Era el primer fin de semana de octubre y mi prima, Carolina Yañez, me hizo una oferta que no podía rechazar: hace unos meses había subido el cerro El Mauco y visto varios brotes u hojas de orquídeas en el suelo que, por estas fechas, ya deberían estar crecidas y florecidas.

Así que partimos la tarde del sábado camino a Concón, para subir este cerro costero ubicado a un costado de la desembocadura del río Aconcagua, que aún pareciera no ser tan popular entre los amantes del trekking. Tomamos la carretera hacia Quillota en dirección al puente Colmo, por la ruta F-190, y paramos en una casa particular, donde pedimos permiso para ingresar al sendero.

©Romina Bevilacqua
©Romina Bevilacqua

Después de una subida algo empinada y cruzar un pequeño bosque esclerófilo, ya tuvimos vista de la antena que marca el inicio de la ruta a la cima y una espectacular panorámica del campo de chaguales que coloniza sus laderas. Así que atentos a los que visiten este cerro en la temporada de primavera-verano ya que puede que vean por ahí a la mariposa del chagual, la más grande de Chile.

©Romina Bevilacqua
©Romina Bevilacqua

Partimos la caminata disfrutando las vistas hacia el humedal de Mantagua y gran parte de la costa de la Región de Valparaíso, y la variada flora que se puede encontrar en el sendero: azulillos, boldos, litres, tebos, tabacos del diablo, quinchamalíes y ajicillos, entre otros, aparecían a un costado de la ruta.

Azulillo ©Manuel Calle
Azulillo ©Manuel Calle

Ya llevábamos casi una hora de caminata, cuando llegamos al sector donde la Carito había encontrado las hojas de orquídeas.  Comenzamos a caminar más lentamente y con la mirada atenta al suelo y pronto vimos la primera florecida: una Chloraea multiflora. Esta orquídea, endémica de Chile, florece entre agosto y octubre y se puede encontrar desde Valparaíso a Cautín.

Chloraea multiflora ©Romina Bevilacqua
Chloraea multiflora ©Romina Bevilacqua

Seguimos nuestro camino y al poco andar, fuimos encontrando más ejemplares de esta singular flor chilena desperdigados a varios metros entre sí. Sabíamos que en esta zona había varias especies diferentes de orquídeas así que ahora, después de nuestro primer triunfo, íbamos aún más atentas y mirando cada rincón a nuestro alrededor. Si no fuera por eso, probablemente habríamos pasado junto a la Gavilea venosa que estaba escondida bajo unos arbustos sin siquiera darnos cuenta. Esta orquídea, también endémica, florece de septiembre a octubre y crece desde la Cuesta de Cavilolén en la Región de Coquimbo, hasta Osorno, en la Región de Los Lagos.

Gavilea venosa ©Manuel Calle
Gavilea venosa ©Manuel Calle

Creo que mi fascinación por las orquídeas comenzó hace un tiempo, cuando escribí un artículo sobre la precaria situación en la que se encuentran estas flores en el país. En ese entonces me llamó la atención la particularidad de las orquídeas chilenas: estas flores suelen asociarse a climas tropicales donde por lo general (el 70%) son epífitas, es decir crecen en troncos o ramas de los árboles, pero en Chile las orquídeas son terrestres y se han adaptado a una gran variedad de ambientes.

©Manuel Calle
©Manuel Calle

De hecho, se pueden encontrar desde el altiplano de la Región de Arica y Parinacota a 4.300 msnm hasta Magallanes. Pero también, me impactó el hecho de que aún se desconoce mucho de estas especies chilenas y, lo peor, que gran parte de éstas está amenazada.

Chloraea multiflora ©Romina Bevilacqua
Chloraea multiflora ©Romina Bevilacqua

¿Lo más impresionante de todo? Es que muchas de estas flores están ahí, frente a nuestros ojos, pero la gran mayoría del tiempo pasan desapercibidas y hace falta un ojo un poco más atento para avistarlas.

En el cerro El Mauco por ejemplo, para estas fechas, se pueden llegar a ver por lo menos cuatro especies de orquídeas. Además de la Chloraea multiflora y la Gavilea venosa, ese fin de semana con mi prima y su marido, Manuel Calle, encontramos la Chloraea gavilu (endémica), que florece durante los meses de primavera y la que parecía ser una Chloraea heteroglosa (endémica) que se anticipó un poco a su floración, ya que florece de noviembre a diciembre.

Chloraea gavilu ©Manuel Calle
Chloraea gavilu ©Manuel Calle

No está de más decir que, si alguna vez encuentran una orquídea en su camino, disfruten la vista, llévense una foto de recuerdo, y sigan su camino. ¡Y por ningún motivo las corten! Es tarea de todos proteger nuestro patrimonio natural.

Sobre el sendero

©Romina Bevilacqua
©Romina Bevilacqua

El sendero a la cima de El Mauco está bien definido, pero bastante erosionado, así que para los que quieran animarse a hacerlo calculen alrededor de 2 horas hasta la cima y vayan con buenos zapatos de trekking. Es un sendero fácil e incluso vimos a varios papás con sus hijos subiendo.  También tengan en cuenta el viento de la costa, hay un tramo donde pese a haber estado soleado, hacía bastante frío así que una buena opción es llevar un cortaviento.

¿Cómo llegar?

©Romina Bevilacqua
©Romina Bevilacqua

Desde la rotonda norte de Concón, en la desembocadura del río Aconcagua, hay que tomar la carretera hacia Quillota que bordea el río por la ribera sur (ruta 64). Son  aproximadamente 7 kilómetros hasta el camino que nace hacia la izquierda, en dirección al puente Colmo, por la ruta F-190. Pueden pasar a la casa donde está el cartel “Donde Glorita, La Picá del Pan Amasado”, estacionar el auto –hay que pagar $1.000 aprox. para dejarlo ahí– y pedir permiso para subir por el sendero.

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