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Entre cetáceos y olivos, un paseo por la costa y valle de Atacama
Este verano, la Región de Atacama se transforma en un escenario ideal para quienes quieran conocer el norte de Chile. Particularmente Freirina, su costa en Chañaral de Aceituno y su vecino el Valle del Huasco. En esta nota, desde el Servicio Nacional de Turismo de Atacama, nos invitan a un recorrido por la zona y cada uno de sus fascinantes atractivos. Conoce más detalles a continuación.
En la Región de Atacama existe un territorio donde el desierto se vuelve fértil, la historia se expresa en adobe y piedra, y el mar se transforma en escenario de uno de los mayores espectáculos de biodiversidad del país. Freirina, el Valle del Huasco y la localidad costera de Chañaral de Aceituno conforman un destino que invita a ser recorrido con tiempo, atención y respeto, descubriendo la relación profunda entre las comunidades locales y su entorno natural.


Freirina es uno de los núcleos patrimoniales más significativos del norte chico chileno. Su casco histórico conserva Monumentos Nacionales que dan cuenta de su pasado y de la importancia que tuvo como centro social y administrativo del territorio. El Edificio Los Portales, con su arquitectura característica, ha sido por décadas un punto de encuentro comunitario, reflejo de la vida cotidiana de la comuna. A pocos metros, la Iglesia Santa Rosa de Lima se levanta como uno de los templos más antiguos de la región, resguardando un alto valor arquitectónico y una fuerte identidad espiritual. Las Chimeneas de Labrar, por su parte, emergen como vestigios de antiguos procesos productivos, recordando la estrecha relación entre el desarrollo humano y los recursos del valle.



Desde el interior, la ruta se abre hacia la costa, donde Chañaral de Aceituno se ha consolidado como un referente nacional e internacional para el avistamiento de cetáceos. Frente a sus costas, durante la temporada, es posible observar ballenas, delfines y otras especies marinas que encuentran en estas aguas uno de sus hábitats más relevantes. Esta experiencia, vinculada a la Reserva Nacional Pingüino de Humboldt, permite dimensionar la riqueza ecológica del borde costero del norte de Chile. Debido a la construcción del nuevo embarcadero, se recomienda contactar previamente a los operadores locales y realizar reservas con anticipación, para asegurar una experiencia segura, organizada y respetuosa con el entorno.



El Valle del Huasco despliega un paisaje donde la agricultura tradicional, el patrimonio natural y las prácticas culturales se entrelazan. En Huasco Bajo, los olivos centenarios dan cuenta de una historia agrícola que ha perdurado por generaciones. Recorrer estos huertos permite conocer procesos productivos artesanales y comprender cómo el agua, escasa pero vital, ha modelado la vida en el valle.
Más al norte, el Parque Nacional Llanos de Challe sorprende por su singularidad: un área protegida donde el desierto se encuentra con el mar, albergando una notable diversidad de flora endémica, fauna costera y playas de gran belleza escénica.

Hacia la cordillera, Alto del Carmen y sus pueblos invitan a un viaje más pausado. En este territorio de montaña se conservan tradiciones ligadas a la producción de productos con Denominación de Origen, como el pajarete y el pisco. Conocer estos procesos es acercarse a un saber local que combina clima, suelo y técnicas heredadas, expresando una identidad profundamente arraigada al paisaje.
Para vivir este territorio de manera consciente y sostenible, se recomienda siempre utilizar servicios turísticos registrados en SERNATUR, contribuyendo al desarrollo local, la protección del patrimonio cultural y la conservación de los ecosistemas que hacen del Valle del Huasco un lugar único en Chile.
Sernatur Atacama