Lecciones del pasado: la casa chilena tradicional
Seguramente para muchos la arquitectura sustentable tiene que ver con sofisticados sistemas de ahorro o generación energética, o quizás costosos productos reciclados de materiales de desecho. Por el contrario la sustentabilidad tiene que ver con concientizar nuestro impacto con un diseño honesto, sensato y posiblemente basado en la experiencia de nuestros antecesores. Como decía Le Corbusier (1957): “La tradición es la cadena ininterrumpida de todas las innovaciones, y luego, el indicador más seguro de la proyección hacia el futuro”.
Con conocimientos traspasados de generación en generación, la arquitectura vernácula se refiere a la traducción a forma física directa e inconsciente de una cultura, sus necesidades y valores, desarrollando una edificación capaz de cubrir las tres áreas principales de la sustentabilidad. Economía, sociedad y medioambiente.
“Estos constructores y artesanos han aprendido a solucionar sus problemas colaborando con la naturaleza. Considerando que cada falla significaría tener que enfrentar las fuerzas de la naturaleza en primera persona – Lo cual no es el caso de un arquitecto diseñando para alguien más – Sus edificios han sido largamente adaptados y diseñados como refugios naturales para proteger y resguardar la vida, sin importar lo que eso significa”. (Amos Rapoport, 1969)
En nuestro contexto, desde el comienzo de la era colonial, la casa patronal chilena de 2 patios fue la principal tipología constructiva en el área central de Chile. Importada por los colonizadores españoles, y en respuesta a generar confort en sus habitantes, la adaptación de la vivienda a la realidad sociocultural criolla fundamentó uno de los ejemplos de arquitectura vernácula más propios de nuestra sociedad.
Sus adaptaciones desde el modelo original pueden ser clasificadas en tres ámbitos. En términos económicos la casa patronal chilena se configuró en relación a los materiales disponibles y las capacidades técnicas del contexto. La original casa aragonés compacta de albañilería de tres pisos con un patio central pequeño, derivó en una edificación de muros de adobe (mezcla de tierra, agua y paja) donde la dificultad de enfrentar movimientos sísmicos, muy comunes en el sector, configuró una vivienda de un piso con dos patios y bastante más extensa.
En términos sociales la situación de guerra en contra del pueblo aborigen, sumado a la importancia de proteger a la familia estructuró la calidad de fortificación de la vivienda patronal chilena, donde los patios interiores pasaron a tomar un rol fundamental tanto en lo social, como en el funcionamiento práctico de la habitación. Un primer patio recibía a los invitados y sus caballerías, de corte más solemne, sus pavimentos eran de piedra o maicillo ubicando en el centro una pileta de agua. El segundo patio destinado a los quehaceres de la vida familiar, albergaba comúnmente el huerto pero además frutales y arboles como símbolos de jerarquía y poder.
Finalmente, en el ámbito medioambiental la capacidad de los habitantes de adaptar la vivienda al clima especifico del valle central chileno y principalmente a su propio concepto de confort, muestra las más interesantes definiciones.
La primera decisión fue mantener la tipología de casa patio con corredores exteriores que median entre el interior y el exterior. Calculando la medida del alero que protege el corredor, en relación a los ángulos solares, los espacios interiores son protegidos de la importante radiación solar del verano y al mismo tiempo reciben en el interior esa fuente de calor durante el invierno, cuando las temperaturas exteriores bajan.
Con esta configuración espacial, los patios se convierten en elementos fundamentales y sus materialidades muestran la capacidad de sus habitantes de entender y adaptarse al clima del nuevo mundo. El patio, abierto al cielo, recibe radiación solar directa durante todo el día. Su materialidad, piedra o maicillo, mejora la capacidad térmica de esa superficie. Durante la noche la temperatura dentro del patio, es mayor que la temperatura exterior debido a que muros y pisos han estado recibiendo radiación solar durante todo el día y producto de la inercia térmica de los materiales la temperatura del aire atrapado se incrementa. Además de esto, durante la noche el viento tiende a disminuir por lo que corrientes de aire frio descienden por el centro del patio hasta que alcanzan el piso. De esta manera el aire frio que baja, mueve el aire a mayor temperatura en dirección a los espacios interiores de la vivienda beneficiando a sus habitantes.
El uso de árboles, al interior de estos espacios, es otra característica especial de esta tipología constructiva. Árboles caducos permiten bloquear la radiación solar directa durante el verano, y en invierno permiten el correcto asoleamiento de los recintos interiores. A su vez, las palmas, símbolo de poder y riqueza, genera una importante sombra sobre el techo y muros de la edificación, actuando como un gran quitasol. Los árboles ayudan a filtrar el polvo y la polución, además de enfriar la temperatura del aire a través de enfriamiento evaporativo, mismo efecto que genera el uso de piletas donde el paso del aire a través del agua, reduce su temperatura ofreciendo un ambiente más agradable durante el verano.
Un efecto resultante de la utilización de los recursos disponibles es la capacidad térmica que ofrece una construcción en adobe. Esta propiedad es la habilidad de un elemento de conservar calor y mantener la inercia en contra de las fluctuaciones de la temperatura exterior. Es decir, los muros conservan el calor proveniente de distintas fuentes, durante el día y lo liberan durante la noche a los espacios más fríos de la vivienda. La inercia térmica permite mantener una temperatura más estable reduciendo el consumo de energía para efectos de calefacción.
Como conclusión, es importante considerar que las respuestas para un diseño más sustentable, están descritas por nuestros antepasados y esos siglos de conocimiento y desarrollo cubren los aspectos más fundamentales de nuestra cultura, sociedad y condición climática. La arquitectura vernácula, debe ser siempre un punto de partida.