La urgencia por salvar al picaflor de Arica, el ave más pequeña de Chile y en peligro de extinción
El picaflor de Arica, el ave más pequeña de Chile y en peligro crítico de extinción, enfrenta una disminución drástica debido a la agricultura intensiva y la pérdida de hábitat. A pesar de propuestas de conservación como la creación de corredores biológicos y la promoción de Buenas Prácticas Agrícolas, aún no se han implementado medidas efectivas. Se necesita urgente acción para evitar la extinción de esta especie emblemática de los valles de Lluta, Azapa, Vitor y Camarones. A continuación te contamos más detalles.
El picaflor de Arica, conocido científicamente como Eulidia yarrellii, es el ave más diminuta de Chile y uno de los picaflores más pequeños del mundo. Actualmente está clasificado como en peligro crítico de extinción según la UICN y BirdLife Internacional. Según expertos, es probable que esta ave emblemática de los valles de Lluta, Azapa, Vitor y Camarones, desaparezca en la próxima década si no se toman medidas urgentes para su conservación.
Las hembras alcanzan entre 7 y 7,5 cm, mientras que los machos pueden medir entre 8,5 y 9 cm, con un peso aproximado de 2,5 a 3 gramos. Los machos tienen un dorso y cabeza de tono verde oliva metálico, con partes inferiores mayormente blancas, aunque los costados tienden a tener matices ocráceos. La garganta muestra un púrpura iridiscente con destellos azules, aunque a menudo se ve negra. Sus alas y cola son de color negro, con esta última presentando una forma distintivamente ahorquillada, que cuando el ave está posada tiene forma de tijera. El pico es corto y levemente curvado.
Las hembras son parecidas a los machos, aunque no tienen el tono púrpura iridiscente en la garganta. Además, sus partes inferiores tienden a ser más blancas, con tonalidades acaneladas u ocráceas hacia los flancos. Su cola es más corta y no presenta bifurcación.
La distribución original del picaflor de Arica incluía los valles del sur de Perú y el norte de Chile. Aunque la mayoría de los registros se encuentran por debajo de los 1000 metros sobre el nivel del mar, algunas poblaciones migran hacia altitudes superiores después del período reproductivo, aparentemente para aprovechar las flores que surgen tras las lluvias de verano.
Estas aves se alimentan principalmente del néctar de las flores, aunque debido al tamaño de su pico, que es muy pequeño, suelen preferir flores adaptadas más para insectos que para picaflores. El chañar (Geoffroea decorticans) es una de las fuentes importantes de alimentación, junto con otras especies como el chingoyo, algarrobo, tamarugo, trixis, papilla y malva.
La reproducción del picaflor de Arica está sincronizada con la floración del chañar, empezando comúnmente a mediados de agosto. La incubación dura entre 16 y 19 días, con un período de cría promedio de 31 días. Los machos son territoriales durante esta época, mostrando comportamientos de vuelo para defender sus áreas.
Desafortunadamente, en las últimas cuatro décadas, el picaflor de Arica ha pasado de ser común a ser una especie en peligro crítico de extinción, con una disminución del 70% en su población desde 2003. La degradación de sus sitios de anidación y alimentación debido a la agricultura, sumado a la escasa variabilidad genética debido a sus pequeñas poblaciones, representan amenazas muy grandes para el futuro de la especie.
Principales amenazas
Ronny Peredo, Biólogo Marino de la Universidad Arturo Prat especializado en ornitología y fauna silvestre, miembro de la Red de Observadores de Aves y Vida Silvestre de Chile (ROC) y miembro de la ONG Picaflor de Arica, explica que «la principal causa que ha llevado al picaflor de Arica a estar en peligro es definitivamente el deterioro de su hábitat por usos agrícolas intensivos. Esto incluye deforestación de flora nativa, uso de pesticidas, agotamiento de fuentes de agua, alteración del paisaje natural, y la introducción de depredadores exóticos como gatos y roedores».
