Los “burritos” de Chile, carismáticos y extravagantes escarabajos “trompudos”
Son unos escarabajos llamativos, de los cuáles en Chile existen más de 500 especies de 7 familias diferentes. Hablamos de los conocidos «burritos», fáciles de reconocer por su distinguible «trompita» y sus cuerpos que pueden ser rechonchos, alargados e incluso cuadrados. Junto a nuestros colaboradores invitados Vicente Valdés, fotógrafo, y Camilo Colilaf, investigador de estos particulares insectos, en esta nota podrás conocer más detalles sobre su importancia para los ecosistemas, taxonomía, como reconocerlos y su historia natural en el país.
Posiblemente, caminando por alguna plaza, por el jardín de sus casas, por alguna plantación u otra zona con relativa vegetación, más de alguna vez se toparon con un bichito simpático, cafecito con pequeñas líneas amarillas pálidas, de hocico largo medio cuadrado, conocido comúnmente como Burrito de la vid (Naupactus xanthographus), el que es quizás el representante más famoso del territorio nacional, dentro del maravilloso grupo de insectos que les presentamos en esta nota.
A veces llamados “Cabritos”, “Gorgojos”, “Picudos” o incluso “Vaquitas”, los escarabajos de la familia Curculionidae han sido conocidos histórica y coloquialmente como “Burritos”. Un nombre que proviene de la imaginación propia de cada zona para bautizar a los seres vivos de acuerdo con sus características físicas, apariencia o algún comportamiento distintivo.
Por lo mismo, se han transformado globalmente en uno de los conjuntos de escarabajos más llamativos, y con capacidad de generar mayor interés en diferentes actividades o diciplinas, como, por ejemplo, la ciencia, la fotografía o simplemente la observación naturalista.
Estos pequeños animalitos, especiales representantes de la entomofauna de Chile, habitan casi en todo el país, ocupando convenientemente la gran cantidad de ecosistemas que esta angosta y larga faja de vida provee; desde lugares desérticos, precordilleras y altiplanos con veranos tormentosos, bordes costeros, áreas de matorrales, laderas de umbría y de solano, zonas cordilleranas, bosques mediterráneos, templados lluviosos, selváticos, subantárticos y hasta estepas patagónicas.
Básicamente, donde tengan espacio para desarrollarse, comer y sobrevivir como sea, ahí estarán, siendo parte fundamental de las redes tróficas desde distintos puntos de vista.
Son organismos en su mayoría fitófagos, que es algo así como ser herbívoro, con una dieta que consiste en materias vegetales, principalmente hojas, pero también tallos, raíces, flores y otras partes de las plantas. A lo anterior, se podría sumar quizás algún gustito por la sabia o los hongos. Es por esta razón, que alrededor de todo el planeta hay especies consideradas plagas, debido a que afectan gravemente producciones agrícolas humanas, atacando diversas frutas, papas y otros tubérculos, e incluso palmeras, de tal manera que existen esfuerzos constantes de erradicar a estos inofensivos seres.
Ahora, vamos a los datos duros y a explicar algunos puntos importantes sobre taxonomía:
Primero es importante saber que el nombre común “burrito” no aplica solo para una familia de escarabajos, si no que para una clasificación más grande aún, la superfamilia Curculionoidea. Dentro de este gran rango taxonómico, tenemos 7 familias presentes en Chile, y en total se han registrado más de 500 especies, la mayoría de ellas tiene una morfología que similar entre sí (aunque las excepciones no faltan), siendo algunos de cuerpo rechoncho, otros más alargados o cuadrados, pero con ese lindo detalle capaz de generar curiosidad, y que nos ha enamorado de estos bichitos: su trompita.
Como uno podría pensar, esa trompita es parte de su aparato bucal, desarrollado de esa forma para así potenciar su hábito alimenticio. En concreto, la trompa es una mera extensión del rostro dentro de los Curculionoidea (sin considerar a Platypodidade ni Scolytinae, con notables excepciones), y aunque a simple vista no se pueda observar, en su interior (y borde exterior) presenta una serie de estructuras bucales que además de permitirles una correcta alimentación -como las mandíbulas que están encargadas de romper materia vegetal, o los palpos labiales y maxilares que facilitan la correcta ingesta del alimento-, también nos permite a nosotros los humanos poder determinar las relaciones de parentesco que existe entre este tremendo grupo de individuos, pudiendo incluso diferenciar entre especies que externamente lucen idénticas.
¿Cómo reconocemos o identificamos a un burrito?
Como ya se dejó entrever en párrafos anteriores, en general podemos identificar a los miembros de la familia de los Curculiónidos al fijarnos en su aparato bucal: si este es alargado y rígido (no como la probóscide de alguna mariposa o polilla, que es retráctil), muy probablemente ya estaremos frente a un noble y tierno burrito.
Sin embargo, desde el punto de vista científico no existe un único carácter que permita identificar entre familias de Coleópteros: en el caso de los simpáticos burritos, existe un relativo consenso sobre las características diagnósticas de esta familia, entre las que se encuentra la reducción parcial o total del labro (que es como un diente superior que suelen tener diversos grupos de insectos), las antenas geniculadas (vale decir, que tienen forma de hombro, donde el primer y segundo segmento antenal, están unidos en un ángulo siempre obtuso, y no apegados rectos como ocurre desde el segundo hasta el séptimo segmento), la presencia de una masa antenal (que generalmente se conforma desde los segmentos N° 8 hasta el 10°), la presencia de cinco tarsos por cada pata (aunque el cuarto siempre está reducido y oculto), y también un cuerpo notablemente rígido, causando más de algún dolor de manos entre los investigadores, que muchas veces no logran atravesarlos ni con los alfileres más duros que poseen.
