Publireportaje
Katalalixar: la memoria kawésqar y la base científica que buscan la recategorización de la reserva a parque nacional
Durante los últimos años, en el prístino mar de la Patagonia central, un grupo de científicos ha apoyado a la comunidad Kawésqar de Puerto Edén en la tarea de recolección de información suficiente para sustentar que la Reserva Nacional Katalalixar se transforme en un parque nacional. En esta zona, los kawésqar han habitado por miles de años, siendo un lugar clave en su historia, el cual conocen como la palma de su mano. Junto a toda esa sabiduría, los investigadores se han sumergido en las profundidades de la reserva recopilando información nunca antes descrita. Estos elementos bioculturales y científicos serían la base que sustentaría un parque nacional en la zona, protegiendo a los ecosistemas marinos de cualquier amenaza, como la salmonicultura, la pesca industrial o la minería. En esta nota te contamos más detalles de este tema, que además se plasmará en un documental que se estrenará este viernes 6 de enero.
Katalalixar es memoria. Cultura. Un lugar cuyas aguas son como sangre para la Comunidad Kawésqar de Puerto Edén, en la que la biodiversidad marina late. En lo administrativo, Katalalixar es el nombre con que se bautizó una reserva nacional. Esa que comprende 674.500 hectáreas en la Región de Aysén, que es tutelada por la Corporación Nacional Forestal (Conaf) y que destaca por su importancia biocultural y ecosistémica.
Ante la preocupación de que la zona marítima -y toda la vida que esta alberga- de Katalalixar quede a la merced de actividades de alto impacto industrial, la comunidad kawésqar que reside en Puerto Edén ha impulsado por más de tres años la protección completa de la reserva. En este proceso han sido apoyados por Oceana y la Corporación Nacional Forestal (Conaf) de la Región de Aysén.
¿El fin? Desarrollar un trabajo que incluya el patrimonio biocultural para solicitar que la zona se recategorice como parque nacional.
La memoria de los kawésqar
El cuento de Luna y Sol. Ese es el título del relato. El contenido apunta a que Luna y Sol eran hermanas. La mujer Sol era una persona que vivía con su pareja, el Huairavo, en una laguna tan grande que las ballenas navegaban en ella. Un día la mujer Sol encontró al Huairavo con la mujer de la laguna. Su hermana Luna, que habitaba ya en el cielo, le dijo a Sol que subiera con ella, que en ese lugar había mejores hombres y cholgas muy grandes. Sol subió con una fisga (instrumento de pesca). Mientras subía se pinchó el ojo con un erizo. De él brotaron gotas de sangre, gotas que se convirtieron en kawésqar.
“Nuestros relatos y cuentos hablan de nuestro pasado mítico con el entorno, el que va sosteniéndose a través de las generaciones. Con ellos se sostiene Katalalixar”, comenta Ayelén Tonko Huenucoy, antropóloga y representante de la comunidad kawésqar residente en Puerto Edén. Por ejemplo, del cuento de Luna y Sol se conoce el lugar específico dónde se desarrolló el cuento, el campamento de las protagonistas y el lugar en el que ascienden. Todo eso está en Katalalixar.
“Los cuentos también revelan cómo comportarse en el territorio, las cosas permitidas y las prohibidas, los recursos que se pueden encontrar y cómo recolectarlos. De esta manera nuestra abuela y padre nos enseñan los nombres de los campamentos, qué canales recorrer y dónde encontrar los recursos para alimentarnos. Sin ese aprendizaje oral de mi familia sería imposible entender este territorio tan valioso, complejo y hostil a la vez”, agrega Ayelén.
Esos cuentos y relatos mantienen vivos los seis mil años de historia en la Comunidad Kawésqar de Puerto Edén que ha nacido, crecido y muerto en algún punto de la reserva. Para ellos, este territorio ha abarcado desde el Golfo de Penas hasta la isla Diego de Almagro y, por supuesto, ha ido variando y adaptándose. La creación de áreas protegidas, como reservas y parques nacionales han significado cambios para sus prácticas tradicionales. Por ejemplo, Ayelén comenta que se instalaron restricciones a la navegación, además de regulaciones y prohibiciones a ciertas prácticas de cacería y recolección. Pero también, estas mismas figuras de protección pueden resultar en una esperanza para proteger de amenazas externas ese territorio que, como aclara Ayelén, “nos permite vivir como kawésqar”.
Lo que confirma la ciencia
Con todo lo anterior, ya está claro que Katalalixar es un lugar especial. Y la ciencia ha aportado con datos y estudios que han ayudado a servir de respaldo documental y científico para comprobarlo. En este contexto, Oceana, con el apoyo de la Universidad de Magallanes y Conaf de la Región de Aysén, han realizado expediciones en las que han levantado información de base y actualizada sobre la fauna bentónica -organismos que habitan en el fondo de los ecosistemas marinos- del extremo oeste de la reserva, estudios del intermareal y bosques de macroalgas, además de aproximaciones a zonas nunca exploradas de la reserva.
