Islas Lofoten, paraíso de auroras boreales
Nuestra colaboradora María Teresa Zegers llegó a este singular rincón de Noruega en busca de las auroras boreales, sin embargo se encontró con mucho más de lo que esperaba. Hoy nos comparte su experiencia en este archipiélago de impresionantes paisajes y vida de montaña.
Lofoten es un archipiélago ubicado en el norte de Noruega por sobre el círculo Polar Ártico. Tiene una superficie de 1227 km², y una población de 24.500 habitantes.
Un lugar remoto e impresionante y aunque sólo había escuchado que era ideal para ver las auroras boreales –uno de mis tantos sueños–, las sorpresas fueron muchísimas más.
Era fines de invierno y para llegar desde Copenhague, había que hacer 3 escalas pasando por Trondheim, Bodo y finalmente el destino final: la ciudad de Svolvear. La ciudad es el centro administrativo y segundo municipio pesquero más grande del norte de Noruega y además el más grande en la cría artificial del salmón.
El paisaje desde el aire, ya era asombroso, único. Una gran cadena de islas montañosas y picos puntiagudos absolutamente nevados, emergían majestuosos del mar de Noruega.
Algo de geografía e historia
Al igual que casi toda la costa de Noruega la geografía de Lofoten se encuentra profundamente recortada por fiordos con grandes áreas vírgenes y maravillosas playas de arena blanca, tales como Haukland, que han sido fuente de inspiración para muchos artistas.
Por otro lado, cada poblado aporta al paisaje pintorescas cabañas de pescadores, muelles amarillos y bastidores de secado de bacalao, el que durante miles de años, ha llegado a desovar en invierno, lo que hace que la pesca sea una de las principales fuentes de riqueza.
Tanto así que Lofoten fue residencia de los jefes Vikingos, donde el pescado desecado ya se exportaba a Inglaterra en el año 875.
Islas de gran belleza natural
Para recorrer el archipiélago cruzamos muchos túneles y puentes que conectan cada isla, donde nos íbamos sorprendiendo a cada instante con un paisaje marcado por tremendas montañas nevadas hasta sus pies, lagos congelados, casitas multicolores, cada una con sus embarcaderos y típicos lanchones.
El clima cambia muy rápido y las temperaturas en esta época fluctúan entre 1 y 13 grados bajo cero por las noches.
Svolvear, es una ciudad donde habitan 4.500 habitantes, y que impacta por su especial formación rocosa, paraíso para los amantes del trekking y escalada en verano y una maravilla para los esquiadores en invierno, donde además se practica la pesca, cabalgatas, rafting, salidas en kayaks por los fiordos y safaris fotográficos para avistar ballenas, orcas y águilas de mar de cola blanca.
Estas últimas forman una gran población que se refugia entre los altos picos y acantilados principalmente en el fiordo de Troll donde es asombroso ver cómo cazan su presa con sus enormes garras.
Auroras Boreales
Pero además de los paisajes y actividades, yo quería cumplir mi sueño y poder ver las auroras boreales. Cuando llegó el día en que habíamos planificado hacerlo… esperamos la noche, al fin estrellada, (requisito mínimo, además de estar en invierno y cerca del polo) y partimos el viaje con un fotógrafo y guía experto en avistamiento de auroras boreales, que nos llevaría al lugar perfecto, que estaba alejado de la contaminación lumínica.
El termómetro marcaba -13ºC. Los trípodes y equipos estaban absolutamente instalados y la ansiedad era inmensa. El tiempo pasaba y el frío se apoderaba de nosotros. Pero…después de 3 horas de espera y un poco decepcionados, emprendimos la retirada con mucho frío; no pasó nada. No quedaba más que aceptar que la naturaleza no nos había querido mostrar esas exóticas bellezas esa noche.
Por suerte para mí, justo en la última noche del viaje, cuando estábamos camino al hotel después de cenar, sucedió algo inédito. Miré al cielo, aún con la esperanza de ese pequeño milagro y aunque estaba semi estrellado, de pronto vi unas luces verdes a lo lejos que se movían como bailando sobre la ciudad. No podía creerlo, allí estaba.
Tomamos el auto, esta vez sin guía y partimos lo más rápido posible a un lugar más alejado, más oscuro, donde se pudiera apreciar con mayor claridad y ojalá poder fotografiar el mágico evento. La sensación fue única, indescriptible, mis propios ojos presenciaban este delicado baile de luces verdes deslizándose por los cielos que tanto había soñado alguna vez presenciar.
Sentí una alegría y emoción muy grande; son esos momentos en que sólo se puede agradecer haber podido tener la oportunidad, de que ese día y a esa hora, la madre naturaleza haya querido sorprendernos y regalarnos algo tan único, tanto, que nunca sentí ni un poco de frío…
Por todos esto, si buscas experiencias y atractivos naturales inolvidables, las islas Lofoten te sorprenderán. Aunque sé que las palabras no son capaces de transmitir la grandeza de este mágico y recóndito lugar tan cerca del polo norte, sólo puedo decir que fue un privilegio haberlo podido vivir…