La historia de Los Jaivas y su especial vínculo con la naturaleza, a menos de un mes de su concierto en el Festival Ladera Sur
Los integrantes de Los Jaivas, emblemática banda chilena, han cultivado un profundo vínculo con la naturaleza a lo largo de su carrera, fusionando rock, folclore y sonidos andinos. Desde sus inicios, sus letras evocan paisajes chilenos y promueven el respeto por el medio ambiente, tal como se refleja en canciones como “Hijos de la Tierra” y “Todos Juntos”. Su álbum “Alturas de Machu Picchu”, inspirado en Pablo Neruda, destaca su conexión con el legado indígena y la grandeza natural. A través de su música y su compromiso con el cuidado de la biodiversidad, han logrado inspirar a nuevas generaciones a valorar y proteger el entorno que nos rodea.
Los Jaivas, una de las bandas más emblemáticas de Chile, ha cultivado un vínculo profundo con la naturaleza a lo largo de su carrera. Su música, que fusiona rock, folclore y elementos andinos, refleja no solo una rica herencia cultural, sino que también una conexión íntima con el entorno natural del país.
Desde sus inicios, Los Jaivas han utilizado la naturaleza como fuente de inspiración. Muchas de sus letras evocan paisajes chilenos, desde la majestuosidad de los Andes hasta la inmensidad del mar Pacífico. Canciones como “La Conquistada” y “Todos Juntos” transmiten un mensaje de unidad y respeto, tanto hacia el medio ambiente como a la patria misma, invitando a sus oyentes a reflexionar sobre la importancia de cuidar y valorar la tierra que habitamos.
«Vamos a sus propios territorios, tal vez descubren más sobre su territorio estando inspirados en este concierto, y se dan cuenta de que se podían hacer cosas hermosas en ese lugar, que a lo mejor su plaza no era tan fome como ellos creían, que podían pasar cosas hermosas. Entonces, más que darle un mensaje a la gente, es enseñarles, llevarlos a conectarse, a respetar, a cuidar, a proteger, porque eso se escucha en nuestras letras. Nuestra música nos lleva a un territorio, tiene raíces. La naturaleza está toda unida a este planeta gracias a esas raíces. Esas raíces están conectadas por el mundo entero. Son una sola raíz», explica Juanita Parra, hija del fallecido Gabriel Parra e integrante de Los Jaivas.
«Yo creo que el amor tiene que estar en todas nuestras acciones al cotidiano. Seguro que si nos conectamos con nuestros corazones vamos a hacer una acción de correcta energía en este universo, como también ser capaces de entregarle amor a los seres humanos», agrega.
Su álbum “Alturas de Macchu Picchu”, inspirado en el poema de Pablo Neruda, es un claro ejemplo de esta conexión. La música que lo acompaña evoca la grandeza de la naturaleza y el legado ancestral de los pueblos indígenas, fusionando sonidos autóctonos con rock progresivo.
«Hacer este vínculo tan hermoso con la poesía de Pablo Neruda, que también él se conecta tan profundamente con esa naturaleza que descubre en Machu Picchu. Además, recordando y reforzando lo poderoso que son las primeras naciones, como justamente los incas, en este caso», señala Juanita.
«Solo la lectura de un poema conecta a estos músicos y empiezan a decir “uy, mira, yo estoy leyendo esto y me dan ganas de tocar esto”, y así terminan componiendo Alturas de Machu Picchu. Entonces, es pura inspiración conectada con lo más bello de este planeta. Ese es el mensaje que le damos a la gente finalmente, más que eso, es llevar nuestra música y nuestras letras a donde ellos estén», agrega.
A través de sus composiciones, Los Jaivas han logrado capturar la esencia de los paisajes chilenos, creando un viaje sonoro que transporta al oyente a un mundo de montañas, ríos y cielos despejados. Además, la banda ha estado comprometida con diversas causas ambientales a lo largo de su trayectoria. Han participado en conciertos y eventos que promueven la conservación de la naturaleza, utilizando su plataforma para sensibilizar sobre temas ecológicos.
«La Tierra tiene esta sabiduría que, donde hubo un incendio, se destruye todo, pero si tú vuelves a los meses empiezas a ver cómo salen los brotecitos, las ramitas, sin que nadie se haya preocupado ni siquiera de despejar el área. La tierra sola se reconstruye. Aún no sabemos si es eterna esa capacidad de este majestuoso planeta», cuenta Juanita.
