Varios años tardaron en recuperarse las poblaciones de cisnes de cuello negro en el Santuario de la Naturaleza Carlos Anwandter, luego de que ocurriera uno de los mayores desastres ambientales conocidos en Chile: la contaminación de las aguas del río Cruces con los desechos de los RILES de la planta de celulosa de la empresa Arauco, que provocó la muerte y emigración de la mayoría de las aves silvestres del santuario, entre ellas sus emblemáticos cisnes de cuello negro.

Sin embargo hoy los cisnes enfrentan una nueva amenaza. Según el último informe entregado por Conaf, ya son 157 ejemplares los que han fallecido desde junio producto del ataque de lobos marinos en el área. Las razones de estos ataques y por qué los lobos marinos se han trasladado más de 12 km hasta el Santuario de la Naturaleza Carlos Anwandter desde Valdivia, aún se desconocen, sin embargo ya se ha confirmado que se trataría de lobos marinos juveniles.

Ante esta problemática el intendente de Los Ríos, César Asenjo, ya anunció una serie de medidas que se tomarán durante los próximos días para proteger a esta especie amenazada y que fueron aprobadas por una mesa de trabajo interdisciplinar conformada por especialistas, académicos y autoridades: «Se establecerán los censos de población para mantener un equilibrio biológico en Valdivia, teniendo en cuenta que son dos especies emblemáticas de esta ciudad y región». A esto añadió, que activarán el protocolo de acción entregado por Sernapesca que establece de manera inmediata, el monitoreo y la captura de los lobos marinos detrás de los ataques «para de manera rápida transferirlos a una distancia idealmente superior a 500 kilómetros de Valdivia«.

©UACh
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Layla Osman, investigadora del Centro de Estudios Ambientales de la U. Austral quien en 2006 estudió la colonia de lobos marinos que habita en Valdivia, añadió que «lo más importante es entender el comportamiento de los lobos y por eso es necesario implementar un marcaje de todos los que habitan el río Valdivia». El plan incluirá el monitoreo diario de mañana y tarde de los humedales del río Cruces, el uso de tecnología para rastreo satelital de los lobos y un diagnóstico de la situación que viven los cisnes de cuello negro.

Para Osman, estas medidas permitirán no sólo identificar a los lobos que están atacando a las aves, sino que también conocer sus formas de habitar la zona. Esto porque hace 12 años, cuando investigó a la colonia de lobos marinos en Valdivia, identificó que ésta alcanzó los 50 animales conformados por machos juveniles y adultos mayores que utilizaban el área como zona de descanso «pero actualmente hay cerca de 16 usando la zona del río Valdivia. Por ello, una de las interrogantes que deberá responder el monitoreo es dónde están todos los otros».

Un comportamiento errático

Dentro de las hipótesis que se barajan para explicar este comportamiento calificado como «errático» de los lobos marinos en Valdivia, se encuentran aspectos de alimentación o un cambio de hábitat de los lobos marinos.

Eduardo Jaramillo, docente de la Facultad de Ciencias de la Universidad Austral de Chile (UACh) quien se ha dedicado a estudiar la flora y fauna del santuario durante los últimos 14 años, dijo que el comportamiento de los lobos marinos es muy similar al de perros juveniles que «juguetean» con sus presas, pero que «a primera vista se observa (en los cuerpos de los cisnes) que hay un primer desgarro y luego un mordisqueo lo que nos hace pensar que los lobos se están alimentando de los cisnes, lo que es bastante raro porque estos animales se alimentan de peces».

A esto Daniel Boroscheck, veterinario de Valdivia, suma que «hay algo que está haciendo que estos lobos estén invadiendo lugares no habituales y estén comiendo aves no habituales para ellos. Hay que buscar ese algo». Para Boroscheck este cambio de comportamiento en los lobos marinos podría deberse a falta de comida o a que «se les quitó el lugar donde estaban y justo coincidieron las fechas con la construcción de la costanera nueva en Valdivia, donde había un lugar destinado a estos lobos –las balsas, que fueron removidas–».

De todas formas, Boroschek aclara que «no tenemos pruebas de que los lobos que habitaban en la costanera sean los que andan deambulando en el Santuario ya que nunca fueron marcados, pero lo que se puede hacer ahora es marcar y realizar un seguimiento a los que están ocasionando los ataques».

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