En todo el mundo existen ocho especies de osos, las que se agrupan en la familia de nombre Ursidae. Cinco de ellas se encuentran en Asia y Europa, las que corresponden al oso negro asiático, el panda gigante, el oso malayo, el oso pardo, y el oso bezudo. El círculo polar ártico, por su parte, es el hogar del oso polar, mientras que en América del Norte reside el oso negro y también el pardo.

El oso andino (Tremarctos ornatus), también conocido como ukuku (vocablo quechua), oso de anteojos, frontino, ucumari y jucumari, es el único que habita en América del Sur. Es endémico de los Andes tropicales y se distribuye desde el occidente de Venezuela, atravesando Colombia, Ecuador, Perú y Bolivia, hasta el norte de Argentina.

Esta especie está llena de misticismo, ya que es parte importante de la cosmovisión tanto andina como amazónica. Por lo mismo, algunas culturas consideran a estos osos mediadores entre el mundo de los vivos y el de los muertos. Del mismo modo, los indígenas Matsiguenga plantean que son los creadores de la vida, el Maeni, como ellos lo llaman.

Oso andino. Créditos: Camacho.
Oso andino. Créditos: Camacho.
Oso andino. Créditos: Andyd.
Oso andino. Créditos: Andyd.

Tal vez sea precisamente por toda aquella magia que lo envuelve que el oso andino sirvió de inspiración para la creación de un famoso personaje, conocido por viajar a Inglaterra desde el “más oscuro y recóndito Perú”. Se trata del querido Oso Paddington, el que ha sido parte de la infancia de muchas generaciones.

Lamentablemente, esta especie ha sido catalogada como Vulnerable, de acuerdo con la Lista Roja de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN), aunque en Venezuela, Bolivia y Ecuador está considerada como En Peligro. Algunas de las principales amenazas a las que se enfrenta son la destrucción de su hábitat y la caza furtiva.

Oso andino. Créditos: Alan Lagadu.
Oso andino. Créditos: Alan Lagadu.

Descubriendo al oso andino

Los osos de anteojos viven a lo largo de la Cordillera de los Andes y pertenecen al género Tremarctos, siendo la única especie que lo conforma. Esto se debe a que el otro animal que era parte de este género, el oso de hocico corto de Florida, se extinguió hace 11.000 años.

Por otra parte, los osos de anteojos son tanto terrestres como arbóreos y, al ser considerados omnívoros, se alimentan tanto de carne como de frutas y vegetales, aunque se sabe que son mayormente vegetarianos. Es más, las bromelias son uno de sus alimentos favoritos.

«Cuando yo empecé a trabajar con el oso andino, que fue por el 98′, se hablaba de que el oso andino, junto con el panda, eran los únicos exclusivamente vegetarianos. Sin embargo, evidencia muy contundente, con videos captados por cámaras trampa y observaciones visuales, pudo confirmar que el oso sí consume carne, sobre todo rumiantes, cabras y ovejas», relata el Dr. Ezequiel Hidalgo, actual director del departamento de Conservación e Investigación en el Parque Zoológico Buin Zoo.

«Hay que señalar que este oso no hiberna, a diferencia de los otros. De hecho, es el único oso que está en América del Sur y, el que no hibernen, los hace alimentarse de diversos vegetales, por lo que son mayoritariamente herbívoros. Consumen desde plantas suculentas, por ejemplo, hasta incluso cactus. Aunque su dieta, en estricto rigor, es omnívora, porque comen también carne, así como insectos y huevos», agrega por su parte Diego Peñaloza Madrid, médico veterinario experto en fauna silvestre, vicepresidente del Colegio Médico Veterinario de Chile (Colmevet), y presidente de Fundación Safari Conservation.

Oso andino. Créditos: Musat.
Oso andino. Créditos: Musat.
Oso andino. Créditos: Musat.
Oso andino. Créditos: Musat.

