De alas naranjas, con franjas negras y detalles blancos, las mariposas monarca (Danaus plexippus), son conocidas por su largo viaje migratorio otoñal, en el que recorren hasta 5.000 kilómetros, desde Estados Unidos y Canadá a México, para pasar el invierno. 

Pero su capacidad de viajar largas distancias no es lo único que esconden sus alas.

Mariposas monarcas. ONG Alternare.
Mariposas monarcas después de su migración. Créditos a ONG Alternare.

Antes de emerger de su pupa —en su proceso de metamorfosis— y distinguirse por su notable belleza visual, en su estado de larva se alimenta de plantas tóxicas. Por esta razón, tienen sustancias tóxicas en el cuerpo, que se mantienen ahí incluso cuando la mariposa se transforma. Entonces, cuando sus depredadores las quieren comer, les causa repulsión.

“Quienes se quieren alimentar de ellas aprenden que no hay que comerse a las mariposas de esa coloración”, explica Francisco Urra, curador del Área de Entomología del Museo Nacional de Historia Natural (MNHN).

Por lo tanto, sus alas les sirven mucho más allá del transporte. Hay otras mariposas que, de alguna forma, lograron adaptarse para que, aunque no sean tóxicas, los depredadores piensen que sí lo son. Tanto como las monarcas.

Tal es el caso de la mariposa virrey (Limenitis archippus), especie de Norteamérica, que imita a la especie tóxica para su protección. A eso se le llama mimetismo. Y la verdad es que, por lo menos a simple vista, no es fácil diferenciarlas.

Como sea, este ejemplo es solo uno de los muchos en la naturaleza que demuestran que las alas de los lepidópteros —mariposas y polillas— tienen su propia magia.

Es decir, no solo les sirven para volar.

Entre escamas y colores

No todas las especies, al contrario de lo que comúnmente se conoce, tienen alas. Estas últimas son, por ejemplo, los Psychidae o psíquidos, en las que las hembras pueden tener alas reducidas, ser ápteras (sin alas) o conservar su forma de larvas. El macho es el que las busca para el apareamiento.

Pero las que sí las tienen, también tienen un mundo de características. Y quizás, una de las primeras cosas para entenderlas, es básicamente comprender cómo se conforman.

Triptiloides laeta. Créditos Vicente Valdés/Biodiversidad Chilena.
Triptiloides laeta. Créditos Vicente Valdés/Biodiversidad Chilena.

Las alas de los lepidópteros son expansiones de su exoesqueleto o esqueleto interno. “Cuando las mariposas salen de su crisálida o pupa, salen con alas pequeñas y arrugadas, que bombean lo que sería la sangre del insecto a través de las venas. Entonces esa es la señal primaria de las venas, la expansión de las alas cuando emergen los adultos de la pupa”, comenta Francisco.

Venación alar de Doina inconspicua. Polilla nativa. Créditos Francisco Urra.
Venación alar de Doina inconspicua. Polilla nativa. Créditos Francisco Urra.

María de los Ángeles Medina, fundadora de Micra Mariposas y la ONG Neguén, explica que las alas de las mariposas son esencialmente escamas, cientos de ellas: «Todas las tienen, es lo que le da el nombre al grupo, lepidóptera. Del griego lepís, escamas y ptera, ala, alas de escamas; pero no todas las mariposas tienen venas. Se conocen algunas especies que casi no las desarrollan, lo cual es muy singular y adaptativamente curioso, porque cumplen un rol fundamental para volar, diferenciarse y desarrollar patrones de color».

Las escamas se hacen más notorias cuando uno les hace un acercamiento a las alas de las mariposas. Son pequeñas y de diferentes colores. Este rasgo es ancestral de los lepidópteros y hay especies que las han perdido por diferentes razones que responden a la evolución.

De todas formas, como asegura María, tan solo el hecho de que las alas estén cubiertas de escamas marca una diferencia con las alas del resto de los insectos voladores. Al ser estructuras sofisticadas, que hacen que las alas sean un órgano multifacético y altamente sensible, que determina las habilidades adaptativas de las mariposas.

“El color en las escamas se da por dos formas. Una es por un origen químico, basado en pigmentos que se depositan en los huecos de cada escama. Entonces, cada escama generalmente tiene un único color. Cada lepidóptero tiene unos pocos colores de escama, entonces algunos colores se crean combinando estas escamas, porque se componen como de un mosaico sobre la superficie de las alas”, explica Francisco.

Polilla Andeabatis chilensis. Créditos Vicente Valdés/ Biodiversidad Chilena
Polilla Andeabatis chilensis. Créditos Vicente Valdés/ Biodiversidad Chilena

Por otro lado, agrega que tienen colores estructurales, que no se relacionan con los pigmentos. Esto quiere decir que tienen una microestructura compuesta de capas de quitina y aire entremezcladas, que producen que la luz se reflecte y algunas mariposas tengan en sus alas colores iridiscentes, dependiendo desde dónde uno las mire.

De todas formas, también hay mariposas que mezclan ambas formas. Ahí es cuando se genera un verdadero espectáculo de color.

