Muchos creen que es imposible viajar al pasado y al futuro al mismo tiempo, sin embargo, hay un sitio en la Argentina en donde sucede. Es un lugar donde el paisaje y sus sonidos reviven la era de los dinosaurios. Es un espacio eterno, celestial, donde reina la calma y los colores. En 2019 fue elegida como una de las maravillas naturales de la Argentina por su belleza e inmensidad y, a partir de ello, día tras día la gente repite su nombre, el Bañado de La Estrella. Sin duda el accidente geográfico rinde honores a una provincia que en lengua nativa se la denominaba Hermosa. Así se presenta Formosa. 

El Vertedero y las Lomitas

El viaje comienza sobre la ruta nacional 81 tras abandonar el aeropuerto de Formosa. La ruta corre de este a oeste en línea recta durante 303 kilómetros atravesando campos y extensos palmares. Aquí la geografía de la provincia responde al de una planicie suavemente ondulada. La región forma parte de lo que se conoce como el Chaco Central, conformado también por el Chaco boreal (Paraguay) y el Chaco austral (Argentina). Luego de cuatro horas de manejo se llega al poblado de Las Lomitas, “capital nacional del horno”, por sus altas temperaturas. Aquí espera el guía, Carlos Maldonado (50), baquiano de Fortín Soledad, para iniciar el paseo y cargar algunos víveres en la casa de la familia.

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Ruta a caballo El Bañado la Estrella. Créditos: Gonzalo Gaviña Alvarado

Antonio, su padre, de piel morena, manos grandes y duras, se presenta con la picardía digna de un niño criado en libertad. En un ping pong jugoso, sentado en su silla de jardín, introduce a la Formosa de 1950. Con alegría y algo de nostalgia recuerda aquella época de austeridad, de dificultad, de viajes largos en carreta, del sentido de fiar, de animales salvajes y las antiguas tradiciones como las carreras de caballos. Después del viaje atemporal y con sabor a mate en la boca, se parte hacia el Vertedero, primera parada del Bañado La Estrella.

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Ruta Bañado la Estrella. Créditos: Gonzalo Gaviña Alvarado

El Vertedero es una zona de fácil acceso, ya que se encuentra a 30 minutos de Las Lomitas y se puede apreciar una de las facetas del Bañado. A media mañana, el sol pica como los mosquitos del atardecer. La ruta se desplaza sobre una obra hidro vial, que data del 2012. Esta divide al bañado del desierto o mejor dicho del monte chaqueño.

En el margen de la ruta, sobre puentes y orillas, están los pescadores probando su suerte bajo la atenta mirada de yacarés y otros animales. Aquí las familias despliegan sus picnics frente a un paisaje de cientos de árboles muertos e inundados. La composición es misteriosa, exótica y desoladora. Durante el almuerzo Charly explica: “El Bañado La Estrella es el tercer humedal más grande de Sudamérica, tras El Pantanal en Brasil y Esteros de Iberá en la provincia de corrientes. Su formación se debe al permanente retroceso y los sucesivos desbordes del río Pilcomayo de las primeras décadas del siglo pasado, las cuales se activaron con mayor intensidad a partir de los años sesenta. Esto dio vida o un gran ecosistema de lagunas y esteros”.

Lo curioso es que, de un lado, el bosque inundado expresa soledad, vacío y falta de vida, mientras que del otro, las lagunas y el campo colmado de cientos de aves plasman vida en abundancia. Cabe destacar que en Argentina hay aproximadamente 1000 especies distintas de aves, de las cuales cerca de 500 habitan en la provincia de Formosa y más de 300 en el Bañado La Estrella. Aquí frecuenta el jabirú, la cigüeña más grande del continente americano, el tuyuyú, la cigüeña común, las garzas blanca y mora, el águila negra, el chajá, el caracolero, el martín pescador, el aninga y el biguá, entre muchas otras especies.

Luego de cinco horas de tomar fotos y dispersar la mente se parte hacia Fortín Soledad, hogar de Charly y su familia. Sobre el camino de ripio, rodeado del monte chaqueño y con el atardecer en el horizonte, se aprecia un espectáculo visual impresionante. La capa fina de tierra en suspensión crea un filtro sobre el sol dando un efecto salvaje y misterioso. La primera jornada culmina en las manos de Susana, mujer de Charly, quien prepara con amor un guiso de cabrito con verduras, comida típica de la zona. Así el cansancio se adueña de la mesa notándose en las caras y la baja conversación de los comensales. Solo quedan rostros marcados por sonrisas.

Amanecer en el Bañado De La Estrella

La noche pasa volando porque la agenda del día dos inicia a las 6:30 de la mañana. El sol naranja se posa al este de Fortín Soledad. El barrio de calle de tierras y construcciones de ladrillo a la vista alberga a no más de 500 almas. Aquí la vida gira en torno a la actividad rural y el turismo comunitario. El enclave cuenta con el privilegio de ubicarse a tan solo 300 metros del Bañado. Tras coger el mate, el repelente y la comida, se parte al embarcadero.

