La historia del río Maipo como fuente de agua para la ciudad de Santiago se remonta a la Colonia. Antes de que surgiera la República de Chile los habitantes de Santiago ya se habían planteado la necesidad de realizar obras para captar las aguas del río Maipo con el propósito de abastecer de agua a buena parte del territorio que hoy ocupa el Gran Santiago. El proyecto tardaría siglos, para concretarse finalmente con la llegada del reformismo borbónico a la corona española. El resultado sería un canal de 32 km que, corriendo de sur a norte, captaría las aguas del río Maipo, llevándolas por el pie de monte hasta el río Mapocho.

El proyecto comenzó a ejecutarse en 1742, con pala y picota, valiéndose del trabajo de presidiarios condenados a trabajos forzados. 82 años más tarde, en 1825, se terminaron las obras, dando origen al canal San Carlos, aún en operación, que corre junto a avenida Tobalaba, desembocando en el río Mapocho en la comuna de Providencia, cerca del Costanera Center. Hasta esa fecha, la principal fuente de provisión de agua de la ciudad de Santiago había sido el río Mapocho.

©Diego Astorga
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Entre los años 1825 y 1917, las aguas del río Maipo fueron tomando un papel cada vez más importante en la provisión de agua a los habitantes de Santiago en la medida que la ciudad comenzó a expandirse. Durante la década de 1910, la población de Santiago se duplicó, llegando a los 500.000 habitantes. Ese incremento explosivo tuvo su origen en una fuerte migración de campesinos a la ciudad. A partir de entonces, una parte importante de los habitantes de Santiago debió abastecerse con las aguas turbias del canal San Carlos y del Mapocho, mediante un sistema de irrigación y evacuación de aguas servidas, constituido por acequias o canales a cielo abierto. Solo un sector de la ciudad era abastecido con aguas más cristalinas, canalizadas desde la quebrada de Rabón (hoy conocida como de Ramón) hasta la actual plaza Italia.

Ese sistema improvisado de acequias, que crecía sin control ni manejo en los nuevos asentamientos, comenzó a dejar estragos sanitarios. Entre 1886 y 1888, una epidemia de cólera en Chile dejó 40.000 muertos. En el siguiente medio siglo morirían más de 100.000 compatriotas de tifus. Con todo, se hizo urgente la necesidad de proveer a los habitantes de la ciudad de Santiago de agua de calidad, construyendo sistemas de alcantarillado y redes de agua potable, y reemplazando las aguas turbias del río Maipo por otras más limpias y cristalinas.

©Museo Vicuña Mackenna
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Durante 1873, en plena república liberal (1861-1891) el entonces intendente de Santiago, Benjamín Vicuña Mackenna, participó en una expedición a lomo de caballo, que alcanzó las lagunas Negra y Lo Encañado, en los altos valles cordilleranos del Cajón del Maipo. Luego de esa expedición, Vicuña decidió impulsar la construcción de un acueducto, para transportar las aguas prístinas de esas lagunas a los hogares de Santiago.

El acueducto comenzó a construirse en 1910 y fue inaugurado en 1917. Con 87 kilómetros de extensión, comenzaba en el estero El Manzanito, que desagua las lagunas Negra y Lo Encañado, y terminaba en un estanque que aún existe en avenida Pocuro esquina Antonio Varas, en la comuna de Providencia. Además de captar estas aguas, el acueducto también se alimentaba de drenes Azulillos y canal Romanzas, tributarios del río Yeso, y de los esteros San Nicolás, La Cascada, San Gabriel, Coyanco, San José, El Manzano Bajo y El Canelo, todos tributarios del río Maipo.

Treinta años más tarde, el caudal del acueducto Laguna Negra se hizo insuficiente para satisfacer la demanda de agua potable de Santiago, que ya sumaba 1.000.000 de habitantes. Fue entonces que en 1946 entra en operación la planta Las Vizcachas, destinada a tratar las aguas captadas directamente del río Maipo, con el fin de producir más agua potable para Santiago. A fin de asegurar un nivel mínimo de caudal en el río, indispensable para esa producción, en 1969 se construye el embalse del Yeso, destinado a acumular agua de reserva durante los períodos de lluvias, para luego aportar esas aguas al caudal del río Maipo en las épocas secas. Luego se construirían otras tres plantas: “Las Vizcachitas” (1971), Ingeniero Antonio Tagle Martínez (1984) y a finales del siglo XX la planta “La Florida”.

