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Una travesía invernal al glaciar Pala Kenkeshen: explorando tierras ancestrales en Tierra del Fuego
En una expedición de cerca de una semana, un grupo de cuatro montañistas pudo lograr una travesía por la que llegaban preparándose durante meses: llegar al glaciar Pala Kenkeshen en Tierra del Fuego, Región de Magallanes. Se trata de un lugar de relevancia para el pueblo Selk’nam que no había sido antes explorado por montañistas y cuyo único registro visual era un croquis de este lugar ubicado en el Parque Nacional Yendegaia. Conversamos con el guía en jefe de la expedición y una de las asistentes, quien también se transformó en la primera mujer en desarrollar esta ruta, quien nos ayudaron a reconstruir la experiencia.
Durante 15 años, el arquitecto magallánico y premio nacional de urbanismo, Sergio Baeriswyl Rada viajó con lápiz y papel al sur de Tierra del Fuego. Él dibujó croquis de las montañas que veían sus ojos. Y eso lo compartió con la Comunidad Indígena Selk´nam Covadonga Ona, quienes ayudaron a identificar aquello que él retrato con sus manos. Eran tierras ancestrales y, según los relatos indígenas, sus abuelos descansaban ahí ya que los primeros antepasados se transformaban en montañas, ríos y cuerpos de agua. Los nombres que ellos dijeron quedaron registrados, entonces, en una bitácora gráfica llamada “Paisajes Ancestrales del Fin del Mundo”.
Entre esos dibujos estaba el glaciar Pala Kenkeshen o “La que toca las nubes”; Un lugar de relevancia para este pueblo ancestral que sería el foco para cuatro montañistas que tomaron su único registro, el croquis antes mencionado, para emprender un camino de una semana por lugares inhóspitos del Parque Nacional Yendegaia, en Tierra del Fuego.
Era un viaje de encuentro con las raíces a través del montañismo que reunió a Marcelo Noria, guía en jefe de la expedición autorizado por la Corporación Nacional Forestal (Conaf) para hacer viajes en Tierra del Fuego; Patrick Monrose, guía asistente; Jocelyne Jadue, montañista -quien se transformaría en la primera mujer en hacer la travesía-; y Paolo Ávila, fotógrafo de ambientes y deportes extremos. Todos con la misión de retratar, descubrir y conocer estas tierras ancestrales.
“La idea era hacer esta primera expedición y tomar los primeros registros de dónde nacen estos glaciares y las montañas que están en este cordón de la cordillera de Darwin. Con eso ponemos en valor un territorio, le abrimos los ojos al habitante de Tierra del Fuego y le mostramos los grandes lagos y montañas. Desde el punto de vista Selk’nam, son los ancestros que están descansando para darnos un territorio donde vivir. Desde el punto de vista deportivo, como montañista, es un desafío mayor porque hay que ir a este clima riguroso, entrar a cuevas y caminar por estas montañas. Desde el punto de vista del arquitecto, imagínate lo que significa para él que lo que él dibujó se recorra”, explica Marcelo Noria.
Era, dice, una idea increíble y significaba una especie de sueño por cumplir.
Desde un croquis a tierra firme
Llegar al glaciar Pala Kenkeshen fue una travesía tremenda de principio a fin. Incluso desde antes de partir. Algunos de los asistentes tuvieron que tomar cursos de escalada en hielo y montañismo invernal impartidos por guías de la Unión Internacional de Asociaciones de Guías de Montaña (UIAGM) y también estaba toda la parte de logística encabezada por Marcelo Noria.
La organización empezó en mayo para partir al glaciar en septiembre. Iban a entrar a lugares con condiciones climáticas duras, sin señal y confiando en el equipo. Por ello, se requiere autorizaciones de Conaf porque el glaciar está inmerso en el Parque Nacional Yendegaia, así como al Cuerpo Militar de Trabajo (CMT). Era absolutamente probable que pasaran días en las carpas para poder salir debido al clima. Y todos en el equipo debían tener eso claro.
Pero ¿cómo armar una ruta a partir de un croquis?
