La bióloga peruana Zoila Vega lleva 10 años pensando en el gato de las pampas, estudiándolo, planeando formas de salvarle la vida. Pero sólo lo ha visto correr libre por el bosque una vez. Sucedió en Illescas, Perú, durante uno de sus recorridos por la zona. Las otras tres veces que ha visto ejemplares en su hábitat fueron cuando su equipo logró capturarlos momentáneamente para ponerles collares de monitoreo. Es un animal esquivo, dicen los expertos, difícil de encontrar.

“El primer shock cuando capturamos a uno y lo vi dentro de la jaula fue: ¡¿Es él?! ¿O es un gato normal que se ha escapado por aquí?”, dice Vega, con evidente sorpresa en su tono de voz: “Son como un gato de casa, tal cual”, comenta.

Enseguida cuenta otra anécdota que le sucedió en La Ceiba, un pequeño poblado en el norte del cantón Zapotillo, en Ecuador: “Cuando le preguntamos a una persona, ¿has visto este gatito?, nos dijo: ‘Yo tengo uno’. Hizo el sonido ‘michi, michi, michi’ y apareció con su cascabel. Lo han recogido, pensando que era un gato de casa y cuando crecía decían: ‘está un poco salvaje este chico’. Claro, es que era un gato silvestre, era un garleppi”, cuenta la bióloga.

Leopardus garleppi. Foto: Álvaro García, uno de los coordinadores del Pampa’s Cat Working Group.
Leopardus garleppi. Foto: Álvaro García, uno de los coordinadores del Pampa’s Cat Working Group.

Leopardus garleppi es el nombre científico de una de las cinco especies a las que la gente indiscriminadamente conoce con el nombre de gato de las pampas, un félido silvestre que habita en América del Sur y que, dependiendo de su ubicación, también es llamado gato montés, gato del desierto o gato del pajonal.

Durante mucho tiempo fue considerado como una sola especieLeopardus colocolo. Sin embargo, hace tres años, los estudiosos hicieron una reclasificación: analizaron sus características físicas —coloración de las patas y la cola, proporción del cuerpo y el cráneo—, hicieron pruebas de ADN y compararon ejemplares de museos de varios países, testimonios de moradores de las zonas cercanas a los bosques e imágenes recabadas con cámaras trampa. Concluyeron que había al menos cinco especies diferentes.

El Leopardus garleppi se distribuye en el sur de Colombia, Ecuador, Perú, Bolivia, Chile y Argentina. El Leopardus braccatus está en Brasil, Bolivia, Argentina y Paraguay. El Leopardus munoai se registra en Brasil, Argentina y Uruguay. Es posible encontrar al Leopardus pajeros en Argentina y Chile y el Leopardus colocolo es endémico de Chile.

Leopardus garleppi descansando sobre un árbol. Foto: Álvaro García, uno de los coordinadores del Pampa’s Cat Working Group.
Leopardus garleppi descansando sobre un árbol. Foto: Álvaro García, uno de los coordinadores del Pampa’s Cat Working Group.

El gato de las pampas es, en efecto, un félido pequeño que podría pasar por un gato doméstico, con manchas similares a las de los tigrillos, pero que pueden llegar a ser completamente difusas y no tener un patrón definido. Una especie muy adaptable a distintos hábitats, encontrándose tanto en zonas nevadas como en parajes desérticos o bosques secos; a 0 o a 5000 metros sobre el nivel del mar. Es un depredador que se alimenta de aves; pequeños mamíferos, como roedores; e incluso algunos reptiles, como lagartijas. Y por eso es considerado un controlador biológico que evita la expansión de plagas.

Sin embargo, a pesar de que la presencia del Leopardus garleppi se ha confirmado en seis países, es un animal muy difícil de ubicar para los científicos y la información con la que se cuenta es aún muy escasa. “Nos ha pasado que en un bosque hemos captado, después de 90 días de cámaras trampa, a tres garleppis”, dice Vega. Por eso es considerado especie en riesgo y se ha comenzado a hacer esfuerzos por su conservación.

El caso de San Felipe

Vega es parte de la Fundación Bios, que desde 2015 desarrolla el proyecto Gato del Desierto, enfocado en el Leopardus garleppi en Perú y el sur de Ecuador; y es miembro del Pampa’s cat working group, una comunidad de científicos de varios países que trabajan para mitigar las amenazas, que enfrenta no sólo el garleppi, sino las otras cuatro especies de gato de las pampas. Además, es parte de las organizaciones que, junto a la Fundación Naturaleza y Cultura Internacional (NCI), promueven la conformación de un corredor transfronterizo de conservación entre Perú y Ecuador, en una zona donde se ha confirmado la presencia del L. garleppi, además de otras especies amenazadas.

