Ocupaciones ilegales en la costa: ¿cuáles son los costos ambientales de las tomas?
Cada vez que hablamos sobre el problema de las ocupaciones ilegales de terrenos en Chile, surgen dentro del debate distintas temáticas como la crisis habitacional, la crisis migratoria, la pobreza, el aumento progresivo del precio de la vivienda, los derechos de propiedad, la precariedad y la necesidad. Sin embargo, poco se habla del impacto ambiental que generan las tomas, el cual muchas veces pasa desapercibido y puede tener consecuencias devastadoras, llegando incluso a arrasar con ecosistemas enteros. Lo cierto es que una toma de terreno trae consigo muchos factores que dañan la salud de nuestros ecosistemas como la generación de basura y residuos sólidos domiciliarios, la creación de caminos, la extracción de plantas nativas, la contaminación del agua y el suelo y la introducción de especies invasoras. Daños que se acrecientan aún más cuando hablamos de terrenos rurales o zonas costeras. ¿Cuál es el impacto ambiental de las tomas ilegales? A continuación te contamos más detalles.
Durante la última década el precio del suelo urbano, así como de las viviendas y los arriendos, se ha elevado sostenidamente, generando una crisis habitacional profunda que se agrava conforme pasa el tiempo y pareciera no tener una solución a corto plazo.
Esta crisis habitacional, que se ha agudizado por diversos factores, ha puesto a muchas familias en situaciones difíciles y ha impulsado la proliferación explosiva de asentamientos precarios, tomas ilegales y campamentos. Muchos de ellos motivados por la necesidad y la falta de recursos, y otros, motivados por la falta de fiscalización y políticas públicas.
Lo cierto es que las ocupaciones ilegales de terreno en Chile son un problema serio que debe ser visto desde muchas aristas, pero cada vez que hablamos sobre este, surgen dentro del debate distintas temáticas como la crisis migratoria, la pobreza, el aumento progresivo del precio de la vivienda, la pandemia, los derechos de propiedad, la precariedad y la necesidad.
Sin embargo, poco se habla del impacto ambiental que generan las tomas, el cual muchas veces pasa desapercibido y puede tener consecuencias devastadoras, llegando incluso a arrasar con ecosistemas enteros.
Lo cierto es que una toma de terreno trae consigo muchos impactos dañinos como la generación de basura y residuos sólidos domiciliarios, así como la creación de caminos, la extracción de plantas nativas, la contaminación del agua y el suelo y la introducción de especies invasoras.
Crisis habitacional en Chile: falta de acceso a la vivienda y la proliferación de tomas de terreno
Con una escasez de más de 650 mil viviendas y una sensación generalizada de vulnerabilidad, el escenario habitacional chileno se encuentra en la mayor crisis que se ha visto en los últimos 30 años.
Durante la última década, el precio del suelo urbano, así como el de las viviendas y los arriendos, se ha elevado sostenidamente, generando una crisis habitacional profunda que se agrava conforme pasa el tiempo y pareciera no tener visos de solución, ni siquiera en el largo plazo.
Y es que factores como la pandemia, la crisis migratoria y el encarecimiento de la vida, han agravado la crisis habitacional de una manera exponencial, lo cual se manifiesta en una proliferación explosiva de asentamientos precarios, tomas ilegales y campamentos.
Según el último Catastro Nacional de Campamentos (CNC), realizado por el ministerio de Vivienda y Urbanismo, desde 2019 hasta la fecha existen un total de 355 nuevos campamentos en todo el territorio nacional, con lo que el total de campamentos en Chile asciende a 1091.
El trabajo, asimismo, registra que Valparaíso es la región con más campamentos en el país (255), seguida por la Región del Biobío (156) y la Región Metropolitana (142). Las tres concentran el 50% de todos los campamentos a nivel nacional.
Cabe destacar, igualmente, que la mayoría de las familias que viven en campamentos son hogares vulnerables, que no tienen la capacidad económica para pagar un arriendo o comprarse una casa, no gozan de servicios básicos y poseen viviendas precarias. Según los datos entregados por el Minvu, el 48% de los hogares en campamentos de encuentra bajo la línea de la pobreza (ingresos inferiores a $402.371 para una vivienda con tres personas), mientras que el 25% se ubica bajo la línea de la pobreza extrema (ingresos inferiores a $270.914 para un hogar de tres personas).
