATM) y representante del Lof Radalko, ubicado en la localidad de Curacautín, supo de los proyectos Alto Cautín y Doña Alicia, dos represas que pretendían asentarse en el río Cautín, inmediatamente comenzó a reunir a la comunidad.

El lonko –líder mapuche– utilizó las reuniones tradicionales de los mapuches para reunir a la gente y organizar la resistencia a ambos proyectos hidroeléctricos, pero también invitó a sumarse a esta resistencia a miembros de la comunidad que no eran mapuches, organizaciones ambientales, académicos y especialistas. Juntos organizaron protestas callejeras, marchas y bloqueos de carreteras.

También se asociaron con un equipo de abogados que en otra oportunidad había apoyado a grupos indígenas. Esto trajo consigo detenciones violentas, allanamientos a las comunidades y vigilancia policial. Pero Curamil no se detuvo y en 2014 el proyecto de Alto Cautín fue suspendido por la Corte de Apelaciones de Temuco. En cuanto a la central hidroeléctrica Doña Alicia, la Corte Suprema de Chile ratificó en 2018 la decisión del Tribunal Ambiental de Valdivia de anular los planes para la represa por ilegalidades durante la evaluación ambiental.

De haber sido aprobados, se preveía que ambos proyectos desviarían más de 500 millones de galones de agua por día para la generación de energía, afectando de manera importante al afluente, aumentando los sedimentos en el agua, impactando en la fauna local y erosionando los ecosistemas ribereños a lo largo del río. Todo en un contexto de sequía.

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