Como parte del proyecto ‘Gato del desierto’, en 2021 colocaron 16 estaciones, con cámaras trampa, para confirmar la presencia de este félido en Sallique y San Felipe, dos áreas privadas de conservación, manejadas por comunidades campesinas en Cajamarca, Perú.

“Justo cuando estábamos bajando de poner las cámaras, encontramos un L. garleppi atropellado en la vía”, cuenta la experta. Unas semanas después, los moradores de San Felipe le contaron que habían tenido un encuentro con uno y que sus perros lo habían matado porque lo encontraron dentro de sus gallineros. Adjuntaron una foto como prueba.

Fotografía tomada en 2021 por una cámara trampa del proyecto ‘Gato del desierto’. Foto: cortesía Pampa’s Cat Working Group.
Fotografía tomada en 2021 por una cámara trampa del proyecto ‘Gato del desierto’. Foto: cortesía Pampa’s Cat Working Group.

“Como vimos que había este tipo de evidencias, decidimos hacer encuestas en San Felipe y Sallique”, agrega la experta.

“Hicimos 60, en diferentes caseríos, y el 90 % de las personas había tenido encuentros con la especie, la conocían perfectamente. Ellos le llaman el gato montés, pero todos tienen una percepción muy negativa, todos habían tenido pérdidas económicas, porque se habían comido sus aves de corral y cuyes”, cuenta Vega.

Ella agrega que estos caseríos están en una zona de quebradas, de roquedales, perfecta para que esta especie la use como nicho o refugio. “Todas esas 60 familias habían matado a un individuo, por lo menos una vez en los últimos tres años, porque se había comido sus gallinas. El conflicto y la presencia es constante, es de todos los días”, agrega.

Eso que Vega llama “conflicto”, pero que otros científicos dicen “cacería por represalia”, es la principal amenaza identificada contra el gato de las pampas. Pero también hay otras: atropellamientos en las vías o el contagio de enfermedades como sarna, moquillo, virus de inmunodeficiencia felina, leucemia y panleucopenia por presencia en los bosques de animales domésticos, como perros y gatos. En menor grado están los incendios forestales y la expansión agrícola que también son amenazas.

El proyecto ‘Gato del desierto’ se ha enfocado principalmente en la resolución de ese “conflicto” con los comuneros, para evitar que los maten. Se dieron cuenta de que los ‘gallineros’ que la gente tenía en sus casas eran realmente un intento de cerca con materiales sencillos que tenían a la mano. “Entonces, allí se comenzó a trabajar diciéndoles: ‘ok, se te comen las gallinas, ¿qué te parece si hacemos gallineros antidepredatorios?’”, cuenta Vega.

Uno de los gallineros antidepredatorios que construyen los técnicos para evitar la cacería por represalia. Foto: cortesía del Pampa’s Cat Working Group.
Uno de los gallineros antidepredatorios que construyen los técnicos para evitar la cacería por represalia. Foto: cortesía del Pampa’s Cat Working Group.

Entre octubre de 2022 y febrero de 2024 construyeron 76 gallineros sólo en esta zona: sitios armados técnicamente para evitar el ingreso de los félidos. Además, entregaron gallinas adicionales para que mejore su producción y no vean la necesidad de acabar con el gato de las pampas. También realizan una campaña de vacunación para las gallinas —algo que antes no se hacía— e incluso entregan botiquines, porque la atención veterinaria para las aves es muy complicada en la zona.

Ahora van por más: iniciarán campañas de esterilización de animales domésticos para evitar la sobrepoblación que contagie a los especímenes silvestres o que compita con ellos por territorio y comida, expulsándolos de sus hábitats.

El corredor transfronterizo

El corredor de conservación que propone la fundación NCI en la frontera entre Ecuador y Perú tiene un nombre larguísimo: ‘Corredor de conservación transfronterizo andino-amazónico para la conectividad ecológica entre Ecuador y Perú’. Se trata de un área de 2 millones de hectáreas —4.7 veces el tamaño de la ciudad de Quito—, que se extiende desde Azuay y Zamora Chinchipe, en Ecuador, hasta Piura y Cajamarca, en Perú.

