Los pequeños felinos silvestres que nadie conoce enfrentan riesgos cada vez más intensos, incluso la extinción
En el mundo existen 33 especies de felinos silvestres pequeños que, a menudo, están lejos del radar de atención de la conservación y del financiamiento. Algunas de estas especies enfrentan el riesgo de una extrema disminución en su población e, incluso, el de la extinción. La dificultad para estudiarlas es notoria. En algunos casos, falta el conocimiento ecológico básico, lo que obstaculiza los esfuerzos de conservación. El hecho de no conseguir la atención pública obtenida por los gatos grandes más carismáticos ha perjudicado enormemente la financiación para investigar a los gatos pequeños.
Cuando pensamos en mamíferos en peligro, puede que los primeros que vengan a nuestra mente sean los felinos grandes de la familia Felidae en especial el tigre o el leopardo de las nieves. Pero pocos piensan en una de las 33 especies de felinos pequeños, inclusive muchas personas no podrían reconocerlas o nombrarlas.
Esparcidos a lo largo de diversos ecosistemas en todo el mundo, los felinos pequeños se ven eclipsados por sus primos carismáticos, los gatos grandes del género Panthera. Pero enfrentan similares amenazas que se van profundizando con el tiempo: pérdida de biodiversidad, cambios en el uso de suelo, contaminación y cambio climático. Estos son cuatro límites planetarios que la humanidad ha sobrepasado de manera peligrosa, lo que pone en riesgo el “espacio operativo seguro” del mundo.
Los felinos pequeños son, por lo general, especies especializadas: se adaptan de manera ideal al lugar donde viven, lo cual los pone en un peligro particular. También son expertos en evadir a los investigadores. En consecuencia, queda mucho por descubrir sobre ellos y, a menudo, los esfuerzos de conservación se frustran. En la actualidad, 14 de 33 especies de felinos pequeños figuran como “Vulnerables” o “En peligro” en la Lista Roja de la IUCN. Siete de estas se encuentran en Asia.
Bajo presión desde Asia hasta América Latina
Luego de la Cumbre para la Conservación de Pequeños Felinos Silvestres en 2019, investigadores y conservacionistas definieron las primeras amenazas para los felinos pequeños: pérdida y degradación del hábitat, conflictos entre humanos y pequeños felinos silvestres, caza y accidentes de tráfico figuran en los primeros puestos de la lista. Poco ha cambiado desde entonces.
Wai-Ming Wong, director del Programa sobre Gatos Pequeños en Panthera, el organismo para la conservación de felinos silvestres del mundo, explica que el cambio y pérdida del hábitat están reduciendo el territorio, lo que lleva a los felinos a un contacto más cercano con los humanos. Esto da acceso a cazadores furtivos, o aumenta el riesgo de conflictos entre humanos y felinos. La continua expansión de la agricultura de monocultivo, incluidas las plantaciones de árboles para producir aceite de palma o papel, está entre los principales causantes del cambio en el uso de la tierra.
Wong cita un buen ejemplo: la madera de agar, también conocida como “madera gaharu”, en Sabah, Malasia (isla de Borneo). El comercio de esta madera aromática, utilizada para hacer incienso y perfumes, ha llevado a algunas especies de la familia de árboles Aquilaria al borde de la extinción. Pero ese comercio y la pérdida de dichos árboles también están amenazando a los pequeños felinos de la isla.
“Estamos descubriendo que hay grupos de personas que van al bosque a recoger gaharu”, señala Wong. Y, si bien la principal amenaza para los pequeños gatos de Sabah es la captura accesoria y la disminución de las presas, “si ven a un gato silvestre, lo matan”, explica.
Entre 2004 y 2017, Borneo perdió alrededor de 5,8 millones de hectáreas (14,3 millones de acres) de bosque, según un informe de WWF, lo que pone a los felinos en un grave riesgo. La isla alberga a cinco especies de felinos pequeños. Dos de estos —el gato de cabeza plana (Prionailurus planiceps) y el gato de Borneo (Catopuma badia)— figuran en la lista de la IUCN como “En peligro”. Con respecto al primero (una especie especializada de los humedales), se cree que ya perdió alrededor del 70 % de su hábitat históricamente adecuado, a lo largo de su zona de distribución, que se extiende por el sudeste asiático.