©Museo Vicuña Mackenna
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Desde entonces, el sistema de producción de agua potable de Santiago, integrado por el embalse del Yeso, el río Maipo y las plantas de producción de agua potable, funcionó en paralelo con el sistema del acueducto Laguna Negra. Con el tiempo, estos sistemas se integraron, aportando ambos sus caudales al mismo sistema de producción de agua potable para Santiago. Con sucesivas ampliaciones y mejoras tecnológicas, este sistema integrado se ha mantenido operativo en sus aspectos generales hasta la actualidad.

Hoy más del 23% de los chilenos se hidrata, cocina, se ducha y riega sus plantas con las aguas del río Maipo y del acueducto Laguna Negra, uno de los tres que abastecen de agua a la ciudad. Ambas fuentes son, en consecuencia, el origen del agua potable de casi un cuarto de los 18.000.000 de personas que habitan en la vertiente occidental de Los Andes, a lo largo de los 4.329 kilómetros que separan a Visviri del Cabo de Hornos. Ambas fuentes, el río Maipo y el acueducto Laguna Negra, son, en definitiva, las fuentes de agua potable más importantes de Chile.

El río Maipo, el más turbio de Chile

©Diego Astorga
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Antes de la construcción del acueducto Laguna Negra, la totalidad de las aguas de las lagunas Negra y Lo Encañado se vertían naturalmente sobre el caudal del río Maipo, a través del estero El Manzanito y el río Yeso. El acueducto Laguna Negra vino a interrumpir el caudal del estero El Manzanito, apropiándose de sus aguas cristalinas para llevarlas por un tubo hasta la comuna de Providencia. Dicho de otra forma, el acueducto vino a desviar esas aguas cristalinas de su camino natural hacia el río Maipo, para salvarlas de su turbiedad.

Si al tiempo de construirse el sistema de producción de agua potable “embalse del Yeso – río Maipo – plantas de Las Vizcachas y Las Vizcachitas”, se hubiera tomado la decisión de eliminar el acueducto Laguna Negra, las aguas prístinas del estero El Manzanito habrían retornado a su cauce original y, por tanto, habrían vuelto a mezclarse con las aguas turbias del río Maipo, pasando luego por las plantas Las Vizcachas y Las Vizcachitas a través de la bocatoma de Las Vertientes.

¿Por qué, entonces, se mantuvo operativo el acueducto Laguna Negra, con los inmensos costos de mantenimiento que ello implicaba? ¿Qué razón motivó a seguir transportando las aguas del estero El Manzanito a Santiago por la vía del acueducto, y no por la del río Maipo?

©Diego Astorga
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La respuesta es simple. Y es una paradoja. El río Maipo, la más importante fuente de agua potable de Chile, es también el río más turbio de Chile. Las razones que motivaron a Benjamín Vicuña a buscar una fuente de agua cristalina en la alta montaña, se asemejan a las razones que obligaron al mantenimiento de la obra y operación del acueducto de Laguna Negra, luego de la construcción de las plantas de Las Vizcachas y Las Vizcachitas. En ambos casos, consisten en la necesidad de combatir la excesiva turbiedad del río Maipo, con aportes de caudales cristalinos.

Con el tiempo, las plantas de producción de agua potable “Vizcachas-Vizcachitas” y “La Florida” han evolucionado en tamaño y tecnología. Sin embargo, el acueducto Laguna Negra no ha perdido su importancia en ese sentido. Por el contrario. Su valor estratégico se ha incrementado en forma exponencial.

Ello porque, en la actualidad, la provisión de agua potable de Santiago está siendo asediada por nuevas amenazas, que plantean un valor renovado a la operación de ese acueducto. Fenómenos climáticos acentuados como El Niño, y el sostenido avance del calentamiento global, han tenido por efecto que, durante las precipitaciones en la región Metropolitana, la nieve ahora caiga a mayor altura que en épocas pasadas.

Los fenómenos climáticos

©Diego Astorga
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Si el agua cae del cielo en forma de nieve, se conserva por un tiempo en el sitio donde cayó, para escurrir lentamente a medida que se va derritiendo. En cambio, si en vez de caer en forma de nieve, lo hace en estado líquido, ya no se mantiene en tal lugar por ese mismo tiempo, sino que escurre de inmediato, por gravedad, cerro abajo. Entre más alto en la montaña se forme la nieve, mayor será la cantidad de agua caída que escurrirá en un mismo período de tiempo.