Gato de las pampas (Leopardus garleppi). Fotografía tomada por Álvaro García, uno de los coordinadores del Pampa’s Cat Working Group.
Gato de las pampas (Leopardus garleppi). Fotografía tomada por Álvaro García, uno de los coordinadores del Pampa’s Cat Working Group.

Está conformado por tres corredores de conservación nacionales. Los dos primeros en Ecuador: el Sangay-Podocarpus, que está oficialmente reconocido como tal desde 2021; y el Podocarpus-El Cóndor, que aún está en proceso de reconocimiento. El tercero, en el lado peruano, se llama Andes del Norte, aunque no existe una legislación que lo oficialice como corredor de conservación.

El corredor binacional propuesto es una zona incluida por los científicos en la categoría de ‘hotspot’: regiones insustituibles del planeta por la cantidad de biodiversidad, pero también por el nivel de riesgo. Además, alberga en su interior 25 KBA’s: áreas claves para la biodiversidad.

En esta área elegida existen tres tipos de ecosistemas: páramo, bosques montanos andinos y bosques de la Amazonía. Además hay una gran diversidad de fauna, que incluye 170 especies consideradas detonadoras por su nivel de riesgo, como el oso andino, el tapir, el jaguar y el cóndor.

Dentro de esta zona, precisamente, se encuentra el poblado de San Felipe, con lo cual se ha confirmado que entre todas esas especies que pretende cuidar este corredor transfronterizo está el Leopardus garleppi.

¿Para qué un corredor transfronterizo? “Hemos visto, a lo largo de los años, la creación de áreas protegidas como islas y eso ha ido reduciendo el impacto (en la conservación)”, responde Katty Carrillo, coordinadora del mosaico Andes norte de NCI, desde Piura, Perú.

Gato de las pampas con un roedor fotografiado por Jhonatan Caledonio. Foto: cortesía Pampa’s Cat Working Group.
Gato de las pampas con un roedor fotografiado por Jhonatan Caledonio. Foto: cortesía Pampa’s Cat Working Group.
El corredor entre el norte de Perú y el sur de Ecuador es un corredor importante para el gato de las pampas y otras especies. Mapa: Eduardo Mota para Mongabay Latam.
El corredor entre el norte de Perú y el sur de Ecuador es un corredor importante para el gato de las pampas y otras especies. Mapa: Eduardo Mota para Mongabay Latam.

“Se busca tener objetivos más de paisaje, no mirar la conservación como islas, sólo en tu parque o en tu unidad protegida; sino trazar objetivos mucho más amplios, porque las especies, los servicios ecosistémicos, funcionan así. Tener un corredor de conservación te hace mirar tus acciones a esa escala”, agrega Carrillo.

En la práctica, se trata de que no se observen todos los actores por separado: comunidades, científicos, organizaciones, áreas protegidas públicas y privadas, gobiernos locales y nacionales; sino que se procuren esfuerzos mayores de articulación, como los nodos de una gran red, para ver este corredor como un todo y lograr una protección mayor.

“Pensando en la protección misma del gato”, dice Carrillo, en referencia al garleppi: “Tú no puedes decir ‘al gato lo voy a proteger sólo aquí, en este parque’. Tienes que mirarlo en todo su hábitat y eso te permite cumplir con metas que realmente sean sostenidas en el tiempo”.

Gato de las pampas corriendo en su hábitat natural. Foto tomada por Álvaro García, uno de los coordinadores del Pampa’s Cat Working Group.
Gato de las pampas corriendo en su hábitat natural. Foto tomada por Álvaro García, uno de los coordinadores del Pampa’s Cat Working Group.

El garleppi y sus desafíos en el lado ecuatoriano

Aunque ha habido avances en la localización y la confirmación de la existencia del gato de las pampas en Chile o Perú, en la mayoría de países la información sigue siendo muy limitada.

El caso de Ecuador no es la excepción. Oficialmente, según la ‘Bioweb’ de la Pontificia Universidad Católica del Ecuador (PUCE), hay apenas cuatro avistamientos registrados del Leopardus garleppi: tres en la Reserva Integral Otonga, en la provincia de Cotopaxi (Sierra Centro) y uno en Píntag, una de las parroquias rurales de Quito.

