La sandía es, sin discusión, la reina del verano. Según una encuesta Cadem, un 49% de los chilenos la eligió como la mejor fruta de la temporada, superando por lejos al melón (12%) y la frutilla (9%). Pero más allá de su popularidad indiscutida, la sandía tiene una historia y características que vale la pena conocer. Su origen, su relación con otras frutas y sus características nos invitan a explorar más sobre esta planta herbácea que ha conquistado tanto a agricultores como a consumidores.

«La sandía es una de las frutas preferidas por los chilenos. Junto a su exquisito sabor y frescura, esto probablemente se debe a que es un producto estacional que relacionamos con la llegada del verano y los buenos recuerdos que muchas personas tenemos de esta estación.», explica Samuel Contreras, Profesor Asociado Facultad de Agronomía y Sistemas Naturales UC.

La sandía (Citrullus lanatus), pertenece a la familia de las cucurbitáceas, junto con otros frutos como el melón y el pepino. Esta planta es originaria de África, donde se cultivaba no solo por su sabor, sino como una fuente de agua en épocas de sequía. Arqueólogos han encontrado semillas de sandía en asentamientos del Mar Muerto y en sitios prehistóricos de Libia, datados en más de 5,000 años.

Sandía (Citrullus lanatus). Créditos: Shutterstock
Sandía (Citrullus lanatus). Créditos: Shutterstock

En la antigüedad, las primeras sandías no eran dulces como las conocemos hoy. Eran amargas y difíciles de abrir, pero con el tiempo, gracias a la selección y el cultivo humano, evolucionaron hasta la deliciosa fruta que disfrutamos hoy. En el siglo VII ya se cultivaba en la India, y para el siglo X llegó a China, convirtiéndose en el mayor productor mundial en la actualidad.

Esta planta es herbácea, de ciclo anual, con tallos rastreros o trepadores que se extienden por el suelo o se enredan en otras superficies gracias a sus zarcillos. Su textura es áspera y sus hojas, profundamente lobuladas, tienen un aspecto característico que las hace fáciles de identificar en los cultivos. Las flores de la sandía son unisexuales, de un vibrante color amarillo y relativamente grandes; las flores masculinas portan cinco estambres, mientras que las femeninas cuentan con un gineceo compuesto por tres carpelos.

El fruto es una falsa baya de gran tamaño conocida como pepónide, con una corteza lisa y firme que varía en tonalidades de verde, con rayas o manchas más claras. En su interior, la pulpa suele ser de un llamativo color rojo debido al licopeno, un poderoso antioxidante, aunque existen variedades de pulpa amarilla. Este fruto, que puede superar los 4 kilos de peso, es en su mayoría agua. La sandía crece mejor en suelos bien drenados, con abundante exposición al sol, y es una planta que necesita cuidados específicos para garantizar su tamaño y dulzura.

Respecto a su cultivo, el Profesor Samuel Contreras explica que «la sandía es un cultivo de estación cálida, sensible a las heladas y al daño por bajas temperaturas, que requiere de periodos de 75 a 120 días con temperaturas óptimas de 20 a 32°C, altas durante el día y frescas durante la noche».

Enfrenta desafíos como el manejo de enfermedades que afectan sus raíces, que pueden producir pérdidas significativas de producción y calidad. Esto según Contreras es un problema que «afortunadamente, se ha estado manejando con muy buenos resultados mediante el uso de plantas injertadas, práctica que hoy es habitual entre productores».

En términos de sabor y textura la clave está en manejo es el uso del potasio en la fertilización del cultivo durante los últimos 30 días del ciclo del cultivo. Así lo explica Edgardo González Nilo, ingeniero agrónomo y gran productor de sandía en Paine. «Esto ayuda a mejorar el color, dulzor del fruto. Además de los riegos largos y frecuente que generan una sandía jugosa. En cuanto a la textura, esto depende 100 % de cosechar la fruta en el momento oportuno, ya que al cosechar la sandía con sobre madurez está tendrá una textura harinosa que no gusta a los clientes».

La sandía es una fruta refrescante que no solo hidrata, sino que también ofrece múltiples beneficios para la salud. Con un contenido de agua superior al 90%, es una opción ideal para mantenerse hidratado, especialmente en días calurosos. Además, contiene vitamina C, que fortalece el sistema inmunológico al estimular la producción de glóbulos blancos y mejorar la circulación sanguínea. También es una fuente de licopeno y betacaroteno, dos compuestos antioxidantes que ayudan a proteger la piel contra los daños del sol y promueven una visión saludable, reduciendo incluso el riesgo de cataratas.

Por otro lado, su combinación de agua y fibra favorece la digestión, aliviando problemas como el estreñimiento. La citrulina, un aminoácido presente en la parte blanca de la fruta, mejora la salud cardiovascular al dilatar los vasos sanguíneos y reducir la presión arterial. Este compuesto también contribuye a la recuperación muscular tras el ejercicio, al disminuir el dolor muscular y mejorar el flujo sanguíneo. Finalmente, su contenido en potasio es clave para mantener el equilibrio nervioso y muscular, haciendo de la sandía una aliada para el buen funcionamiento del cuerpo.