En este sentido, es la alimentación de estos osos la que se traduce en un componente ecológico relevante, tanto para el Amazonas como para los ecosistemas cercanos, ya que actúan como dispersores de semillas. Luego de consumirlas, al digerirlas, logran depositarlas mientras se van trasladando, ayudando a establecer las plántulas. Del mismo modo, al cazar algunas presas, también contribuyen a controlar las poblaciones de herbívoros, manteniendo así un equilibrio en la comunidad donde se insertan.

«El principal aporte que ellos realizan es la dispersión de semillas. Como su dieta es mayoritariamente herbívora y comen frutas, a través de esa alimentación y por sus heces, van dispersándolas. Se dice incluso que, al trasladarse grandes distancias, son capaces de ir generando más hábitats, al ir abriendo este espacio en la selva», señala Peñaloza.

Respecto a sus características físicas, estos osos son de tamaño medio, sobre todo al compararlos con otras especies, ya que llegan a medir entre 1,30 y 1,90 metros de alto, y a pesar en promedio entre 80 y 125 kilogramos, siendo el macho más grande que la hembra.

«Hay un dimorfismo sexual muy marcado, o sea, los machos son casi tres veces más grandes que las hembras. Las que yo he visto andan alrededor de los 60 o 70 kilos, mientras que un macho con el que tuve que trabajar en una oportunidad pesaba casi 150 kilos», explica Hidalgo.

Oso andino. Créditos: Photocech.
Oso andino. Créditos: Photocech.
Oso andino. Créditos: Alan Lagadu.
Oso andino. Créditos: Alan Lagadu.

Asimismo, su coloración es más bien uniforme, negra o café negruzca, pero cuenta con unas manchas café claro o blanquecinas en el sector del hocico, las que se extienden hasta alrededor de sus ojos. Aunque algunos ejemplares pueden carecer por completo de estas manchas en el rostro.  

«Una de las características principales de este animal son las marcas blancas o amarillas que tienen en el rostro y en el pecho, de hecho, por lo mismo, se conoce también como oso de anteojos, porque estas manchas hacen contraste con el resto del cuerpo, que es negro», afirma Peñaloza.

En cuanto a su comportamiento, esta especie es de hábitos solitarios y mayormente diurnos. Sin embargo, sí se comunican entre ellos, a través de marcas de olor (feromonas) y rasguños que dejan en los árboles. Del mismo modo, en las áreas boscosas tienden a establecer senderos, los que les permiten llevar a cabo un desplazamiento más rápido al recorrer grandes distancias. También, a diferencia de otros osos, no hibernan, debido a que sus fuentes de alimento están disponibles durante todo el año. Sus crías, por otro lado, nacen entre abril y junio, y tienden a ser máximo cuatro oseznos por temporada, aunque lo usual es que sean uno o dos.

Oso andino. Créditos: Photocech.
Oso andino. Créditos: Photocech.
Oso andino. Créditos: Photocech.
Oso andino. Créditos: Photocech.

«Es la única especie de úrsido que está presente en el trópico y en América del Sur. Tiene como comportamiento forrajear en los árboles, es trepador y le gusta comer en las copas. Otra característica diferencial es que es muy rápido. Se mueve andando entre los árboles. Entonces, existen anécdotas de personas que trabajaron con ellos en Perú y Ecuador, en las que aseveran haber visto uno, y luego, en menos de 30 segundos, perderle el rastro y escuchar tan solo el sonido de los árboles», comenta Hidalgo.

«Es una especie de hábitos solitarios y diurnos, normalmente solo andan en grupo, o más bien en pareja, cuando es la época reproductiva. Luego de eso se separan y no vuelven a estar juntos. Las madres pueden tener entre una o dos crías, aunque se han observado hasta tres crías en casos excepcionales. Las madres los acompañan hasta que son independientes y capaces de cazar y defenderse solos, que es entre uno o dos años», agrega.