El otro, el gato de Borneo, tal vez sea el felino pequeño en mayor peligro de extinción del mundo, según Wong. En parte se debe a que sigue siendo un gran enigma. “Simplemente, no sabemos nada sobre esta especie. Es un felino silvestre que enfrenta muchas amenazas. Pero, al mismo tiempo, es muy difícil estudiarlo en el ámbito salvaje”, dice el experto. Al lidiar con un conocimiento tan limitado, formular estrategias efectivas de conservación es todo un desafío.
Otra especie especializada, el Felis chaus fulvidina del sudeste asiático, una subespecie del gato de la jungla, corre peligro a causa de la extinción regional. Vive preferentemente en los bosques tropicales caducifolios de tierras bajas y de dipterocarpáceas uno de los tipos de bosques más amenazados del sudeste asiático.
El F. c. fulvidina es uno de los felinos más raros de todos y, probablemente, podría ser calificado como una especie en peligro de extinción, según Susana Rostro-García, de la Unidad de Investigación para la Conservación de la Vida Silvestre (WildCRU) de la Universidad de Oxford. Pero, como sucede con otros felinos pequeños, no se conoce lo suficiente para precisar las amenazas a lo largo de su zona de distribución.
“Sin una protección mayor y urgente de este hábitat, que está sujeto a la pérdida de bosque y a la caza furtiva, las especies podrían ser expulsadas de la región —plantea Rostro-García—. La situación del gato de la jungla en la región del sudeste asiático es cada vez más desoladora”.
Al otro lado del mundo, la intrusión humana está causando amenazas nuevas a los felinos pequeños de México, en especial al ocelote (Leopardus pardalis) y al margay (Leopardus wiedii), ambos en peligro de extinción en el ámbito nacional. Un riesgo dominante pero poco reconocido en las áreas protegidas son los perros, según explica Mariam Weston Flores, colíder del grupo de trabajo sobre el ocelote, perteneciente a la fundación Small Wild Cat Conservation y coordinadora de proyecto en la fundación Animal Karma.
Los perros perturban a los felinos pequeños, lo cual los hace abandonar sus territorios. Además, los caninos pueden propagar enfermedades. Agrega que aún no se ha confirmado por completo si los perros están matando a los gatos de México, pero advierte que es necesario enfatizar el hecho de que «las especies invasivas, en especial los perros, son una amenaza recurrente en varias áreas protegidas y esto no se reconoce para nada”.
Pérdida de hábitat de humedal y de montaña
Los humedales son uno de los ecosistemas más amenazados en el mundo, con una pérdida mundial del 35 % desde 1970. Están desapareciendo tres veces más rápido que los bosques; esto supone riesgos cada vez mayores para las especies de felinos que viven especialmente allí. En Nepal, el gato pescador (Prionailurus viverrinus), que tiene predilección por los humedales, está en peligro de extinción. Está confinado a la región occidental del Terai, y se cree que existe solo en cinco áreas protegidas; tal vez sean unos 200 gatos pescadores adultos (menos que la cantidad estimada de tigres en Nepal).
“Creo que, para el gato pescador, los humanos son la mayor amenaza”, opina Rama Mishra, candidata a un doctorado en la Universidad de Amberes y cofundadora de Wildlife Conservation Association Nepal.
Mishra fue parte de un equipo que mapeó el hábitat adecuado del gato pescador en el país. Descubrieron que alrededor de 668 000 ha —4,4 % del territorio de Nepal— son adecuadas para su hábitat. Pero casi dos tercios de ese 4,4 % están fuera de las áreas conservadas, aunque es alentador que una parte de hábitat muy adecuado sí esté dentro de áreas conservadas.