Sandía (Citrullus lanatus)
Sandía (Citrullus lanatus)

Curiosidades sobre la sandía

  • La sandía amarilla: Aunque menos conocida, esta variedad tiene una pulpa de color amarillo vibrante y un sabor ligeramente más dulce. En 2024, su variedad Tropical Sunshine, desarrollada en Paine, generó un verdadero furor en Chile. Se agotó completamente y proyectan su regreso recién para diciembre de 2025.
Sandía amarilla. Créditos: Paul Martin
Sandía amarilla. Créditos: Paul Martin
  • El récord mundial: De acuerdo con Record Guiness, la sandía más grande del mundo pesó 159 kilos. Fue cultivada por Chris Kent en Tennessee, Estados Unidos y ganó este reconocimiento en 2013.
  • Sandías sin semillas: Creada en 1939 por científicos japoneses, esta variedad es muy popular hoy en día, pero sacrifica las semillas ricas en nutrientes y altera la fertilidad de la planta. 
  • El truco del tambor: Para elegir una sandía perfecta, golpea la fruta con la palma de tu mano. Si el sonido es hueco, está lista para disfrutar.

El valor social en las comunidades agrícolas

La sandía tiene un profundo valor social para las comunidades agrícolas que se dedican a su cultivo. En Chile, la sandía se cultiva principalmente en las regiones del Maule, O’Higgins y Metropolitana, destacando especialmente la comuna de Paine, conocida por la clásica sandía que es símbolo indiscutido de calidad y tradición, y también en los valles de Copiapó, Huasco y Elqui en el norte.

En la localidad de Paine, en la región Metropolitana, la familia González es reconocida por su larga tradición en el cultivo de sandías. Edgardo González, ingeniero agrónomo e hijo de don “Nené” González, ‘sandialero‘ destacado de la zona, comenta que la sandía al ser la fruta favorita de los chilenos, «es el corazón de la comuna, genera muchos eventos socioculturales como la Expo Paine y el festival de las sandías. Ayuda a que la comuna sea conocida a nivel nacional por tener las mejores sandías y más dulces, por lo que es parte de la identidad cultural de Paine». 

La producción de sandías está estrechamente ligada a la agricultura familiar campesina, una red de pequeños productores que encuentran en este cultivo su principal sustento económico. Estas familias no solo garantizan la llegada de sandías frescas a los mercados, sino que también mantienen viva la cultura y las tradiciones rurales que giran en torno al trabajo agrícola. Desde la selección de las semillas hasta la cosecha, la producción de sandías representa un esfuerzo colectivo que conecta a estas comunidades con el resto del país.

Como señala Santiago Rojas, director nacional de INDAP, la sandía tiene “aportes económicos, pero también tiene aportes sociales en materia de seguridad alimentaria”. Agrega: “Todos los territorios locales en general son familias campesinas que están detrás de la producción de sandía, cuyo principal sustento económico es justamente la producción agrícola”. Este trabajo no solo fomenta el bienestar de estas familias, sino que también contribuye a la conservación de los territorios rurales, fortaleciendo el desarrollo local y promoviendo el arraigo en las zonas agrícolas. 

Ejemplos como el de Thalía Valdivia, una joven de 30 años, productora rural de Paine y reina de la Sandía 2024, demuestran el esfuerzo familiar de la producción agrícola. «Mi papá llevaba 14 años trabajando solo y hace 4 me convenció para que trabajáramos juntos. Han sido tiempos de alegría, pena, rabia, pero también muchas risas, porque nos llevamos súper bien junto con los trabajadores».

Thalía Valdivia, reina de la sandía y su padre. Créditos: productopainino
Thalía Valdivia, reina de la sandía y su padre. Créditos: productopainino

El reconocimiento como Reina de la Sandía, otorgado por un jurado presentado por la Municipalidad de Paine, y en el caso de ella también por el chef Mikel Zulueta, ha ayudado a la familia Valdivia a darse a conocer un poco más allá, sin embargo no es eso lo que atrae a los clientes a comprar su fruta.

«Nosotros siempre hemos tenido una buena calidad de sandía, entonces nos hicimos conocer desde mucho antes que el premio. El premio nos ayudó un poquito más, pero siempre hemos trabajado la misma calidad, y para nosotros, es muy importante más que nada, entregar calidad, que cantidad», cuenta.

¿Y las semillas?

¿Quién no creyó alguna vez, siendo niño, que si tragábamos las semillas de la sandía crecería una en el estómago? No es ningún secreto que esta creencia fue alimentada por frases de los padres o las propias conclusiones infantiles. Más de alguno se lo tomó en serio, pero lejos de ser un problema para el estómago, las semillas de sandía son ricas en fibra, minerales y antioxidantes. De hecho, tostadas o molidas, son una excelente fuente de proteínas y grasas saludables.

Con su dulce sabor y sus propiedades refrescantes, la sandía sigue siendo una fruta imprescindible cada verano. Ya sea en un jugo natural (con pepas, por supuesto), la clásica rebanada en forma de sonrisa o incluso con harina tostada. Su versatilidad la hace protagonista de nuestras mesas.

 ¿Quién no jugó de niño a hacer un túnel en la sandía o se manchó las manos tratando de comer una rodaja entera? Además, la tradición de parar en la carretera en Paine para elegir la sandía perfecta sigue siendo un rito veraniego que conecta a las personas con lo mejor del campo chileno. La sandía es más que una fruta: es un símbolo de nuestras costumbres, nuestra alegría y nuestros días soleados de verano.  

Sandía (Citrullus lanatus). Créditos: Needpix
Sandía (Citrullus lanatus). Créditos: Needpix
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