Parecen estar ahí desde siempre y hoy ya no nos llaman la atención. Entre tantos colores, luces y atributos para hacerse notar, la discreta y nostálgica elegancia de estas joyas parecen perderse en el ruido contemporáneo del Santiago presente que hoy nos toca vivir. Pero ahí están. En pleno corazón de Providencia -específicamente en el número 1.100 de incombustible avenida principal de la comuna- se levantan las clásicas y ya casi desapercibidas Torres de Tajamar, una obra que hoy es parte del Patrimonio Arquitectónico de Chile y que muchas veces vemos sin fijarnos en su brillo discreto.

Pocas veces un trabajo urbanístico-arquitectónico ha logrado integrarse tan bien en un pedazo de la ciudad, logrando hacer convivir parques, obras de arte, viviendas y paisaje en una armonía que hoy nos parece natural y obvia, pero que no son azarosas. Es por eso mismo que hoy vale la pena detenerse para apreciarlas y hacer una visita para conocerlas o revivirlas.

Torres de Tajamar- Casiopea, Escuela de Arquitectura y Diseño, PUCV

Torres de Tajamar- Casiopea, Escuela de Arquitectura y Diseño, PUCV

Este proyecto inaugurado en 1967 fue ideado por el arquitecto Luis Prieto Vial y desarrollado en conjunto con la oficina de arquitectos B.V.C.H de Carlos Bresciani, Héctor Valdés, Fernando Castillo y Carlos Huidobro, probablemente una de las oficinas más interesantes y activas en el desarrollo de obras esenciales de nuestra arquitectura. Con más de 380 departamentos, casi 50.000 m2 de área construida, 3 plazas y una densidad habitacional preparada para 2.200 habitantes el conjunto de las cuatro Torres de Tajamar se convirtió en una de los emplazamientos más importantes de la ciudad para esa época. Pero por sobre lo vivido, hoy también lo siguen siendo.

Según lo ha planteado en alguna ocasión el mismo Héctor Valdés, el conjunto funcionaba como un remate del Parque Forestal que se extendía hacia la cordillera en el Parque Providencia, señalando y abriendo el ingreso de la ciudad hacia el oriente. Los edificios fueron planteados como esculturas que formaban parte de ese parque y que se abrían con transparencia hacia los cerros. Inclusive, la ventana en el medio de la Torre B da cuenta del sentido escultórico y la pasión por la visión del paisaje que insólita y creativamente pensaron los arquitectos cuando se creó el proyecto. Con todo esto, se logró que hoy el conjunto perdure con una armonía extraña dentro del mutante envejecimiento de Santiago. Parecen ser parte del entorno y no de la competencia por sobresalir. Un valor que hoy parece perdido.

Pero no sólo eso. Con el paso de los años el proyecto ha ido sumando atributos y hoy, a pesar de presentar torres más viejas y detalles menos cuidados, el conjunto está dando nueva vida a la mirada arquitectónica, urbanística y artística de la ciudad con la presencia de la Galería Tajamar en su plaza central. Este proyecto cultural con casi 5 años de vida convirtió un hexágono vidriado en el medio del conjunto en uno de las principales propuestas de la escena del arte contemporáneo nacional. Con casi 40 exposiciones de los más interesantes artistas de la nueva generación, la galería ha servido para revitalizar un espacio que tiene mucho de único y que ha sabido trabajar con la armonía y la inclusión del entorno. Tal como hace casi 50 años lo plantearon los arquitectos detrás de las Torres de Tajamar.

Una visita obligada para redescubrir algunas de las joyas de la ciudad que brillan desapercibidas para los que no miran con atención.

Torres de Tajamar- Casiopea, Escuela de Arquitectura y Diseño, PUCV

Torres de Tajamar- Casiopea, Escuela de Arquitectura y Diseño, PUCV

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