La gran amenaza a la cuenca del río Valdivia: Central Hidroeléctrica San Pedro
Un proyecto energético de gran envergadura podría impactar negativamente la cuenca del río Valdivia, generando repercusiones para diversas formas de vida silvestre, el turismo local y la vida humana. Eso es lo que advierte la Fundación Plantae sobre la Central Hidroeléctrica San Pedro (Colbún S.A.), la cual crearía un lago artificial sobre uno de los ríos más biodiversos del sur, y que alberga especies nativas y en peligro de extinción, como el huillín o nutria de río. «Somos muchas las voces que no queremos que la historia se repita, generando otra zona de sacrificio ambiental», se lee en la columna preparada por Bastián Oñate, encargado de Proyectos Agua de la Fundación Plantae. Más detalles a continuación.
La Central Hidroeléctrica San Pedro (Colbún S.A.) en la Región de los Ríos, es un proyecto energético de gran envergadura que pretende construir un muro de 56 m de altura en una zona geológicamente inestable: allí ocurrió el Riñihuazo en 1960. Este muro crearía un lago artificial de 12,5 km de largo sobre el río San Pedro, río que posee una de las aguas más limpias de Chile y ostenta el primer lugar dentro de los ríos con mayor diversidad de peces nativos del sur (Habit & Victoriano 2012; Centro de Energía UCh, 2016), río en cuyas orillas se asientan diversos centros poblados, amenazando no solo a la flora y fauna del lugar, sino también a sus pobladores y actividades económicas que estos desarrollan.
La central, con capacidad generadora de 170 megawatts (MW) y la promesa de crear 27 empleos en sus operaciones, fue aprobada en 2008 por la Comisión Regional del Medio Ambiente (COREMA) durante la naciente administración de esta nueva región. En el mismo período, se gestaba la primera Estrategia Regional de Desarrollo 2009-2019, estableciendo que era aceptable un desarrollo hidroeléctrico sustentable con centrales de capacidad máxima de generación de 20 MW, asociando centrales de mayor tamaño con impactos ambientales indeseados. Posteriormente, el 2010, en una cuestionada fragmentación del proyecto, se han tramitado una serie de obras y actividades no consideradas inicialmente que van desde la línea de alta tensión de 40 km de largo y 60 m de ancho, hasta modificaciones sustanciales a las obras de la central.
Tras su aprobación en 2008, el proyecto en construcción se detuvo debido a deslizamientos en las laderas del río que confirmaron la inestabilidad del lugar y que sumaron cuestionamientos a la calidad de la roca a la que se anclaría la presa. Desde entonces, la empresa ha presentado una serie de solicitudes de evaluación ambiental para adecuaciones a la central (2009, 2015 y 2018; aprobada, no admitida a trámite, y en trámite, respectivamente).
El más reciente esfuerzo de Colbún para obtener los permisos ambientales, es de 2020 y corresponde a las respuestas que entregó a la consulta ciudadana y a las observaciones de servicios públicos asociadas a la solicitud que la empresa hizo en 2018.
Actualmente estamos ad portas de una nueva etapa de consulta ciudadana, donde también deben pronunciarse lo servicios públicos, quienes, entre otras responsabilidades, deben exigir a la empresa una respuesta concreta y adecuada a las preguntas realizadas por estos.
Río San Pedro y sus importantes características ambientales
Cerca de San Martín de Los Andes, en el Lago Lacar en Argentina, nace la cuenca del río Valdivia. Desde esta alta geografía andina el agua desciende a través de numerosos ríos de montaña, humedales, 4 lagos argentinos y 7 lagos chilenos. El Lago Riñihue, es el último de esta cadena de lagos, y es aquí donde nace el río San Pedro, serpenteando por 40 km hasta su unión con el río Quinchilca, cerca de la ciudad de Los Lagos. Posteriormente el río adquiere el nombre de río Calle Calle y finalmente, al juntarse con el río Cruces, es nombrado río Valdivia hasta llegar al Oceano Pacífico.
