MAPA CONSTITUYENTE | Glaciares chilenos: el futuro y presente de una discusión imperfecta
Luego de lograr ingresar al borrador de la Nueva Constitución en el último pleno, los glaciares lograron tener un posible rango de reconocimiento y protección Constitucional. Con una ley que se discute hace 15 años y los efectos de la crisis climática en nuestras narices, los glaciólogos Camilo Rada, Andrés Rivera y la politóloga Pamela Poo abordan un debate de importancia crítica para la subsistencia humana y de nuestros ecosistemas.
El doctor Camilo Rada, glaciólogo y profesor de la Universidad de Magallanes, va directo al grano y explica que, si alguien entiende la importancia de los congeladores o las cuentas de ahorro, puede comprender la importancia hidrológica de los glaciares. “Son una materialización del dicho popular “el que guarda siempre tiene”. Trátese de comida, dinero o agua. Hay períodos de más abundancia y otros de más escasez. Los glaciares acumulan agua en periodos de abundancia y la liberan en períodos de escasez, reduciendo así la severidad de las sequías. Pero a diferencia del dinero o la comida, el agua en exceso también es dañina y genera inundaciones. Los glaciares, al retener agua en esos periodos de abundancia, además actúan reduciendo la intensidad de dichas inundaciones”, explica de la manera más didáctica posible respecto a un tema del que la población general poco sabe.
Rada agrega que es “casi mágico” cuando piensas que mientras más calor haga, los glaciares producen más agua. Pero es “casi” y no simplemente mágico. Porque “esa agua viene del derretimiento de los glaciares, los que llevan siglos sin poder recuperar sus pérdidas veraniegas de agua con la nieve que acumulan en invierno. En consecuencia, se están achicando cada vez más, y si el calor sigue – como se espera – los glaciares irán desapareciendo. Por eso es importante cuidarlos, para que nos puedan ofrecer a nosotros y a todos los ecosistemas, sus servicios de almacenamiento de agua por el mayor tiempo posible. Mientras tanto, tendremos que ir pensando y preparándonos para los desafíos de un mundo con menos glaciares”.
Andrés Rivera, glaciólogo y profesor titular del Departamento de Geografía de la Universidad de Chile, apunta que la importancia de estos cuerpos de agua radica “en que son parte esencial de nuestro sistema natural, por los servicios ecosistémicos que entregan. Son uno de los más remotos, prístinos y menos conocidos componentes del sistema natural de nuestro país. Son además uno de los más vulnerables al cambio climático. En especial por esta última razón, es que el estado debe protegerlos, estudiarlos y monitorearlos”.
Con esa idea en la cabeza, los convencionales ingresaron al borrador de la constitución, justo en su última sesión de trabajo, dos artículos que pretenden enfrentar la delicada situación que enfrentan los 24.114 glaciares inventariados en 2014 por la DGA (Dirección General de Aguas) y que, según datos preliminares de la actualización en desarrollo, indican que en los últimos 15 años el número de glaciares aumentó un 11%, debido principalmente a la fragmentación, y que la superficie de hielo disminuyó 8% en el mismo período de tiempo.
Respecto a las normas que quedaron en el borrador de la Constitución, son dos artículos. El 11: «El Estado garantiza la protección de los glaciares y del entorno glaciar, incluyendo los suelos congelados y sus funciones ecosistémicas” y el artículo 24, que prohíbe a la minería realizar obras que amenacen los glaciares. «Quedarán excluidos de toda actividad minera los glaciares, las áreas protegidas, las que por razones de protección hidrográfica establezca la ley, y las demás que ella declare».
Pamela Poo, politóloga y directora de Políticas Públicas e Incidencia de la Fundación Ecosur, plantea que es positivo la inclusión de estas normas dado que todos los proyectos de ley que han tenido que ver con glaciares han ido fracasando, quedando en el camino o sin ningún tipo de avance. “Hasta ahora llevamos alrededor de 6 proyectos y esto ya hace 15 años que estamos esperando que se legisle. Por lo tanto, el que exista una mención de rango constitucional es importante, dado que reafirma que exista protección de este tipo de ecosistemas que, lamentablemente, en nuestra legislación nunca han sido reconocidos”.