La conversión de los humedales nepalíes en campos de cultivo y en estanques ha causado conflictos entre el gato pescador y los granjeros y los pescadores. “Cuando descubren al gato pescador merodeando los estanques, siempre hay una amenaza por parte de los piscicultores —explica Mishra—. Creen que el gato pescador matará y consumirá sus peces”.
Afortunadamente, algunos felinos están adaptándose rápidamente a los cambios en su hábitat. En Sri Lanka, por ejemplo, los gatos pescadores están pasando más tiempo en las ciudades, según informa Anya Ratnayaka, del Urban Fishing Cat Conservation Project. “Tenemos algunos gatos cuyas zonas de distribución están dentro de los límites de la ciudad de Colombo”, explica. Si bien la adaptabilidad de estos gatos parece positiva, genera preocupación respecto de que puedan encontrarse en lo que Ratnayaka describe como una “trampa ecológica”.
“Los impactos negativos [de vivir entre humanos], como enfermedades, persecución y también muerte en carretera, superan por mucho los impactos ‘positivos’ —sostiene—. No estamos seguros de cuánto sobrevivirán los gatos en la zona urbana de Colombo, en especial si los humedales urbanos no se mantienen de manera adecuada y si los espacios verdes se despejan para reemplazarlos por cemento”. Según algunos cálculos, Colombo está perdiendo sus humedales urbanos a razón de 1,2 % por año; tan solo en los últimos 30 años, perdió el 40 % de sus humedales.
Aguas contaminadas
Si bien los conservacionistas están familiarizados con las amenazas inminentes a los felinos pequeños (como la caza), se ciernen nuevos peligros que son poco comprendidos. La contaminación por parte de aguas residuales urbanas e industriales y de los vertidos agrícolas son un cóctel tóxico de químicos y otros contaminantes (como nitrógeno y fósforo), que se extiende por ríos, lagos y aguas costeras. Eso presenta una amenaza para la biodiversidad.
Por ejemplo, según Wong, como el gato de cabeza plana de Borneo vive de peces, crustáceos y ranas, es probable que la contaminación de las fuentes de agua dulce tenga algún impacto en la especie. Un estudio de 2014 descubrió que las plantaciones de palmas aceiteras pueden degradar gravemente la calidad del sistema de agua dulce al introducir químicos, elevar la temperatura y aumentar la sedimentación. La minería ilegal del oro provocó la contaminación por mercurio de los ríos de Borneo. Esto causó la contaminación del agua potable y la bioacumulación en los peces. Ningún estudio ha calculado estos impactos tóxicos en las especies de gatos pequeños, asegura Susan Cheyne, codirectora de la fundación Borneo Nature Foundation.
En Sri Lanka, el gato pescador también está expuesto a la contaminación por aguas residuales, vertidos agrícolas, y plásticos. “Vemos una enorme cantidad de especies de aves de humedales de agua dulce que están ingiriendo plástico. Y los gatos pescadores están comiendo todo eso”, explica Ratnayaka. En Nepal, Mishra dice que encontró vidrio y plástico en el excremento de los gatos pescadores.
Ratnayaka destaca un estudio llevado a cabo en Sudáfrica, mediante el que se encontró bioacumulación de rodenticidas anticoagulantes en caracales (Caracal caracal), un felino silvestre de tamaño medio, y en otros carnívoros que viven en la región del gran Ciudad del Cabo.
Una amenaza nueva en el horizonte
Los expertos afirman que el cambio climático es una amenaza para las especies de felinos pequeños, en especial para las especializadas en humedales. “A medida que aumenta el nivel de agua [costera], mucho de ese hábitat para ellos desaparecerá”, señala Wong. Las especies que viven a alturas más elevadas también pueden sufrir reducciones de su hábitat a medida que la temperatura del planeta aumenta y las especies adaptadas a las montañas se trasladan a mayores altitudes.
El gato de Pallas (Otocolobus manul), también conocido como “manul”, es un gato pequeño con una amplia área de distribución por las zonas semidesérticas y estepas montañosas desde Mongolia hasta Irán. En la actualidad, está clasificado como “Preocupación menor” en la Lista Roja de la UICN. Su hábitat ya está muy fragmentado, lo que eleva la posibilidad de futura extinción local o regional.