«La música nos conecta profundamente con la protección, o el dedicar el canto, a destacar lo que nos rodea, que es lo que finalmente hoy en día tenemos que proteger, porque si no, no nos va a seguir rodeando», agrega.
Es así como, el vínculo de Los Jaivas con la naturaleza va más allá de la inspiración musical; es una parte integral de su identidad como banda. A través de su arte, han creado un puente entre la música y la tierra. De esta forma, su legado ha logrado perdurar a través de las generaciones, no solo por sus melodías que resuenan en el corazón de quienes los escuchan, sino que también en la conciencia colectiva sobre la importancia de cuidar el lugar en el que vivimos, conectando con él y sintiéndolo en cada fibra de nuestro ser.
«Eran personas conectadas con lo que los rodeaba, personas conectadas entre sí, respetándose. Este es un proyecto de creación colectiva, es un proyecto que lleva 61 años, que hemos construido entre personas que, si bien tenemos algo que nos une, que nos hace ir hacia un mismo camino, somos diferentes, pero nunca nadie le ha impuesto al otro lo que tiene que hacer. Tenemos libertad de expresión», relata Juanita.
«Se practica la libertad, la libertad de pensamientos, en todo sentido. Entonces, por eso también nosotros no queremos como grupo hacernos parte de campañas donde se trate de venderle cosas a la gente, porque ese no es nuestro rol, no es lo que nos corresponde. Respetamos muchísimo el cariño y el amor que nos tiene el público y, como respetamos tanto ese cariño y apoyo que nos tienen, nunca se nos ocurriría ir a pedirle a nuestro público que tenga que hacer algo, incluso que tenga que votar por alguien o no. Pensamos que nuestra música permite despertar conciencia para que cada uno tome las mejores decisiones, y creo que simplemente el hecho de haber sido personas conectadas y respetuosas de los demás seres humanos, como de la naturaleza que los rodeaba en su comienzo, hicieron que ellos tuvieran esa sensibilidad de conexión. Además, para poder crear desde la improvisación, tú tienes que conectarte, conectarte con lo más profundo de tu ser, conectarte con lo más profundo de los seres que te están rodeando, en el cual están componiendo algo juntos, y desde ahí surgen esas creaciones, tal vez de una manera también inconsciente», agrega.
Los inicios de la Banda
La historia de Los Jaivas se remonta a la década de 1960, cuando tres hermanos adolescentes y dos de sus compañeros de colegio y vecinos decidieron crear una banda. Se trata de Gabriel, Eduardo y Claudio Parra, Eduardo Alquinta y Mario Mutis, quienes se presentaron por aquel entonces por primera vez bajo el nombre de High Bass.
«Lo que entiendo es que el primer nombre, High Bass, fue porque en esa época había una tendencia que todas las bandas tuvieran nombres en inglés. Era como lo que estaba de moda. En ese momento ellos eran unos jóvenes de 15 años en general en la banda, tenían todavía más preocupación por estar influenciados por lo que se hacía, por la moda. Fue después que ellos deciden hacer su camino sin fijarse en lo que los demás están haciendo», comenta Juanita.
Sus canciones en ese momento eran más populares, para ser tocadas de fondo en fiestas, bailes y kermesses escolares, hasta que en 1968, luego de su paso por el club nocturno Las Bahamas, se vio alterado el curso de las cosas. Dentro de poco tiempo fueron evolucionando más hacia el rock progresivo, gracias a la incorporación de instrumentos populares y ritmos latinoamericanos, uniendo el lenguaje natural de las guitarras eléctricas, con la mística de las raíces andinas y sureñas.
Así fue como poco a poco fue despegando la carrera incipiente de este quinteto, formada en un principio por diversión, pero que fue creciendo producto de la fuerte pasión que los impulsaba, la que los llevó a tocar tanto en locales y fiestas, como en el Festival de Viña del Mar.
Su transformación en Los Jaivas
A medida que la banda fue evolucionando, debido a un sentido de búsqueda de la identidad continental, se fue definiendo también el estilo de sus músicos e integrantes, por lo que dejaron de sentirse identificados con el nombre que llevaban, decidiendo cambiarlo. Fue así como pasaron a llamarse Los Jaivas, nombre bajo el cual se presentaron por primera vez en 1970.
