Las abejas de las orquídeas son un grupo fascinante dentro de la familia Apidae, que abarca una amplia variedad de abejas con más de 200 especies registradas, muchas de las cuales tienen una relación simbiótica muy particular con las orquídeas.

«Las abejas de las orquídeas son un grupo bastante importante dentro de la familia Apidae. Hay una tribu que se llama Euglossini, y dentro de ese grupo hay cinco géneros, que se reconocen como abejas asociadas a orquídeas. Usualmente, este grupo de abejas está en la zona tropical, en Centroamérica, y en la región neotropical. Algunas de ellas se distribuyen desde el sur de Estados Unidos hasta el norte de Argentina. En Chile, lamentablemente, no encontramos abejas de esta tribu. Estas abejas son bastante conocidas, porque tienen colores metálicos, son preciosas y, además, los machos recolectan olores de las orquídeas», comenta el Dr. Víctor Monzón, del Departamento de Ciencias Biológicas y Químicas de la Universidad Católica del Maule.

Son abejas de tamaño mediano a grande, con una lengua especialmente larga, que les permite alcanzar néctar y polen en flores con estructuras complejas, como las de las orquídeas. Asimismo, presentan una gran diversidad de colores, con tonalidades metálicas que varían entre verdes, azules y rojizos, o cubiertas de vellosidades blancas, negras, amarillas o anaranjadas. Sin embargo, lo que realmente distingue a las abejas Euglossini de otras especies de abejas es su interacción con las fragancias.

Abeja del género Euglossa. Créditos: Mary Keim.
Abeja del género Euglossa. Créditos: Mary Keim.

Los machos, en particular, están fascinados por los olores que emiten ciertas especies de orquídeas, especialmente miembros de las subtribus Catasetinae, Coeliopsidinae y Stanhopeinae. Esta atracción se genera debido a los aceites aromáticos que producen estas flores, las que carecen de néctar y su polen no es accesible como fuente de nutrición. A diferencia de las abejas comunes, los machos de las abejas euglosinas recolectan estos aceites, los que almacenan en receptáculos especializados situados en sus patas posteriores.

De esta forma, las abejas terminan por transferir el polen de una flor a otra, facilitando la polinización. Las hembras, por otro lado, siguen el comportamiento típico de otras abejas, recolectando polen y néctar de otras especies florales para alimentar a sus crías, y encargándose de la construcción de los nidos, que se ubican en lugares protegidos, como es el caso de los huecos que se forman en la madera.

Abeja del género Euglossa. Créditos: Karen Yukich.
Abeja del género Euglossa. Créditos: Karen Yukich.

«Lo primero es que las orquídeas de alguna manera engañan a estas abejas atrayéndolas en su búsqueda de alimentos. Les ofrecen algunos recursos, haciéndoles creer que los tienen cuando no es así, como es el caso del néctar y polen, por ejemplo. Hay otras que incluso modifican su forma, para parecerse a una hembra. Entonces, los machos van para cupular con esa hembra, que en el fondo es una estructura de la flor. La planta lo que hace es engañar a los machos, que son los que se encargan de polinizar, las hembras no lo hacen. Esto último es bien interesante, porque, en el caso de otras plantas son las hembras las que van a buscar néctar, polen o aceites, y ahí polinizan a las flores», explica Monzón.

«Los machos, estos olores que colectan de las orquídeas, de distintas plantas, e incluso de otras sustancias, les sirven después para atraer a las hembras, pero eso no está muy comprobado. Se cree que es para eso, pero también se cree que podría ser para atraer a otros machos y juntos buscar algunas hembras para reproducirse», agrega.

Los cinco géneros que existen

Cabe destacar que dentro de la tribu Euglossini se encuentran varios géneros, de los cuales los más conocidos son Euglossa, Eulaema y Eufriesea. Cada uno tiene características particulares, aunque casi todos comparten la capacidad de recolectar aceites aromáticos de orquídeas y otras plantas.

El género Euglossa es, con mucho, el más representativo de esta tribu, con más de 100 especies descritas. Algunas de las más conocidas son Euglossa viridis, una abeja verde metálica que se distribuye desde México hasta Brasil, y Euglossa imperialis, que destaca por su gran tamaño y coloración variable que va desde tonos azules hasta dorados. Los machos suelen recolectar los aceites de especies como Catasetum.