“En los mil campamentos en Chile registrados por el catastro, en general habitan hogares vulnerables, familias que obviamente son parte del proceso de la crisis habitacional que existe en Chile como causa del aumento del allegamiento, el déficit de viviendas y de cómo se han incrementado los precios de pago de vivienda, que era un problema que ya se veía hace 15 años en Santiago centro y que hoy día yo diría con mucha propiedad que se ve en todo Chile. Ha habido un aumento abusivo y segregador que hace que muchas familias no puedan pagar el arriendo de una pieza o de una casa y el campamento surja como una alternativa residencial”, señala Yasna Contreras, Doctora en Arquitectura y Estudios Urbanos e investigadora del Centro de Estudios de Conflicto y Cohesión Social (COES).
Asimismo, la investigadora pone énfasis en la crisis migratoria, un factor que potencio en gran medida la crisis habitacional en Chile: “A eso se añade otra crisis que nos tocó, que es la crisis migratoria. Gran parte, más del 60% de quienes habitan en campamentos, son familias inmigrantes latinoamericanas que también tuvieron restricciones de acceso por precio, por no contar con papeles o por racismo. Lamentablemente, en los cinco últimos años en Chile se han conjugado una serie de crisis que explican el aumento de los campamentos además de una crisis habitacional que no es reciente, es decir, muchas familias que postulan la vivienda no pueden acceder a una”, agrega la Dra. Yasna Contreras.
Sin duda, el aumento de los campamentos ha sido explosivo y ha dejado en evidencia una profunda crisis habitacional que se vive en todo el territorio nacional. No obstante, durante los últimos años, también ha surgido un nuevo tipo de asentamiento irregular, que muchas veces pasa desapercibido y que poco se condice con la necesidad de vivienda. Hablamos de las tomas ilegales o tomas VIP, que han proliferado en las zonas rurales y costeras de nuestro territorio, generando un gran impacto en el paisaje.
Cabe destacar, sin embargo, que el catastro realizado por el Minvu solo contabiliza los asentamientos irregulares que son considerados campamentos, es decir, un “conjunto de 8 o más hogares que habitan en posesión irregular de un terreno, carencia de algún servicio básico y cuyas viviendas son precarias, y se encuentran agrupadas y contiguas”. Por lo tanto, deja de lado todas aquellas ocupaciones que no tienen una necesidad detrás, sino que corresponden a segundas viviendas y a loteos irregulares, donde muchas veces, incluso, operan mafias que estafan a las personas.
“Por otro lado, de manera más oculta, más invisible, o en algunos casos explosiva y muy visible, existen familias chilenas en su mayoría, que se fueron tomando terrenos en el borde costero, al principio de manera un poco más silenciosa y ahora ya de manera más brutal en plena crisis pandémica. Y yo creo que hay que prestarle atención porque obviamente está producida por razones que pueden estar cruzadas por la crisis habitacional, pero también porque emergió otro actor que es el urbanizador pirata, que es el que lotea algo que no es de él y hay una gran cantidad de seres humanos que están siendo engañados”, agrega la Dra. Yasna Contreras, quien además es académica del Departamento de Geografía de la facultad de Arquitectura y Urbanismo de la Universidad de Chile.
Según datos del Ministerio de Bienes Nacionales, en Chile hay cerca de 19 mil ocupaciones en terrenos fiscales, donde sólo las regiones de Antofagasta y Atacama concentran el 70% del total de estas tomas ilegales.
Este problema, que si bien no se condice con una necesidad de base, deja en evidencia la necesidad de avanzar en el plan de emergencia habitacional motivado por el déficit de vivienda que se está llevando a cabo por parte del Ministerio de Vivienda y Urbanismo, que entre sus acciones busca detener los loteos y tomas recientes, y estudiar caso a caso las tomas existentes para buscar soluciones según la urgencia de cada situación.
Impacto en el paisaje, afectación a la biodiversidad y contaminación, el lado oscuro de la ocupación humana
Cada vez que hablamos sobre el problema de las tomas en Chile, surgen distintas factores como la crisis migratoria, la pobreza, la crisis habitacional, el aumento progresivo del precio de la vivienda, la precariedad y la necesidad. Sin embargo, poco se habla del impacto ambiental que generan las tomas, el cual muchas veces pasa desapercibido y puede tener consecuencias devastadoras para la biodiversidad, llegando incluso a arrasar con ecosistemas enteros.
