¿Te han ayudado a ti o a tu familia? La terapia asistida con animales, sus beneficios, aplicaciones e historia
La terapia asistida con animales ha cobrado relevancia en el último tiempo por sus beneficios en la salud física, emocional y social de las personas. Esto gracias a que los animales contribuyen a la reducción del estrés, en la mejoría de ciertas habilidades sociales y en la rehabilitación motriz. Es así como esta terapia demuestra su eficacia en una variedad de contextos, desde la rehabilitación de niños con trastornos del desarrollo hasta adultos mayores con enfermedades crónicas. La clave está en que estas intervenciones se realizan por profesionales capacitados, como forma de garantizar el bienestar de los pacientes y de los animales involucrados. En este artículo te contamos todo lo que necesitas saber respecto de esta maravillosa terapia complementaria.
La terapia asistida con animales se ha vuelto muy popular y requerida en el último tiempo. Es más, para la preparación de los Juegos Olímpicos de París 2024, un golden retriever de cuatro años, llamado Beacon, acompañó al equipo de gimnasia artística de los Estados Unidos, cumpliendo con el rol de soporte emocional. Diversas fotografías del animal dieron vuelta por el mundo, en las que aparecían las atletas posando felices junto a él.
En este sentido, las intervenciones asistidas con animales pueden tener distintos fines y formas en las que pueden ser aplicadas, sin embargo, en todas se incorpora alguna especie de animal con el objetivo de potenciar el bienestar y salud de los pacientes, en función de lo que estos lleguen a necesitar. La idea es que la interacción entre ambos individuos logre una mejora de las funciones físicas, cognitivas, emocionales y sociales de la persona que está siendo tratada.
«Hay una diversidad de actividades que se pueden realizar en contacto con los animales para poder conseguir algunos fines específicos. Son esos fines u objetivos los que van a definir si se trata de una terapia, de una actividad, de una educación, o de un coaching. Lo importante aquí es que los protagonistas en gran medida son los animales que se involucran dentro de este tipo de actividades», señala Felipe Brieba Townsend, presidente del directorio de Fundación Tregua, médico veterinario, especialista en etología clínica y bienestar animal, e instructor de perros de asistencia.
De forma general, la presencia de los animales sirve para reducir el estrés y la ansiedad, por lo que la terapia tiene el potencial de proporcionar beneficios emocionales, psicológicos y físicos a las personas, siempre que sea realizada de manera profesional y con consideraciones adecuadas, como forma de asegurar el bienestar tanto de los participantes como de los animales.
En este sentido, estas terapias usualmente resultan más beneficiosas en segmentos poblacionales específicos, en los que se han registrado increíbles mejorías. Un ejemplo de estos son los niños con trastornos del desarrollo, como es el caso de aquellos con trastornos del espectro autista y ADHD (trastorno por déficit de atención e hiperactividad). Estos pequeños logran encontrar en la interacción con animales una manera de mejorar sus habilidades sociales, comunicación y autoestima.
Otro ejemplo son las personas con trastornos emocionales, es decir, aquellas que sufren de ansiedad, depresión, estrés postraumático y otras condiciones de este tipo. Estas pueden experimentar una reducción de los síntomas gracias a la presencia y compañía de animales.
Esto también se aplica para adultos mayores, especialmente aquellos en hogares de cuidado o que sufren de demencia, ya que pueden beneficiarse en lo respectivo a la reducción de la soledad y en la mejoría de su calidad de vida. También se ven favorecidos aquellos pacientes con enfermedades crónicas, al obtener ayuda para manejar el dolor y el estrés asociado con su condición. Lo mismo ocurre con personas con discapacidades físicas. Esto último se debe a que la terapia asistida les ayuda a mejorar la movilidad, la coordinación y la motivación, mediante actividades adaptadas y ejercicios guiados, tanto por animales como por el profesional del área de la salud encargado del tratamiento del paciente.
«Cualquier persona puede ser beneficiario de este tipo de actividades, de este tipo de terapia. No hay ninguna limitación de, por ejemplo, diagnósticos. Cualquier persona puede participar, con discapacidad, sin discapacidad, que esté pasando por algún trastorno psicológico transitorio, todos pueden participar y beneficiarse. Sin embargo, funciona mejor con niños y niñas, y también en personas mayores», explica Brieba.
Tipos de terapias con animales
Las intervenciones con animales se llevan a cabo en una gran variedad de contextos, incluyendo hospitales, hogares de cuidado, escuelas y programas de rehabilitación. También se emplean en terapias psicológicas y en el manejo de trastornos emocionales y conductuales.