Abeja del género Euglossa. Créditos: Andreas Kay.
Abeja del género Euglossa. Créditos: Andreas Kay.

El género Eulaema, por otro lado, incluye algunas de las abejas más grandes de las Euglossini, con especies que pueden llegar a medir hasta 30 mm de largo. Entre ellas, Eulaema cingulata y Eulaema bombiformis son algunas de las más conocidas. Estas abejas son particularmente importantes para la polinización de orquídeas de los géneros Stanhopea y Catasetum. Las abejas de este género también se distinguen por la recolección de aceites que tienen un aroma peculiar y fuerte.

El género Eufriesea es otro grupo importante dentro de las Euglossini, aunque con una distribución más limitada en términos de especies. Las abejas de este género, como Eufriesea violacea, que se encuentra en la región amazónica, son también esenciales para la polinización de orquídeas, especialmente de aquellas que pertenecen al género Catasetum.

Abeja del género Eulaema. Créditos: Edward Ramos.
Abeja del género Eulaema. Créditos: Edward Ramos.

Además de estos géneros principales, también existen otros menos conocidos, como Exaerete y Aglae, que son especies parásitas que se aprovechan de los nidos de otras abejas de la tribu Euglossini. Aunque estos géneros son menos numerosos, siguen siendo parte integral de la dinámica de polinización de muchas especies de plantas tropicales.

«En el caso de la tribu Euglossini, que tiene cinco géneros, de esos tres tienen esta conducta de ir a las orquídeas: Euglossa, Eulaema, y Eufriesea. Los otros dos, Aglae y Exaerete, son cleptoparásitos, es decir, que estas abejas lo que hacen es poner huevos en los nidos de otras abejas que van a las orquídeas, se aprovechan, no construyen», afirma Monzón.

Abeja del género Exaerete. Créditos: USGS Bee Inventory and Monitoring Lab.
Abeja del género Exaerete. Créditos: USGS Bee Inventory and Monitoring Lab.

Comportamiento y particularidades

Los grupos cercanos a las abejas de la tribu Euglossini suelen presentar un comportamiento notablemente solitario. A pesar de que algunas especies pueden formar agrupaciones comunales, en las que los nidos se encuentran cercanos entre sí, las abejas de las orquídeas no tienen reina, no producen miel, no tienen guardianes a la entrada del nido, tampoco una casta de obreras y no comparten el alimento en un mismo nido. Las hembras construyen y cuidan sus propias celdillas de forma independiente.

Este comportamiento de no formar estructuras sociales complejas, como las observadas en las abejas de miel o las abejas sin aguijón, las convierte en un grupo clave para entender la evolución del comportamiento social en las abejas.

Abeja del género Aglae. Créditos: Bianca.
Abeja del género Aglae. Créditos: Bianca.

Los nidos de las abejas de las orquídeas se construyen en una amplia variedad de lugares, incluyendo cavidades en la madera, raíces de helechos, nidos de termitas, grietas en las rocas, y bajo frondas de palmeras. Incluso han sido observadas en estructuras humanas como puentes y techos. Las hembras utilizan materiales naturales como resina, barro, heces animales, trozos de corteza, raicillas de plantas y otros elementos para forrar el interior de su nido. En algunos casos, incluso cierran el nido con resina al final del día para protegerlo durante la noche.

«Mientras los machos están buscando estos olores, las hembras mientras tanto están esperando a los machos, por así decirlo. Se alimentan de otras flores, porque se tienen que alimentar, pero no van a las orquídeas, para ellas no son atractivas. Los machos las buscan para reproducirse, para copular, y después las hembras empiezan con su conducta de nidificación. Ellas hacen los nidos, porque son abejas solitarias, y ponen los huevos», señala Monzón.

Abeja del género Eufriesea. Créditos: D. L. Pearson.
Abeja del género Eufriesea. Créditos: D. L. Pearson.

El ciclo de vida de las hembras es relativamente corto, alrededor de 12 semanas, durante las cuales pueden construir un promedio de ocho celdas para sus crías. Las larvas permanecen entre dos y ocho meses en su fase de desarrollo, dependiendo del sexo, antes de convertirse en adultas. A pesar de que las crías coexisten en el mismo nido, no se producen interacciones maternas, lo que refuerza el carácter solitario de la especie.

