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Investigadores brasileños identifican cuatro nuevas especies de hongos en los ecosistemas extremos de la Antártica
Un grupo de investigadores brasileños descubrieron cuatro especies de hongos en las bajas temperaturas de la Antártica. Estas amplían la biodiversidad fúngica conocida de la región y subrayan la importancia de continuar estudiando las zonas polares. Conversamos con el Dr. Fernando da Silva, biólogo e investigador del Programa Antártico Brasileño (PROANTAR) y uno de los autores del estudio, quien nos entregó más detalles sobre la investigación.
Un grupo de investigadores brasileños descubrieron cuatro especies de hongos en las bajas temperaturas de la Antártica. Todas son parte del género Omphalina, y fueron denominadas como Omphalina deschampsiana, Omphalina ichayoi, Omphalina frigida, y Omphalina schaeferi.


La región antártica es uno de los ecosistemas más extremos de la Tierra, caracterizada por sus bajas temperaturas, ciclos de congelamiento y descongelamiento, altos niveles de radiación UV, escasez de nutrientes y agua líquida. En esto recae la importancia del estudio y observación de la biodiversidad que alberga la zona, ya que, gracias a ello, es posible lograr una mejor comprensión sobre cómo se adaptan este tipo de especies a condiciones poco favorables para su supervivencia.
La iniciativa fue fruto del trabajo del Laboratorio de Taxonomía de Hongos de la Universidad Federal de Pampa (UNIPAMPA), y contó con el apoyo del Programa Antártico Brasileño (Proantar), la Armada y la Fuerza Aérea, así como subvenciones del CNPq y Capes. Las muestras fueron congeladas y transportadas a Brasil para su análisis morfológico y molecular. Este proceso duró alrededor de dos años, desde que se identificaron las esporas hasta la publicación del artículo.


De acuerdo al estudio, los muestreos se realizaron durante febrero de 2023 como parte integral de la Operación Antártica XLI Brasileña en Playas Presidente, Península Byers, Isla Livingston, Archipiélago de las Shetland del Sur, en la Región Antártica.
Sobre las dificultades en el trabajo de campo, el Dr. Fernando Bertazzo da Silva, biólogo e investigador del Programa Antártico Brasileño (PROANTAR) y uno de los autores del estudio, comentó que «fue una experiencia desafiante y, al mismo tiempo, profundamente enriquecedora. Pasamos un mes acampando en la Península Byers, en la isla Livingston (Islas Shetland del Sur), una de las áreas de Antártica especialmente protegidas por su biodiversidad. Vivir en carpas, sin acceso a estructuras permanentes, y trabajar diariamente bajo condiciones climáticas extremas —como fuertes vientos, temperaturas bajas y terrenos difíciles— fue exigente. A pesar de eso, logramos recolectar numerosas muestras de suelos, plantas y hongos. Cada hallazgo era una sorpresa, y el hecho de estar en un ambiente tan aislado hacía todo aún más emocionante«.

El estudio fue publicado recientemente en la revista Mycological Progress. En él se explica que las características morfológicas de las especies y los resultados de sus análisis moleculares de secuencias de ADN las distinguen claramente de otras especies conocidas del género.
Estas nuevas especies amplían la biodiversidad fúngica conocida de la Antártica y subrayan la importancia de continuar la investigación en las regiones polares. Da Silva destaca que, debido a las duras condiciones en la zona, «los hongos que logran sobrevivir allí deben tener estrategias de adaptación muy eficientes. Algunos producen pigmentos protectores, otros tienen ciclos de vida lentos o toleran largos períodos de latencia. Estudiarlos nos permite entender los límites de la vida en la Tierra».

Estos hallazgos tienen un gran valor científico, no solo porque amplían el registro de especies este sitio poco estudiado, sino también porque permiten entender mejor cómo se adapta la vida en entornos extremos.
«El hallazgo de nuevas especies en la Antártica tiene un valor enorme para la ciencia. Por un lado, muestra lo poco que conocemos aún sobre la biodiversidad de este continente. Por otro, estos hongos, al habitar en condiciones tan extremas, pueden tener adaptaciones únicas, tanto fisiológicas como genéticas, que pueden ser relevantes para estudios evolutivos y hasta para aplicaciones biotecnológicas. También ayudan a entender cómo los organismos responden a condiciones ambientales cambiantes, un tema clave en tiempos de crisis climática«, explica da Silva.


«A pesar del aspecto desolado, los ecosistemas antárticos albergan vida, y los hongos cumplen funciones ecológicas esenciales. Actúan como descomponedores, ayudando en la ciclagem de nutrientes, lo cual es fundamental en un ambiente con poca biomasa. Algunos pueden estar asociados con musgos u otras plantas, estableciendo relaciones simbióticas. En un ecosistema tan limitado, cada especie cuenta, y entender el rol de los hongos es fundamental para comprender la dinámica ecológica de estas zonas.», concluye.