Hablamos de los territorios comprendidos entre la desembocadura del río Mataquito por el norte y Huenchullamí por el sur, en el que se integran cerca de 17 kilómetros de playas de arena, un enorme campo dunar y cuerpos de agua tanto estacionales como permanentes.

La desembocadura del río Mataquito ya es reconocida internacionalmente como sitio IBA (Important Bird Area) desde el 2010 gracias a la presencia de poblaciones importantes de flamenco chileno (Phoenicopterus chilensis) y gaviota garuma (Leucophaeus modestus). Además cuenta con la designación de Key Biodiversity Area y es reconocido como sitio clave para las aves según la Estrategia de Conservación de las Aves Playeras de la Ruta Migratoria del Pacífico de las Américas.

También es reconocido como sitio prioritario para la conservación de la biodiversidad por el Ministerio del Medio Ambiente, y se halla en trámite su reconocimiento como sitio de importancia regional de la Red Hemisférica de Reservas para Aves Playeras debido a la presencia de más del 1% de la población biogeográfica de pilpilén común (Haematopus palliatus pitanay).

Humedal Mataquito fotografiado por Juan Silva.
Humedal Mataquito. Créditos: Juan Silva.

En Chile la plataforma/app de eBird es de uso muy extendido entre los ornitólogos, observadores de aves y naturalistas. Es en dicha plataforma que encontramos los “hotspots” o puntos calientes, que básicamente muestran dónde se concentra una gran diversidad de aves, facilitando la decisión respecto a qué lugar ir a “pajarear” o que lugares son los que tienen más aves.

En ese contexto, si unimos los dos principales hotspots de la zona (desembocadura Mataquito y desembocadura Huenchullamí), la suma de especies asciende a 157. Este número sitúa a estos territorios como uno de los más avidiversos del país, pese a ser un área relativamente desconocida para el público, con poca o nula infraestructura o facilidades para los observadores de aves, y con un importante número de amenazas que ponen en peligro su sustentabilidad.

Entre las especies que se pueden observar regularmente en el sector hemos seleccionado algunas para darlas a conocer al público, para que se familiaricen con ellas y puedan identificarlas en terreno, al visitar estos bellos parajes maulinos.

Flamenco chileno (Phoenicopterus chilensis)

Especie inconfundible por su estilizada figura, largas patas, llamativo pico negro y sobre todo por su llamativa coloración rosa. Suele verse en grupos casi todo el año, estando ausente en los meses de verano pues está criando en humedales del interior de Argentina. Sin embargo, no hay absoluta certeza del origen de los flamencos que llegan al Mataquito.

Flamenco chileno (Phoenicopterus chilensis), fotografiado por Pablo Cáceres.
Créditos: Pablo Cáceres.

Perrito (Himantopus mexicanus)

Esta inconfundible ave blanquinegra pertenece al grupo de las aves playeras. Se le considera la más patilarga de todas las aves por la relación entre la longitud de su cuerpo y la de sus patas. Suele verse alimentándose en sectores de aguas poco profundas y playas de limo, picoteando en busca de pequeños invertebrados, a menudo acompañada de otras especies similares como pitotoyes y playeros. Su nombre hace referencia a su vocalización que puede recordar el ladrido de un perro pequeño.

Perrito (Himantopus mexicanus) en humedal Mataquito-Huenchullamí.
Créditos: Pio Marshall.

Pilpilén común (Haematopus palliatus)

Una de las aves más destacadas del sector debido a su inconfundible plumaje negro y blanco y llamativo pico rojo. En otros países se le conoce como ostrero, pues se alimenta principalmente de bivalvos como ostras, choritos, almejas etc. Sin embargo, tal como sucede en las costas de Mataquito-Huenchullamí  también se alimenta de pulgas de mar y otros invertebrados. Nidifica en las dunas, directamente sobre la arena, por lo que es muy sensible a las alteraciones en ese hábitat; el paso de vehículos por las dunas y la presencia de perros tienen un impacto terrible sobre su éxito reproductivo.

Pilpilén común (Haematopus palliatus), en humedal Mataquito-Huenchullamí.
Créditos: Fernando Medrano.

Chorlo ártico (Pluvialis squatarola)

Esta ave discreta de tonos grises, suele verse durante el verano en los bancos de arena del río Mataquito, casi siempre en pequeños grupos. Llega al área después de criar en la tundra ártica en las altas latitudes del hemisferio norte, por lo que cada año migra miles de kilómetros entre sus lugares de nidificación y donde pasa su temporada de descanso. En vuelo destaca una mancha negra en lo que sería su axila, ese detalle permite diferenciar al chorlo ártico del muy similar chorlo dorado (Pluvialis dominica), éste último mucho más raro y escaso y pocas veces registrado en el sector. Ambas especies tienen una coloración mucho más llamativa cuando están en su período reproductor, entonces su pecho y vientre son de color negro y su dorso más manchado, antes de iniciar su migración al norte pueden verse individuos que están empezando a mudar y tienen un aspecto intermedio.

