Recorrer Tierra del Fuego en invierno era uno de mis grandes sueños. Había estado dos veces en otoño, pero nunca en pleno invierno, ya que su acceso se hace difícil por las profundas nevadas, las bajas temperaturas y los escasos lugares de hospedaje. En este contexto, fue una bendición recibir la invitación de parte de los fotógrafos Andel Paulmann y Guy Wenborne —quien dirigiría esta expedición— para que los acompañara a recorrer y conocer los alrededores de dos faros de la Región de Magallanes.

En Chile, al ser un país de extensa costa, los faros cumplen una labor fundamental para que los navegantes puedan seguir su rumbo con mayor seguridad. En la Región de Magallanes se concentra una red de 12 faros (ocho habitados) y más de 600 boyas y balizas.

Faro Punta Dungeness

Era fines de julio cuando salimos desde Punta Arenas rumbo al Faro Punta Dungeness, donde las corrientes del estrecho se juntan con los vendavales del oeste y las marejadas del Atlántico. Nevaba a ratos y la carretera estaba, en algunas partes, congelada. El hielo negro del camino hacía que nuestra velocidad de traslado apenas superara los 20 km/hora, lo que transformaría los 269 km de trayecto en al menos 6 horas de viaje, pero el paisaje era tan extraordinario que la inmensidad de él se apoderaba por completo de cada uno de nosotros sin importar el tiempo transcurrido.

Faro Punta Dungeness. Créditos María Teresa Zegers.
Faro Punta Dungeness. Créditos: María Teresa Zegers

Llegar al faro fue emocionante. Nos recibieron cariñosamente los fareros Rayen, Héctor, Kassandra e Iván. Después de un largo viaje nada mejor que ser recibidos con una comida casera para luego estirar nuestros sacos de dormir y descansar en este mágico lugar.

El Faro Punta Dungeness —declarado monumento nacional— lleva más de120 años iluminando la boca oriental del estrecho de Magallanes. Fue diseñado por el ingeniero escocés George Slight.

Una vista impresionante del estrecho se puede apreciar desde lo alto de la torre después de ascender por las bellas escaleras en forma de caracol.

Fue inaugurado en 1899 y su estructura alcanza los 25 metros de altura. Además, tiene un alcance luminoso de 22 millas náuticas. La labor primordial de los fareros es proteger la seguridad de los navegantes y defender la soberanía e integridad nacional.

Faro Punta Dungeness. Créditos María Teresa Zegers.
Faro Punta Dungeness. Créditos María Teresa Zegers.

Recorrer sus alrededores fue una experiencia maravillosa. Fotografiamos el amanecer, el atardecer y cada momento único respirando esa particular brisa marina en compañía de las aves australes. ¡Cómo disfrutamos ese silencio infinito de una naturaleza absolutamente virgen en el propio fin del mundo!

Tierra del Fuego Interior

Continuamos rumbo hacia la isla de Tierra del Fuego cruzando el estrecho de Magallanes. La idea era explorar un poco más de esta Patagonia salvaje invernal y luego —al regreso— conocer el Faro Cabo Espíritu Santo, donde nos quedaríamos las últimas noches y contemplaríamos, si teníamos suerte, la salida de la súper luna por el Atlántico.

Tierra del Fuego. Créditos María Tersa Zegers.
Tierra del Fuego. Créditos María Tersa Zegers.

Cuánta belleza regalan estas vastas tierras remotas de extensa y cruda geografía. Un paisaje prístino donde los delicados guanacos dan vida al lugar y los clásicos árboles solitarios de forma horizontal emergen con fuerza de la estepa.

Tuvimos la suerte de poder dormir en una cabaña que nos facilitó gentilmente Cameron Lodge, lugar de pesca reconocido mundialmente, ubicado junto al Río Grande. Fue un espectáculo contemplar el río en partes congelado.

Se agradece haber contado con este espacio privilegiado, que aunque no contábamos con agua ni calefacción, nos salvó una pequeña Bosca que durante la noche mantuvimos encendida mediante el acuerdo de turnos individuales.

Faro Cabo Espíritu Santo

Finalmente nos dirigimos a nuestro destino final; el Faro Cabo Espíritu Santo.

Salimos de madrugada dejando atrás un amanecer completamente vestido de blanco. Durante el viaje —de casi 4 horas— fotografiamos lugares icónicos como la Estancia Josefina o los bloques erráticos diseminados en los campos adosados al camino.

Faro Cabo Espíritu Santo. Créditos María Teresa Zegers.
Borde costero de Cabo Espíritu Santo. Créditos María Teresa Zegers.

Nos recibieron Enrique, Evelyn y el pequeño Rodrigo, los únicos habitantes del lugar. Cabe destacar lo solitario y sacrificado que resulta la labor del farero en ciertos espacios aislados.

Este Faro está ubicado en la ribera sur de la boca oriental del estrecho y a pocos metros del límite con Argentina. Se ubica sobre una pampa esteparia de llanuras y lomajes bajos muy extensos donde sólo crecen dorados pastizales debido a los fuertes vientos y escasas lluvias. Llaman la atención los grandes acantilados que albergan el lugar frente al mar.

Nos levantábamos con linterna en mano para lograr captar el amanecer de este silencioso lugar. El frío extremo producido por la nieve recién caída durante la noche nos obligaba a movernos para entrar en calor; y, luego, ante nuestro ojos incrédulos, aparecían las primeras luces a iluminar esta llanura infinita. Nuestro esfuerzo, sin duda, no había sido en vano.

Por la tarde salimos en busca del atardecer hacia la playa. Sabíamos que hay un sector muy particular donde curiosamente aparecen muchos guijarros; fragmentos de rocas pulidas y sueltas sobre la arena, diseminadas de forma muy especial. Estas quedan al descubierto al bajar la marea que varía significativamente, abarcando un km de distancia desde el borde costero.

Bloques erráticos. Créditos Teresa Zegers.
Bloques erráticos. Créditos Teresa Zegers

Estaba semi despejado y el paisaje era sobrecogedor. Mientras la tarde avanzaba la luz comenzaba a desvanecer y la marea a subir. Al mismo tiempo, y sobre el horizonte, la super luna se hacía presente en medio de una profunda inmensidad azul e infinita.

Fue una experiencia increíble, de seguro el universo estaba de nuestra parte.

Mil gracias Andel y Guy por la oportunidad de ser parte de esta memorable y única expedición por los silenciosos confines del planeta.

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