En las terapias asistidas con animales, por ejemplo, las intervenciones son llevadas a cabo por expertos en salud. Esta forma de terapia tiene metas específicas y se evalúan de manera similar a otros tipos de tratamientos. Generalmente, se trata de un tipo de terapia complementaria de larga duración, que busca mejorar diversos aspectos físicos, cognitivos, emocionales o sociales del paciente. Algunos ejemplos son la equinoterapia y el uso de perros de terapia.
«Cuando son varias sesiones, se genera un vínculo afectivo, emocional incluso, entre el usuario o beneficiario y el perro. Entonces, ahí el perro ya no es solamente un compañero, sino que se transforma en un partner, que apoya, acompaña y motiva a esforzarse más, a mantenerse asistiendo a las terapias», comenta Brieba.
«Las terapias con los perros no son terapias alternativas. Es un elemento complementario a la terapia misma, no reemplazamos al kinesiólogo, por el contrario, se le acompaña en todo el proceso», agrega.
Por su parte, las actividades asistidas con animales suelen realizarse de manera menos frecuente y se enfocan en aumentar la motivación y el aprendizaje, aunque no se consideran terapias en sentido estricto. Debido a esto, no deben ser siempre supervisadas por profesionales y no tienen objetivos específicos.
«Las terapias asistidas con animales son intervenciones terapéuticas que utilizan animales como coterapeutas, para mejorar el bienestar físico, emocional, social y/o cognitivo de las personas. Las terapias, a diferencia de las intervenciones asistidas con animales, tienen objetivos terapéuticos específicos que deben ser definidos por un profesional de la salud», menciona Francisca Márquez, coordinadora general y encargada del área de formación de la Corporación Nacional de Fomento a la Integración Animal en la Rehabilitación (Bocalán Confiar), institución sin fines de lucro cuyo objetivo es contribuir en los proceso de rehabilitación de pacientes adultos y pediátricos, y en la inserción social de las personas en situación de discapacidad, a través de sus perros de asistencia.
«En nuestro caso, gracias al apoyo de Masterdog, trabajamos todas las semanas realizando terapia asistida de manera gratuita en el Instituto Nacional de Rehabilitación Pedro Aguirre Cerda con un equipo profesional de kinesiólogo, psicólogo, terapeuta ocupacional y fonoaudiólogo. Todos con conocimientos en terapias asistidas con perros. También realizamos en la Clínica Alemana de Santiago, en el área de hospitalización pediátrica tres veces por semana», agrega.
Finalmente, la educación asistida con animales se lleva a cabo estrictamente en el ámbito educativo. Las sesiones son guiadas por profesionales de aquella área y están cuidadosamente planificadas para alcanzar objetivos específicos. En estas sesiones, el propósito es lograr metas académicas, adquirir habilidades sociales y mejorar funciones cognitivas.
«Tomemos dos casos bien emblemáticos. Uno son las terapias asistidas con perros y otro son las educaciones asistidas con perros. En las terapias, vamos a trabajar un objetivo terapéutico propiamente tal, donde esto siempre tiene que estar guiado y supervisado por un profesional del área de la salud. Entonces, ahí estamos hablando de quizás un terapeuta ocupacional o un kinesiólogo, por ejemplo. Por otro lado, en la educación tenemos a profesionales del área de la educación», señala Brieba.
En este sentido, en la terapia asistida por animales, una de las formas más sencillas y frecuentes de intervención es la interacción directa con el animal. Esta puede incluir actividades como acariciar, jugar o simplemente de acompañamiento, lo que a menudo proporciona un sentido de consuelo.
En contextos como la terapia física, se utilizan ejercicios guiados que incluyen actividades específicas con el animal, tales como caminar con un perro para mejorar la movilidad o montar un caballo en terapia ecuestre para fortalecer músculos y mejorar la coordinación. Esto no solo ayuda a mejorar sus habilidades y capacidades, sino que también fomenta una relación de confianza y colaboración con el animal.
Las actividades recreativas, como jugar con pelotas, tirar de cuerda o realizar trucos, son también comunes, especialmente en la terapia con perros, y pueden contribuir a mejorar la coordinación, la motricidad y el bienestar emocional.
En algunos programas, particularmente con niños, se les anima a leer en voz alta a los animales, lo que puede ayudar a mejorar las habilidades de lectura y aumentar la confianza en un entorno libre de juicios. Los pacientes también pueden involucrarse en tareas de cuidado del animal, como alimentarlo, cepillarlo o limpiar su área, lo que fomenta un sentido de responsabilidad y proporciona una fuente de satisfacción personal.
