En el fondo del mar, un espectáculo colorido y sorprendente toma lugar y vislumbra a quienes lo presencian. Entre la arena y las rocas, habitan unas criaturas asombrosas sacadas de otro mundo: los nudibranquios (Nudibranchia). Se trata de moluscos gasterópodos e invertebrados de formas fascinantes y colores vibrantes, también conocidos como babosas marinas por no tener caparazón.

Su nombre significa “branquias desnudas”, precisamente, por no poseer una concha que los envuelva. Al tener sus branquias expuestas, se forman “pelitos” sobre ellos, apéndices llamados ceratas. En ellos se acumulan células urticantes que usan como defensa ante sus depredadores. Además, en su cabeza, se extienden rinóforos: órganos sensoriales que lucen como un par de antenas, al igual que los caracoles. “Los utilizan para captar señales químicas y así encontrar alimento, pareja y otras funciones”, dice José Luis Kappes, biólogo marino de la Universidad Austral de Chile.

Aeolidia papillosa en Cabo Froward para una expedición científica de Rewilding Chile para la preservación de la Patagonia. © José Luis Kappes
Aeolidia papillosa en Cabo Froward para una expedición científica de Rewilding Chile para la preservación de la Patagonia. © José Luis Kappes

Los nudibranquios habitan en todas las profundidades del océano, desde fondos marinos arenosos cercanos a la superficie, hasta zonas que superan los 20 metros de hondura. «Son depredadores muy especializados, y generalmente se encuentran en mayor abundancia a medida que aumenta la profundidad. Esto se debe a que la depredación aumenta con la profundidad, mientras que los herbívoros se concentran en los primeros metros», explica sobre este animal Alejandro Pérez, biólogo marino y académico de la Facultad de Ciencias Biológicas de la Pontificia Universidad Católica de Chile.

Hay más de 3.000 especies conocidas de nudibranquios en el mundo, y ninguno es igual al otro. “En Chile hay hartas especies. En el sur, se han descrito al menos unas 40. En el norte no se ha investigado tanto como en el sur, pero es probable que haya unas 20 especies. Son bastante susceptibles a las condiciones ambientales, lo que las convierte en indicadores de la calidad del agua”, comenta Sergio Carrasco, biólogo marino y académico de la Universidad de Concepción.

Thecacera darwini en Aysén para una expedición científica de Rewilding Chile para la preservación de la Patagonia. © José Luis Kappes
Thecacera darwini en Aysén para una expedición científica de Rewilding Chile para la preservación de la Patagonia. © José Luis Kappes

De acuerdo con la “Guía de identificación y mantención de invertebrados marinos del norte de Chile II”, escrita por los biólogos Felipe Abarca y Renzo Pepe Victoriano, las especies más comunes del país son la babosa marina manchada (Diaulula variolata), la babosa dálmata (Thecacera darwini), la babosa espalda de fuego (Phidiana lottini) y la babosa amarilla (Doris fontainei).

Las características de estos moluscos no solamente destacan por su atractivo visual. «La coloración vibrante de los nudibranquios cumple una función crucial en su supervivencia, generando una alerta a sus depredadores, principalmente peces. Además, muchos tienen mecanismos de defensa que les ayudan a protegerse», dice Pérez. En otras palabras, estos animales son tóxicos, es decir, poseen veneno, y sus fuertes colores son su forma de decir que no se acerquen a ellos.

Flabellina falklandica en Cabo Froward para una expedición científica de Rewilding Chile para la preservación de la Patagonia. © José Luis Kappes
Flabellina falklandica en Cabo Froward para una expedición científica de Rewilding Chile para la preservación de la Patagonia. © José Luis Kappes

José Luis Kappes, además, es buzo científico y fotógrafo (ganador del 9no concurso de fotografía de Ladera Sur). Ha tenido diversos encuentros con estas criaturas de ensueño. “Siempre tuve una atracción especial por ellos, en especial por su pequeño tamaño, llamativos colores y formas. Son bastante lindos de observar”, cuenta. Pese a que son venenosos para sus depredadores, Kappes explica que para los humanos son inofensivos.

Por lo general, están en todas partes, desde el Ártico y la Antártica hasta mares cálidos. En Chile continental, se pueden encontrar de norte a sur. Mientras José Luis guiaba a un grupo de buceo recreativo en Algarrobo, Región de Valparaíso, divisó a unos “nudis”, como les llama. Sus colores variaban entre amarillos y naranjas. Cada uno estaba moldeado de forma única.

Más en el norte, en Antofagasta, encontró otros ejemplares del molusco. “Estas fotos se hicieron en las cercanías de la Isla Santa María, en un bosque de algas entre los 15 a 20 metro de profundidad”, dice Kappes. Las tomó en el contexto del campeonato nacional de fotografía submarina, donde compite con su dupla Sebastián Durán. “Este busca a los fotógrafos para representar a Chile en el mundial de fotografía submarina 2025”, agrega.

También, en un buceo recreativo junto a su antiguo centro, Cono Sur Diving, fotografió nudibranquios en Punta de Tralca, a una profundidad de 15 metros. “El punto de buceo se llama Catedral. Tiene la particularidad que el fondo está hecho de roca volcánica y tiene mucha presencia de esponjas crustosas de varios colores”, explica.

Tyrinna nobilis. © José Luis Kappes
Tyrinna nobilis. © José Luis Kappes

Una de las curiosidades de los nudibranquios es que tienen la sorprendente habilidad para consumir sustancias que son tóxicas para otras criaturas marinas. “Son depredadores activos que utilizan una lengua dentada llamada rádula para alimentarse de especies como esponjas y corales. Son capaces de acumular toxinas de sus presas y almacenarlas en estructuras especializadas en sus ceratas: las células urticantes», explica Carrasco. Por lo tanto, aunque son inmunes a sus toxinas, no las digieren. Algunos también se alimentan de medusas y anémonas y luego pueden liberar el veneno a través de células o glándulas en su piel.

Estos moluscos tienen una corta esperanza de vida. Pueden llegar hasta el año, pero algunas especies solo viven por algunas semanas. Según Carrasco, estos procesos de vida suelen estar estrechamente relacionados con sus ciclos reproductivos. “Muchas especies de nudibranquios son hermafroditas, y se sabe que exhiben comportamientos gregarios durante la reproducción, formando agrupaciones que facilitan la postura de huevos«, señala el biólogo. Cabe destacar que, al ser hermafroditas, pueden aparearse con cualquier otro de su especie. Algunas parejas pueden producir hasta un millón de huevos en una sola vez.

Huevos de nudibranquio (Archidoris fontaini). © José Luis Kappes
Huevos de nudibranquio (Archidoris fontaini). © José Luis Kappes

Cada año se encuentran nuevos ejemplares de nudibranquios, sin embargo, según investigadores, muchas especies pueden estar en regresión. «Las principales amenazas para los nudibranquios incluyen la pérdida de hábitat, el cambio climático, la contaminación, especialmente por microplásticos, y la sobreexplotación de otras especies marinas», concluye Pérez.

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