En sus 40 kilómetros, el río San Pedro se caracteriza por el monumental volumen de agua que fluye, por sus icónicos rápidos, por tener aguas muy limpias y de alta velocidad, así como remansos y pozones, ideales para las actividades de pesca, rafting y kayak. Por ello, este río es utilizado cada año con mayor demanda, por operadores turísticos, visitantes y deportistas que desarrollan este tipo de actividades, mientras que otros habitantes del territorio recolectan en sus riberas productos forestales no madereros como nalcas, hongos, hierbas medicinales y frutos silvestres.
La biodiversidad que alberga esta cuenca y en especial este tramo de río es digna de ser conocida y protegida. La comunidad de peces nativos del río San Pedro es la más importante a nivel nacional por su alta riqueza de especies, endemismos y condiciones biogeográficas (Habit y Victoriano, 2012), reconocida así incluso por un informe encargado por el Ministerio de Energía en 2016 al Centro de Energía de la Universidad de Chile, que evalúa las condicionantes para el desarrollo hidroeléctrico.
Numerosas especies presentes se encuentran con problemas de conservación, destacando el huillín o nutria de río (Lontra provocax) y el tollo de agua dulce (Diplomystes camposensis), ambas en peligro de extinción. Este río está contenido en un paisaje que ha sido priorizado para la conservación de la naturaleza, como se consigna en la Estrategia de Conservación de la Biodiversidad de la Región de Los Ríos (CONAMA 2010) a través de los sitios prioritarios Bosque Caducifolio del Sur, Bosque Laurifolio de Los Lagos y Corredor Ribereño del río San Pedro-Valdivia.
Por otra parte, el territorio tiene la categoría de Paisaje de Conservación, reconocido por la UICN (máxima autoridad mundial en tema de conservación), donde la SUBDERE ha financiado programas de gestión conjunta entre los municipios locales para integrar la biodiversidad en sus instrumentos de planificación, definiendo e implementando una estrategia concertada de conservación y desarrollo sustentable. También, en 2018, se actualizó la Zona de Interés Turístico (ZOIT) Panguipulli, que incluye al río San Pedro. A nivel internacional, el territorio es reconocido como “Reserva de la Biósfera de los Bosques Templados Lluviosos de los Andes Australes” (UNESCO 2007).
Las características del río San Pedro y las categorías aquí mencionadas ratifican su vocación para la conservación de la biodiversidad y el desarrollo de actividades turísticas sustentables, incompatibles con grandes proyectos hidroeléctricos, situación claramente detectada por los habitantes de la región y que la empresa hidroeléctrica pareciera no aceptar.
En otras cuencas de alto valor de conservación, como es el caso del río Biobío, se ha descrito desde la ciencia una evidente disminución en la diversidad y abundancia de especies nativas en los últimos diez años, producto de impactos ambientales originados por actividades industriales que incluyen la construcción de grandes centrales hidroeléctricas (Habit, Belk, Tuckfield y Parra, 2006). Somos muchas las voces que no queremos que la historia se repita, generando otra zona de sacrificio ambiental, esta vez en la cuenca del río Valdivia.
Preguntas sin responder: Colbún y su última evaluación ambiental
Los impactos ambientales más relevantes que involucra la construcción de la Central Hidroeléctrica San Pedro son descritos en el Estudio de Impacto Ambiental encargado por la empresa. Entre estos destacan los cambios en la estructura y dinámica de la comunidad de peces y comunidad bentónica (microrganismos vegetales y animales que cubren el lecho del río); pérdida de hábitat para la fauna; creación de un sistema lacustre artificial (embalse); disminución del hábitat fluvial; pérdida de vegetación ribereña; pérdida de cobertura de bosque nativo; pérdida de singularidad y valor escénico y ambiental (como sustento del turismo local); e intervención de una zona de protección oficial categoría ZOIT. Sin duda, impactos que generan una fuerte afectación al status quo territorial en el cajón del río San Pedro, y el resto de la cuenca.
En línea con lo anterior, tanto el Gobierno Regional de Los Ríos como la Municipalidad Los Lagos manifestaron a fines del 2020 que este proyecto no se ajusta a las Políticas, Planes y Programas propuestos a nivel comunal ni regional.