«Desde la terapia ocupacional, se puede buscar, por ejemplo, el fortalecer los hábitos de alimentación. Entonces, se buscan actividades donde los perros participan en alimentarse con cuchara, donde los niños y niñas pueden tomar una cuchara y alimentar al perro con ella, para después imitar eso como un espejo», profundiza Brieba.
«Se puede trabajar la lectura también. Ahí los perros participan en una actividad de lectura, tanto acompañando al niño o la niña que está leyendo, mirando el libro junto con ellos, o simplemente estando echados, ofreciéndoles un lugar donde apoyarse, como un respaldo. Los perros no les corrigen, no se ríen si se equivocan, no le apuran si es que está leyendo lento. Entonces, hay todo un tema psicológico también añadido», agrega.
En la terapia asistida por caballos, conocida como equinoterapia, las actividades incluyen montar, conducir y cuidar de los caballos, lo que puede mejorar la postura, el equilibrio y la coordinación, además de ofrecer beneficios emocionales. En algunos casos, las sesiones de terapia asistida por animales se realizan en grupo, permitiendo a los participantes interactuar tanto con el animal como con otros pacientes, lo que puede fortalecer las habilidades sociales y proporcionar apoyo mutuo. Finalmente, las sesiones de terapia pueden incorporar técnicas de relajación y mindfulness en compañía del animal, como la meditación o ejercicios de respiración, lo que ayuda a reducir el estrés y la ansiedad.
«Cuando están montados, con monturas especiales y todo el asunto, y el caballo va caminando, si la persona no tiene movilidad de sus piernas al ir arriba del caballo este le transmite ciertas fuerzas tridimensionales, las que le hacen sentir como si ellos también estuvieran caminando», afirma Brieba.
«Hay una serie de beneficios similares a los que ocurren con los perros, pero los perros tienen la particularidad de que pueden ser fácilmente transportados. Yo ando en un auto chico, por ejemplo, pero en él puedo llevar a tres perros y puedo visitar dos o tres colegios en una jornada. En cambio, el caballo no puede andar paseándose ni entrar a un recinto, se va a estresar mucho más. Ahí es donde ganamos ciertas ventajas nosotros en la logística», agrega.
¿Qué animales pueden ser terapéuticos?
Los animales terapéuticos son todos aquellos que, con el entrenamiento correspondiente, son capaces de desarrollar habilidades útiles asociadas a la asistencia en procesos físicos, mentales, pedagógicos y lúdicos.
Los más conocidos son los gatos, los perros y los caballos. Estos últimos son utilizados con frecuencia en el tratamiento de niños con problemas físicos, autismo o síndrome de Down. Sin embargo, en algunos países se destaca el delfín, así como algunos animales domésticos, tales como conejos, hurones y hámsters, que ayudan a los niños en actividades de educación asistida.
Volviendo a los perros, estos son los más requeridos, debido a su fácil acceso, así como a su gran disposición para ser adiestrados, siendo además animales sumamente sociables. Dentro de las razas, las más aptas son el labrador, el labradoodle y el golden retriever.
«Muchas personas creen que sus perros son aptos o idóneos para hacer terapia y eso no es así. Hay que considerar que los ambientes hospitalarios suelen ser muy aversivos para los animales por la cantidad de olores, sonidos, superficies, etcétera. A veces alguien puede creer que un perrito se está portando bien y lo que está pasando realmente es que el perro está en pánico y por eso está paralizado. Nosotros, como Bocalán, trabajamos por lo general con labradores, ya que como raza tienen un temperamento adolescente toda la vida, lo que los hace tener una disposición al juego y a complacer tremenda. Además, al ser retrievers, de manera innata traen el comportamiento de portar cosas, que es algo que se ocupa mucho en terapia. Con esto no digo que todos los labradores sean aptos, nosotros trabajamos con una línea genética específica de labradores, traídos desde nuestra casa matriz en España, que llevan generaciones dedicándose a ser perros de asistencia», explica Márquez.
«¡Los perros son lo más maravilloso que hay! La verdad es que el perro te ofrece un repertorio conductual mucho más amplio que prácticamente cualquier otro animal. Nuestros perros tienen habilidad de desvestir y vestir a personas, de jugar yenga, monos locos o el clásico gato, pueden ayudar a ordenar los juguetes, a armar collares, escoger colores, etcétera. Hemos tenido perros que se les muestra una imagen y tienen que indicar en el lugar dónde está el objeto mostrado en la imagen, y esa versatilidad hace que los perros sean un excelente coterapeuta en las sesiones de terapia asistida», agrega.
