Tres voces que llaman a evaluar la legitimidad de la Cannabis sativa como planta medicinal
Los dueños de una nueva tienda de auto cultivo, un papá que alivia la enfermedad de su hija con aceite de cannabis y un voluntario de una fundación que “investiga y promociona terapias alternativas orientadas a aliviar el sufrimiento humano”. Tres miradas diferentes en el Chile de hoy, hacia un mismo objetivo: legalizar la marihuana con fines terapéuticos. ¿Por qué? Esta vez en Ladera Sur queremos abrir las puertas de un debate informado, donde la naturaleza vuelve a ser la protagonista. Reportaje de la periodista Francisca Jorquera.
Son las 14:00h de un viernes común y corriente en Santiago. En medio del ruido de la ciudad y la particular congestión vehicular de Apoquindo con Tobalaba, se encuentra una vitrina cubierta de plantas increíblemente bien cuidadas.
No ha pasado ni un mes desde que los hermanos Pablo (26) y Diego Granella (35) agrónomo y químico respectivamente, decidieron poner este local dedicado al auto cultivo indoor de plantas –incluída la Cannabis sativa–, llamado Piranha. Desde entonces, el éxito ha sido inminente.
“Nos enfocamos en el cultivo consciente, ya sea en tierra o agua. La idea es cultivar plantas, controlando las variables climáticas. Esa es la ciencia del “indoor”, poder generar un microclima en un espacio pequeño, mediano o grande con condiciones controladas de temperatura y humedad”, aseguran los hermanos Granella.
Antes de instalarse, no sabían cómo les iría, aunque hace tres años se dedicaban a importar productos para abastecer a pequeños “Grow Shops” de implementos y semillas de diferentes lugares del mundo, y siempre les había ido bien. Todo esto, irónicamente, en un país donde el auto cultivo de marihuana es ilegal.
“Hace un tiempo, observando los primeros Grow Shops de Santiago, descubrimos que faltaban un montón de productos, que había una necesidad que cubrir y que además en Chile existía un monopolio en esta materia. Es por eso que decidimos hacer la primera importación bajo un nombre propio y nunca más paramos”, explica Diego.
Hoy cuentan con todo lo necesario: tierra, diversos tipos de semillas, fertilizantes, bio estimulantes, carpas y distintas fuentes de luz, algunas de alta gama led. “La gracia es que si en el mundo real es invierno, ahí dentro es verano siempre”, dice Pablo.
“Estamos constantemente pensando en ser desarrolladores de productos, no sólo importadores, porque nos apasiona el tema. Investigamos y aplicamos mucho la ciencia, no somos un par de gallos que se está fumando un pito todo el día, va mucho más allá de eso”, aclara Diego.
La Ley del Tira y Afloje
Los hermanos Granella están convencidos de que el panorama ha mutado un poco este último tiempo en Chile. Dicen que antes la gente entraba con miedo a los Grow Shops y que hoy no es ningún secreto. “La mentalidad de las personas ha cambiado. Hace tres años era difícil que existiera una tienda como la nuestra, porque era muy mal visto. Y fue con este cambio que decidimos salir de lo digital y pasarnos a lo físico”, dicen.
Sin embargo, piensan que el tema aún está en pañales. “La ley no tiene ningún sentido, no es justa, de hecho es una contradicción. Puedes tener la semilla, puedes tener todos los accesorios para fumar, puedes hasta consumirla, pero ¿de dónde la sacaste si no puedes plantarla?”, pregunta Pablo.
Claro y es que en Chile, la única forma de plantar la semilla de Cannabis Sativa, es teniendo autorización del Servicio Agrícola Ganadero (SAG), y actualmente sólo se han autorizado dos plantaciones en el país. Una de ellas es la de la fundación Daya, que investiga y promociona terapias alternativas para personas que sufre de diversas enfermedades, con el fin de aliviar ciertos dolores.
Pablo Romero, voluntario del Equipo Científico de Daya, explica que “los casos más comunes en la fundación, suelen ser de pacientes mayores con cáncer y niños con epilepsia, aunque con el tiempo y el aumento de información disponible, ha crecido el número de pacientes con patologías neurodegenerativas que buscan ralentizar el avance de estas enfermedades, y también, han aumentado las consultas por dolores crónicos”.