Como consecuencia de los impactos esperados y el temor a la ruptura de la represa, a fines de abril de 2019 el proyecto recibió más de 500 observaciones de servicios públicos y más de 3000 observaciones ciudadanas, para considerar en la evaluación ambiental. Estas observaciones dan cuenta de información inconsistente e incompleta, desorden e ilegibilidad en los textos y figuras presentadas, solicitud de nueva información, entre otras cosas, destacando la solicitud de una “modelación hidráulica en caso de ruptura”, que a la fecha no ha sido presentada públicamente por la empresa.
El 11 de noviembre del 2020, Colbún presentó su primera Adenda (documento complementario en proceso ambiental), para responder a las observaciones. Esta vez entregó información más legible y completa, sin embargo, no respondió a todas las preguntas, como la esperada modelación hidráulica, que ayudaría a dimensionar los riesgos para la vida de las personas en las ciudades de Los Lagos y Valdivia, además de otros poblados río abajo.
Esta falta de información es grave puesto que los impactos ambientales que genera la intervención de ciclos hidrológicos, entran en interacción con los impactos – presentes en la zona- de la actividad sísmica, volcánica, inestabilidad de las laderas y roca madre de mala calidad, generando sinergias negativas que no han sido correctamente consideradas ni dimensionadas por la empresa, pero solicitadas por los servicios públicos y la ciudadanía.
No hay duda de que nuevos eventos geológicos ocurrirán en el cajón del río San Pedro, como el ocurrido en 1960, en el episodio recordado como Riñihuazo, cuando tras el gran terremoto de Valdivia, se derrumbaron enormes laderas que provocaron el taponeo del cauce del río. En total se produjeron 3 grandes obstrucciones, la más grande de 60 m de alto y 1,5 km de extensión. Si cientos de hombres no hubiesen sacado el barro pala en mano, tras más de 2 meses de trabajo, las aguas del San Pedro habrían sobrepasado los tapones, llevándose río abajo todo lo que encontrara a su paso, incluidos los poblados ribereños.
El viciado proceso frente a la institucionalidad ambiental
Algunas irregularidades en la evaluación ambiental del proyecto original son descritas en el libro “Historia de la Central Hidroeléctrica San Pedro: El Cuestionado Proyecto de Colbún S.A.” (abril 2019), del periodista valdiviano Lorenzo Palma. En un profundo trabajo de investigación, Palma recaba los antecedentes histórico políticos sobre la tramitación y evaluación ambiental de la central.
El libro destaca la cuestionada participación de “Agilizadores” en el proceso de aprobación inicial del proyecto, práctica usada por esos años también en otros proyectos de inversión (Cámara de Diputados, 2010). Estos básicamente serían funcionarios de la Comisión Nacional de Energía o del Ministerio de Energía, que sugerían a otros profesionales de servicios públicos y autoridades locales, sobre el proceder al momento de tomar decisiones importantes sobre proyectos energéticos.
El periodista expone también los antecedentes referidos a la falta de pronunciamiento del Servicio Nacional de Geología y Minería (SERNAGEOMIN) durante la primera evaluación ambiental del proyecto, servicio que en momentos claves guardó silencio, absteniéndose de realizar un análisis técnico de su competencia y responsabilidad. Sin embargo, hay que destacar las robustas solicitudes de información que dicho servicio ha presentado durante el actual proceso de evaluación ambiental, contrastando con su actitud durante la primera evaluación.
Corolario
La ciudadanía, tras más de 10 años oponiéndose con fehacientes argumentos a este proyecto, mantiene expectación en torno a su proceso de evaluación ambiental, insistiendo que no va en la línea con el desarrollo estratégico regional, ni se condice con la vocación del territorio, donde se ha priorizado la conservación de la naturaleza y el turismo, así como otras actividades económicas vinculadas al desarrollo local y sustentable.
No debemos permitir que sacrifiquen una de las últimas cuencas en buen estado de conservación de Chile. Es de esperar que este año se dé el último y fallido intento de Colbún y que tanto el Servicio de Evaluación Ambiental como los servicios públicos y representantes ministeriales con competencias ambientales, así como el Intendente regional, se pronuncien a la altura que la ciudadanía espera y necesita.