Oso andino. Créditos: Photocech.
Oso andino. Créditos: Photocech.

Cultura y cosmovisión

Existen diversas referencias históricas en las que se asocia al oso andino con parte de la cosmovisión de algunos pueblos andinos y precolombinos. En un comienzo, la presencia de este animal se vinculaba con el mundo espiritual de forma estrecha, por lo que existían una serie de tabúes vinculados con la caza de estos ejemplares. Sin embargo, con el paso del tiempo esta concepción fue mutando, sobre todo con la colonización europea, ya que muchas creencias del viejo mundo fueron mezclándose con las que eran propias del territorio.

De esta forma, el oso pasó de ser un objeto de devoción a uno al que había que temer, siendo culpado por el secuestro de mujeres y hombres en los campos, entre otros crímenes.

En este sentido, el oso andino era concebido como un ser antropomorfo, capaz incluso de procrear con humanos, dando origen a una especie de híbridos. Es más, en la cosmovisión andina, el ukumari (denominación quechua para los osos) es el hijo nacido entre un oso y una doncella. Estos eran considerados personajes míticos, los que poseían poderes sobrenaturales, tales como la curación y la purificación de almas.

Oso andino. Créditos: Sergio Garrido García.
Oso andino. Créditos: Sergio Garrido García.

Debido a lo anterior, la especie fue representada en gran parte de piezas textiles y cerámicas de los incas. Es más, el oso andino era considerado como el creador de la vida por las comunidades indígenas (el Maeni), entre las que se destaca la amazónica Matsiguenga. También se les llegó a considerar como los mediadores entre el mundo de los vivos y el de los muertos.

«Hay ciertas dualidades que se presentan, pero para algunos pueblos indígenas los osos andinos estuvieron muy presentes en su cosmovisión. Se les identificaba como un mensajero entre la vida y la muerte, un ser que conectaba ambos mundos, por tanto, era entendido como un animal sagrado. Es más, existen registros de artesanías con su forma o haciendo alusión a él», profundiza Peñaloza.

«Con la implementación de la ganadería extensiva en el Amazonas, se fueron generando conflictos, debido al cambio del uso del suelo. Por lo mismo, el desafío ahora es volver a esa importancia que se le daba a la especie y valorar que es una especie única que se encuentra en la Cordillera de los Andes», agrega.

Amenazas y conservación

Las principales amenazas a las que se enfrenta el oso andino son: la pérdida y fragmentación de su hábitat, debido a la expansión agrícola, deforestación, extracción minera y petrolera, y urbanización; la caza y persecución, en relación con la caza furtiva, ya que a veces son cazados por su carne o partes del cuerpo que son apreciadas en la medicina tradicional del este de Asia (vesículas y patas), y por conflictos con agricultores y ganaderos; cambio climático, puesto que se ven alteradas sus fuentes de alimento y se genera también la degradación de los ecosistemas en los que se encuentra inserta la especie.

«Es una especie que requiere de una gran extensión de terreno, que se mueve muchísimo. Entonces, la primera amenaza que tiene es la fragmentación de los hábitats, tanto por el avance de la frontera agrícola, como por la necesidad de nuevos desarrollos habitacionales. Luego también está, dentro de esa fragmentación, todo el impacto que tiene la actividad agrícola y ganadera. Además, cuando el animal está muy viejo, si no tiene acceso a otras fuentes de alimento, tiende a buscar presas más fáciles de cazar, como es el caso de ovejas y vacas, en lugar de animales silvestres. Entonces, se dan estos problemas con las comunidades, en las que toman la acción con sus propias manos, y los matan. Esto pasa mucho en Colombia», relata Hidalgo.

Oso andino. Créditos: Chris 2766.
Oso andino. Créditos: Chris 2766.

