La Guía para la Compensación de Biodiversidad en el SEIA (Sistema de Evaluación de Impacto Ambiental) establece que existen límites a la compensación de la biodiversidad. Estos límites son influenciados por las condiciones de irreemplazabilidad y de vulnerabilidad de la biodiversidad de un sitio particular. La irreemplazabilidad de un sitio se relaciona con la posibilidad de encontrar otro sitio con similares características en términos de su biodiversidad. La vulnerabilidad, por su parte, se relaciona con el nivel de amenaza de las especies que componen un sitio, determinada generalmente con la clasificación de especies según estado de conservación. 

©Cortesía Fernanda Salinas
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En este contexto, la biodiversidad del área en el que se pretende emplazar y las áreas que se verían impactadas por las actividades del Proyecto Minero Portuario Dominga cuenta con ambas condiciones. En el ambiente marino y costero, sabemos que la pesca artesanal y el turismo de observación de fauna marina son actividades que dan sustento a los habitantes de la zona y que se caracterizan por su riqueza, productividad, singularidad y amenaza. Sin embargo, la situación de vulnerabilidad e irreemplazabilidad de la biodiversidad también se ve reflejada en el ambiente terrestre. En el área de influencia se documentan 53 formaciones vegetacionales xerofíticas con un alto grado de naturalidad (92% de especies autóctonas) y cobertura, que cubren un total de 10.146 hectáreas, que albergan 255 especies nativas. De estas especies, un 75,7% son endémicas, a pesar de que el titular señala equívocamente que un 66,2% eran endémicas al territorio nacional. Ambas cifras son incluso mayores que el ya elevado 53% de endemismo en la región de Coquimbo y el 45,8% correspondiente a la flora chilena continental. 

©Cortesía Fernanda Salinas
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A pesar de que el titular reporta un total de 11 especies vegetales clasificadas en alguna categoría de conservación, en el área de influencia directa del proyecto se encuentra un total de 36 especies cuya conservación se encuentra amenazada. Por lo tanto, los impactos identificados y las medidas de compensación por la pérdida de biodiversidad vegetacional de especies amenazadas establecidas por el titular son insuficientes y omiten aspectos de estructura y función de los ecosistemas terrestres, que se refleja en la presencia de solo cinco formaciones vegetacionales en el área de compensación, con bajas coberturas vegetacionales. 

Eriosyce simulans ©Cortesía Fernanda Salinas
Eriosyce simulans ©Cortesía Fernanda Salinas

Entre las especies amenazadas, destaca Eriosyce simulans, el cactus simulador, clasificada en la categoría “En Peligro Crítico” por su restringido rango de distribución natural, correspondiente a un área de 89 km2, y que se sobrepone en un 75% con el área de influencia del proyecto. De hecho, en la línea base, el titular señala que se deben considerar estrategias de conservación de la especie en el área, ya que no se conoce tal abundancia en otras localidades, y el área de influencia del proyecto sería la de mayor importancia para la especie. Atendiendo a la observación, un rajo minero no parece ser una estrategia adecuada para conservar la especie. 

©Cortesía Fernanda Salinas
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Así mismo, no podemos olvidar que la región de Coquimbo cuenta con 385 depósitos de relave, 106 de los cuales están abandonados y 32 se encuentran activos. Recordemos también que la región tiene un 84% de sus suelos erosionados, y que según el informe de Fundación Chile, Radiografía del Agua, que caracteriza la diferencia entre la oferta y la demanda de agua en 25 cuencas a lo largo del país, el río Los Choros presenta la mayor brecha hídrica a nivel nacional, correspondiente a un 824%, seguida muy lejos por el río La Ligua con una brecha de 129%. 

©Cortesía Fernanda Salinas
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Si queremos conservar los servicios que los ecosistemas naturales entregan a la humanidad, debemos detener la destrucción de la naturaleza. El cambio de uso de suelo es la principal causa de la pérdida de biodiversidad, y por lo tanto, de eliminación de los procesos ecológicos que sostienen la vida. Nos vemos enfrentados a elegir si queremos dar un uso sostenible a los ecosistemas naturales, desarrollando actividades humanas que convivan armónicamente con la naturaleza, conservando el suelo y la vegetación nativa, y con ello la fauna y todos los procesos ecológicos y ecosistémicos asociados, o si queremos destruirlos para arrancarle el corazón a la tierra, dejando en la comuna otro valle relleno con relave minero, mayores índices de cáncer en la población, la destrucción irreversible del acuífero del valle de Los Choros y nuevos rajos mineros en el paisaje nacional. 

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