“Todos estos datos recolectados en las expediciones representan el primer y único estudio sistemático de la fauna bentónica de la Reserva Nacional Katalalixar y de la Patagonia central, una zona que no ha sido investigada de manera continua. Anterior a nuestros estudios, solo existían un par de muestreos puntuales y esporádicos recolectados en las profundidades de los canales Messier y Baker durante las campañas del programa CIMAR Fiordos (en 1996). En este sentido, las investigaciones de Oceana permitieron cubrir un amplio rango de distribución en términos de profundidad, generando datos casi desde la superficie del mar hasta el fondo de los canales”, comenta el Dr. Matthias Gorny, director de ciencias de Oceana Chile. (Estudio: Filling ecological gaps in Chilean Central Patagonia: Patterns of biodiversity and distribution of sublittoral benthic invertebrates from the Katalalixar National Reserve waters (~48°S))
Estas investigaciones cobran especial relevancia si se toma en cuenta que, en la actualidad, Katalalixar, junto al Parque Nacional Bernardo O´Higgins son los únicos lugares de gran extensión en la Patagonia chilena que se mantienen sin la presencia de la industria salmonera y la pesca industrial. Para hacerse una idea, es un lugar ubicado justo en el límite de las ecorregiones Chiloé-Taitao y Kawésqar, y justo en el medio de los parques nacionales Laguna San Rafael (al norte) y Bernardo O’Higgins (al sur). Destaca por sus muchos canales que separan varias islas con el océano Pacífico austral.
Todo lo anterior genera que el rico y único ecosistema marino de Katalalixar sea una respuesta a la mezcla de aguas. Esto porque en la zona confluyen deshielos de glaciares con las desembocaduras de ríos y mar. Tal es la razón, entonces, de por qué se registran especies que frecuentan lugares australes (como la Antártica) y otras de aguas más templadas. Un ejemplo de esto es la presencia de huiro palo (Lessonia trabeculata), que hasta antes de las expediciones científicas sólo se registraba hasta Chiloé.
En ese sentido, explorando los característicos canales de Katalalixar, acercándose a islas colindantes con el océano Pacífico, aproximándose a los glaciares entre los canales Baker y Martínez (donde aumenta la presencia de agua dulce) y adentrándose a las profundidades del medio marino, se logró identificar un total de 187 taxones de invertebrados y 15 especies de peces mediante filmaciones submarinas y muestreos biológicos recolectados entre 10 y 220 metros de profundidad.
“Considerando que la Reserva abarca solo una porción de la zona central de los fiordos y canales de la Patagonia, la presencia de más de 200 especies en los fondos marinos representa una biodiversidad comparablemente alta, considerando que es el primer estudio que integra datos de buceo con imágenes submarinas de profundidad. Destaca la presencia de inmensos bancos de hidrocoral rojo (Errina antartica) en las aguas prístinas de Katalalixar, una especie casi extinguida en la zona norte de la Patagonia debido a la contaminación provocada por actividades industriales”, comenta Matthias.
De la misma manera, las expediciones trajeron momentos emocionantes, como la filmación de dos ejemplares del pejerrata Coelorinchus cf. Cookianus, a baja profundidad. Esta no era una de las especies descritas para Chile, sino que una conocida del océano profundo de los alrededores de Nueva Zelanda. También, se logró filmar un pez chancharro (Sebastes oculatus) sobre una rama de un tronco hundido de un árbol. Este pez frecuenta normalmente lugares con presencia de corales de aguas frías donde se esconde debajo de las terrazas rocosas.
Así se confirmó científicamente que el medio marino en la zona debe ser protegido. Pero también, se afirmó otra cosa: toda esta información recolectada por las expediciones ya era algo que la Comunidad Kawésqar de Puerto Edén manejaba hace miles años.
“Vincular el conocimiento científico con el patrimonio biocultural es relevante porque valida y otorga importancia a los miles de años de conocimientos adquiridos de generación en generación. La vinculación entre estos complementa y enriquece los resultados que se pueden obtener de la academia científica ya que nosotros sabemos los ciclos de las diferentes especies que habitan, cómo viven y dónde encontrarlas. Nuestra navegación y nuestros campamentos son muestras de nuestra existencia, la que es investigada por científicos”, comenta Ayelén Tonko Huenucoy.
El porqué de un parque nacional
“Una característica de extrema relevancia es que los kawésqar han sabido conservar y cuidar su territorio. No existe evidencia de destrucción o sobreexplotación por parte de ellos. La única fuente de contaminación que pudimos observar en estas expediciones son los desechos de provenientes de la industria salmonera que llegan por vientos y mareas y de la pesca ilegal”, comenta Matthias.
Es que, si bien no es una reserva donde actualmente haya presencia de actividades nocivas para el medio ambiente, las investigaciones realizadas por Oceana lograron identificar que la amenaza principal de las especies identificadas proviene de industrias de alto impacto. Por ejemplo, el 21% de las especies encontradas en filmaciones son esponjas y las más diversas son poliquetas, ambos grupos filtradores que dependen de la materia orgánica producida de forma natural.
De esta forma, una de las principales razones por las que se quiere recategorizar Katalalixar es para conservar y preservar la vida marina de las 700 mil hectáreas de medio marino que alberga. En ese contexto, la comunidad ya hizo llegar una carta a las autoridades de Conaf para solicitar que la reserva que actualmente contempla tierra y mar finalmente sea un parque nacional, ya que dicha figura de protección es la más potente e impediría la contaminación por parte de actividades no sustentables..
*Toda esta información está contemplada en el documental “Katalalixar: Territorio kawésqar que debemos proteger”, que se estrenará este viernes 6 de enero de 2022 en la Cineteca Centro Cultural La Moneda.