«Cuando ellos descubren que su camino es otro, que lo fuerte es conectarse con este continente, en el que se habla en castellano, que hay que reforzar esa área, se acuerdan de aquello. Bueno, primero empiezan a debatir sobre diversos nombres. Uno de ellos incluso nosotros ahora lo usamos como parte de la empresa de merchandising, que es Pan Negro», menciona Juanita.
«En ese momento, alguien se acuerda —así lo cuentan ellos, sin dar nombres exactos— de que estaba el High Bass escrito también en chileno, Jaivas, y dicen “bueno, entonces ahora presentémonos como Los Jaivas”. Eso sucede cuando se celebra un año de la Reforma Universitaria, en la Universidad Federico Santa María en Valparaíso. Los Jaivas son invitados a hacer una tertulia, porque todos ya los conocían como buenos para hacer bailar a la gente, para ponerle mucha onda, pero ellos llegan convencidos de que ya no van a presentarse de esa manera, que no van a tocar ese repertorio, que tienen un nuevo nombre, que es Los Jaivas, y que ellos van a llegar a improvisar arriba en el escenario. Esa es la primera vez que lo hacen, frente a todos estos universitarios que estaban reformando, desde la Universidad hasta el mundo completo, porque también estábamos full con revolución de las flores, jóvenes que estaban rompiendo con muchos paradigmas, para abrirnos este paso a la sociedad que somos hoy en día. Entonces, ellos ahí comienzan su nuevo camino, con su nuevo nombre», agrega.
De acuerdo con Juanita, a partir de ese momento Los Jaivas se dedicaron solo a hacer improvisaciones. Sus conciertos eran un ir y venir de sensaciones y melodías, repletas de autodescubrimiento y amor por la música. De aquella forma, ese se transformó en un hito muy importante, porque ellos descubren un camino, el que van recorriendo ellos cinco mientras van creciendo como personas y proyecto musical. Van desarrollando su propio lenguaje, que es lo que hace tan particular su historia.
A partir de ahí comienzan con algo nuevo, ellos se conectan profundamente con las raíces, con Chile y el resto de América Latina. Sus viajes hacen que en sus composiciones aparezcan instrumentos como el kultrún y la trutuca. Según Juanita, lo que hicieron fue conectarse con las primeras naciones de nuestro país y no con la tendencia rock que venía de afuera. El no querer escuchar otra música, para que no les cambiara sus propias ideas, fue un concepto muy especial que siguieron desarrollando durante toda su carrera musical.
«En la casa lo que más sonaba era su propia música, no porque la escucháramos grabadas, sino que porque la estaban componiendo, la estaban ensayando, y esa era la música que sonaba y nosotros por ende no escuchábamos otra música. Yo después, porque fui a ver Grease Brillantina a los nueve años, me conecto, entro en trance y empiezo a escuchar otra música, pero hasta ese momento yo lo único que escuchaba, desde el vientre de mi madre incluso, era la música de Los Jaivas. Entonces, ellos de ahí comienzan a descubrir que tienen un lenguaje. Después viene el momento en que descubren que también ese lenguaje los lleva a componer canciones, con principio y fin, como es “Mira Niñita” y “Todos Juntos”», recuerda Juanita.
Sus primeros éxitos
Un año después de aquello, en 1971, grabaron su primer disco de larga duración, “El Volantín”, álbum marcado por una mezcla de sonidos, con una tonalidad psicodélica, pero con instrumentos típicos. Al año siguiente, grabaron un nuevo sencillo que se componía por los temas “Ayer caché” y “Todos juntos”.
«El primer tema que ellos componen como tal, y con el cual ellos dicen “nos vamos a presentar. Esta es nuestra carta de presentación” es el tema “Ayer Caché”. No todo el mundo conoce ese tema, el que justamente mete esta palabra, así como de jerga, de cachar, de entender. “Ayer caché que en el cielo vuelan pajaritos, que la tierra es color terrestre, y el cielo color celeste”. Una serie de letras que todavía me emocionan profundamente, porque finalmente son unos jóvenes que abren los ojos y ven, en la playa de Quintero, donde componen ese tema», relata Juanita.
«Son cosas tan lindas, tan simples, que hoy en día incluso tenemos que recordarle a la gente que a lo mejor hay que detenerse un segundo para ver volar un pajarito, para ver volar una mariposa, para ver cómo creció una flor en tu propio jardín, porque esa es la belleza de esta vida, es la naturaleza. Es algo que pasa desde antes que nosotros llegáramos, y la idea sería que estos seres humanos, tan destructores que nos transformamos, tomemos conciencia de una vez y protejamos lo que tenemos que proteger y dejemos de destruir, para que podamos permitir que las nuevas generaciones todavía vean volar pajaritos, todavía sepan que hay árboles, que los árboles no sean como los de la película El Lórax, que no sean eléctricos, sino que verdaderos. Todavía están, todavía tenemos mucho que agradecer», agrega.