Rivera indica que le parece correcto que se haya incluido como principio constitucional la protección del sistema natural del país, incluidos los glaciares, “sin embargo, será necesario analizar jurídicamente cómo estas definiciones son compatibles con la propuesta de ley en discusión en el Senado de la República. En su visión como científico, el glaciólogo de la Universidad de Chile agrega la protección de nuestro sistema natural (incluyendo glaciares) debe estar entre los principios fundamentales de una nueva Constitución, pero “la pregunta es si desde el punto de vista jurídico es necesario detallar cada componente del sistema natural en una Constitución. En la actualidad esto es materia de leyes específicas como la que actualmente se discute sobre glaciares en el Senado, donde se incluyen en detalle los conceptos, prohibiciones y reglamentos atingentes”.
Camilo Rada coincide en los beneficios de que los glaciares estén en el borrador constitucional. “Es bueno porque nos habla de que se está planificando a largo plazo, se está tomando conciencia de la importancia del recurso hídrico y refleja que la ciudadanía y los constituyentes han entendido el importante rol de los glaciares en los ecosistemas y la seguridad hídrica. Pero recuerda el largo camino por recorrer, porque en el Chile que espero se construya en el futuro, esos artículos no deberían ser necesarios. No podemos depender de artículos y leyes específicas para proteger cada elemento del mundo natural, el sistema de protección ambiental requiere una visión más holística e integradora, sin leyes que dividan todo en blanco y negro, permitido y prohibido, el mundo natural y social está lleno de matices que tenemos que aprender a navegar”.
Minería y glaciares
Uno de los puntos más celebrados desde el mundo medioambiental fue la prohibición de la minería para realizar obras que afecten a los glaciares. El académico Andrés Rivera explica que “desde hace mucho tiempo que no hay intervención “directa” de glaciares por actividades productivas, incluidas la minera, que hayan sido aprobadas o detectadas por el sistema de evaluación ambiental de nuestro país. Por lo tanto, desde este punto de vista, en la actualidad no hay minería en glaciares. Lo que hay son posibles impactos “indirectos” en glaciares que son evaluados y monitoreados en forma permanente para que no se superen los umbrales definidos por la autoridad pertinente. Lo deseable es que tampoco haya impactos indirectos de proyectos futuros, para lo cual hay que estudiar, evaluar y monitorear en detalle aquellos aspectos de los proyectos que potencialmente puedan afectar a los glaciares”.
En ese sentido, el doctor Rada plantea que si hay alguien responsable de las prohibiciones planteadas son las propias mineras. “Estas empresas son capaces de planificar a muy largo plazo, 10, 20, 50 años. Ojalá los gobiernos tuvieran esa capacidad. Y tal como proyectan la oferta y demanda por metales, tienen las capacidades y recursos para proyectar la oferta y demanda de agua. Por lo que no tienen excusa para no haber sido ellas las primeras en dar el paso de la protección de los glaciares y otros elementos naturales que son clave en el ciclo hidrológico. Hicieron inversiones a largo plazo en lo económico, pero a muy corto plazo en lo ambiental y social, y con eso se dispararon en los pies”, apunta.
Para Rada, estos artículos aprobados para la propuesta constituyente y la ley de glaciares en tramitación son una reacción en defensa “ante la forma de actuar de la minería y otras industrias extractivas. Personalmente estoy en contra de la prohibición de la actividad minera en los glaciares, pero también estoy consciente de que dicha prohibición es muy necesaria y urgente. Es una solución parche que comprará tiempo para trabajar en el desarrollo de un sistema de evaluación socioambiental robusto y con las garantías que tanto la población como las empresas necesitan”.
15 años esperando la ley
Mientras las miradas se concentran en el futuro del texto constitucional propuesto, la llamada ley de glaciares sigue su largo proceso de tramitación. La politóloga Pamela Poo explica que hoy existen dos proyectos de ley de glaciares, uno que está en el Senado y otro en la Cámara de Diputados, que fue puesto en tabla la semana pasada y se realizaron las audiencias. “Ese es una moción parlamentaria, tiene que ser reajustada en relación con lo que salió en el código de aguas y este era un proyecto de ley que se refería a dicha reforma del fondo, que era otorgar derechos de aprovechamiento sobre glaciares. Pero se le hicieron indicaciones».