Ahora, ¿qué función tienen estas escamas además de darles el color? Para Urra, estas son especies de setas o pelos modificados. “Para los primeros lepidópteros, los primitivos, se cree que eran aislantes térmicos. Además, les permitían repeler el agua. Incluso todavía cuando les car agua encima, esta no se absorbe, sino que se desliza por encima de las escamas. Les dan color y resistencia a las alas de mariposas y polillas”.

Polilla de la familia Noctuidae. Créditos Vicente Valdés/ Biodiversidad Chilena
Polilla de la familia Noctuidae. Créditos Vicente Valdés/ Biodiversidad Chilena

María complementa: «El color y estructura de las escamas cumplen funciones diversas que pueden ir desde captar temperatura, modelar el aire, diferenciarse, atraer una pareja, mimetizarse o confundir a un depredador».

La comunicación y la defensa

Entonces, además de volar, las alas tienen diferentes funciones para los lepidópteros. Y una de ellas es la comunicación.

Esa comunicación puede ser visual, por el patrón de coloración. Es ahí cuando participan estos colores vívidos. Machos y hembras se pueden reconocer si son de la misma especie. Incluso, algunas de las especies tienen en sus alas feromonas, una sustancia química que permite el encuentro entre machos y hembras”, comenta el experto.

Microclysia pristopera. Créditos Vicente Valdés/Biodiversidad Chilena.
Microclysia pristopera. Créditos Vicente Valdés/Biodiversidad Chilena.

Sobre esto último, si bien todos los lepidópteros se comunican a través de feromonas, solo algunas especies lo hacen a través de sus alas. En Chile, especies conocidas que lo hacen así son la famosa mariposa de la oreja de zorro (Battus polydamas), que además, al alimentarse de plantas rastreras tóxicas, son capaces de repeler a sus depredadores. Asimismo, existen polillas que dispersan feromonas por sus alas como las tortrícidas, que suelen ser plagas en cultivos y frutales.

Pero esto no es lo único. Tanto el color como la forma de las alas responden a adaptaciones morfológicas. Es decir, aquellas que se han dado según el entorno que habitan. Entonces, existen mariposas con alas grandes y coloridas que funcionan por comunicación visual, advierten a los depredadores que son tóxicas o simplemente se camuflan. Por ejemplo, Vannesa carye tiene la cara inferior de su alas gris, lo que le permite confundirse con el suelo o la hojarasca.

«Podemos distinguir cualidades relacionadas a su ambiente y hábitos de vuelo. Las mariposas diurnas siempre desarrollan colores y diseño llamativos visibles durante el día, mientras las mariposas nocturnas no desarrollan colores ni diseños particularmente atractivos. ¿Para qué necesitas colores si no los puedes ver? Pero como la distancia entre las mariposas diurnas y nocturnas es un gradiente, existen miles de especies que vuelan de día y de noche. Al atardecer o al amanecer, como la mariposa del chagual, que vuela de día, al atardecer y durante la noche y desarrolla cualidades de ambos grupos. Antenas y cuerpo abultado de mariposa nocturna, pero colores llamativos de mariposa diurna», explica María.

La fundadora de Micra ejemplifica con mariposas del bosque y sotobosque, las cuales desarrollan colores oscuros «que les permiten captar y conservar los escasos rayos de sol que atraviesan el dosel de los árboles». La mariposa limoncito (Phoebis sennae a.) desarrolla en todas sus etapas los mismos colores de su planta hospedera, el quebracho (Senna candolleana). También se ha visto a Eröessa chilensis libando en flores de Michay (Berberis darwinii), «tan naranjas como la mancha del ventral de sus alas».

Asimismo, existen al menos 31 familias de lepidópteros con alas parcial o totalmente transparentes. Según un artículo del museo, desarrollado por Francisco, esto es una forma de camuflaje, ya que les permite pasar inadvertidos a los ojos de sus depredadores. Hay otras que tienen alas en formas de hojas, que les ayuda a camuflarse en el suelo y confundir a su entorno. Un ejemplo es Chlorotimandra viridis.

«Además de las evidentes diferencias de color y diseño, las mariposas nocturnas suelen plegar sus alas sobre su abdomen cuando descansan, en cambio, las mariposas diurnas las cierran como “velas” o las mantienen abiertas captando energía del sol. Las mariposas nocturnas además, desarrollar un espolón o frenillo que mantiene unidas las alas anteriores con las posteriores para moverlas coordinadamente. Mientras las mariposas diurnas no lo tienen y pueden batir sus alas de manera independiente», explica María, agregando:

Ala de Adetomeris erythrops. Créditos a Francisco Urra
Ala de Adetomeris erythrops. Créditos a Francisco Urra

«Aun así, es importante recordar que existen especies diurnas y crepusculares que poseen frenillo y especies nocturnas o de amanecer, que descansan con las alas abiertas. Las mariposas, diurnas y nocturnas, son un continuo de especies y solo en los extremos, son exclusivamente nocturnas o amigas del sol. El límite entre ellas es en realidad, algo que hemos inventado las personas«

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