Chorlo ártico (Pluvialis squatarola), fotografía por Luis Salazar Varrgas.
Créditos: Luis Salazar Vargas.

Chorlo chileno (Charadrius modestus)

Al igual que los otros chorlos, es un ave de coloración discreta, aunque en plumaje reproductor muestra un pecho naranjo y negro que lo hacen más llamativo. Generalmente pierden este plumaje al llegar al Maule ya que crían en el extremo sur del continente y viajan hacia latitudes más cálidas a pasar los meses de invierno, mostrando un plumaje de tonos cafés apagados. Suelen ir en grupitos y se les ve alimentarse en las orillas y zonas de limo del río, aunque para descansar pueden hacerlo en las playas y dunas.

Chorlo chileno fotografiado por Pablo Gutiérrez en Humedal Mataquito Huenchullamí.
Créditos: Pablo Gutiérrez.

Zarapito común (Numenius phaeopus)

Conocido por los locales como perdiz de mar, antiguamente esta especie se cazaba por su carne. Su pico largo y curvo es característico y está especializado para la captura de gusanos y otros invertebrados que viven escondidos en el fango a distintas profundidades. Es común verlo en grupos en primavera y verano, aunque algunos individuos se pueden ver durante todo el año pese a ser una especie que se reproduce en la tundra de Alaska y Canadá.

Zarapito común fotografiado por Franco Villalobos en humedal Mataquito- Huenchullamí.
Créditos. Franco Villalobos.

Pitotoy grande y pitotoy chico (Tringa melanoleuca y Tringa flavipes)

Estas dos especies de patas largas y amarillas son relativamente fáciles de ver en verano en las orillas del río y en los bancos de arena, normalmente en aguas poco profundas. Buscan pequeños animalillos para alimentarse y así recuperar sus energías tras largos viajes desde Norteamérica y luego para afrontar el regreso a sus zonas de reproducción. Ambas especies son similares, pero se pueden identificar por la diferencia de tamaño. El pitotoy grande tiene pico y patas proporcionalmente más grandes, y una buena forma de notarlo es proyectar el tamaño de la cabeza. Si esta cabe dos veces en el pico, se trata de un pitotoy grande. Aunque en nuestros meses de invierno esta especie debe estar criando en Norteamérica, algunos individuos se pueden ver en esa época, posiblemente jóvenes que aún no están lo bastante desarrollados sexualmente para reproducirse.

Gaviota garuma (Leucophaeus modestus)

Esta gaviota es inconfundible por su tamaño intermedio y su coloración gris uniforme, aunque las jóvenes son más oscuras y en los adultos en plumaje reproductor se les aclara la cabeza. Puede encontrarse durante gran parte del año en el Mataquito-Huenchullamí aunque cría en el norte de Chile, en pleno desierto de Atacama. Su alimentación parece ser bastante específica, básicamente se compone de pulgas de mar que saca de la orilla del mar, suele verse descansando en grupos en las dunas, incluso a orillas del río.

Gaviota Garuma fotografiada por Franco Villalobos, en humedal Mataquito-Huenchullamí.
Créditos: Franco Villalobos.

Gaviota de Franklin (Leucophaeus pipixcan)

Esta especie luce muy similar a otras gaviotas pequeñas pero a diferencia de éstas es una especie migratoria que cría en los humedales del centro-norte de Norteamérica y posteriormente migra hasta las costas chilenas, a donde llega en noviembre y se marcha en marzo-abril. Cuando está acá, muestra su plumaje de reposo, distinto al que tiene en su etapa de cría, que se caracteriza por tener la cabeza manchada de negro, su coloración dorsal es gris intermedio, por lo tanto, más oscura que la Gaviota cáhuil, especie residente que se observa todo el año. Suele ser muy gregaria con bandadas de incluso miles de individuos, especialmente antes de iniciar el viaje de regreso a sus cuarteles de cría.

Gaviota de Franklin fotografiada por Pablo Cáceres en humedal Mataquito-Huenchullamí.
Créditos: Pablo Cáceres.