En primer lugar, cabe señalar que el crecimiento urbano siempre va a traer consigo el impacto directo de un entorno natural, y es que al construir una vivienda, es necesario arrasar con la vegetación existente en el lugar, aplanar el terreno y luego comenzar con las obras de construcción. Por ello es que las tomas de terreno, desde la base, son súper agresivas para su entorno.
“En general en una toma ya no queda nada de lo que normalmente hubiese habido en ese sector, lo que queda es lo que fue saliendo en la orillita de la casa o lo que plantaron los mismos pobladores. Entonces, perdemos casi al 100% ese hábitat, y de la mano de eso también perdemos la funcionalidad de ese lugar”, indica Javier Pardo, ingeniero agrónomo y gerente general de Biorestauración, una empresa dedicada a la reforestación de especies nativas en el norte de Chile.
Y de ahí vienen otras intervenciones que quizás son mucho más mudas, pero que no dejan de ser relevantes. Una vez instaladas las tomas, lentamente empiezan a aparecer la basura, los residuos domiciliarios, las especies introducidas y las mascotas, generando otro tipo de impactos en el entorno que pueden ser muy perjudiciales para la fauna nativa y para toda la biodiversidad, como la exposición a nuevos patógenos, la contaminación y erosión del suelo, la caza de fauna nativa por parte de perros y gatos, entre otros.
“Por otro lado tenemos el tema de la contaminación. Los microbasurales cercanos a las tomas son pan de cada día. Por ejemplo, cerca del Parque Nacional Pan de Azúcar, hay un micro basural justo donde viven varios cactus que son súper endémicos de la zona, pero estan llenos de basura debido a que hay una toma cercana que ha ido creciendo con el tiempo, en un sector que le llaman la gruta. Entonces, a pesar de que la toma ya arrasó con la biodiversidad que había antes de la toma, el impacto no para. ¿Qué pasa con los baños de esas 5.000 o 10.000 casas? ¿Qué pasa con el ruido, con la luz? Esos son impactos difíciles de evaluar, pero si, por ejemplo, un proyecto inmobiliario de esta envergadura estuviera en manos de privados, debería pasar por el Sistema de Evaluación de Impacto Ambiental, pero como son tomas esto no ocurre”, puntualiza el ingeniero agrónomo.
Por su parte, Maximiliano Leiva, surfista y habitante de Caldera, indica: “Las tomas tienen un impacto a veces con solo caminar encima y pisar la tierra. El desierto está lleno de bancos de semillas que se almacenan años hasta que cae la cantidad suficiente de agua, y en realidad eso no es suficiente con esquivar la flor, en realidad lo importante es que tiene que haber un sendero para caminar y la gente no tiene que salir del sendero. Muchas veces uno cree que no pisa nada, pero en realidad debajo hay semillas que están esperando para germinar. Las aves por otro lado también se ven afectadas por los autos que ingresan a la playa, los perros, la basura, etc”.
Uno de los problemas más grandes que generan las tomas es la reproducción de residuos sólidos domiciliarios, que al ser una ocupación ilegal, no le corresponde al municipio y en el fondo afectan la calidad ambiental de todo el entorno, indistintamente de la clase social. Y cuando hablamos de tomas en zonas costeras o en áreas naturales, ocurre una alteración al ecosistema que es compleja y dramática, y que a diferencia de los campamentos que se ubican al interior de ciudades –que generalmente suelen instalarse en terrenos llanos-, requieren de intervenciones de naturaleza distinta.
Por su parte, esta contaminación, que es muy perjudicial para la biodiversidad, también puede ser muy perjudicial para las mismas personas que viven en la toma, quienes pueden verse expuestas a diferentes patologías y enfermedades. Como señala Maximiliano Leiva: “El tema ambiental también tiene una consecuencia a lo social porque hacer una toma o hacer 10 tomas en una playa, significa que vas a tener gente viviendo con una cantidad de residuos doméstico domiciliarios que no sabes donde se van a meter, entonces al final la gente está contaminando el mismo espacio donde se están proyectando a vivir porque no hay una urbanización planificada, no hay regulación, no hay servicios básicos. Entonces eso igual va a tener consecuencias sanitarias”.
