©Liana Joseph, Parque Nacional Kakadu, Australia
©Liana Joseph, Parque Nacional Kakadu, Australia

El equipo de investigación encontró que entre los años 2000 y 2013, 1.89 millones de kilómetros cuadrados (un área equivalente a la superficie de México) de áreas intactas pasaron a estar significativamente modificado.

Según la autora principal, ecóloga de la Universidad de Queensland (UQ), Brooke Williams, los resultados son alarmantes. “La biodiversidad depende de las áreas intactas para hábitat, y los humanos dependemos de ellas por sus servicios ecosistémicos como la regulación del clima o la provisión de agua limpia. Sin embargo, seguimos dando por sentados estos últimos parches funcionales, y nuestros resultados demuestran la urgencia con que se necesitan acciones para proteger las tierras intactas que quedan», señala.

©Giancarlo Pucci UNDP Costa Rica
©Giancarlo Pucci UNDP Costa Rica

El estudio demostró que la mayoría de estas modificaciones ocurren en ecosistemas tropicales y subtropicales como praderas, sabanas y matorrales; pero también en bosques tropicales del Sudeste Asiático y el Amazonas.»Los datos no mienten. La humanidad continúa encogiendo la superficie de tierra que otras especies necesitan para sobrevivir. En tiempos de rápidos cambios climáticos, necesitamos proteger proactivamente los últimos ecosistemas intactos del planeta, que son esenciales para detener la crisis de extinción y el cambio climático», indica el profesor James Watson de UQ y Wildlife Conservation Society (WCS).

El investigador chileno del equipo, José Rehbein, destaca las importancia de retener hábitat intacto en la región.“Menos del 10% de bosques secos subtropicales, templados y mediterráneos están libres de presión humana, y muchos de los últimos relictos intactos de esos ecosistemas están en Latinoamérica, especialmente concentrados alrededor del Amazonas y en la Patagonia de Chile y Argentina», señala.

©Giancarlo Pucci UNDP Costa Rica
©Giancarlo Pucci UNDP Costa Rica

Estos resultados fueron descubiertos usando un indicador llamado “human footprint” o “huella humana”, desarrollado por un equipo internacional de expertos para rastrear la influencia de la humanidad sobre la superficie del planeta.“Usando computación poderosa, una red de satélites de observación terrestre, y nuevos censos y datos participativos, logramos desarrollar una clara imagen de cómo estamos cambiando el mundo a nuestro alrededor. La pregunta continúa, ¿esta nueva información, logrará movilizarnos para que actuemos?”, explica el creador del indicador y profesor de la University of Northen British Columbia Dr. Oscar Venter.

Francisca Hidalgo, Hanging glacier, Queulat National Park
Francisca Hidalgo, Hanging glacier, Queulat National Park

A medida que emergemos de la pandemia del COVID-19, el equipo emplaza a los gobiernos a recuperar sus economías de forma sustentable, siendo proactivos en la protección de las valiosas áreas intactas que aún se conservan y de las cuales son responsables. Para facilitar y promover la protección de zonas intactas, los autores pusieron a libre disposición sus bases de datos de huella humana (human footprint) en los años 2000, 2005, 2010 y 2013, que están públicamente disponibles y libres de cobro a través del repositorio de datos Dryad.

La investigación fue publicada en One Earth.

 

©Giancarlo Pucci UNDP Costa Rica
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