Este sendero forma parte del futuro Geoparque Cordón del Caulle, ubicado en un sector privado que limita con el acceso norte del Parque Nacional Puyehue. La mejor época para ir es entre noviembre y mayo.

Para llegar, desde el pueblo de Lago Ranco, es 1 hora y media en auto. Hay que dirigirse por la ruta T-85 hacia la localidad de Riñinahue, donde se debe desviar de la ruta principal para adentrarse hacia el sur por el valle del río Nilahue por la ruta T-709. Luego subir por un camino rural de montaña por el sector Los Venados, hasta donde termina el camino de auto y comienza el sendero de trekking. Este camino requiere de 4×4.

Se recomienda alojar la noche anterior en Lago Ranco, para iniciar al alba la aproximación en vehículo hasta el inicio del sendero, donde se comienza a caminar a las 8:30 hrs. También es muy importante llevar 2L de agua por persona, ya que no existen puntos de abastecimiento en la ruta.

Trekking a la cordillera andina del Lago Ranco

A una década de la última erupción del cordón del Caulle, las huellas de la catástrofe aún son visibles en el territorio que rodea a este complejo, según las cartas geológicas, el mayor campo volcánico de la provincia central de los Andes del sur. Desde la localidad de Lago Ranco, avanzamos en vehículo por la cuenca del río Nilahue, el cual aumentó tres veces su caudal y la temperatura llegó hasta los 45 grados en la erupción del Caulle. El sector conocido como Los Venados tiene un camino rural de montaña que se posiciona como el ingreso al futuro Parque Geológico Cordón del Caulle, acceso norte del Parque Nacional Puyehue, a través de un predio privado.

Cercado por altas montañas cubiertas de bosque templado lluvioso, el escenario da cuenta de un pasado volcánico que permitió la lenta pero sostenida aparición de especies emblemáticas que hoy forman el bosque predominante de la región de Los Ríos: la selva valdiviana. La inmensa biodiversidad aquí presente y el alto nivel de endemismo tienen origen en las glaciaciones, volcanes y el trumao, suelo fino y rico en materia orgánica y minerales que permitió la aparición de líquenes, musgos, arbustos y plantas vasculares que se encuentran a lo largo de toda esta caminata.

El trekking comienza por una antigua faja maderera, un camino bastante plano donde se solía explotar el bosque nativo siempreverde. Al costado del camino son evidentes los contrastes entre los coihues centenarios y los pequeños renovales que crecen entre matorrales y arbustos bajos. A medida que nos internamos en el monte, el sonido del follaje y la alerta de aves como el chucao –que observan ocultos entre matorrales– se hace cada vez más presente. Llaman la atención los coihues de un diámetro excepcional cubiertos por mantos de estrellitas, trepadora con flores de un rojo intenso característica del bosque surandino.

Tras casi 2 horas de caminata, nos recuperamos en un punto que ofrece la primera panorámica extensa hacia las laderas del Caulle. La vista fuera del bosque recae sobre una profunda quebrada atravesada por los ríos Nilahue y Contrafuerte, antigua senda utilizada por arrieros para ascender al cordón del Caulle, ya que solía ser la ruta más directa.

Sobre el filo oriental siguen presentes los vestigios de la erupción del 2011: lengas calcinadas se alzan desnudas, efecto de los campos de ceniza que parecen haber congelado el paisaje en un manto estéril y gris. A diferencia de otras erupciones explosivas de volcanes sureños (como el Chaitén o el Calbuco), la del Caulle fue una erupción fisural, es decir, grietas que se abrieron en la tierra a lo largo de 9 km y desprendieron los efectos de una gran cámara magmática, emanando de forma lenta, con una lava densa y viscosa que avanzó entre nubes de ceniza.

El sendero sigue ascendiendo, ahora con más pendiente, y abriéndose paso entre las lengas que anteceden la gran fisura del Caulle. A medida que ganamos altura, sobre los 1300 msnm estas se vuelven notoriamente más bajas, achaparradas, como si quisieran acercar su follaje al piso ceniciento que nos recuerda que caminamos sobre una caldera viva.

En este punto se deja atrás el bosque y su vegetación, y el paisaje se llena de montañas con nieve y restos de lava solidificada. Créditos: Felipe Pineda

La transición de los bosques de coihue, raulí y lenga ocurre justo en el punto donde se encuentra un letrero de la Conaf que anuncia el límite del Parque Nacional Puyehue. Es también un lugar perfecto para descansar bajo las últimas sombras presentes de los árboles, antes de salir al ecosistema de alta montaña y sus planicies volcánicas. 

Después de un ascenso empinado sobre laderas con barro, que se hacen en zigzag para alivianar la marcha, alcanzamos un pequeño claro que ofrece la primera vista a la caldera del Puyehue. Los manchones de nieve contrastan con la gran colada de lava negra como el petróleo, mientras un aguilucho con sus alas terminadas en punta sobrevuela nuestras cabezas.

«Mar» de lava solidificada. Créditos: Felipe Pineda

Continuamos ascendiendo por una zona de montaña para internarnos en el impresionante sector de las azufreras; geotermia en vivo, expresión de aguas meteóricas que cubren los mantos de amarillo, tonalidades rojizas, verdes oxidados producto de la alta acidez del azufre.

En este sistema geotermal las fumarolas se alzan alineadas con la dirección del cordón montañoso. En eso, encontramos un pequeño agujero en la tierra que contiene un barro líquido y gris del que surgen grandes burbujas que aparecen y se esfuman. Debajo se escucha como un rugido, algo primigenio, gutural. Parece ser el envés, el negativo de toda esta tierra que hemos caminado. 

Las lavas más antiguas del Caulle datan de hace 343 millones de años, pero este complejo ha tenido un importante número de registros históricos de erupciones. Es lo que observamos al alcanzar el punto más alto de la travesía en la gran colada de lava, ya inmersos en el sistema geotermal del Caulle.

La erupción de 1921 dejó lo que ahora parece un mar negro petrificado. Mientras que fisuras más recientes, como la del terremoto de Valdivia de 1960, provocó lavas con formas de domo.

Lava solidificada y domos provocadas por el terremoto de 1921. Créditos: Felipe Pineda

Desde aquí alcanzamos una panorámica que deja ver por el este la cordillera Nevada, al oeste la caldera del volcán Puyehue (que tiene 2 km de diámetro), hacia el sur los conos del Casablanca, Puntiagudo y la cumbre señorial del Osorno. Por el norte, nubes rápidas se mezclan con fumarolas sulfurosas que se internan en los bosques calcinados, dando cuenta de un espectáculo sombrío y elegante a la vez. Es un paisaje crudo, visceral.

Desde aquí, toca descender a más tardar a las 14:00 hrs. por la misma ruta, hasta volver a las faldas del Caulle. Al retornar, cuando baja la temperatura, el Ranco comienza a cubrirse con un manto denso de nubes.

Ranco cubierto de nubes. Créditos: Felipe Pineda
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