Infografía de Mongabay
Infografía de Mongabay

De manera extraoficial, la comunidad científica registra avistamientos también en las provincias de Azuay, Loja y El Oro, fronterizas con Perú, en zonas cercanas al corredor trasfronterizo que propone NCI. Los expertos consideran que, con estos datos y con la confirmación de la especie en el sur de Colombia, lo más seguro es que el gato de las pampas esté en toda la Sierra ecuatoriana.

La Fundación Cóndor Andino colocó —entre marzo y agosto de 2023— 10 cámaras trampa en la zona del río León, ubicado en el cantón Oña, de Azuay. El objetivo era hacer un monitoreo de pequeños y grandes mamíferos.

“Entonces, tuvimos algunos registros del gato de las pampas. De hecho, es el único felino habitando en este ecosistema del río León. Viene a tener una importancia ecológica bastante alta, al ser uno de los pocos depredadores silvestres de esa zona”, explica Nicolás Astudillo, coordinador de la región sur de la Fundación.

Fotografía tomada en 2022 por una cámara trampa colocada por Merinia Mendoza. Foto: cortesía Pampa’s Cat Working Group.
Fotografía tomada en 2022 por una cámara trampa colocada por Merinia Mendoza. Foto: cortesía Pampa’s Cat Working Group.

El experto agrega que el gato de las pampas incluso cumple el rol de dispersor secundario de semillas: al alimentarse de otros animales, consume también las semillas que están en su sistema digestivo y, al evacuar, puede ayudar a distribuir esas semillas.

“Pero, en las mismas estaciones en las que asoma el garleppi, también salen gatos domésticos y perros de libre movimiento”, dice, confirmando la amenaza para la especie.

“Muchos pertenecen a personas, pero la tenencia de estos animales de compañía es totalmente irresponsable. Son perros vagabundos, como se los conoce; y también aparece bastante el ganado. Al estar en contacto casi diario, los domésticos pueden transmitir enfermedades a los animales silvestres; y también están compitiendo por los recursos, por territorio”.

Los atropellamientos y los incendios forestales (por ser una zona seca) son las otras amenazas que enfrenta la especie en esta área del cantón Oña.

Otro esfuerzo de monitoreo lo hizo un grupo de científicos, tras un convenio con el Municipio de Cuenca, capital de Azuay. “Realmente no existe una investigación dentro de Ecuador sobre esta especie”, dice Javier Fernández de Córdova Torres, investigador asociado a la Universidad del Azuay, quien fue parte del grupo. “Estoy recopilando información sobre los mamíferos en general, en los Andes sur de Ecuador. Dentro de toda esa data que yo estaba compilando, junto con otros investigadores, hay ciertos registros de esta especie [Leopardus garleppi]”, añade.

Uno de los letreros que los técnicos del Pampa’s Cat Working Group colocan en las carreteras para que los conductores tengan consciencia de la presencia del Leopardus garleppi. Foto: cortesía del Pampa’s Cat Working Group.
Uno de los letreros que los técnicos del Pampa’s Cat Working Group colocan en las carreteras para que los conductores tengan consciencia de la presencia del Leopardus garleppi. Foto: cortesía del Pampa’s Cat Working Group.

El objetivo del científico es publicar un Atlas de mamíferos dentro del cantón Cuenca; los datos se recabaron en varios biomas y ecosistemas, a diferentes altitudes. La investigación se viene haciendo desde 2022, con diversas fuentes científicas. Ahora se encuentran depurando la base de datos, antes de la publicación. Para el caso de Cuenca, han registrado un solo individuo del gato de las pampas: cerca del Parque Nacional Cajas, en una zona conocida como Zorrocucho. Además, conocieron otros tres registros en el cantón Gualaceo, también en Azuay y analizan incluso uno en la provincia de El Oro. La duda sobre este último dato es porque no hay evidencia del gato de las pampas, sino de un ratón que pudo haber sido cazado por uno.

“Los registros de Azuay realmente no están en ninguna base de datos. Nosotros estamos tratando de sacar estos registros ahora. Esa es una de las falencias; incluso los estudios genéticos están basados, la mayoría, en muestras recolectadas en museos. No le conocemos, a pesar de que la gente en el campo sí le conoce, sobre todo los adultos mayores. Ellos hablan tranquilamente de un gato de las pampas, gato pajero, o del gato en el pajonal”.

Especie amenazada

En la lista roja de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN) sólo aparece el anterior nombre de la especie unificada: Leopardus colocolo, y consta en la categoría ‘Casi Amenazada’. Según los expertos, esto responde a que la UICN no se actualiza a la misma velocidad que las investigaciones taxonómicas de los científicos.