Ese mayor escurrimiento de agua en la montaña, que tiene lugar con isotermas cero a gran altitud, da forma a una infinidad de pequeños torrentes que se van juntando cerro abajo, formando caudales cada vez más grandes, todos los cuales terminan tributando en ríos de mayor tamaño, que bajan hasta el mar. Todos esos pequeños cursos de agua, por acción química (corrosiva) y mecánica (erosiva) van desprendiendo material sólido de las montañas, tierra y piedras, que son arrastrados hacia los caudales mayores. En definitiva, a mayor altura de la isoterma cero, mayor es el arrastre de tierra y rocas.

Eso es justamente lo que está ocurriendo, cada vez con mayor regularidad, en el cajón del Maipo. Con isotermas cero de gran altura, las aguas del río Maipo alcanzan una turbiedad extrema, que las plantas de producción de agua potable “Vizcachas-Vizcachitas” y “La Florida” no son capaces de decantar.

En esos momentos de turbiedad máxima, son justamente las reservas de aguas limpias del acueducto Laguna Negra las que debieran entrar en acción, aportando aquellos flujos de agua limpia que las plantas Las Vizcachas y Las Vizcachitas no pueden producir.

En un informe presentado por “Aguas Andinas” a la Superintendencia de Servicios Sanitarios antes del acuerdo con Alto Maipo, titulado “Acueducto Laguna Negra”, la empresa señala que: “Cabe destacar la enorme importancia de este acueducto, para la seguridad del abastecimiento de agua a la ciudad, ya que constituye la única fuente alternativa en caso de falla del sistema río Maipo. Tal como ocurrió en 1986, cuando debido a una gran crecida del río Maipo, se destruyó la conducción entre la Toma Independiente y Las Vizcachas. La escasa agua que quedó disponible fuera del agua subterránea, por un período de 10 días fue aportada fundamentalmente por el Sistema Laguna Negra”.

En vista de ello, parece razonable plantear que el añoso acueducto de Vicuña sea ahora no sólo objeto de un prolijo mantenimiento, sino que, además, de una ampliación, robustecimiento y mejora, con obras que le permitan transportar mayores caudales, y recibir nuevos aportes de agua cristalina. En 2008 Aguas Andinas anunció la construcción de un ducto subterráneo de 5 kilómetros, que conectaría el embalse del Yeso con el acueducto Laguna Negra,  a fin de incrementar la capacidad de este acueducto para inyectar agua cristalina al sistema de producción de agua potable de las plantas Vizcachas-Vizcachitas y La Florida, mejorando así la respuesta de Aguas Andinas ante eventos de extrema turbiedad del río Maipo o en caso de una contaminación extrema sobre su lecho.

En este punto del relato, hemos llegado a una zona de inflexión en la epopeya de llevar agua potable a los habitantes de Santiago. Lo que sigue ahora, es un camino cuesta abajo, hacia los bajos fondos de la codicia.

Un camino cuesta abajo

©Diego Astorga
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Al cambiar de siglo, teníamos dos caminos trazados para las aguas del cajón del Maipo. Por una parte, el de las aguas turbias del río Maipo, y por otro, el de las aguas cristalinas del acueducto Laguna Negra.

Pero hacia finales de la década pasada, irrumpe en esa escena el proyecto de un tercer camino para las aguas del cajón del Maipo. Se trata del Proyecto Hidroeléctrico Alto Maipo (PHAM), una obra en actual construcción, que pretende entubar aguas captadas en distintas cuencas del cajón del Maipo, para conducirlas a través de un sistema de túneles de 70 kilómetros de extensión y de 2.000.000 de metros cúbicos de volumen, hacia dos centrales hidroeléctricas de pasada, denominadas “Central Alfalfal 2” y “Central Las Lajas”. Al final del proceso, las aguas entubadas serán restituidas al cauce del río Maipo en “Las Lajas” y “El Alfalfal” (vía río Colorado), aguas arriba de la bocatoma Las Vertientes, que es la que alimenta las plantas productoras de agua potable Vizcachas- Vizcachitas y La Florida.

La concreción de este sistema de aprovechamiento de aguas para fines de generación eléctrica, establecerá un límite definitivo a la operación y expansión del acueducto Laguna Negra, y con ello, al desarrollo de obras y operaciones esenciales para asegurar la provisión de agua potable de Santiago en situaciones de turbiedad extrema o contaminación del Río Maipo.

