Puente Negro: la desaparición de uno de los últimos humedales de la Región Metropolitana
En la comuna de Lampa se encuentra el humedal de Puente Negro, uno de los pocos refugios conocidos en Chile para la becacina pintada, ave en peligro de extinción. Sin embargo, este desconocido lugar ha sido rellenado y deteriorado de forma creciente por la expansión indiscriminada de la ciudad, dejando sin hábitat no solo a la amenazada becacina, sino también a un sinnúmero de otras especies. Aunque se ha denunciado la preocupante situación de este sitio ante las autoridades, poco o nada se ha avanzado. En esta nota, la Red de Observadores de Aves y Vida Silvestre nos cuenta sobre la urgencia de proteger uno de los últimos humedales de la Región Metropolitana.
A poco más de 20 km al norte del centro de Santiago, en la comuna de Lampa, se encuentra el desconocido humedal de Puente Negro. Forma parte del complejo de humedales de Batuco, que además de la laguna del mismo nombre, incluye a los sectores de La Cadellada, Santa Inés, Puente Negro y los humedales de Küla-Kura (San Luis y O’Higgins) en Quilicura.
Este conjunto integrado de zonas húmedas ha sido declarado Sitio Prioritario para la Conservación de la Biodiversidad, y constituye una red de sitios irremplazables para la flora y fauna nativa en la región Metropolitana, con abundancias de miles de aves acuáticas, algunas de las cuales mantienen aquí sus principales poblaciones en el país. Estos sitios son los últimos vestigios que van quedando de una zona de humedales mucho mayor, que en las últimas décadas ha ido desapareciendo producto del crecimiento indiscriminado de la ciudad.
Puente Negro es un humedal de particulares características, con cuerpos de aguas estacionales, más seco en verano pero con zonas húmedas e inundadas en invierno y primavera. Destaca por ser, junto a Santa Inés, uno de los dos sitios que en las últimas décadas ha mantenido presencia regular de becacina pintada en el país, una especie de ave que en Chile se encuentra en peligro de extinción.
No mucho tiempo atrás, las zonas inundadas eran bastante más amplias. Hace poco más de 10 años la propia Municipalidad instaló miradores en la calle Cacique Colín, desde donde era posible ver las becacinas. Hoy, desde esos miradores solo se contempla tierra, algo de hierba seca y cada vez más construcciones.
Pese a ello, el sector sur del humedal había permanecido en condiciones relativamente buenas, con zonas inundadas en las que habitaban taguas, patos y zambullidores. La amplia zona de totoral (quemado completamente hace poco más de un año) cobijaba a aves como el run-run, triles, pidenes y siete colores, y los pastizales eran el hábitat para que patos, perritos y la propia becacina pintada pusiera sus huevos y criaran sus pollos.
Con suerte, entre la vegetación se escurría el mítico pidencito, ave que pocos han podido observar; y en el totoral, se asomaba el críptico pájaro amarillo. La gran cantidad de aves también se evidenciaba en la presencia habitual del nuco y los varis, rapaces propias de humedales, donde buscan a sus presas.
El progresivo deterioro del humedal, por desvío de canales y urbanización colindante, parece recibir su golpe final en 2019, cuando un loteo irregular comienza a emplazarse sobre el mismo sitio, abarcando varias hectáreas del lugar.
No se trata de un proyecto tradicional. La figura empleada es la de una sociedad por acciones, un plano con subdivisiones de escasos metros cuadrados, y la venta de acciones que otorga derecho a ocupar subdivisiones. Ninguna tramitación ni cumplimiento de normativa de división predial ni construcción, menos aún de normativa ambiental.
En vista de estos hechos, desde la ROC se notificó de esta situación a las autoridades correspondientes: la Municipalidad de Lampa y todos sus concejales, la Subsecretaría del Medio Ambiente y la SEREMI del MMA en la Región Metropolitana; además se realizaron denuncias ante el MINVU (por ausencia de permisos de subdivisión y construcción) y en la Superintendencia del Medio Ambiente (por elusión del Sistema de Evaluación de Impacto Ambiental, SEIA).
Desde el MINVU y la Municipalidad, se limitaron a visitar el sitio en octubre de 2019, lo que derivó en cursar partes (en una sola oportunidad) desde la Dirección de Obras, por no contar con autorizaciones para instalación de faenas, rellenos de propiedad y vulneración de diversos instrumentos de planificación territorial y las normas de urbanismo y construcción.
Aunque algo tarde, el único servicio público que se ha tomado este tema con la seriedad que requiere es la Superintendencia de Medio Ambiente (SMA), que desde junio 2020 ha realizado una serie de inspecciones ambientales en el sitio. Como resultado de estas fiscalizaciones, la interpretación de la SMA es que el proyecto debió haber ingresado al SEIA, por lo que en octubre recomendó detener las obras e inició un requerimiento al Servicio de Evaluación Ambiental para que se pronunciara sobre el caso (lo que no ha ocurrido hasta el momento).
Posteriormente, en diciembre de 2020 se realiza una nueva inspección ambiental, constatándose que las obras continuaban y una mayor superficie de terreno había sido intervenida. Con estos antecedentes, la SMA ordena las medidas provisionales de paralización de obras desde comienzos de enero, lo cual es autorizado por el Tribunal ambiental de Santiago. Esta medida es extendida en dos ocasiones hasta comienzos de marzo. La principal razón de su extensión es que las posteriores fiscalizaciones de la SMA han encontrado que ninguna de ellas se ha cumplido: el relleno y las obras han continuado sin cesar.
El 5 de marzo, un equipo de la ROC estuvo en el sitio y evidenció la destrucción total de parte relevante del humedal de Puente Negro. Pocos días antes, la SMA también había realizado una última fiscalización, evidenciando lo mismo -incluyendo la construcción de casas y radieres por parte de quienes adquirieron derecho a un terreno-. Como consecuencia, ordenó provisionalmente una clausura total del proyecto, con instalación de un candado en el portón y rondas diarias por parte de Carabineros. No sabemos si, finalmente, esta medida se cumplirá y cuánto durará.
Desde que la ROC denunció estos hechos ha transcurrido un año y medio. Han sido 18 meses en los que -a la vista de todas las autoridades competentes- se ha destruido uno de los pocos humedales que quedaban en las cercanías de la capital del país.
Para estos casos, pareciera dar lo mismo las ordenes que dé la SMA (no se han cumplido) o las multas de la Dirección de Obras Municipales (son bajas, se pagan y no vuelven a cursarse), o que la Municipalidad de Lampa haya dicho que tenía la intención de proponer Puente Negro como uno de los sitios a proteger bajo la nueva Ley de Humedales Urbanos (no ha presentado la solicitud, pese a que varias Municipalidades en el país sí lo han hecho).
Mientras tanto, el complejo de humedales de Batuco sigue reduciéndose cada día más, impidiendo que las próximas generaciones alcancen a conocer y disfrutar toda la biodiversidad que encuentra en estos sitios un refugio para sobrevivir.