En todos los casos, los tratamientos consisten básicamente en enseñar a los pacientes a dosificar y utilizar de manera segura las preparaciones. “En una primera instancia se les enseña a cultivar y luego a producir su propia medicina”, explica.
Para los hermanos Granella, la solución está en tener un número máximo de plantas en la casa, inscritas y con una dosis regulada por alguien. Así, como se inscriben los autos. “En Barcelona, se pueden tener cuatro plantas por persona. La gran gracia de legalizar, es terminar con los mercados negros y los dealers. Bueno, y además, saber la calidad de lo que se está consumiendo”, explica Diego.
El Llamado
Cuando los Granella comenzaron con el negocio de Piranha, sabían perfectamente que la marihuana tenía su beta medicinal, pero nunca ahondaron mucho en ésta. Hoy, es un tema que los toca particularmente y que en cierto sentido, los invita a reinventarse cada día. “Nos empezaron a llegar familias con niños y personas mayores que tenían distintos tipos de dolencias, y el hecho de que encontraran un alivio en nuestra tienda, fue sorprendente y motivante para nosotros”, explican. “La gente realmente lo necesita, muchos de nuestros clientes son papás con hijos que sufren de enfermedades crónicas», dice Diego.
Un caso como éste, es el de Gracia, una niña que padece de un síndrome poco común llamado “Aicardi”. Se trata de un daño neurológico y psicomotor severo, que se ve reflejado a través de convulsiones refractarias. Es decir, de fuertes crisis epilépticas que no logran ser controladas con medicamentos.
Desde hace un tiempo, su padre, Tomás Movillo, la trata con aceite de cannabis que, según cuenta, la ayudan a disminuir notoriamente sus convulsiones. “Es súper importante resaltar que el tratamiento natural va siempre de la mano de un tratamiento tradicional de fármacos. Sucede que los remedios cotidianos, si bien son excelentes y está comprobada su efectividad en la disminución de las crisis, tienen ciertos daños colaterales tremendos que obviamente la marihuana no produce”, asegura. Y aunque aclara que el aceite de cannabis es un tratamiento experimental, fue un neurólogo quien se los recomendó en una convención de este mismo síndrome en Chicago.
Probablemente muchos se preguntarán si este aceite puede provocar daños o dependencias en menores. La respuesta es que la marihuana en aceite tiene un porcentaje alto en CBD y muy bajo en THC que es el elemento recreativo y más dañino de la planta. “No existe aceite o planta 100% de CBD, ya que sino pierde ciertos atributos naturales y deja de tener el efecto deseado. Me imagino que el aceite sí genera dependencia y los efectos naturales del consumo de marihuana como ansiedad o irritabilidad en la abstinencia, pero está claro que hay varios ejemplos de casos y testimonios de pacientes con epilepsia refractaria a quienes les ayuda muchísimo en su calidad de vida”, dice.
La explicación es que la planta produce ciertos efectos a nivel cerebral que permiten disminuir la excesiva descarga de electricidad de las neuronas, que terminan generando convulsiones.
No es raro entonces que un padre como Tomás, piense que el consumo de marihuana debiese estar protegido por la ley. “Si bien existen los riesgos de que la juventud o personas con poca educación caigan en vicios difíciles de tratar, hoy existen drogas y consumos de diferentes cosas que en sus excesos siempre van hacer mal. Creo que el mundo se está empoderando de nuestras vidas y de nuestras libertades. Me parece que como sociedad no tenemos posibilidad de limitar esto y el curso natural de las cosas, es que a mayor educación mejor uso de todo tipo de elementos”, afirma.
En Piranha están de acuerdo con Tomás, y piensan que se debe hacer especial énfasis en la legalización de la marihuana con fines terapéuticos. “Que el auto cultivo se revise por profesionales y doctores y que tenga sus regulaciones, pero que no se prohíba”, dicen.
Por su parte, Pablo Romero voluntario de Fundación Daya, hace un llamado a validar este tipo de medicina. “Es increíblemente efectiva y económica, sin embargo lo que frena a la mayoría de los pacientes (o potenciales pacientes), es precisamente el tema de la legalidad”, concluye.