De esta manera, “Todos juntos” marcó un antes y un después para la banda, al ser reconocida como la primera canción de rock con identidad nacional en posicionarse en el primer lugar en los rankings de popularidad de las radios. Más tarde, la canción en cuestión fue editada en un disco conocido como “La Ventana”, el que también incluyó canciones como “Mira niñita”, la psicodélica cueca “La quebrá del Ají”, “Los caminos que se abren” y “Ciclo vital”.
«El segundo tema que el grupo compone, porque se dan cuenta de que no podía existir un puro tema, porque toda la plataforma de ese momento era un vinilo 45, y había que componer otro tema, fue “Todos Juntos”. El grupo se retira de este planeta y mira desde afuera, y dice “oye, esta tierra es redonda. Aquí estamos todos, vivamos todos unidos”. ¿Hace cuántos años que compusieron estas letras? ¿Hace cuántos años ya estaban hablando de una atención al planeta? La mayoría de nuestras letras hablan de la naturaleza», recuerda Juanita con nostalgia.
En aquellos años, la banda pasó por una época de gran actividad musical, participando en el festival Piedra Roja, también conocido como Woodstock chileno, en octubre de 1970. Asimismo, estuvieron presentes en el festival internacional Los Caminos que se Abren, en febrero de 1973 en la Quinta Vergara, y fueron parte de la banda sonora de la película Palomita Blanca, del cineasta nacional Raúl Ruiz.
Obstáculos que enfrentaron
Lamentablemente, el crecimiento de la banda se vio levemente truncado con el golpe de Estado en 1973. Debido a la dictadura de Augusto Pinochet, Los Jaivas deciden partir al extranjero. Al comienzo se quedaron en Argentina, donde, luego de la baja de Mario Mutis, continuaron haciendo música con la participación de Julio Anderson, primero, y de Pájaro Canzani, después. En ese entonces produjeron tres discos: “El Indio” (1976), “Los sueños de América” (editado en 1979) con la colaboración del músico brasileño Manduka, y “La canción de Sur” (1977).
«La banda buscó mantenerse unida ante la adversidad y el horror de un golpe de Estado, y se enfocó en un proyecto que estaba previsto desde antes, incluso el grupo tenía un concierto en el Teatro Municipal de Santiago, con sinfónica, el 14 de septiembre de 1973, ese concierto obviamente no se realiza. A partir de ahí Los Jaivas se enfocan en tener la posibilidad de salir de Chile, para poder ir a realizar una gira que estaba prevista también en Argentina. Salimos todos, toda la familia, porque esas ganas de comunidad ya existían, no vivíamos todavía todos bajo un mismo techo, pero siempre que íbamos de gira iba toda la familia. De hecho, hay una prima que nació en San Bernardo y un primo en Talca, porque las mamás iban embarazadas en la gira, y se tenían que bajar del bus en el camino. Entonces claro, la familia se enfoca en mantenerse unida y lograr hacer el arte que ellos hacían», rememora Juanita.
«No sabemos por qué razón los militares no le prohíben la salida a este grupo, ni tampoco los obligan a irse. Entonces, cuando se abren las fronteras, no sé qué día de octubre del 73, nos vamos a Argentina todos. Al llegar a Argentina, un país que no tenía dictadura, que tenía muy avanzado todo el aspecto cultural, un mundo artístico desarrollado, salas de espectáculos, equipos de sonido, equipos de trabajadores en torno a la música, la libertad de hacer conciertos, el grupo termina la gira y se queda mirando y dicen “¿qué hacemos? ¿Vamos a volver donde están matando a la gente? ¿Dónde incluso está prohibido tocar el charango o la quena? ¿Dónde la música es considerada peligrosa? Toman la decisión, entre todos con la familia, de que nos quedáramos. El tema “La Conquistada” habla de eso. Se llama “La Conquistada” y la gente piensa, o uno podría también creer, que se está llorando, añorando, a esa mujer que ya no existe más, pero en realidad era la patria la que no existía, la que dejó de existir, y que ahora existe nuevamente menos mal», agrega.