Debido a todas estas razones, en los países en los que se distribuye el oso andino se encuentra catalogado dentro de dos estados de conservación. Según la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN), en Ecuador, Bolivia y Venezuela está clasificado como En Peligro, mientras que en Perú y Colombia la especie se encuentra dentro de la categoría de Vulnerable.

«Hay países donde está mucho más extinto. Por ejemplo, en Venezuela quedan muy pocos. En Colombia está también amenazado. Las poblaciones, vamos a decir más estables, están entre Ecuador y Perú, pero más al norte lamentablemente estas se ven reducidas», explica Hidalgo.

Oso andino. Créditos: Schroptsch.
Oso andino. Créditos: Schroptsch.

En este sentido, en dichos países se están realizando diversos esfuerzos para proteger a estos animales. Un ejemplo de aquello es que se han establecido áreas protegidas y parques nacionales para preservar al oso andino, áreas que le brindan refugio a la especie y ayudan a proteger sus ecosistemas. Asimismo, existen diversos proyectos de restauración enfocados en los hábitats degradados, los que buscan recuperar y conectar fragmentos de los bosques para facilitar el movimiento de estos osos.

«Hay una amplia red de áreas protegidas a lo largo de toda esa distribución. Son aproximadamente entre 50 y 60 áreas protegidas, de las cuales muchas son extensas y fueron pensadas con el oso andino como especie clave, por lo que en ellas está prohibido cazarlo, aunque, como es una especie en peligro, en teoría no puede ser cazado en ninguna parte. Esa sería la primera acción importante de conservación de la especie», explica Hidalgo.

«También, en todos los países de la distribución, tienen programas de reproducción con la especie, así que hay bastantes ejemplares dentro de los zoológicos, donde los están reproduciendo. A esto se suman los centros de rehabilitación que existen, para ayudarlos a sanar si están heridos y luego son reinsertados», agrega.

Oso andino. Créditos: Andyd.
Oso andino. Créditos: Andyd.

Otro aspecto importante son los distintos programas de educación dirigidos a las comunidades locales, con la finalidad de reducir los conflictos entre humanos y osos, así como para aumentar la conciencia sobre la importancia de conservar a esta especie.

«También hay programas o proyectos, unos son más antiguos, otros son más nuevos, pero la mayoría de ellos tienen como objetivo abordar la situación del oso versus las comunidades. En Bolivia, por ejemplo, hay un programa bien interesante, donde los actores locales, con financiamiento de una gran cantidad de organizaciones, trabajan con las comunidades generando fuentes adicionales de ingresos, como forma de entregarles una forma de palear las pérdidas que tienen por los osos. Por supuesto que además hacen educación, pero lo importante es que los entrenan y les dan herramientas para que ellos puedan generar otra forma económica de subsistir, más allá de la ganadería», señala Hidalgo.

Oso andino. Créditos: Musat.
Oso andino. Créditos: Musat.

A lo anterior, se suman las investigaciones que se están llevando a cabo en la zona, las que tienen como objetivo entender mejor la ecología y comportamiento del oso andino, a través de un constante monitoreo de su población gracias a la instalación de cámaras trampa.

«Trabajamos con el oso andino desde 1977, año en el que financiamos el estudio de Bernard Peyton sobre poblaciones de oso andino en el Perú. En la actualidad trabajamos para fortalecer a las instituciones que protegen al oso andino a través de talleres, asistencia técnica en planificación y monitoreo, así como con la publicación de manuales relacionados con el conflicto entre humanos y el oso andino. Somos uno de los miembros fundadores de la Alianza para el Oso Andino (Andean Bear Alliance), asociado con el Zoológico Metroparks de Cleveland y el Grupo de Especialistas en Osos de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza», se lee en la página web de WCS Perú.

Oso andino. Créditos: Musat.
Oso andino. Créditos: Musat.
1 Comentario

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  1. Teresa

    Hermoso reportaje, las fotos maravillosas.
    Espero que pueda conservarse. Un saludo a quienes trabajan para preservarlo.

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