¿Es el gato de las pampas una especie en riesgo? Depende de los estudios que se hagan en cada país. En Ecuador, la Lista Roja de los Mamíferos ubica al Leopardus garleppi como una especie ‘En Peligro’: “debido a su limitada distribución geográfica (área de ocupación estimada de 96 km cuadrados); además, es una especie severamente fragmentada y se infiere una disminución de presencia, área de ocupación y calidad de hábitat”, se lee en el documento.

Fotografía tomada en 2020 por una cámara trampa del proyecto ‘Gato del desierto’. Foto: cortesía Pampa’s Cat Working Group.
Fotografía tomada en 2020 por una cámara trampa del proyecto ‘Gato del desierto’. Foto: cortesía Pampa’s Cat Working Group.

Todos los expertos consultados en Ecuador para este reportaje coinciden en que esa, efectivamente, es su categorización adecuada. En Colombia, en cambio, la confirmación de la especie es reciente y su estado de conservación no se ha estudiado todavía.

En Perú, el Libro Rojo no se actualiza desde 2014 y la especie —aún bajo el nombre de Leopardus colocolo— consta en la categoría de ‘Datos Insuficientes’. Sin embargo, cuando se le pregunta a Zoila Vega, la bióloga que contó la historia de los gallineros en San Felipe, responde, tajante: “Después de lo que hemos visto, definitivamente es una especie ‘En Peligro’. Si de las 60 familias entrevistadas en San Felipe, todas habían matado al menos a un garleppi en tres años, y el conflicto viene desde que se acuerdan, imagínate la cantidad de individuos que se están perdiendo. Suma la pérdida de hábitat, los atropellamientos, el tema cultural de usar sus pieles para algunos rituales y el mascotismo. Yo creo que el grado de amenaza de estos gatos es bastante grande”.

Esfuerzos por conservar al pequeño gato

El Pampa’s Cat Working Group maneja 13 proyectos de conservación relacionados con el gato de las pampas. “Hay poca información, no se lo estudia mucho; incluso en países como Chile y Argentina. El que más investigación y atención ha recibido ha sido el gato andino (Leopardus jacobita); el gato del pajonal [entendido como las cinco especies que resultaron luego de la separación del Leopardus colocolo] ha sido visto como una especie secundaria. Pero sus poblaciones siempre están decreciendo y las amenazas se siguen ampliando. Por eso, nuestro objetivo principal no es tanto el estudio, sino la protección de esta especie, para reducir las amenazas que enfrenta”, dice Álvaro García, uno de los coordinadores del grupo.

Así como la Fundación Bios lo ha hecho en el caso de San Felipe, el Pampa’s Cat Working Group ha ayudado a construir gallineros antidepredación en otras zonas del continente. También realizan campañas de sensibilización para evitar los atropellamientos, bajo el lema ‘lento por la fauna’.

Fotografía tomada en 2021 por una cámara trampa del proyecto ‘Gato del desierto’. Foto: cortesía Pampa’s Cat Working Group.
Fotografía tomada en 2021 por una cámara trampa del proyecto ‘Gato del desierto’. Foto: cortesía Pampa’s Cat Working Group.

“Estamos en varios países colocando letreros de paso de fauna, con el dibujo del gato, para que los conductores ya conozcan esta especie, estén más conscientes. Que si ven por ahí un animal, traten de disminuir la velocidad para que no los maten. Y nuestro objetivo final es construir unos pasos de fauna, para que los gatos de las pampas y otras especies puedan cruzar por unos ductos subterráneos. También hacemos talleres con conductores de empresas de transporte, eso lo hemos hecho en Piura. En Chile hay un grupo de colegas que está haciendo una campaña súper fuerte y han encontrado como aliado al Gobierno, que los está apoyando”, dice García.

Luego de hacer una sentida descripción de la especie, de llamarla “súper adaptable” y decir que cuando vive en zonas desérticas su pelaje es más “cortito”, pero que en los Andes, “por el mismo frío son más peludos”, Álvaro García termina su frase diciendo: “Es una gran especie, que necesita nuestra atención para poder salvarse”.

Zoila Vega asegura que el rol de los comuneros en el diálogo y en la construcción de los nuevos gallineros de San Felipe fue fundamental. “Eso es gracias a que ha habido una respuesta de la gente y saben que, cuando se trabaja en proyectos de conservación, sí vale la pena creer”, concluye.

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