Asimismo, vale destacar que la falta de planificación territorial y ordenamiento urbano produce que muchas de estas tomas se instalen en terrenos expuestos a diferentes fenómenos naturales, lo que genera que haya mucho riesgo para las personas. Así lo indica la Dra. Yasna Contreras: “Por ejemplo, muchas de estas tomas están ocupando las desembocaduras de los ríos, es decir, las personas están expuestas a riesgos de inundación o riesgos aluvionales. También muchos de ellos están sobre la cota de inundación de tsunami, es decir, le agregan carga no solo al borde costero, sino que también le metes carga y riesgo a todo el sistema urbano que está cerca de las tomas”.
Sin duda las tomas, sean motivadas por necesidad o por otras razones, están poniendo en tensión a la biodiversidad y la salud de las personas. Sin embargo, el impacto ambiental y sanitario que generan las tomas es algo de lo que no se habla y no está considerado dentro de las políticas públicas que se han desarrollado entorno a esta temática.
“Una consecuencia también es política, que tiene que ver con cómo tú vas a diseñar herramientas que comprendan la pérdida de biodiversidad, el daño ambiental, la contaminación y la contaminación del suelo, porque las tomas se miran como un acto muy vinculado a la vivienda, pero no como una alteración al ecosistema en general, y ese aspecto es lo que menos se está debatiendo hoy día. Acá se tiene que armar otra institucionalidad distinta a la que yo observado en la lectura tradicional de los campamentos y dejar de ver los campamentos y las tomas en la naturaleza solo como un tema de vivienda. Efectivamente es un tema de vivienda, pero también es un tema de alteración del ecosistema, que no solo afecta a los seres humanos. Entonces exige como consecuencia la construcción de una nueva institucionalidad que tiene que ver con diseñar herramientas que comprendan la pérdida de biodiversidad, el daño ambiental, la contaminación y la contaminación del suelo, porque o sino el impacto ambiental va a seguir ocurriendo. Por otro lado, las tomas vip son históricas en Chile, y no pueden ser vistas de la misma forma que un campamento”, puntualiza la Dra. Yasna Contreras.
Por su parte, Javier Pardo, pone énfasis en la necesidad de atender este problema de acuerdo a las características de cada territorio, que pueden tener distintas urgencias y necesidades. El caso del desierto de Atacama es muy complejo, como señala, ya que es un ecosistema sumamente frágil que se ve expuesto constantemente a diferentes impactos a los que se suma el creciente aumento de las tomas costeras. Recordemos que, según datos entregados por el Ministerio de Bienes Nacionales, la regiones de Atacama y Antofagasta concentran el 70% de las tomas de terrenos fiscales a nivel nacional, una cifra no menor.
“Si estuviéramos en la selva amazónica, quizás no sería tan relevante la perdida de una especie, o quizás sí, no me atrevo a dar ese juicio de valor, pero es distinto perder una planta en el Amazonas que perder una planta en el desierto más árido del mundo. Para la fauna no es lo mismo perder una fuente de comida acá, que perder una fuente de comida en el bosque valdiviano. Ambos impactos son negativos, pero las posibilidades de que eso se recupere son distintas en cada lugar”, agrega el gerente general de Biorestauración.
La tenencia irresponsable de mascotas: Una de las principales amenazas para el guanaco
Uno de los grandes problemas que traen consigo las ocupaciones ilegales de terrenos son los animales domésticos, que, a pesar de la ternura y compañía que brindan sus familias, muchas veces son abandonados o cuentan con una tenencia irresponsable, lo que no solo trae consecuencias negativas para su salud y bienestar, sino que afecta directamente a la biodiversidad nativa.
Por un lado, los gatos cazan instintivamente diferentes especies nativas de roedores, aves y reptiles, generando un impacto directo en las poblaciones de estos pequeños animales, que a su vez, cumplen un rol fundamental en los ecosistemas en los que habitan. Asimismo, los gatos son portadores de un montón de enfermedades humanas que pueden generar, incluso, una crisis sanitaria dentro de las especies nativas, las cuales no tienen defensas ante estos patógenos que no están presentes de forma natural en su entorno.