Aquí los conocimientos de Marcelo Noria eran claves: “Yo conozco mucho este lugar. Soy de las personas que más a recorrido este parque. Cuando vi los dibujos, tenía una idea de donde era. Eso sí, fuimos en invierno y estaba todo nevado por lo que fue un gran desafío”. Junto a esto, Jocelyn relata que hablaron con el autor del croquis, con quien se encontraron en la entrada del parque. Además, contaban con un dron para ver el territorio y había historias Selk’nam que cuentan sobre el camino.
Cinco días inmersos en Tierra del Fuego
La idea siempre fue ir en invierno. Según explica Marcelo, esto permite poder caminar por los glaciares sabiendo que sus grietas están cubiertas de nieve. “Íbamos con la idea de recorrer un glaciar invernal en Tierra del Fuego, viendo estos hielos milenarios”, explica Jocelyn. Pero esto incluía un desafío extra: las condiciones climáticas.
Así, la segunda quincena de septiembre, los cuatro participantes se reunieron en Punta Arenas para coordinarse. Al día siguiente cruzaron en barcaza a Porvenir, para seguir con el traslado a caleta María un día más tarde durante la noche. Desde la próxima mañana empezaría la aventura.
El primer día en el Parque Nacional Yendegaia decía varías cosas: oscurece temprano, por lo que hay que llegar antes de que esté oscuro al campamento; que subirían con nieve, viento y frío; y que, probablemente la bajada tendría condiciones más duras.
El segundo día en el Parque Nacional Yendegaia los llevaría a avanzar hasta el pie del glaciar. El tercero, las condiciones climáticas los obligaron a resguardarse en la carpa. El cuarto, finalmente tuvieron una ventana de buen clima, donde pudieron llegar a la zona de acumulación glaciar y la base de la montaña Pala Kenkeshen para tomar registros. El quinto, decidieron descender volver a Porvenir y a Punta Arenas.
Lo que se relata en unas líneas de un párrafo, en la realidad, según explica Jocelyn, estuvo acompañado de un camino sin sendero, donde ellos mismos abrían el camino. También de un clima agresivo con caminos de nieve, de subidas por bosques nativos y también de incertidumbre para los menos experimentados de no saber de dónde venían los ríos congelados, de caminar sobre piedras en bordes de acantilados, pero también de los paisajes prístinos con los que se iban a encontrar: los glaciares milenarios, las lagunas congeladas cubiertas de nieve o la vista impresionante a la cordillera de Darwin.
Eso sí, Jocelyn recalca que “es necesario ir con guía, no es un camino para cualquiera. Yo misma que estoy preparada para la montaña tuve que tomar cursos. Uno se lanza a la aventura para dar a conocer estas tierras, pero no sabe cómo es hasta llegar (…) Marcelo nos guio, nos señaló lo peligroso y por eso llegamos a destino pese a las dificultades. El día con más calor, de hecho, fue de -10°C”, explica.
Huellas para dar a conocer el territorio
Terminar la expedición de estos días se podría resumir en satisfacción, y la felicidad de haber cumplido un objetivo grupal que implicó responsabilidad, dedicación y también en algunos minutos frustración. Para Jocelyn, dice, “es un tremendo orgullo, saber que soy la primera mujer en llegar allá no es menor. Logramos hacerlo todo con buenos resultados, con tomas fotográficas, sin accidentes. Por lo menos yo me sentí realizada”.
Por su lado, Marcelo apunta también a su responsabilidad con el territorio: “por lo general los guías de turismo e instructores de montaña recibimos naturaleza, pero ¿qué dejamos de vuelta? Entonces, esta expedición es un paso dentro de mi responsabilidad de poner a disposición estos paisajes y a ver que los habitantes del territorio comprendan que vive en lugares hermosos, pero desconocidos”.
En ese contexto, dice, está su tarea personal de trabajar con la comunidad Selk’nam y el autor del libro en poner el valor el territorio: haciendo charlas con los descendientes de este pueblo ancestral, que las personas conozcan cómo ellos nombran los tesoros geológicos y la importancia de estas tierras inhóspitas que, para este pueblo significa que sus antepasados descansan para convertirse en montañas, ríos y lagos para formar el paisaje de Tierra del Fuego.