Por otro lado, los machos tienen un comportamiento distinto al de las hembras. Después de emerger de sus pupas, abandonan el nido y se refugian en lugares protegidos, como el envés de las hojas o dentro de las flores. Su principal actividad consiste en la recolección de sustancias químicas volátiles, que suelen ser fragantes.

Roles ecológicos y amenazas

En cuanto a sus roles en los ecosistemas que habitan, además de su participación crucial en la polinización de orquídeas, las abejas de las orquídeas desempeñan un papel clave en los ecosistemas tropicales. Son parte de una cadena trófica compleja, en la que interactúan con una amplia variedad de plantas y animales. Las abejas Euglossini también pueden involucrarse con otras especies vegetales, ya que las orquídeas no son las únicas flores que producen aceites, sino que otras plantas de los bosques tropicales también se ven beneficiadas por su presencia.

«El papel más importante de estas abejas, y de las abejas en general, tiene que ver con la polinización. A pesar de que ellas son engañadas por las orquídeas, en el fondo recolectan los polinios de las orquídeas y los llevan a otra orquídea, generando lo que es la fecundación. Por lo tanto, gracias a ellas se generan miles de semillas, perpetuando las especies de las orquídeas. Su rol ecológico es fundamental para nuestros sistemas tropicales», comenta Monzón.

Abeja del género Eufriesea. Créditos: D. L. Pearson.
Abeja del género Eufriesea. Créditos: D. L. Pearson.

Lamentablemente, a pesar de su importante rol, las abejas de las orquídeas enfrentan amenazas significativas, muchas de ellas derivadas de la actividad humana. La agricultura intensiva y la urbanización están fragmentando los hábitats naturales de estas abejas, lo que dificulta su supervivencia. La desaparición de las orquídeas y otras plantas que dependen de estos polinizadores es una de las señales más claras del impacto de la deforestación en los ecosistemas tropicales.

«Como en todas las abejas, lo más importante yo diría es el deterioro del medio ambiente, en este caso, la utilización del ecosistema donde ellas habitan normalmente para, por ejemplo, los cultivos agrícolas. En muchas áreas de la zona tropical están las selvas y las plantas que están siendo deforestadas, para poder construir cultivos, por ejemplo. Por lo tanto, ahí destruyen las orquídeas, el medio ambiente y el ecosistema de esta abeja, así que yo diría que eso sería uno de los grandes daños para ella y, por ende, la utilización de pesticidas», opina Monzón.

Abeja del género Exaerete. Créditos: Eduardo Axel Recillas Bautista.
Abeja del género Exaerete. Créditos: Eduardo Axel Recillas Bautista.

Además, el cambio climático también representa una amenaza, ya que altera los patrones de floración de las orquídeas y puede afectar la disponibilidad de aceites en las plantas. El impacto de fenómenos climáticos como El Niño y La Niña también ha sido objeto de estudio. Sin embargo, los resultados sugieren que las poblaciones de abejas euglosinas muestran una sorprendente estabilidad frente a estos eventos climáticos extremos, especialmente en bosques maduros donde los recursos florales son más abundantes. No obstante, la pérdida de biodiversidad sigue siendo una amenaza constante.

«Lo que generalmente le pasa a las abejas de la tribu Euglossini es que, son tan bonitas, que tienen todas como colores verdes o azulados. Entonces, puede que sean mucho más susceptibles, por ejemplo, a la pérdida de las orquídeas mismas, que son las flores que atraen a esas abejas. Por lo mismo, las abejas de las orquídeas se ven afectadas por la pérdida de hábitat, que es lo que generalmente afecta los tamaños de las poblaciones», menciona Rodrigo Barahona, Dr. en Ciencias Silvoagropecuarias y Veterinarias, académico del departamento de Ciencias Biológicas y Biodiversidad de la Universidad de los Lagos.

Abeja del género Aglae. Créditos: Bianca.
Abeja del género Aglae. Créditos: Bianca.
Abeja del género Eufriesea. Créditos: D. L. Pearson.
Abeja del género Eufriesea. Créditos: D. L. Pearson.