Según la ONG Picaflor de Arica, el 100% aproximado de la población total del picaflor se ve afectada por la actividad agrícola, siendo este el principal factor que contribuye al declive de su población. Numerosos sitios donde antes habitaba el Picaflor, como el Valle de Azapa, han sido deforestados o quemados para dar paso a cultivos de tomate, viveros o simplemente se han convertido en vertederos de desechos. Además, la falta de regulación en el uso de mallas anti-áfidas ha contribuido a la pérdida drástica de su hábitat.
A pesar de su gran apego a sus territorios, los picaflores parecen no adaptarse adecuadamente al deterioro de su entorno. Incluso cuando las condiciones ambientales empeoran, estas aves permanecen en su territorio hasta el último momento.
Asimismo, la ONG explica que para entender la situación actual del picaflor de Arica, es crucial observar el impacto predominante en el Valle de Azapa. Este valle es un caso paradigmático de las malas prácticas agrícolas que pueden surgir cuando la agricultura no se realiza de manera responsable y con un conocimiento adecuado sobre la aplicación de plaguicidas respetuosos con el medio ambiente. Este problema es de suma importancia y, lamentablemente, a día de hoy solo se cuenta con información anecdótica, como registros antiguos de picaflores muertos después de la aplicación de plaguicidas y herbicidas.
Medidas de conservación
La ONG explica que una de las posibles soluciones para ayudar a esta especie sería llevar a cabo actividades económicas compatibles con la flora y fauna local mediante la implementación de corredores biológicos. Estos corredores son espacios geográficos delimitados que facilitan la conectividad entre paisajes y hábitats naturales o modificados. Esto permite conservar la composición, estructura, movimiento y colonización de las especies, previniendo así la extinción local de poblaciones y manteniendo las funciones ecológicas de los ecosistemas y la diversidad biológica. Por otro lado, también se plantea el uso de microreservas, espacios protegidos designados para la protección del hábitat de la especie.
Asimismo, se plantea trabajar en colaboración con la comunidad para promover Buenas Prácticas Agrícolas en relación a la gestión de plaguicidas es fundamental. Esto implica superar las deficiencias en su uso y manejo mediante la creación de instancias de capacitación. El objetivo es proporcionar conocimientos sobre aspectos generales asociados al manejo y uso de plaguicidas, así como también sobre la normativa legal vigente, los distintos tipos de plaguicidas, los riesgos para la salud, las condiciones de manipulación y las formas adecuadas de aplicación.
Por su parte, Peredo afirma que «a día de hoy no se están tomando muchas medidas para la conservación de esta especie. Se han creado algunas microreservas, incluyendo el monumento picaflor de Arica en Chaca, en los valles de Azapa, Vítor y quebrada de Acha, pero se encuentran sin manejo. La mayoría se encuentran aun deforestadas, sin mucha utilidad para el picaflor de Arica. También se han hecho reforestaciones con flora nativa en los valles de Vítor y Camarones, donde actualmente se encuentra la especie, por parte de ONG´S y servicios públicos, pero no se han hecho de manera constante».
«En general hasta ahora no se han implementado medidas suficientemente efectivas para enfrentar el problema, lo que se refleja en que la población sigue disminuyendo. Esperamos que el plan RECOGE picaflor de Arica de la directrices para comenzar a trabajar de manera efectiva a recuperar la especie», cierra.
El plan al que Peredo se refiere es una iniciativa gubernamental desarrollada para proteger y conservar al Picaflor de Arica, proponiendo una serie de estrategias y acciones para abordar las amenazas que enfrenta esta especie. Entre ellas, se establecen medidas a corto y largo plazo, como la protección de las poblaciones existentes, el control de las amenazas, la promoción de la recolonización en su hábitat histórico y la creación de reservas para su protección y restauración. A dos años de su declaración, los avances son algunas reforestaciones y creación de reservas como las antes mencionadas, pero todavía queda un gran camino por delante para salvar a esta pequeña especie chilena.