©Diego Astorga
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Ese límite a la operación del acueducto Laguna Negra ha sido impuesto por el Proyecto Alto Maipo por distintas vías:

Por una parte, AES Gener adquirió las aguas de varios esteros y ríos cristalinos del cajón del Maipo, que constituyen reservas naturales de agua limpia para Santiago. Esas aguas fueron adquiridas al amparo del Código de Aguas, para operar el proyecto Alto Maipo. Entre esas fuentes cristalinas destacan el río Yeso, aguas abajo del embalse del Yeso.

Por otra parte, AES Gener también consiguió, mediante un contrato con Aguas Andinas, el derecho a captar parte del caudal que sale de las lagunas Lo Encañado y Negra, y que es una de las principales fuentes de agua cristalina del sistema del acueducto Laguna Negra.

Esas aguas cristalinas captadas por Alto Maipo llegarán irremediablemente enturbiadas al sistema de producción de agua potable. Luego de entrar a los túneles y generar electricidad en las centrales de pasada, serán vertidas sobre las aguas turbias del río Maipo, a la altura de Las Lajas, perdiendo de inmediato las características de pureza que tenían cuando fueron captadas. Aguas que podrían haber llegado limpias al sistema de provisión de agua potable de Santiago, a través del acueducto Laguna Negra, ahora llegarán sucias a ese sistema de provisión.

El Código de Aguas chileno señala que, en un uso de aguas no consuntivo, “La extracción o restitución de las aguas se hará siempre en forma que no perjudique los derechos de terceros constituidos sobre las mismas aguas, en cuanto a su cantidad, calidad, substancia, oportunidad de uso y demás particularidades”. En efecto, para el caso en cuestión, tenemos a todas luces un uso consuntivo, ya que el proyecto Alto Maipo pretende quitarle aguas prístinas a un sistema de producción de agua potable, para en su lugar, entregarle aguas con altas concentraciones de sedimentos.

Con ello, el proyecto Alto Maipo degradará la calidad de nada menos que las reservas estratégicas de agua cristalina de Santiago, indispensables para su provisión de agua potable ante eventos de contaminación, turbiedad extrema o fallas estructurales de las obras de producción y distribución de agua potable.

Para concretar este propósito, AES Gener adquirió derechos de aguas sobre esteros y ríos cristalinos como el río Yeso, y además celebró un contrato con Aguas Andinas, según el cual esta última empresa ingresó de hecho al negocio de generación eléctrica.

La participación de Aguas Andinas

©Diego Astorga
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En ese contrato, Aguas Andinas se obliga a entregar a Alto Maipo parte de las aguas cristalinas que administra, provenientes de Laguna Negra y de laguna Lo Encañado, en un volumen de 2,5 metros cúbicos por segundo, a cambio del 50% de las utilidades que genere la producción de electricidad con ese volumen de aguas en las centrales hidroeléctricas “Central Alfalfal 2” y “Central Las Lajas”.

También Aguas Andinas se obliga a restringir el uso que hace de las aguas del embalse del Yeso, de su propiedad, para abastecer el acueducto Laguna Negra. Por dicho contrato, Aguas Andinas también se obliga a captar y conducir aguas por el acueducto Laguna Negra sólo en caso de “alta turbiedad” de las aguas del río Maipo, o cuando el caudal de agua que sale del embalse del Yeso sea bajo. Además se restringe a construir sólo un acueducto que comunique el embalse del Yeso con el acueducto Laguna Negra, limitándose a transportar en ese único acueducto un máximo de 4 metros cúbicos por segundo, y obligándose a no extraer agua directamente del embalse, sino que solo de la zona donde las aguas del embalse se vierten hacia el río Yeso.

El contrato incluso establece restricciones al uso de ese acueducto en caso de contaminación del río Maipo producto de un accidente. Ante tal evento, Aguas Andinas se obliga a usar el acueducto solo durante dos días el primer año, y únicamente un día en los años siguientes. Por último, Alto Maipo se reserva el derecho de aumentar o disminuir el caudal del río Maipo en “casos de emergencia”.

Este contrato entre Aguas Andinas y Alto Maipo (AES Gener), por razones obvias, se mantuvo secreto por años. Sólo pudo conocerse en el año 2009, después de un largo proceso judicial, donde la Corte de Apelaciones de Santiago obligó a estas empresas a hacerlo público. En su resolución, la Corte señala que “no existen motivos para mantener en reserva el acuerdo suscrito por Aguas Andinas y AES-Gener para el uso de aguas de la Laguna Negra y Laguna Lo Encañado, dado la trascendencia económica y social que reviste el recurso hidrológico para la Región Metropolitana”.

