Históricamente, el paisaje ha sido entendido desde múltiples puntos de vista. Es sin lugar a dudas, una forma cultural de entendimiento. Para algunos es un medio, un lente a través del cual poder mirar las cosas. Para otros, una disciplina o un área particular de estudio. Así también algunos dirán que es una profesión. No cabe duda entonces, que intentar dar una definición única y coherente es complejo, si no imposible.

El paisaje como idea ha cambiado a lo largo del tiempo y su resbaladizo significado se nos transforma camaleónicamente cuando lo ponemos en relación a otros términos o disciplinas. La definición que muchas veces se ha usado y que sigue aún estando vigente en  la enciclopedia británica, dice relación con ser la porción de tierra que el ojo puede reconocer de una mirada. Esta acepción era el producto más bien de una relación con la pintura que con la vista en sí, pues hacía referencia a aquella porción de tierra que puede ser retratada en un solo plano o enmarque por los artistas dedicados a la construcción de una imagen del territorio. De esta manera, ya en el siglo XVIII, el paisaje estaba considerado como una cualidad ambiental o todo aquello que rodea a la figura en una composición.

El origen de la palabra tiene al igual que su sentido, muchas versiones y explicaciones para cada una de ellas. J.B. Jackson lo define como una composición verbal, que tendría raíces Indo-Europeas, proveniente desde Asia hace miles de años, la cual luego se transforma en la base de la palabra usada por las lenguas modernas tales como la latina, celta, germánica, eslava y griega.

Sus variaciones van desde Landskipe o Landscaef en inglés antiguo, Landschaft en alemán, Landscap en holandés y similares daneses o suizos. Muchas veces la raíz es la misma, pero su significado es absolutamente contextual a la cultura donde se inserta. Landschaft por ejemplo, se relaciona con una pequeña unidad administrativa o distrito. Los americanos por su parte asociarán Landscape con una imagen de una escena natural, mientras los ingleses no lo consideran completo sino contiene un elemento humano. En las lenguas de raíz latina la palabra paisaje tendrá un origen común en la palabra Pagus, cuyo significado hace relación a un distrito rural. Así, dice Jackson, el francés tiene muchas palabras similares proveniente de aquella raíz: terroir, pays, paysage, campagne; esta última, la base de la palabra inglesa champion que alude a un campo de predios.

Caspar David Friedrich, Wanderer Above the Sea of Fog, 1818
Caspar David Friedrich, Wanderer Above the Sea of Fog, 1818

La primera pieza de la composición verbal de paisaje sería entonces la palabra “land”, que como nosotros también lo usamos, se utiliza para entender la tierra o el suelo (earth and soil). Complejizando el asunto, la forma en que la lengua alemana del gótico entendía el concepto es más específico, donde “land” estaba asociado a un predio arado o a los surcos de plantación de rotación anual. Sin ahondar en demasía, podríamos definir que en todos ellos estaba la consideración de ciertos límites que permitían entender un espacio específico, una unidad de medida para el espacio y que los agricultores de Estados Unidos e Inglaterra la siguen hoy utilizando para entender una subdivisión del campo (field).

«Scape» por su parte, y nada cercano a como muchas veces lo usamos a modo de adjetivo espacial (drossscape, waterscape, airscape..), tendría relación con “sheaf” o un manojo de brotes o tallos de plantas similares. Esto introduce la idea de una colección de elementos afines que, como hemos visto, construye la idea de límite que organiza finalmente un territorio particular. El paisaje entonces es, como postula Jackson, una composición de espacios creados por el hombre en la tierra.

Así, el paisaje como entidad sintética, es un lugar o serie de lugares que operan, se transforman y evolucionan de manera no natural, para el servicio del hombre; un espacio “creado deliberadamente para acelerar o ralentizar el proceso de la naturaleza”. En la misma línea,  el geógrafo Denis Cosgrove plantea que el paisaje está articulado en los impactos humanos de la transformación del medio ambiente físico. De esta manera, no podríamos confundir entonces al paisaje con naturaleza, pues el primero estaría siempre retratado como un producto social y resultado de la acción colectiva sobre esta última. Para este académico, una de las cualidades unificadoras del término paisaje estaría en su estrecho vínculo entre sujeto “humano” y el mundo material; un significado que el paisaje articula solo cuando esta mediado por una experiencia. Así, el paisaje debiera ser entendido como una “construcción del mundo” o de lo que vemos: una forma de ver (a way of seeing).

Asociando el concepto a un espacio creado para el usufructo humano, una construcción de límites, una definición pictórica, una cualidad espacial o cualquier o todas ellas, no debiéramos discrepar demasiado en que el paisaje es un artilugio cultural difícil de precisar. Poner en contraste o adjetivar la palabra frente a otras disciplinas como por ejemplo la literatura, la pintura, la fotografía, la ecología, la tecnología, la arquitectura u otras, nos permitirá salvar el embrollo de “definir” la palabra, para plantear su “entendimiento” en relación a otros términos propios de campos disciplinares  o profesionales. Es justamente esta diversidad de interpretaciones lo que construye un lugar común como Ladera Sur, y el hacer emerger dichos entendimientos particulares será el desarrollo de esta sección.

1 Comentario

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  1. Juan Elorduy

    Hola,
    me ha intersado mucho este artículo pues estoy elaborando un proyecto para crear un Museo del Paisaje de Menorca en esta isla. Hace un mes participé con una ponencia sobre «Pintando el paisaje y el alma de Menorca» en unas Jornadas sobre Arte y Naturaleza. Y aportaba esa visión del ‘paisaje humanizado’. Me interesa el tema, pero no he podido copiar el artículo para la documentación pues está encriptado de tal manera que no permite la copia. ¿Podríais enviármelo? Muchas gracias

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