Por estas razones, las abejas de las orquídeas son objeto de estudios científicos en áreas como la conservación de polinizadores y el monitoreo de la biodiversidad. Preservar sus hábitats y fomentar prácticas agrícolas sostenibles son acciones clave para asegurar que estos polinizadores sigan desempeñando su papel en la naturaleza.

«En el trópico hay muchos estudios y centros de investigación, cuya finalidad es justamente dar a conocer a estas abejas y protegerlas. Hay muchas partes, como en Brasil, Panamá, Costa Rica, Colombia, etcétera, en donde hay zonas de protección, parques naturales, en donde ellas pueden vivir libremente y sin mayor efectos del hombre», comenta Monzón.

«Hay restauración de los ecosistemas, hay reproducción de las orquídeas, entre otras medidas. En Río de Janeiro lo vi yo con mis propios ojos. Lo que hacen allí es que colocan orquídeas, o las reproducen, dentro de las ciudades. Entonces, uno puede ver a estas abejas cuando visitan a estas plantas. Manejan de tal forma la arquitectura de las ciudades, que le van pegando las orquídeas a los árboles más grandes. Como llueve y hay harta humedad, las orquídeas se dan bien. Esa es una estrategia muy buena, haciendo de la ciudad un corredor y que no se entienda como una barrera para estos insectos», cuenta Barahona por su parte.

Abeja del género Aglae. Créditos: Christoph Moning.
Abeja del género Aglae. Créditos: Christoph Moning.

¿Cómo se relacionan las abejas y orquídeas nativas de Chile?

Las orquídeas, con cerca de 25.000 especies en todo el mundo, son una de las familias más diversas y ecológicamente relevantes. Sin embargo, su distribución se ha visto afectada por factores como el cambio climático, la pérdida de hábitat y la sobreexplotación, lo que pone en riesgo su supervivencia a gran escala. En Chile, la familia está representada por 72 especies distribuidas desde Arica hasta Tierra del Fuego, aunque su biología, ecología y taxonomía siguen siendo en gran parte desconocidas.

«En Chile no hay abejas de la tribu Euglossini, pero hemos descubierto abejas que las polinizan. Aquí no hay abejas que colectan olores, pero en orquídeas nativas de Chile hay abejas que van a ellas, y que también son engañadas. Van a buscar néctar, pero no se encuentran con el néctar, sino que, al moverse, les quedan adheridos los polinios y polinizan», señala Monzón.

En un estudio realizado en la Región del Maule en 2019, liderado por el Dr. Víctor Monzón, se registraron seis nuevas interacciones entre polinizadores y cuatro especies de orquídeas chilenas: Bipinnula fimbriata, Chloraea bletioides, Chloraea gavilu y Gavilea venosa. Las observaciones se realizaron en tres localidades durante los períodos de floración en 2016 y 2017, con el objetivo de identificar los polinizadores de estas especies y su rol en la reproducción. Los insectos que transportaban polinio fueron capturados y analizados en el Laboratorio de Ecología de Abejas de la Universidad Católica del Maule.

Centris nigerrima. Créditos: Víctor H. Monzón.
Centris nigerrima. Créditos: Víctor H. Monzón.

Entre los nuevos registros, se destacaron especies como Colletes seminitidus y Astylus trifasciatus en B. fimbriata, y Centris nigerrima en C. bletioides. Además, se documentó por primera vez a Cadeguala occidentalis en C. gavilu y a Megachile saulcyi en G. venosa. Aunque algunas especies conocidas como Apis mellifera también fueron observadas.

«Yo he visto varios géneros de abejas que las visitan, que también se llevan los polinios. Hay, por ejemplo, especies del género Alloscirtetica, Megachile, y otras más, que he visto con polinios. Las orquídeas a veces sirven de refugio. Algunas orquídeas de la zona central, por ejemplo, se les ha visto siendo utilizadas de esta forma por abejas del género Colletes. También se les ha visto transportando polinio. Ahí hay un nicho por conocer», profundiza Barahona.

«Seguramente pasa algo parecido a lo que sucede con las abejas tropicales, asociado a algún aceite esencial que las atrae para lograr la polinización, porque las abejas se suelen llevar el polinio. Entonces, cumplen con un rol, finalmente, porque el polinio transporta el polen, haciendo que estas plantas se reproduzcan», agrega.

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