Gaviota dominicana (Larus dominicanus)

Seguramente es el ave más común en el sector, por su gran tamaño y y tolerancia a los humanos. Es una gaviota muy grande, la mayor de Sudamérica, negra por el dorso y blanca en el resto, pico amarillo con una llamativa mancha roja, más marcada en primavera y verano. Al igual que las otras especies de gaviotas tardan varios años hasta tener la coloración adulta, por lo que en su primer año se ven grises-castellanas y progresivamente van mudando las plumas hacia el plumaje definitivo que lo suelen alcanzar al cuarto año de vida. Su población parece ir en aumento en la zona, criando tanto en las islas grandes del río como en las dunas cercanas.

Gaviota dominicana fotografiada por Pablo Gutiérrez, en humedal Mataquito-Huenchullamí.
Créditos: Pablo Gutiérrez.

Gaviotín piquerito (Sterna trudeaui)

Muy similar a las otras especies de gaviotín en cuanto a tamaño y complexión. Se puede diferenciar por la coloración de la cabeza, ya que esta especie no tiene la corona oscura como la mayoría, sino una línea negra detrás del ojo. Su pico siempre tiene una característica punta clara, y en la época de cría la base se torna de color anaranjado por lo que entonces su pico se ve tricolor. No forma grupos tan grandes como otros gaviotines, y a menudo se ven solitarios o en parejas. Es una especie residente que se puede ver durante todo el año.

Gaviotín Piquerito fotografiado por Rodrigo Salazar, en humedal Mataquito-Huenchullamí.
Créditos: Rodrigo Salazar.

Gaviotín elegante (Thalasseus elegans)

Claramente mayor que las otras especies de gaviotines del sector, es una especie migratoria que llega a la zona en octubre y se marcha en marzo para reproducirse en Norteamérica, siendo famosa la Isla Rasa, una isla del Golfo de California en México, donde se reproduce el 95% de las parejas de esta especie. Se puede separar de especies similares por su pico largo, algo curvado y naranjo, y por las plumas largas y negras en la nuca. Se le ve en grupos, a veces muy grandes, sobrevolando el río y la costa buscando pececillos o descansando en la playa y bancos de arena del río, a menudo asociado a otras especies de gaviotas, gaviotines y rayadores.

Gaviotín elegante fotografiado por Pablo Cáceres en humedal Mataquito-Huenchullamí, región del Maule.
Créditos: Pablo Cáceres.

Rayador (Rynchops niger)

Es un pariente cercano a los gaviotines de los que se distingue por su coloración oscura y especialmente por su pico largo, rojo-anaranjado de punta negra y, cosa muy característica de la especie, con la parte inferior más larga que la superior. La forma del pico es una adaptación para su forma de pescar ya que lo usa para “rayar” volando a poca distancia del agua calma para capturar los peces que están cerca de la superficie. Aunque puede verse en grupos en las playas y bancos de arena durante gran parte del año es más común entre noviembre y marzo, se reproduce en islas fluviales en la cuenca amazónica y cuando estas islas se inundan por las lluvias se desplaza a las costas, llegando hasta el Mataquito a veces en cantidades de cientos de individuos.

Rayador en humedal Mataquito-Huenchullamí región del Maule, fotografiado por Pío Marshall.
Créditos: Pío Marshall.

Colegial (Lessonia rufa)

Este pajarito es una especie residente que habita las orillas y playas, donde se le suele ver buscando pequeños insectos e invertebrados con que alimentarse. Presenta dimorfismo sexual, es decir machos y hembras tienen distinto aspecto, los machos son negros con la característica mancha anaranjada en la espalda (razón de su nombre, pues se le asocia a una mochila colegial), mientras que sus parejas son de tonos mucho más claros.

Bailarín chico común (Anthus correndera)

Este pajarito es de coloración muy discreta y pasaría desapercibido si no fuera por el hermoso y potente canto que emiten los machos en primavera mientras vuelan en círculos a cierta altura para llamar la atención de las hembras de su especie. Habita los sectores abiertos y con pasto o vegetación baja a orillas de humedales. Machos y hembras son de coloración similar.

Bailarín chico común, fotografiado por Óscar Mercado, en humedal Mataquito-Huenchullamí, región del Maule.
Créditos: Oscar Mercado.

Pidencito (Laterallus jamaicensis)

En realidad es sumamente difícil observar a esta especie de pequeño tamaño y costumbres muy escondidizas, que habita en sectores inundables con densa vegetación baja próximos a humedales. Este comportamiento, unido a su escasez, hace del pidencito un reto para los observadores y fotógrafos de aves, que normalmente han de conformarse, en el mejor de los casos, con identificarla por su vocalización. El sector de la desembocadura del río Huenchullamí parece tener una de las mejores poblaciones conocidas de la Región del Maule.

