Mucha gente cree que para cuidar nuestra naturaleza se debe ser una especie de santo suave… Conocí a Mama Piru, cuando con Alex Muñoz, director de Oceana en aquel entonces, nos enfocábamos seriamente en un proyecto sin igual de rescate cultural de las costas de Chile.

Mama Piru, en el todo, era muy diferente al clásico ser humano medioambientalista, pero tenía lo requerido para poder batallar con determinación y eficazmente contra la contaminación. Era una mujer notable.

“Qué buscas”, me dijo con voz seria y directa. «Una persona que no se queje», le respondí. “Yo soy, ven… pasa… siéntate ahí”.  Tiempo después, era un abrazo, sus palabras y una mirada clavada. “Claudio, confío en ti. Honra esta isla. La gente tiene que entender para cuidar lo que tiene”.

Mama Piru acaba de partir. El cáncer no discrimina, y se siente pena y un lejos de incertidumbre por las costas de Rapa Nui. Ella era quien, junto a su marido Koro Tutuma, por más de 20 años se dedicó a limpiar las costas de la isla de la enorme cantidad de plásticos, vidrios y otros desechos, que llegaban de los diferentes océanos del mundo. Más aún, levantó la única planta de reciclaje de la isla; algo extremadamente necesario.

Mama Piru tenía una frase tan simple como ejemplar era su esencia:

“Yo nací sin basura y quiero vivir sin basura” 

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