Estos discos concebidos en el extranjero tuvieron un fuerte impacto en la escena del rock nacional que, por obvias circunstancias, se encontraba con nula producción, siendo así un soplo de aire fresco para la música chilena, aunque en paralelo también ejercieron una gran influencia en el desarrollo y evolución del rock argentino.
En 1977 el avance del grupo volvió a sufrir un percance con la llegada del régimen militar del país trasandino. Esto los obligó a volver a trasladarse, esta vez hacia Europa, donde recorrieron todo lo que pudieron, llevando una vida en comunidad, lo que los transformó en representantes del hippismo chileno. Una vez que se instalaron en Francia, se dedicaron de lleno a su siguiente proyecto, momento en el que compusieron y grabaron Alturas de Macchu Picchu, una de las grandes obras del rock y música nacional.
«Años después además viene un golpe de Estado en Argentina, y ahí sí toman detenido a Eduardo Parra. Desaparece por un tiempo. Luego, la familia de tanto buscarlo, de preguntar, logra tener noticias de Eduardo. Eduardo pasó tres meses detenido. Cuando Eduardo sale, el grupo se cuestiona la posibilidad de irse, porque ahora había golpe de Estado en Argentina. Y ahí viene una locura, dicen “vámonos a Francia”. Allí nadie nos esperaba, nadie era francés, nadie hablaba francés, sino que dijeron “bueno, si nos vamos a ir al viejo continente, vámonos a la Ciudad de la Luz, pues ahí es donde pasa todo”, y así llegamos, con una larga aventura», cuenta Juanita.
«Finalmente, ellos lo que querían era seguir haciendo su arte con libertad, no estar rodeado de militares cohibiendo a los seres humanos en muchos aspectos, y ellos querían poder desarrollarse libremente. Entonces, así terminamos llegando a Francia, en un lugar donde vivimos 20 años, siempre buscando el camino de la libertad, en el sentido de no hacernos refugiados políticos, no tratar de ampararnos en partidos políticos para resolver nuestro cotidiano. Ellos todo lo resolvían con su arte, con su música, así se ganaba dinero y el dinero era para todos, para pagar los arriendos, la comida. En las primeras imágenes de Los Jaivas todos eran muy flacos, no era por una tendencia estética, sino que era porque no se comía a destajo y se privilegiaba que nosotros siempre tuviéramos comida en la casa», agrega.
Su regreso a Chile
Posteriormente, con su regreso a Chile, siguieron sus discos “Aconcagua” (1982) y “Obras de Violeta Parra” (1984), entre otros más, hasta que en 1988 debieron enfrentarse a una notable pérdida. Producto de un accidente automovilístico en Perú, Gabriel Parra pierde la vida, lo que produjo una fuerte reestructuración del grupo en más de un sentido. Fue la integración de su hija, Juanita, la que logró recomponer y unir a la banda destrozada, grabando así un disco de homenaje en honor al difunto: “Si tú no estás”, con Juanita en los tambores.
Luego de eso, continuaron produciendo éxitos, tales como “Hijos de la Tierra”, “Mamalluca” (sinfónica) y “Arrebol”. Sin embargo, en 2003, luego de cinco años, sucedió otra tragedia, encabezada por el fallecimiento de Eduardo Alquinta, cuyo funeral congregó a muchísimas personas, marcando un hito en la historia popular del país, evidenciado el cariño que le tenían los chilenos a la banda, así como su importancia en la identidad nacional.
Al igual que las otras veces, la banda logró recomponerse una vez más, continuando con su música con mayor fuerza que nunca. Sin embargo, en 2020 ocurre un hecho que tomó por sorpresa a todo el mundo, una pandemia mundial nos hizo permanecer encerrados en nuestras casas hasta nuevo aviso.
«Ha sido el único momento en la vida, en estos 61 años de historia, que fueron precisamente un año y siete meses, en los cuales el grupo no pudo presentarse en vivo y no pudo tener esta conexión tan hermosa, esta comunión, estos rituales que son los conciertos. Sin embargo, todos nos recluimos, y los que podían tocar música en su casa lo siguieron haciendo, con más intención todavía. Nos permitió mucho más valorar lo que teníamos hasta ese momento, la libertad de poder tocar en vivo, de generar una energía tan positiva que te conecta con otra gente. Nos cuestionamos todo, ¿volveremos a tocar? ¿Volveremos a tocar juntos? ¿Volveremos a tocar con público? ¿De qué vamos a vivir?», menciona Juanita.