Al suscribir este contrato, Aguas Andinas renunció al mejor y máximo aprovechamiento de las aguas prístinas del río Yeso, y de aquellas que fluyen de Laguna Negra y de laguna Lo Encañado, aguas que le fueron entregadas por el Estado chileno para el cumplimiento de un único propósito: proveer de agua potable a Santiago.

¿Cómo resolverá Aguas Andinas los eventos, cada vez más frecuentes, de “turbiedad extrema” del río Maipo?

La “solución” ya ha sido anunciada. A falta de las aguas del río Yeso, y de las aguas que desaguan las lagunas Negra y Lo Encañado, se construirá un nuevo embalse con aguas de reserva, de 1.500.000 metros cúbicos, en la localidad de Pirque. Este proyecto, que implica una inversión de 90.000.000 de dólares, fue aprobado por la Superintendencia de Servicios Sanitarios en octubre de 2013.

El costo de esta inversión será cargado en las cuentas de agua potable de los 6.000.000 de clientes que posee Aguas Andinas en Santiago, tal como ha ocurrido con todas las obras de avance que ha construido esta empresa en el pasado. De esa forma, serán los propios afectados, los habitantes de Santiago, los que deberán meterse la mano al bolsillo para aportar con dinero al financiamiento del proyecto Alto Maipo.

El embalse de acopio de aguas de reserva que proyecta construir Aguas Andinas en Pirque, de 1.500.000 metros cúbicos, contrasta dramáticamente con los 830.000.000 metros cúbicos de capacidad que ofrecen el embalse del Yeso (220.000.000), la laguna Negra (600.000.000) y Lo Encañado (10.000.000). Léase bien, ¡la relación es 1 a 415!

©Diego Astorga
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Con todo lo dicho, queda de manifiesto que el proyecto Alto Maipo viene a limitar y restringir en forma dramática el aprovechamiento estratégico de las aguas cristalinas del cajón del Maipo. Y ello, incluso en casos de contaminación gravísima del río Maipo, provocada por causas naturales, o por acciones premeditadas o accidentales del ser humano. Este hecho, por sí mismo inaceptable, constituye solo la parte más relevante de los impactos negativos que tendrá este proyecto en la producción de agua potable para Santiago.

En efecto, hay más que decir. Las diversas interferencias que ocasionará la operación de la hidroeléctrica Alto Maipo en el caudal del río Maipo, afectará también la operación de las plantas de producción de agua potable de Aguas Andinas.

Otros efectos de Alto Maipo

El proyecto hidroeléctrico puede provocar una baja repentina en el caudal del río Maipo. Problemas en la operación de las centrales de pasada o derrumbes en el interior de los túneles a causa de terremotos o por la acción erosiva y corrosiva del agua entubada, entre otras causas, pueden obligar a Alto Maipo a suspender de un momento a otro el flujo de agua por los túneles.

Estas variaciones anormales en el caudal normal del río Maipo, pueden tener implicancias negativas en la operación de las plantas de Agua Andina, y por ende, en la producción de agua potable para Santiago.

Estas probables interferencias en el caudal del río Maipo fueron el principal argumento técnico que planteó Aguas Andinas en contra al proyecto hidroeléctrico Alto Maipo, antes de que aquella empresa suscribiera el contrato que la obligó con esta última. Por aquel entonces, Aguas Andinas presentó observaciones al Estudio de Impacto Ambiental entregado por la hidroeléctrica a la autoridad ambiental, argumentando que la legislación chilena se inspiraba en el “principio de prioridad”, según el cual existe una preeminencia de la actividad de los servicios sanitarios, por sobre la actividad de los servicios eléctricos.

Por todo lo argumentado aquí, no me queda más que darle un contundente NO al proyecto hidroeléctrico Alto Maipo, y a instar a los gobernantes de Chile a retomar los sueños de Benjamín Vicuña, quién desde su trinchera liberal, al igual que Balmaceda, fue capaz de entender que el liberalismo económico es capaz de generar progreso y felicidad, pero solo en la medida que avance por la senda del bien común, supervigilada por el poder del Estado.

¿Alto Maipo es un proyecto deseable para Chile, desde el punto de vista del bien común? Si ponemos en una balanza sus impactos positivos y negativos para el país, y para la mayoría de los chilenos, ¿cuál es la conclusión? Invito a los gobernantes de Chile a realizar este ejercicio.

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