Aún no está claro cómo el cambio climático podría afectar al gato de Pallas, sostiene Emma Nygren, coordinadora del proyecto Pallas’s Cat International Conservation Alliance (PICA). Sin embargo, podría implicar una mayor fragmentación de su hábitat, disminución de presas y aumento del cambio en el uso de la tierra, lo que empeoraría las amenazas a las especies.
En América Latina, un clima cambiante amenaza la supervivencia del gato andino (Leopardus jacobita), en peligro de extinción. Rocío Palacios, líder del proyecto Alianza Gato Andino (AGA), describe esta especie (con su larga cola esponjada para ayudarlo a recorrer las laderas rocosas escarpadas) como el leopardo de las nieves de los Andes. Se encuentra en la zona montañosa de Argentina, Bolivia, Perú y Chile, y enfrenta una potencial reducción drástica de su hábitat debido al calentamiento del planeta.
En un artículo de 2017, se calculó que el gato andino podría perder hasta un 30 % de su zona de distribución para 2080. Pero, según Palacios, la falencia que se observa en ese estudio es que no se toman en cuenta del todo los cambios en el clima a lo largo de toda la zona de distribución de la especie, en particular, en la Patagonia, región que se veía como un nuevo hábitat potencial donde el gato podría desarrollarse. “Las proyecciones del [clima] son malas en toda la distribución de la especie”, advierte.
“Debemos comprender cómo el cambio climático afectará realmente [al gato andino] para ver si hay algo que podamos hacer, así comenzamos a hacerlo ahora —agrega Palacios. Para nosotros, a esta altura, la acción es aún más importante que el aspecto científico”.
En la actualidad, Palacios y su equipo están trabajando para reducir las presiones inminentes: matanzas en represalia, degradación del hábitat por industria extractiva y depredación por parte de los perros.
Conoce un felino, conserva un felino
Los conservacionistas e investigadores de felinos entrevistados para este artículo, comparten las mismas preocupaciones en todo el mundo: falta de financiación, baja conciencia pública y conocimiento limitado de las especies. En 2021, los felinos pequeños recibieron un estímulo cuando Panthera anunció planes para priorizar la investigación y conservación de felinos pequeños, respaldadas por financiamiento. Pero, si bien el gasto en los felinos pequeños está aumentando, todavía obtienen una cantidad exigua, comparada con la que se proporciona para sus primos más grandes. Esa brecha de financiación es particularmente desafiante para las especies en las categorías bajas de niveles de amenaza global, pero que están en peligro de extinción en el ámbito nacional o regional.
A pesar de la falta de dinero, los defensores de gatos pequeños continúan concentrándose en múltiples amenazas inmediatas. La fundación Small Wild Cat Conservation Foundation (SWCCF) organizó grupos de trabajo para varias especies de felinos pequeños (entre otros, la Fishing Cat Conservation Alliance), y planea crear más. Estas plataformas brindan a los expertos en felinos silvestres un lugar donde colaborar, compartir información y recursos, y encontrar soluciones.
“Hay amenazas, como la del cambio climático, por las que no podemos hacer mucho, y lo sabemos —señala Jim Sanderson, fundador y director de SWCCF—. Pero estamos enfrentando las amenazas por las que sí podemos hacer algo”.
Una estrategia central de SWCCF, compartida con otras organizaciones sobre felinos pequeños, es la participación de la comunidad: aumentar la conciencia pública para promover la comprensión y la cooperación, al tiempo que se limitan los conflictos entre humanos y vida silvestre, y las matanzas en represalia.
“La participación comunitaria es esencial para la conservación, ya que sin [los locales] de [nuestro] lado, la conservación nunca funcionará”, explica Wong. Construir colaboración y conciencia comunitarias (en especial, lograr la participación de los niños) es una estrategia que puede practicarse con un presupuesto ajustado y se pueden obtener buenos resultados.