«Pero cuando volvimos a tocar en vivo fue impactante lo que pudimos sentir. Fue el 27 de noviembre del 2022, y ahí volvimos gloriosos. Además, después nos tocó celebrar el 2023 nuestros 60 años, que lo hicimos en gloria y majestad. Entonces, este año hemos tenido un año mucho más tranquilo, un poco más recluidos en familia, con menos conciertos y preparando lo que vamos a hacer el próximo año y dedicándonos a otras áreas, como la discografía, la discografía de forma independiente, con la fábrica de vinilos que hay ahora en Chile, en Santiago. Haciendo las cosas de una manera incluso más artesanal, algo que en la pandemia nos permitió analizar, que fue lo positivo de haber parado un rato», agrega.
El vínculo de la banda con los sitios en los que han tocado
Cuando Los Jaivas regresaron a Sudamérica en agosto de 1981, realizaron diversas giras. En Argentina se presentaron en el Estadio de Obras Sanitarias, mientras que en Santiago lo hicieron tres veces en el Teatro Caupolicán. Sin embargo, fue su presentación en Perú la que marcó un hito, ya que se llevó a cabo en las mismísimas ruinas de Machu Picchu, donde protagonizaron un especial televisivo conducido por Mario Vargas Llosa.
Desde ese instante en adelante comenzaron a presentarse en diversos entornos marcados por la naturaleza, tales como el Desierto de Atacama, en las ruinas del Pukará de Lasana, y en la Isla de Pascua, donde tocaron en medio de moais y lugares sagrados.
«Me atrevería a decir que desde el momento en que el grupo compone el disco Alturas de Machu Picchu, y graban allí con mucha suerte, gracias a este productor incansable como fue Daniel Camino, a quien se le ocurrió una idea y llegó hasta concretar parte de ella. Los Jaivas ha sido el único grupo autorizado para tocar en Machu Picchu. No una vez, sino que dos, así que esas son cosas mágicas, muy hermosas, y a partir de ahí yo creo que muchas personas se imaginan a Los Jaivas tocando en los lugares más locos y desafiantes, y el grupo por supuesto sigue estos proyectos, como fue ir a la Antártida en aquella época del año 85. Ellos van y graban además unos vídeos de unos temas ahí, Canción del Sur, tocando con el piano metido entremedio del hielo», comenta Juanita entre risas.
«De ahí no hemos parado de ser invitados a conciertos increíbles, lo cual creo que para mí es una forma también de agradecer a esa naturaleza, a esa naturaleza que nos ha inspirado, ir y tocar rodeados de ella. Tocar mirando los árboles, sintiendo que están ahí, o tocando en Visviri, el hito tripartito donde es la frontera boliviana, chilena y peruana, a más de 4.000 metros de altura, rodeados de los colores y de nuestro árido Desierto de Atacama. Hemos hecho conciertos increíbles y espero que sigamos haciendo conciertos así, conectados, desafiantes», agrega.
De acuerdo con Juanita, la banda aún aspira a continuar con esta tradición que los define. Esto se debe a que su música llega hasta los lugares más remotos del globo terráqueo, por lo que sus viajes por el mundo aún deben continuar. Por ahora, su próximo concierto no los llevará muy lejos, ya que se presentarán en el Festival Ladera Sur el 17 de noviembre, en el Parque Santa Rosa de Apoquindo, Santiago de Chile, instancia conocida por su conexión con la naturaleza y el medio ambiente.
«En el continente africano nunca hemos tocado. Es un continente en el cual Los Jaivas no hemos llegado. Sabemos que nuestra música ha llegado, porque nos han mandado versiones de “Todos Juntos” de grupo africanos, desde Sudáfrica. Sería superbonito poder hacerlo, porque la verdad es que, por ejemplo, en nuestro país, hemos tocado en Rapa Nui, en Juan Fernández, en Visviri, hasta en los 50 años del Parque Torres del Paine, que se celebró con un concierto de nosotros en medio del parque», señala Juanita.
«Estamos invitando a la gente a ser público y conectarse con esa naturaleza, escucharnos rodeados, con los pies ahí en la tierra, así que yo creo que es algo que vamos a seguir haciendo por mucho tiempo, porque además es una banda que no pretende despedirse, no pretende hacer un concierto o una gira con el nombre de “Adiós” o “Chao”. No. Aquí esta banda pretende seguir tocando hasta que todos los miembros puedan seguir haciéndolo», agrega.