Al embarcar los mosquitos desafían la paciencia mientras los primeros cantos de las aves hacen eco en la orilla. Abordar de la nave, Chary toma el botador, un remo largo de madera noble, característico de la región, ideal para navegar suavemente y en silencio por estas aguas, así se inicia la primera navegación.

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Embarcación Turística Bañado la Estrella. Créditos: Gonzalo Gaviña Alvarado

El escenario es imponente. La quietud del agua combinado con los alaridos de múltiples aves recrea una escena de Jurassic Park. Mientras la embarcación se desplaza entre las plantas acuáticas, Charly agrega: “La época de crecida va desde diciembre –cuando pega fuerte el sol, no se recomienda visitar la zona– hasta mayo, junio, que comienza a secarse el bañado. Entre agosto y septiembre baja notablemente el nivel del agua, transformando el paisaje, momento en que las aves revolotean de a cientos, de a miles, en busca de comida. Ventana ideal para los fotógrafos de naturaleza y observadores de aves”.

En la primera etapa del recorrido se observan cientos de palmeras caranday. También se puede apreciar a la emblemática ave formoseña, el yabirú, junto a sus polluelos en su nido de altura. El chajá por su parte se hace notar por el fuerte grito, como así el búho a quien se lo tiene bien identificado, ya que se posa sobre su nido de forma rutinaria. La mañana avanza como el sol en el horizonte, de forma sorpresiva el guía señala una formación fantasmagórica para explicarla: “Los champales son enredaderas que crecen sobre árboles que están cubiertos de agua y en su mayoría muertos. Detrás de las hojas descansan algarrobos, quebrachos, palos santos, entre otros”. En silencio se avanza entre los cuerpos verdes misteriosos y la flora acuática. Algunos ejemplos de estas últimas son los camalotes, las lentejitas que cubren de verde el agua, las algas rojas y los cientos de especies de plantas subacuáticas.

Las horas pasan navegando en paz y sin pausa bajo la mirada de yacarés, cerdos y vacas. El festival de fotos y videos es un éxito gracias a los cientos de aves que entretienen al lente. Luego de navegar cinco horas ininterrumpidas se regresa a la casa para protegerse de los rayos del mediodía. Por la tarde se repite la actividad como así también de noche, viviendo unos avistajes únicos tanto para la cámara como para el corazón. A la noche y junto a las nuevas visitas celebramos el repiqueteo de salidas con un cabrito en la mesa.

El monte chaqueño y las comunidades originarias

El canto del gallo indica el comienzo del último día. Con la costumbre del mate debajo del brazo partimos al monte chaqueño. En el margen de la ruta 23 se inicia un trekking de una hora por el campo. Aquí se observa la otra naranja del bañado y el fortín. El sendero se abre entre espinales, vinales, palos borrachos, algarrobos, y quebrachos.

Los cactus también se hacen presente como los cantos de algunas aves de colores exóticas como el Matico, de color naranja. Charly da un masterclass al volcar un tronco del piso para presentar a la viuda negra de cola roja. La aventura continúa hacia el corazón del chaco, para conocer a Erica, integrante de “la línea”, una comunidad de la etnia Pilagá.

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Bañado la Estrella. Créditos: Gonzalo Gaviña Alvarado

Cabe aclarar que Formosa es diversa y multiétnica, constituyendo un mosaico cultural en el cual habitan los Pueblos Toba (Qom), Pilagá -la cual visitamos- y los Wichí. Dentro del predio, Erica invita a pasar a su casa de barro, presenta a su numerosa familia y con mucho orgullo cuenta el proceso productivo de sus artesanías a base de la palmera Caranday.

El cierre es mágico ya que la experiencia de El Bañado se completa con su gente. Así finaliza una de las aventuras más increíbles de la Argentina. Con el corazón en la mano y la sonrisa extendida se deja atrás la bella y querida Formosa.

Datos útiles

Cómo llegar: Vuelo a Formosa. Alquiler de auto en el aeropuerto. Se toma la ruta 81 hasta Las Lomitas, son 300 kilómetros. Desde ahí, seguir por la ruta 32, 65km de ripio hasta fortín Soledad.

Mejor Época: bajo nivel de agua, para avistaje de aves, agosto y septiembre / abril a junio: Mucha agua y mas verde el paisaje.

Guía: Carlos Maldonado, Charly. @turismo_estrella_soledad

Que llevar: Camisa Manga Larga, sombrero, protector solar, repelente, mapa offline y ropa de viaje.

Donde dormir: Carlos Maldonado, Charly. @turismo_estrella_soledad

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