Respecto al proyecto que se discute en el Senado, Poo explica que hoy está en la Comisión de Hacienda y “que es el que se tramitó largamente durante los cuatro años del período de Sebastián Piñera y este proyecto debiera salir en el caso de que el Gobierno impulse el proyecto de ley. La ministra Maysa Rojas planteó que era una preocupación dentro del Gobierno y de su cartera el tema de los glaciares. Dijo que iban a evaluar ambos proyectos y ver con cuál iban a avanzar”, señala la directora de Políticas Públicas e Incidencia de la Fundación Ecosur.
Andrés Rivera indica que la propuesta de ley está en sus últimas etapas de tramitación “gracias a que se ha llegado a un consenso suficiente para aprobarla, lo que será beneficioso para el país. En la actualidad ya hay protección a glaciares gracias a la aplicación de los reglamentos específicos de la Ley Marco de Medio Ambiente, por lo que los efectos de la nueva ley se deberán a los artículos transitorios principalmente y a los nuevos proyectos en cuyas áreas de influencia pueda haber glaciares, sus entornos o permafrost”.
Por su parte, Camilo Rada espera que se apruebe la ley. “Cómo es de esperar, los círculos pro-minería no quieren que se apruebe, pero curiosamente muchos círculos ambientalistas tampoco quieren que se apruebe, puesto que creen que no es suficientemente fuerte y que después de aprobada será difícil fortalecerla. Yo coincido con ambos en que no es una ley perfecta, pero es mucho mejor que no tener nada. La discusión de una ley de glaciares ya lleva 15 años, y lo peor que les puede pasar a los glaciares, es que siga el tira y afloja y pasemos más tiempo sin una ley, que es una solución parche, imperfecta, pero muy necesaria, porque cada día se están realizando afectaciones irreversibles a los glaciares, que ya naturalmente se enfrentan a un panorama bastante gris”.
El estado de nuestros glaciares
Mientras el plebiscito de salida se acerca y en el Congreso la ley de glaciares afina sus últimos detalles, en nuestras montañas, estos milenarios cuerpos de agua nos observan, crujiendo cada vez más mientras la crisis climática se apodera de todos los rincones de la Tierra.
El glaciólogo de la Universidad de Chile Andrés Rivera explica que, como país, se ha avanzado mucho en el conocimiento de glaciares gracias al esfuerzo de numerosos investigadores y profesionales nacionales y extranjeros que han estudiado estos cuerpos de hielo por mucho tiempo. “Se acaba de publicar una actualización del inventario de glaciares gracias al gran trabajo de la unidad de glaciología de la Dirección General de Aguas del MOP y cada vez hay más publicaciones de especialistas chilenos, así que el panorama es positivo, aunque falta mucho más financiamiento para la realización de proyectos nuevos y para la formación de capital humano especializado. El monitoreo de glaciares ha seguido incrementándose de acuerdo con lo propuesto en la Estrategia Nacional de Glaciares del 2009, pero todavía falta mucho en extensión (aumentar número de glaciares estudiados) e intensidad (tipo de estudios y tamaños de redes de monitoreo)”, dice.
Desde su puesto como Profesor del Magister en Ciencias Antárticas mención Glaciología de la Universidad de Magallanes, Camilo Rada apunta a que, en fiscalización y estudio, todavía falta muchísimo. “No necesariamente por negligencia, sino porque tenemos la fortuna de tener una enorme cantidad de glaciares y de una diversidad que no tiene ningún otro país en el mundo. Esto es una bendición, pero también trae consigo la responsabilidad de manejar, estudiar, conocer y monitorear nuestros glaciares. Desde la creación de la Unidad de Glaciares y Nieves de la DGA hemos avanzado muchísimo, aunque aún falta bastante. La rama que sigue muy en deuda es la de fiscalización, en eso no hay casi nada. Y no es que se necesite un ejército de fiscalizadores viajando a regiones remotas de la cordillera. Hoy por hoy, se puede hacer mucho con imágenes satelitales, eso sería un muy buen punto de partida”.