Pidencito fotografiado por Pablo Gutiérrez en humedal Mataquito-Huenchullamí, egión del Maule.
Créditos: Pablo Gutiérrez.

Los sectores costeros, especialmente los humedales, son hábitats altamente dinámicos que van sufriendo transformaciones con los años, a veces de manera drástica, por ejemplo con el gran tsunami de febrero de 2010, o la reciente crecida del Mataquito tras las intensas lluvias de junio, que incluso llevó a la apertura de una segunda desembocadura al mar del río Mataquito. Y a veces de forma menos drástica pero igualmente evidente, por ejemplo, las varias marejadas en los últimos años. Por esto es esperable que la presencia de estas distintas especies de aves y sus dinámicas poblacionales también puedan variar, aunque es un gran desafío prever de qué manera esto podría ocurrir.

A pesar de la innegable importancia del sector para las aves, la protección efectiva de gran parte de las áreas de mayor interés es aún deficiente, lo que conlleva graves amenazas para las aves, especialmente para las especies reproductoras y las migratorias, que usan las playas de arena. Entre las amenazas y presiones destacan los vehículos motorizados que circulan en playa y dunas (lo que está prohibido por ley), la presencia de perros de vida libre, la contaminación por diversas fuentes, la extracción ilegal de áridos, el vertido de residuos, o usos recreativos no regulados.

Humedal Mataquito fotografiado por Juan Silva, región del Maule.
Humedal Mataquito. Créditos: Juan Silva.

En vista de estas amenazas, actualmente existen varias actividades en marcha destinadas a conservar el sitio, con especial foco en sus poblaciones de aves y la sustentabilidad de los hábitats, recursos y servicios ecosistémicos que proporcionan sustento y bienestar a comunidades locales y visitantes. Entre estas, se incluyen la reciente aprobación de ordenanzas municipales en las comunas de Curepto y Licantén para la protección de humedales, jornadas y talleres de observación de aves, monitoreo, aviturismo y educación ambiental, el diseño de un Plan Maestro con una propuesta de zonificación y habilitación de infraestructuras para el acceso y uso sustentable del sitio (miradores, senderos, muelles, hides), el ingreso de una solicitud para declarar este sitio como parte de la Red Hemisférica de Reservas para Aves Playeras (RHRAP), yel desarrollo de una propuesta para declarar estos humedales como Área de Conservación de Múltiples Usos (ACMU) bajo la nueva Ley que crea el Servicio de Biodiversidad y Áreas Protegidas (SBAP). Estas y otras iniciativas están siendo implementadas por una alianza de organizaciones como Fundación Refugia (con el apoyo del Programa de Soluciones CosterasThe Nature Conservancy), la ROC, y Manomet, en estrecha colaboración con distintos actores clave del territorio, incluyendo municipalidades, organizaciones y comunidades locales, comunidad científica y distintos servicios públicos a nivel regional y nacional.

Humedal Mataquito fotografiado por Juan Silva, región del Maule.
Créditos: Juan Silva.

Debido a la enorme abundancia y diversidad de especies de aves que se pueden registrar en el sitio, existe un gran potencial para desarrollar el aviturismo, o turismo basado en la observación/fotografía de aves, que podría unir la generación de ingresos con el uso sostenible del sector y transformarse en una fuente de sustento local.

Si decide aventurarse a explorar estos increíbles sitios e identificar sus aves, le recomendamos llevar binoculares, ya que el sector es amplio y muchas veces las aves quedan a distancia. También es recomendable madrugar y aprovechar los momentos de mayor actividad para la mayoría de especies, aunque en el caso de las aves playeras los peak de actividad suelen estar relacionados con los momentos de marea baja, ya que es cuando disponen de las mejores instancias para alimentarse en las playas de limo y orillas de río.

Para más información o ponerse en contacto, lo invitamos a revisar los siguientes links:

www.fundacionrefugia.org / www.instagram.com/fundacionrefugia

www.redobservadores.cl/ www.instagram.com/redobservadores

2 Comentarios

2 Comentarios

  1. JP Escudero

    Qué lugar más increíble. Podrían poner datos de personas u organciones que hagan visitas guiadas.

  2. Juan Silva

    Hola JP!
    Escríbenos a contacto@fundacionrefugia.org
    Podemos coordinar una visita guiada con el Sindicato de Pescadores Mataquito-La Pesca y guías turísticos locales. Es una experiencia increíble.
    Puedes hablarme directo al whatsapp también:
    +569 9508 2604

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