En este sentido, estos animales son fantásticos en el tratamiento de niños con dificultades motrices, ya que los ayudan a enfrentar el dolor y el aburrimiento en la terapia física que deben ejecutar. Esto sucede porque los más pequeños no entienden del todo las razones detrás de la terapia que deben hacer para, por ejemplo, recuperar la movilidad de alguna parte de su cuerpo. Por lo mismo, la presencia de un perro de terapia los motiva a realizar los ejercicios correspondientes, tomando la actividad como un juego y no como una obligación.
«Disminuye mucho el ausentismo, o sea, prácticamente no faltan a ninguna sesión cuando están los perros. Los ejercicios pueden ser los mismos, con mancuernas, pesas y cosas por el estilo, pero le agregamos un perro. Gracias a ellos las personas aumentan su tolerancia al esfuerzo y a la frustración. Al final, no es que el perro sea mágico, ni terapéutico propiamente tal, sino que el perro es un amigo que acompaña, porque al final son los ejercicios físicos los que van a ir consiguiendo la rehabilitación», señala Brieba.
En el caso de los caballos, la terapia debe ser siempre guiada y supervisada por un fisioterapeuta o un profesional debidamente entrenado, ya que en la mayoría de los casos tratan a pacientes que tienen síndrome de Down, parálisis cerebral o dificultades motrices.
«La gran diferencia está en el volumen del animal con el que se trabaja, pero eso hace que también se faciliten ciertas características o beneficios del tipo psicológico. Por ejemplo, como el caballo no es un animal muy habitual de ver para todas las personas, sacar al niño o a las personas con discapacidad para ir a tener interacciones con un caballo es algo muy fuera de lo común. Entonces, mentalmente se genera un cambio y se rompe un paradigma en la misma persona», comenta Brieba.
Finalmente, la terapia asistida con delfines consiste en nadar con ellos, por lo que muchos no la consideran una terapia formal, como sí es el caso de los otros animales mencionados. Del mismo modo, se considera peligrosa, tanto para los pacientes como para los animales, y sin efectos positivos contundentes a largo plazo.
Historia de la terapia con animales
Existen registros de la época de Hipócrates (460-377a. C.) en los que se señala que el médico griego creía en la terapia con caballos para hacer sentir mejor a sus pacientes, recomendando así en su libro “Las Dietas” la equitación para regenerar la salud de los afligidos.
Posteriormente, en un centro psiquiátrico de Inglaterra, el Retiro de York, se comenzó a implementar este tipo de terapia a fines del siglo XVIII. En dicho lugar se dejaban transitar libremente animales domésticos, con la finalidad de lograr que los internos llevaran una vida más agradable. Al ser testigos del impacto positivo que esto tuvo en los pacientes, otros centros siguieron la misma tendencia.
Décadas más tarde, el mismo psicoanalista Sigmund Freud fue capaz de registrar cómo sus pacientes respondían mejor a sus sesiones cuando su perro Jofi estaba presente, sobre todo cuando sus pacientes eran adolescente o niños.
Luego, con la llegada de las dos guerras mundiales, esta práctica fue difundida por La Cruz Roja, entidad que organizó diversos programas de rehabilitación para los soldados que se veían afectados por problemas de ansiedad, depresión y estrés postraumático. En aquel entonces se demostró que la presencia de perros les ayudaba, produciéndoles una mejoría en su estado de ánimo.
Finalmente, en 1977 se realizó la creación de la Organización Internacional de Interacción entre Humanos y Animales (IHAIAO por sus siglas en inglés), lo que se tradujo en un gran paso en lo respectivo a la formalización y profesionalización de este tipo de terapia, reuniendo múltiples asociaciones de diferentes lugares del mundo dedicadas a esta forma de sanación.
En la actualidad, este tipo de terapia se encuentra altamente difundida y es sumamente respetada, siendo parte importante en el tratamiento de algunas personas, ya sea en la recuperación de la movilidad de algún miembro, en el desarrollo de destrezas sociales o en la superación de episodios traumáticos. Un ejemplo de lo anterior es la rehabilitación de los niños y jóvenes en situación de discapacidad que acuden a la Teletón en busca de mejorar su calidad de vida.
«Nosotros trabajamos realizando terapia asistida más de 12 años en el Instituto Teletón de Santiago, en Tribunales de familia, en Tribunales penales con niños víctimas de abuso sexual, nos han solicitado participar de terapias con pacientes geriátricos, con mujeres víctimas de abuso, entonces, todos se pueden ver beneficiados si es que el trabajo se realiza bien y es hecho por profesionales. Las terapias asistidas bien ejecutadas tienen resultados científicos y medibles», relata Márquez.