Una expedición hacia el Faro Cabo Raper, en la Región de Aysén
El Faro Cabo Raper, ubicado en la península de Taitao, en la Región de Aysén, se construyó hace cerca de 100 años atrás junto a una línea de tren. Actualmente, de los rieles solo quedan vestigios, mientras que el faro sigue de pie en esta prístina región. Nuestro colaborador, Federico Maiz, realizó una expedición hacia este lugar y nos comparte una galería de fotos y un relato de lo que fue su inspirador viaje, en el que compartió con fareros de la zona, y en el que también pudo adentrarse en este paisaje patagónico.
En febrero del año 2019, y en el marco de una investigación académica desarrollada por los arquitectos Sergio Araneda y Francisco García Huidobro, realizamos una expedición junto a la Armada de Chile, hacia el Cabo Raper, la saliente rocosa más extrema de la Península de Taitao, Región de Aysén, y punto más occidental de chile continental.
Ahí, en uno de los lugares más remotos de nuestra Patagonia, se levantó entre los años 1900 y 1914 el proyecto del Faro Cabo Raper y su línea de tren, el cual representó la consolidación de una estrategia de ocupación territorial que, por medio de una red de faros, entendió la Patagonia chilena occidental como una misma unidad territorial.
Esta expedición contemplaba días de navegación por los diferentes fiordos de esta prístina región, comenzando la noche del lunes 11 de Marzo en Puerto Montt a bordo del buque de la armada PSG Contramaestre Ortiz, el cual, junto a su tripulación, tienen la incansable labor de realizar la mantención, abastecimiento y relevos de los diferentes faros y balizas, imprescindibles para una navegación segura por estos estrechos canales del sur.
A la mañana siguiente y tras una tranquila primera noche, protegidos del lado oeste por la isla de Chiloé y al lado este por Chile continental, el oleaje se empezó a sentir cada vez más fuerte. Eran los primeros indicios de que nos adentrábamos a cruzar la Boca del Gaufo para luego volver a refugiarnos en el Canal de Moraleda.
Con una navegación ya más calmada, fue posible subir a cubierta a disfrutar del avistamiento de albatros, pingüinos e incluso la presencia de ballenas jorobadas, las cuales nos acompañaron a lo largo de todo el día, hasta llegar a Puerto Aguirre, lugar en donde pasamos a buscar a personal de Conaf, quienes tenían la importante labor de realizar un levantamiento de la flora y fauna presente en la península Taitao, como extensión del Parque Nacional Laguna San Rafael. Ya habiendo hecho escala en Puerto Aguirre, la tripulación dirigió rumbo hacia el oeste, dirigiendo el rumbo hacia los canales que nos llevarían a mar abierto.
Durante esa noche, fue posible percatarse de que ya estábamos saliendo hacia el “Mar del Sur” y acercándonos al paralelo 47 Sº, ya que los fuertes vientos, conocidos históricamente como los Cuarenta Rugientes, provocaban olas de 3 a 5 metros, dándonos una sensación de vacío y caída libre propias de un sueño que se interrumpe de forma repentina. La levantada fue un poco antes del amanecer, en parte por el incesante oleaje y en parte por la ansiedad que provocaba el poder ver por primera vez la luz del faro desde lejos. Tras un par de horas navegando en dirección sur con rumbo hacia el Golfo de Penas, fue posible apreciar a la distancia y en medio de un relieve abrupto, el faro Capo Raper.
Luego de atravesar la península Tres Montes, enfilamos rumbo hacia el oriente rodeando la península y adentrándonos por el seno Holloway, luego seno Hoppner, para finalmente fondear en bahía Slight, en donde empezaríamos el levantamiento a través de una sendero y huella de 8 km que nos llevaría al faro.
Lo primero que hicimos al tocar tierra, fue reencontrarnos con los fareros quienes llevaban 8 meses de guardia, aislados totalmente de su familia y absorbidos en su trabajo en medio de este paisaje surrealista. Ya al adentrarnos en el bosque, fue posible encontrar los primeros indicios de la antigua línea férrea, aún presente pero mimetizada con el musgo y la vegetación, que ya después de 100 años, esta había vuelto a crecer sobre ella.