“Los gatos al estar sueltos cazan de forma instintiva reptiles, aves y roedores, que son especies diseminadoras, que contribuyen a la dispersión de semillas silvestres. Entonces, al disminuir la población de estos roedores y estas aves, no hay dispersores para las especies, por ejemplo, del desierto florido. Y vemos que donde se instalan tomas cada vez hay menos plantas alrededor, porque finalmente no hay sembradores porque los gatos los van cazando”, añade César Pizarro, biólogo en gestión de Recursos Naturales y jefe de la sección de Conservación de la Biodiversidad del Departamento de Áreas Protegidas de CONAF Atacama.
Por otro lado están los perros, que si bien son los mejores amigos de los humanos, no son tan amigables con la fauna silvestre, más aun cuando tienen hambre. Al igual que los gatos, los perros pueden llegar a cazar a la fauna nativa, tanto por diversión, como por una lucha de territorio o por hambre. Asimismo, son capaces de desplazarse muchos kilómetros al interior de áreas protegidas o entornos naturales, compitiendo por alimento y diseminando patógenos a los cuales la fauna silvestre no está acostumbrada.
“Tenemos registros de perros que ingresan y recorren muchos kilómetros dentro de un parque nacional para volver con sus dueños y también tenemos registros de ataques de perros. Basta con dos perros para matar a un guanaco, por lo que es un problema serio.”, agrega César Pizarro.
En definitiva, los daños producidos por estas mascotas en las zonas rurales significan un problema ecológico enorme, ya que alteran el equilibrio de los ecosistemas naturales depredando fauna nativa, contagiando enfermedades, desplazándose, compitiendo por alimento o territorio.
Lo peor de esto, es que las áreas protegidas del Estado están cada vez más expuestas a las tomas, y por ende, a la tenencia irresponsable de mascotas, lo que afecta directamente las labores de conservación que se llevan a cabo en dichas áreas naturales.
Un ejemplo de ello es lo que ocurre en el Parque Nacional LLanos de Challe, que en los últimos 10 años ha presentado una disminución de casi el 60% de la población de guanacos debido a ataques indiscriminados de perros. “El parque se caracterizaba por ser el parque costero con la mayor población de guanacos en el norte y esta categoría está cayendo porque los guanacos están disminuyendo, principalmente porque han aumentado las tomas y han aumentado los perros. Y lo mismo ocurre con los pudúes en Chiloé”, agrega Cesar Pizarro.
“Estamos en la formación de lo que se conoce como una meta población de guanacos, que es cuando un grupo poblacional está en camino a la extinción, entonces es algo súper grave porque el guanaco es un jardinero del Desierto Florido, es un gran diseminador, oxigenador y fertilizador del desierto, entonces su disminución o extinción afectaría de una u otra manera a toda la cadena ecológica, por lo tanto, es grave lo que está ocurriendo. En el Parque Nacional Pan de Azúcar está ocurriendo lo mismo”, puntualiza el biólogo en gestión de Recursos Naturales.
Sin duda, la situación del Parque Nacional Llanos de Challe es grave, pero lamentablemente, no hay luces de que haya un control de las tomas cercanas a las áreas protegidas por parte de las distintas administraciones del Estado.
“Como CONAF hemos tratado y seguimos tratando de fiscalizar la tenencia responsable a través de los equipos de guardaparques con campañas de captura, donde los perros son capturados y llevados al canil, donde los tratan bien y les dan alimentación y medicamentos porque generalmente están débiles, porque los han dejado votados o son deambulantes. También hay que destacar que hay una creencia de que los perros que matan a fauna silvestre son perros salvajes, pero no, son perros con dueño la mayoría” agrega en funcionario de CONAF Atacama.
Cabe destacar, igualmente, que la tenencia de irresponsable de mascotas es reconocida a nivel mundial como una de las principales causas de la pérdida de biodiversidad en el mundo, justamente por el impacto que tiene para la fauna nativa y para los ecosistemas.
En ese sentido, César Pizarro, finaliza: “Es un problema que tenemos que avanzar como sociedad y también como país, en lo legislativo, a nivel de fiscalización y a nivel de sanciones también a través de los juzgados policial local, para que podamos avanzar en esa línea como países como Australia, que han logrado avanzar mucho en la regulación de la Tenencia Responsable de mascotas, justamente por el impacto que tiene la vida silvestre. A nivel de CONAF tenemos evaluado que dentro de las principales amenazas para la biodiversidad, aparte de los incendios forestales que afectan principalmente a la zona centro sur del país, están los perros y gatos, y son una amenaza transversal que no solamente ocurre en Chile, es a nivel mundial”.