Historia natural
Por supuesto que al ser tan especiales como grupo, es importante hablar sobre sus hábitos, hábitats, biología y otros datos de historia natural.
Dentro de la superfamilia Curculionoidea en Chile, podemos encontrar una alta variabilidad en conductas, comportamientos y asociaciones, ya que por ejemplo, algunos burritos son muy buenos voladores, mientras que otros evolucionaron solo para moverse caminando, presentando alas membranosas reducidas o incluso, ausentes, y que tendrían que estar bajo su par de alas endurecidas, los élitros, los que “irónicamente” a veces están unidos porque no necesitan abrirlos.
Los podemos encontrar ocupando diferentes ambientes, desde algunos que viven netamente en follajes o troncos, hasta otros que pueden hacer su vida completamente bajo tierra.
Los hay de hábitos nocturnos y diurnos, y dependiendo de la especie, también podemos encontrar fuertes asociaciones “especie-específicas”, esto quiere decir que algunas especies de burritos se desarrollan y hacen su vida en una única planta, lo que viene a demostrar por cierto, el cómo proteger a una especie ayuda a la conservación de otras, que dependen de esta primera.
Su actividad se concentra en primavera y verano, por lo que, si quieres toparte con uno, tienes que
fijarte con más detalle en esas temporadas, revisando meticulosamente y con “ojo de águila” a todos los potenciales lugares donde podrían refugiarse o hacer su vida.
¡Cuidado con acercarte rápido! Ya que podrían escaparse rápidamente al sentirse amenazados, o utilizar algún otro mecanismo de defensa para desaparecer, como dejarse caer, hacerse los muertos o porqué no, volar.
La familia con más especies es Curculionidae, y también la más sencilla de ver, pero también tenemos a la familias Belidae, Caridae, Attelabidae, Nemonychidae, Brentidae y Anthribidae, que si bien tienen considerablemente menos representantes, son bastante posibles de encontrar y en esta nota les mostramos algunas especies.
Uno de los aspectos más fascinantes a la hora de hablar sobre la historia de estos insectos, tiene que ver con aquellas otras familias de la superfamilia Curculionoidea presentes en el país: las familias Nemonychidae, Caridae, Belidae y Brentidae son un fiel reflejo del status que posee Chile como ”lugar detenido en el tiempo”.
Esto hace sentido al saber que se han encontrado fósiles de ejemplares de estas familias por todo el mundo (incluidos en ámbar), siendo el caso más extremo el de la familia Nemonychidae, con ejemplares datados de hace 200 millones de años, y el resto de las familias mencionadas con registros desde hace 160 millones de años: ¡convivimos con verdaderos fósiles vivientes sin saberlo.
Una muestra más de lo interesante de estos grupos antiguos es su distribución, siendo notable el caso de Nemonychidae, Caridae y Belidae que poseen una distribución Gondwánica, evidenciado en el cercano parentesco de nuestras especies nativas con aquellas presentes en Australia, Nueva Zelanda, Nueva Caledonia, e incluso sectores tan alejados como Francia y España (considerando fósiles), demostrando cómo estos lugares en algún momento estuvieron unidos formando una única masa terrestre. Como si fuera poco, este status de “fósiles vivientes” que poseen estas familias, queda aún más en evidencia al analizar la interacción que varias especies poseen con nuestro notable Pehuén Araucaria araucana, donde la eminencia nacional y mundial en Curculionoidea Guillermo Kuschel demostró la asociación de 23 especies de esta superfamilia con este relicto árbol, destacándose dentro de este numeroso grupo, el género Mecomacer y Rhynchitomacerinus dentro de Nemonychidae, así como Oxycraspedus dentro de Belidae: un viaje al pasado por donde se mire.
Todo lo que conocemos hoy en día a nivel país sobre los burritos, se debe al arduo trabajo, investigación y registros de destacados personajes que han dedicado gran parte de su vida al conocimiento de esta superfamilia de escarabajos, entre ellos Mario Elgueta y Camilo Colilaf (uno de los autores de esta nota).
Por otra parte, herramientas tan importantes en la actualidad como la fotografía naturalista, el material audiovisual, y por supuesto, la ciencia ciudadana, han contribuido enorme y constantemente a la recopilación de información para que cada día estos importantes “bichitos” sean parte de una sociedad que por lo general los desconoce, pero que debe protegerlos cuanto antes.
Y así es como los carismáticos burritos, merecen tener su pedacito de pantalla en esto de la difusión y divulgación científica, ya que no solamente son tan increíbles como se los hemos presentado en esta nota, si no que además son fundamentales e imprescindibles en los ecosistemas que habitan.
Por otro lado, forman parte de la riqueza biológica de Chile y de nuestro patrimonio natural, y hoy en día es crucial que más y más personas conozcan a este particular grupo de insectos, los amigables y llamativos escarabajos con trompita, nuestros preciados burritos.