Al cruzar desde bahía Slight hacia el lado oeste de la península, fue posible encontrarnos con varias especies de la zona, las cuales no dejaban de demostrar su enorme curiosidad por este nuevo animal con el cual claramente no estaban familiarizados: nosotros. Lo anterior era una clara señal de lo aislada y prístina de esta península.
Ya al salir del bosque y ver nuevamente el océano pacífico, la caminata fue acompañada por soplidos y saltos de ballenas durante todo el trayecto. A lo largo de todo el recorrido, fue posible distinguir la marcha ininterrumpida de los pilares, antiguos sostenedores de la línea férrea que fue necesaria para construir el faro.
Al caer la tarde, y ya después de varios kilómetros de caminata, fue posible distinguir nuevamente y a la distancia, pero esta vez desde tierra, el Cabo Raper y su faro.
Al aproximarnos, fue posible percatarse que producto de la distancia, y al no tener ningún otro elemento como punto de referencia o comparación, el faro parecía ser mucho más pequeño de lo que realmente era. Esta enorme edificación construida por el ingeniero George Slight , entró en operación por primera vez el año 1914 y hoy después de mas de 100 años , continúa iluminando el mar del sur desde el extremo de Taitao.
Producto de lo expuesta de su ubicación, fue necesario desembarcar todos los materiales y recursos en bahía Slight, para posteriormente, trasladarlos a través de una vía férrea de casi 8 km hasta la ubicación final del faro sobre el peñón Cabo Raper. Dicha vía férrea, construida entre rocas, bosques , acantilados y rompeolas, constituye una obra de ingeniería que acomete una de las mas increíbles epopeyas históricas sobre las costas de la Patagonia, siendo un vestigio que nos invita a la reflexión en cuanto a la dimensión del patrimonio, en una acción que conjuga el valor de la construcción de un paisaje cultural propio de la modernidad del siglo XX, con los valores de la conservación y valoración del paisaje natural desde la perspectiva contemporánea del siglo XXI.
Ya habiendo llegado al faro y mientras el helicóptero de la armada realizaba las labores de abastecimiento desde el buque hasta el faro, tanto de alimentos cómo de distintas provisiones básicas (gas, agua, combustible para los generadores, etc.), pudimos apreciar su real magnitud y compartir una que otra anécdota con los fareros. Estas personas llevaban mucho tiempo sin una conexión real con el resto de Chile, por lo que sus ganas de conversar y compartir sus diferentes vivencias fueron lo que llenaron la noche de historias y anécdotas.
Ya para la mañana siguiente, era tiempo de emprender la vuelta hacia la embarcación, ya que las labores de mantención de las balizas no habían terminado y el mal tiempo se aproximaba, por lo que el paso por el océano abierto podría tornarse innavegable y dejarnos aislados por varios días más.
Al llegar a la bahía Slight, y mientras las últimas maniobras del helicóptero terminaban, pudimos disfrutar de las aguas calmas y puras de esta playa virgen, que se caracteriza por la presencia de restos óseos de ballenas que han varado durante las últimas décadas.
Ya el resto fue emprender un viaje de regreso, acompañados de los fareros que iban de vuelta a reencontrarse con sus señoras e hijos, a quienes no veían hace meses, por lo que era posible ver en sus caras la enorme alegría y ansiedad que tenían.
Especial agradecimiento por permitirnos realizar esta expedición a la Armada de Chile, y en especial a la tripulación del PSG Ortiz, que durante estos días en que nos embarcamos junto a ellos, pudimos ser testigos del rol crucial que juegan día a día para lograr conectar Chile a lo largo y ancho de su extensión en una labor incesante, la cual realizan con enorme profesionalismo y dedicación. Gracias por su coraje y por hacernos sentir como en casa durante esa semana.