Gran parte de la tierra de hojas que se vende en Chile es extraída de forma ilegal desde quebradas de bosques nativos, donde es recolectada desde la capa superior del suelo formada por hojarasca. Para tener una idea, se estima que cada año en Chile se extraen 60 mil metros cúbicos de tierra de hojas, lo que de no regularse debidamente, continuará provocando grandes daños en estos ecosistemas.

Ante este escenario, en 2017 se presentó un proyecto de ley que busca  modificar la Ley 20.283, sobre recuperación del bosque nativo y fomento forestal, para tipificar como delito la extracción no autorizada de tierra de hojas. Este proyecto fue aprobado por unanimidad por la Cámara de Diputados el pasado 11 de enero de 2018 y despachado para su segundo trámite al Senado.

La propuesta legal describe que en nuestra legislación este es un tema que se encuentra ausente, no contándose, incluso, con una definición de tierra de hoja, y permite aplicar planes de manejo y castigar su extracción, fuera de los casos y conforme a las modalidades previstas en la ley. En ese contexto, se definió que el hurto de tierra de hojas será castigado con penas que van desde los 541 días a 5 años de presidio y multas que oscilan entre 5 y 30 Unidades Tributarias Mensuales, además del comiso de lo extraído. En tanto, las sanciones por extraer tierra de hoja de lugares situados a menos de 400 metros sobre los manantiales que nazcan en los cerros, oscilan entre 20 a 500 Unidades Tributarias Mensuales y también con el comiso de lo extraído.

Consecuencias ecológicas de la extracción de tierra de hojas

La tierra de hojas u hojarasca, funciona como un almacén natural de nutrientes disponibles en el largo o corto plazo, para los árboles y otros organismos como insectos que habitan en este ambiente. Además crea una capa de protección que permite regular la temperatura y humedad del suelo y ayuda a la germinación de semillas evitando la pérdida de éstas por herviboría.

Al extraer la tierra de hojas, no sólo se genera una pérdida significativa de nutrientes en el suelo, sino que también aumenta la densidad o compactación de éste y se provoca un daño en el escurrimiento de aguas lluvias, cauces naturales y defensas fluviales de los bosques. La tierra que estaba debajo de la hojarasca, queda desnuda y sin protección contra la erosión afectando directamente a la vida en el bosque.

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